Por Nathan Shaw
Uno de los primeros mandamientos que Jesús le dio a su Iglesia recién formada, fue que debían esperar el poder de lo alto (Lucas 24:49; Hechos 1:4). Uno de los últimos mandamientos bíblicos que Jesús le dio a su Iglesia, fue cruzar una puerta abierta (Apocalipsis 4:1). La orden de pasar por la puerta abierta en realidad le fue dada a Juan, pero directamente después de que él recibiera instrucciones muy específicas para las siete iglesias (Apocalipsis 2-3). Juan entró por la puerta como un modelo sacerdotal y profético para estas iglesias.
Desde esperar hacia el avanzar
El cambio de mentalidad desde la espera a dar un paso hacia adelante, fue estratégico para las siete iglesias de Apocalipsis. También es estratégico para la Iglesia moderna. No es que debamos alejarnos del fundamento bíblico de esperar en el Señor; más bien, el cambio de mentalidad se trata de operar en nuestra autoridad sacerdotal, ordenada por Dios. En lugar de esperar el poder, hay lugares donde el espíritu nos está esperando. En lugar de esperar el poder que viene del Cielo, estamos entrando en las dimensiones celestiales.
Algo tan simple como atravesar una puerta, puede marcar una diferencia fenomenal. A veces, la diferencia puede ser tan dramática como pasar del frío a lo caliente, del caos al orden, de lo sucio a lo limpio o de lo infernal a lo celestial. Cada habitación no solo tiene su propia atmósfera, cada una tiene una función y un propósito específicos. Cuando Juan atravesó la puerta abierta en el cielo, se encontró en la sala del trono. El salón del trono es una sala que resuena con una profunda autoridad gubernamental. A medida que avanzaba la visión, Juan también se encontró en otros lugares.
¿Qué hizo Juan en cada uno de esos lugares? A menudo, estaba allí simplemente para observar, pero otras veces participaba en la acción o se le pedía específicamente que hiciera algo. Por ejemplo, se le pidió a Juan que tomara un rollo abierto de las manos de un ángel y lo comiera (Apocalipsis 10:8-10). Inmediatamente después de comer el rollo, se le ordenó: “Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes” (Apocalipsis 10:11). La acción (tomar y comer el rollo) lo llevó hacia una comisión: “Debes operar en la autoridad profética sacerdotal que Dios te entregó”.
Tu autoridad profética sacerdotal
¿Por qué Dios está llamando a la Iglesia de hoy a cruzar por una puerta que ya está abierta? Las razones son las mismas que leemos en Apocalipsis: “observar, participar, obedecer, recibir comisiones y operar con la autoridad profética sacerdotal”. Juan no pasó por la puerta abierta como un hombre, sino como un sacerdote con autoridad sacerdotal. Lo mismo es cierto para todo el pueblo de Dios, porque Jesús “nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre” (Apocalipsis 1:6). Es innegable, Dios nos llama a operar en la autoridad sacerdotal. La estrategia de satanás, sin embargo, es intimidarnos a través de acusaciones, contiendas y peleas (Apocalipsis 12:10).
El libro de Apocalipsis presenta un contraste dramático entre el pueblo de Dios y satanás. El pueblo de Dios es descrito como sacerdotes con autoridad sacerdotal, y su autoridad está aumentando (Apocalipsis 5:10; 12:11). Satanás es descrito como un acusador que vomita acusaciones, pero su autoridad está disminuyendo (Apocalipsis 12:7-10). Como sacerdotes de Dios, tenemos autoridad para bendecir (Números 6:22-27). Como acusador, la única autoridad de satanás es acusar. Los sacerdotes sirven al Padre. Satanás se enfurece contra Dios y su pueblo.
A través de la autoridad de la voz de Jesús, los sacerdotes de Dios son catapultados desde la Tierra hacia el Cielo (Apocalipsis 4:1). A través de la autoridad de Miguel y sus ángeles guerreros, satanás es arrojado desde el Cielo a la Tierra. A los sacerdotes se les da una voz y una función ante el trono de Dios. A satanás se le niega una voz y una función ante el trono de Dios.
La voz de Jesús y la puerta al
trono
El sonido de la voz de Jesús es mucho más poderoso que cualquier otro sonido. La voz de Jesús fue el agente que llevó a Juan de ver la puerta abierta en el cielo, a estar realmente delante del trono de Dios.
Juan dice dos cosas acerca de la voz de Jesús:
Primero: era como el sonido de muchas aguas (Apocalipsis 1:15).
Segundo: era como el sonido de una trompeta (Apocalipsis 4:1).
En otras palabras, tenía una gran profundidad y un intenso poder de penetración. Debemos discernir y responder a su voz, para no dejarnos intimidar por el sonido de la acusación, la contención y la lucha. Como sacerdotes estamos llamados a cruzar la puerta abierta y ayudar a administrar los propósitos de Dios sobre las naciones.
Un simple paso de fe
Es hora de cambiar nuestra mentalidad de espera para dar un paso. Atravesar puertas en lo natural no es complicado. Lo mismo ocurre en la dimensión del Espíritu. Un paso te lleva desde una habitación (o lugar) hacia otro. Es un simple paso de fe que tomas en obediencia a Dios.
Es un mito que debes tener una experiencia dramática como la de Juan para posicionarte ante el trono de Dios. Cruzar la puerta abierta no significa que tendrás la misma experiencia que tuvo Juan, pero sí que te estás posicionando para hacer la obra de Dios.
Nathan
Shaw
No hay comentarios:
Publicar un comentario