Por Theresa Phillips
El Señor dice: “¡Se deben soltar las llaves!”
Esta es una palabra profética que recibimos en una de nuestras escuelas: “Puedo ver una llave ahora mismo. Puedo ver un cofre y la llave en la cerradura. Es una llave antigua y en la parte redondeada hay una telaraña muy vieja, porque estuvo mucho tiempo tirada esperando que alguien la recogiera”.
“Una presencia giró la llave y abrió el cofre”. ¡Él está abriendo los misterios del Cielo y el Espíritu de la revelación! A través de esto removerá el espíritu de adivinación dentro de la Iglesia (el arte, la práctica o el don de descubrir los eventos futuros o las cosas desconocidas que se asume como un poder sobrenatural, aka “profecía falsa”). ¡La revelación divina (una visión supuestamente revelada por una deidad, revelada por Dios o por sus profetas) removerá la adivinación!
Qué pude ver en el cofre del tesoro
Dentro del cofre del tesoro pude ver un libro con muchas páginas que comenzaron a abrirse. Pude oír una voz resonando en la atmósfera: “Es el tiempo, es el tiempo, es el tiempo... Puedo ver el libro de Zacarías (el libro del Antiguo Testamento que relata las profecías del avivamiento en Israel después de la cautividad en Babilonia). Sí, ¡el avivamiento viene! Veo el espíritu de Elías” (gente resucitando y muchos que harán huir a los ejércitos de los enemigos de nuestro Dios).
“Puedo ver un ornamento junto al libro. Es un ornamento de oro como los que se cuelgan en el árbol de Navidad y pude ver cómo la llave lo golpeaba y lo partía en un millón de partículas de oro que ahora llenaban el libro”.
Volví a oír una voz en la atmósfera: “En el libro santo encontrarás tu tesoro, encontrarás tu destino”. Pude ver el libro de Oseas. Este libro se puede dividir en dos partes: (1) Oseas 1:1–3:5 es la descripción de una esposa adúltera y su esposo fiel, un símbolo de la infidelidad de Israel hacia Dios por medio de la idolatría. (2) Oseas 3:6–14:9 contiene la condena de Israel, especialmente Samaria, por adorar ídolos y su eventual restauración.
El libro se abrió en Oseas 8: “Establecen reyes que yo no apruebo… Sembraron vientos y cosecharán tempestades”. Luego vi una “X” roja. El Señor dijo: “Voy a detener eso. Detendré tu cosecha de tempestades. Haré de ti una tempestad”.
Las páginas volvieron a correr y se detuvo en el libro de Mateo. La voz resonó: “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:33). A continuación pude ver una bandeja de plata con una nota que decía “pide” y se te dará. Veo el libro de Juan donde dice: “Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse. Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna…” (Juan 6:26-27).
¿Qué naciones quieres tocar?
Pude ver una página en el libro y en su parte superior decía: “naciones”, pero la página estaba en blanco. Pude oír al Señor diciendo: “¡Escribe las naciones que quieres tocar!”. ¡Él se las está entregando ahora mismo! ¿Qué nación quiere tocar?
Señor, quiero tocar EEUU, ¡quiero cambiar mi país! Quiero ir a Canadá y cambiarlo. Quiero ir a Inglaterra, a la tierra de mis padres. Quiero ir a los lugares antiguos donde los huesos de mi familia están sepultados y decir: “Gracias por el precio que pagaron…”. ¡Ahora dame mi tierra! Quiero ir a Irlanda, donde la sangre de mi familia fue derramada por la guerra y el hambre, para caminar por la tierra y declarar: “Tierra, ¡vive!”.
Pude ver otra página donde figuraba la palabra “Egipto” en su parte superior. El Señor dijo: “Heredarás las naciones y sus despojos”. ¡Aún no logramos atrapar este pensamiento! ¿Quieres las naciones? “Te daré los despojos. Así como mi pueblo dejó Egipto, dejarás cada tierra con sus riquezas”.
Pude ver coronas descendiendo sobre Egipto, habrá tres naciones que tendrán el cristianismo. Esas tres naciones ayudarán a Egipto. “Visitaré la nación de Egipto”.
Una atmósfera que calma la tempestad, pero lleva una espada poderosa
¡Veo a David! Es una atmósfera que creó David que calma la tempestad, pero lleva una espada poderosa. Y ustedes, Davides, matarán a sus diez miles por la espada del Señor.
Volví a ver el mismo cofre del tesoro y estaba rodeado por un mar azul. Dios, revélanos por el Espíritu de Revelación qué estás viendo. Entrégame el Reino, entrégame las llaves. Muéstrame tu justicia para que pueda girar la llave. Veo el ojo de la cerradura con un pasador y un picaporte de oro. Por dentro hay oro y llaves de cristal que hiciste de la tierra y el mar. Dame un Reino, déjame gobernar aquí abajo. Llévame hacia tu trono y regrésame abajo. Muéstrame tus misterios, ama a través de mí, camina a través de mí, dame otra oportunidad para contemplar tu rostro.
¡Pongámonos de pie!
Señor, danos el Reino para que podamos reinar. Muéstranos tus misterios para que los hombres puedan alcanzar tus caminos. Muéstrame tu misericordia, quiero caminar en tu gracia. Ayúdame a liderar a otros a buscar verdaderamente tu gracia.
Es nuestro turno de hacer girar las llaves, las páginas del libro liberarán eternidad
Puedo sentir al querubín que nos rodea, al Dios poderoso que nos rodea, los arco iris se están soltando en el cielo. Es nuestro tiempo para girar las llaves para que las páginas del libro liberen eternidad. Pude ver una mujer cerca del cofre del tesoro vestida de color púrpura y azul. Sus cabellos caían sobre su espalda y eran de un dorado glorioso, como si fuera lana fina. La Biblia nos dice que los cabellos de la mujer son su gloria, por eso la Iglesia al ser la Novia, estará vestida de gloria desde la corona de su cabeza hasta sus pies. Ella está vestida de púrpura y azul, los vestidos reales para encontrarse con el Rey.
Puedo ver un arco iris alrededor del Señor. Puedo ver su majestad derramándose sobre nosotros. Puedo ver muchas, muchas llaves esperando a sus dueños. ¡Déjame ver qué tienes para mí! Levantemos nuestras manos y permitamos que Dios nos entregue las llaves del Reino. Ahora Dios, escudriña nuestros corazones para que sean ríos de vida. Ayúdanos a guardar nuestro corazón, porque desde allí fluye el agua de vida para cambiar a la gente que nos rodea.
¡Alabemos al Señor porque es muy, muy, muy bueno!
Theresa Phillips
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