domingo, 25 de mayo de 2008


“El mayor destino del hombre es ser un amante”

Por Julie Smith



Cuando le pide a Dios tener Su corazón, ¿cree que se lo entrega automáticamente o promueve circunstancias para desarrollarlo? Recibimos su corazón a través de las circunstancias de la vida diaria, desarrollándolo a través de las personas que pone en nuestro camino. Cada día es una oportunidad para caminar con el corazón de Dios, porque lo recibimos para entregárselo a otros. Cada día Dios nos entrega una oportunidad para amar. No se trata sólo de dar, también involucra recibir el amor que Dios quiere traer a nuestras vidas. Aún cuando perdemos las puertas abiertas de las oportunidades para amar, Dios siempre nos dará muchas más oportunidades para dar y recibir el amor que Él desea dar. ¡Derramar su amor es su maxima prioridad! Derramar el amor de Dios a través de aquellos que Él ama es nuestro mayor destino.

Aquellos que hablan el mensaje de amor, recibirán muchas oportunidades para practicar el mensaje de amor en sus vidas. Este es el año donde nuestras vidas se alinearán con nuestro mensaje. ¡Este es el año donde Dios nos arruinará absolutamente por su amor! Al caminar a través de las oportunidades para desarrollar el amor de Dios, siempre veremos que Él es misericordioso, lleno de gracia y su longanimidad no tiene fin. No importa cuales sean las circunstancias, su compasión siempre se derramará en demostraciones de amor.

Demostraciones de amor
“¡Entregue una ofrenda de amor!”. Escuchamos esta frase con frecuencia. Pero la mayor ofrenda de amor que podemos dar somos nosotros mismos. Y así será. El Espíritu Santo es fiel para darnos todos los estímulos y codazos gentiles mientras nos guía hacia un encuentro divino con alguien. Este año aumentarán los impulsos de amor que derramará sobre su vida. ¡Sobre usted! No querrá caminar con alguien e ignorar el impulso de Dios, porque simplemente se derramará a su paso. Con frecuencia valoro la historia de Hechos 5, donde la sombra de Pedro sanaba a los enfermos a su paso. Verdaderamente creo que la presencia del amor caminaba con él mientras sanaba a la gente a su paso. La Presencia de Dios se permeaba a través de Pedro, demostrando el poder de su amor.

Romanos 5:5-8 dice: “…Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”.

El amor de Dios ya se derramó en nuestros corazones porque el Espíritu Santo habita en nosotros. Cuando Cristo murió por nosotros, fue la máxima demostración del amor de Dios hacia nosotros, para que pudiéramos ser la máxima demostración de su amor para los demás, sean justos o no. El amor viene sin contradicciones o garantías de reciprocidad. El amor es el sitio más vulnerable en el que podemos andar, porque no podemos controlarlo ni contenerlo. Dios no puede controlar ni contener su amor cuando nos entrega el sitio más vulnerable de su corazón: ¡Jesús!

Un encuentro con el amor
Algunos años atrás, Dios me dio una revelación de cómo sería el derramar de una demostración de su amor. La utilicé para organizar un banco de alimentos para entregárselos a los indigentes. Una de las mujeres indigentes que más amo era María y cada semana venía a verme. María era reconocida entre el grupo por ser callada y no hablar con nadie. Siempre le hablé y le sonreí, mientras ella sólo asentía con la cabeza.

Pasaron las semanas hasta que un día sentí fuertemente la presencia del Señor conmigo, mientras María se acercaba. Sin advertirle, abracé con fuerza a María. Recuerdo que declaré algunas palabras sobre ella, pero mis palabras fueron mínimas. Me sentía abrumada por el amor de Dios en mí y no podía detenerlo o controlarlo. María y yo fuimos consumidas por el amor de Dios que nos rodeaba. Pasaron algunos minutos y estuve lista para dejarla ir, pero ella no quería irse. Me abrazaba cada vez más fuerte. Pasaron algunos minutos más y luego me habló. Me miró a los ojos y me dijo: “¡Tu nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero!”

Aunque esta experiencia sucedió hace algunos años, siempre la tengo presente. Cuando recuerdo este encuentro, Dios me dice: “El amor sanó a María. La sanó el derramar de mi amor puro”. Sé que no escogí desatar la presencia y el poder de Dios en ese momento, pero Él sí lo hizo. Se derramó a través de mí y no lo pude controlar. Esta es sólo una revelación de lo que nos sucederá en los días por venir. ¡Prepárese para que el Espíritu Santo derrame demostraciones de Su amor a través de su vida!

La gente feliz inspira amor
El amor inspira a la gente. El amor es lo que nos lleva a perseguir nuestras pasiones. Cuando funciona desde un corazón lleno de amor, está en el punto máximo de aquello para lo cual fue creado. Su desempeño será el mejor y todos aquellos que lo rodean lo notarán. Por ejemplo, ¿alguna vez vio a un pianista o un guitarrista completamente entregado a su interpretación? Me siento cautivada por la expresión en sus caras, consumidos por la pasión y tocando como si nadie más estuviera en ese cuarto. Su interpretación parece demasiado fácil y natural. Lo que llama mi atención no es la música que está tocando, sino la pasión que manifiestan durante su interpretación.

Joel 2:28-29 dice: “Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los siervos y las siervas”.

Verdaderamente vivimos en los días donde muchas “promesas” de Dios serán derramadas sobre intérpretes apasionados. Creo que mientras Dios derrama su amor en los sitios donde nos encontramos, traeremos verdadera felicidad a aquellos que nos rodean, afectando e inspirando a otros a vivir por el amor de Dios.

¿Quién no quiere estar rodeado de gente feliz? Piénselo. Cualquiera ama estar rodeado de gente feliz y llena de alegría. La gente feliz es como un “imán” que atrae hacia su campo magnétido “positivo”. La gente feliz inspira amor. En un momento pueden levantar su espíritu. ¿Alguna vez fue instantáneamente afectado por un completo extraño que caminó a su lado mientras sólo le sonreía y le dijo “hola”? ¡Lo levantó al instante! Una sonrisa, un abrazo, una mirada o una palabra especial, pueden cambiar el día de cualquiera. El mayor amor no sólo se encuentra en la manifestación de la Gloria. Creo que los pequeños actos de amor pueden transformarse en nuestras mayores y más efectivas marcas en el ministerio del mercado.

Caminando dentro del corazón de Dios
En el verano del 2006 recibí una visión abierta acerca de cómo sería caminar dentro del corazón de Dios. Estaba sentada en la Iglesia e inmediatamente entré en una visión panorámica. Frente a mí estaba el Gran Cañón. Miré hacia lo lejos y tuve una vista grandiosa. Luego me vi caminando por el Gran Cañón, saltando de grieta en grieta. Algunas eran pequeñas, pero otras eran profundas. Era sencillo saltar entre las suaves, pero atravesar las grietas profundas de su corazón requería un esfuerzo mucho mayor para subir y bajar. Dios dijo que el Gran Cañón en la visión representaba su corazón con todas sus grietas infinitas. Estaba abriendo todo su corazón y todo lo que debía hacer era caminar de una cresta a la siguiente, para descubrir otra faceta de su amor.

Recientemente tuve otra visión y pude ver a la gente caminando por el corazón de Dios. Realmente era un corazón que latía, respiraba y estaba vivo. Latimos junto con Él, ligados al centro de su cámara más profunda. El corazón de Dios está lleno de infinitas grietas y desea que descubramos sus múltiples facetas mientras caminamos en la profundidad de su corazón y las manifestamos. Cuando camina dentro del corazón de Dios, comenzará a conocer sus profundidades. Mientras comienza a caminar con el corazón de Dios, caminará siendo uno con Él. Su corazón latirá al ritmo de Él. Sentirá lo que Él siente y compartirá los detalles íntimos de su corazón. Por ejemplo, lo que le trae gozo a Él, le traerá gozo a usted. Lo que quebranta su corazón, también quebrantará el suyo. Lo que lo enoja a Él, lo enojará a usted. ¡Tener el corazón de Dios lo arruinará por completo!

Devastada por el amor
Recientemente leí una historia en el periódico acerca de una mujer en Tailandia que no tenía comida suficiente para alimentar a sus hijos. La mujer vivía sola con su pequeño hijo en una choza, edificada sobre palafitos. Cada día comenzaba buceando para recoger mariscos para vender. Llenaba una gran bolsa con esos mariscos y caminaba por todo el pueblo para venderlos de puerta en puerta. Se esforzaba por conseguir un dólar al día para poder alimentar a su hijo, pero no era suficiente. Desafortunadamente, a pie no era capaz de vender para suplir lo básico y necesitaba un transporte. Una organización cristiana recibió su caso y le ofreció una bicicleta para que pudiera transportar sus productos y venderlos. Entonces pudo cargar y vender más mariscos. ¡Su ingreso diario creció de uno a cinco dólares, lo suficiente como para alimentar a su hijo!

Mientras leía el reportaje, mi corazón se quebrantó. Supe que era el Señor trayéndome una impresión acerca de cómo seremos arruinados por el amor. Seguramente oímos historias conmovedoras acerca de gente pobre que necesita un transporte, pero esto no tuvo nada que ver con la compasión y la empatía que sentía por los necesitados. Esto quebró mi corazón por completo.

La definición de ruina es: caída o destrucción de una persona; alguien que cayó de su estado anterior. Cuando Dios comparte su corazón y lo que lo mueve a Él, quedaremos completamente devastados, causando la pérdida de nuestro estado anterior, junto con sus derechos y formas. ¡El amor nos arruinará! “El amor (el amor de Dios en nosotros) no busca lo suyo propio, porque no es egoísta” (1 Corintios 13:5).

El mes que viene visitaré Tailandia y será la primera vez que regresaré desde que nací. Dios preparó mi corazón para este viaje, impartiendo su corazón dentro del mío. Me dijo que me preparara para ser “devastada por el amor” mientras estuviera allá. Dijo que me mostraría su corazón para Tailandia y me enamoraría de la gente como Él. Me dijo que cuando encontrara su corazón para esa nación, me devastaría.

El amor de Dios en nosotros no se puede contener. Dios mismo reclama el corazón del Cielo para responder en la tierra. Cuando Dios nos arruina, desplegará hechos de una compasión y entrega extraordinarias. Nos moveremos por la pasión y el corazón de Dios. Seremos arruinados por lo que arruina el corazón de Dios, lo que mueve y quebranta su corazón. Caminaremos dentro del corazón de Dios, respondiendo con el latido del Cielo, moviéndonos mientras Él se mueve en nosotros.

El destino y el lenguaje de los amantes
Dios está hablando un nuevo lenguaje y es el de los amantes. No se trata sólo de oír su voz, ¡es conocerlo a Él! Los amantes comunican la respuesta del corazón cuando llegan a ser como uno. Dios habló el lenguaje del amor a través de Jesús y Él lo retribuyó haciendo sólo lo que veía hacer a su Padre. Mientras llega a ser uno con su Amante, sólo se comunicará a través de un lenguaje de amor desde su corazón. Latirá al ritmo de su corazón y lo derramará sobre otros. Sólo los amantes íntimos saben cómo dar y recibir. Jesús retribuyó el mayor lenguaje del amor del Padre cuando entregó su vida para estar con nosotros.

Dios comenzará a hablarle a su corazón de nuevas maneras que no conocía. Nos está preparando para ser amantes que demuestren el corazón del Padre en cada lugar y posición hasta los confines de la tierra. Este es el año donde muchos de nuestros sueños más salvajes se manifestarán y sucederán. Este es el año donde nuestros destinos se concretarán a través de poderosas manifestaciones de amor. ¿Cuál es nuestro mayor destino? El mayor destino de un hombre es ser un amante.

Julie A. Smith


“Un cambio en la adoración”


Por Chuck Pierce




Un cambio en la adoración, ¡vence a tus enemigos y adquiere un corazón para tu tiempo!
Amo la enseñanza y la revelación que surge de cada una de las clases de nuestra Escuela de Isacar. Robert Heidler y yo acabamos de concluir un curso sobre “Nuevas armas para una nueva guerra”. Mientras llegamos al final de un tiempo de guerra de siete años y nos preparamos para comenzar un nuevo período de guerra, con otros niveles de resistencia y confrontación, enseñamos acerca de las armas espirituales que recibimos y los asuntos que enfrentaremos en los próximos años. Durante las clases le pedí a LeAnn Squier que comparta el sueño que figura a continuación:


“En mi sueño, un grupo de nosotros estábamos reunidos en el living de una casa. Un hombre vestido con una franela blanca y jeans entró y se paró frente a la puerta de dos hojas con un rifle negro de francotirador y una mira telescópica de alto poder. Primero apuntó el rifle amenazante hacia el grupo y luego me apuntó a mí. Tranquilamente le pregunté si no le molestaba que adoráramos. Asintió. Mientras adorábamos, entramos en una realidad diferente. Percibimos completamente la presencia de Dios en el cuarto e ignoramos la presencia del hombre. La presencia de Dios en medio nuestro eclipsó todo lo demás en la habitación.


Cuando terminamos de adorar, la presencia de Dios se levantó y volví a ver la habitación, los alrededores y al hombre apuntándome con el rifle. Literalmente me olvidé que estaba allí mientras se manifestaba la presencia de Dios. Este hombre fue eclipsado por completo por la presencia de Dios. Me levanté del sillón donde estaba sentada y caminé gentilmente para hablar con el hombre. Entablé una conversación amable con él y otra de las personas del grupo se unió a nosotros. Miré hacia abajo y note que había bajado su rifle. Mientras lo miraba, noté que surgía una sonrisa amable de su rostro. Me dí cuenta que era una situación de rehenes y que ahora estaba, en algún sentido, desarmado”. Fin del sueño.


A través de este sueño escuché al Señor diciendo: “Muchos enemigos están en medio de ustedes y aún se encuentran dentro de los límites que te entregué. Pero te estoy llamando a entrar en este nuevo lugar conmigo para que la plenitud de Mi presencia llene todo el dominio que te entregué. Si comienzas a adorarme y permites que tu dominio se llene de Mi presencia, entonces aún los enemigos que te apuntan cesarán sus hostilidades. Se reubicarán en tu lugar de autoridad. Este es el tiempo cuando estoy reubicando a tus enemigos bajo tu esfera de autoridad. Si me adoras, Mi presencia desarmará los planes del enemigo y no podrá realizar las cosas que intenta hacer. La adoración es la clave para Mi plan para la cosecha. Muchos de los enemigos que traje a tu camino se convertirán y servirán bajo tu dominio. ¡Esta es una hora de dominación! ¡Domina a través de la adoración!


Chuck D. Pierce



“Levanten sus cabezas, Oh puertas”

Por Reuven Doron




“Eleven, puertas, sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es este Rey de la gloria? El Señor, el fuerte y valiente, el Señor, el valiente guerrero. Eleven, puertas, sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria. ¿Quién es este Rey de la gloria? Es el Señor Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria! Selah” (Salmo 24:7-10).


Las puertas antiguas pueden abrirse o mantenerse cerradas sobre personas o familias, soltando o reteniendo el mover de Dios en sus vidas. De hecho, mientras transcurre el 2008, el Espíritu del Señor le está pidiendo a muchos que hagan una morada para Dios. Abrir esas puertas antiguas a menudo prueba estar más allá de nuestra fuerza o sabiduría humanas. Esta es la razón por la cual esta revelación se ofrece en la forma de una oración a Dios, quien por Sí sólo es suficiente para la tarea.


Nacido en pecado
Todos somos producto de líneas de sangre familiares y todos llevamos características generacionales y patrones de vida que se remontan a las generaciones pasadas. Algunos de estos son buenos y merecen ser cultivados y desarrollados. Pero otros son malos y deben ser crucificados, negados y necesitan nuestro arrepentimiento, tomar nuestra cruz y seguir a Jesús. Existen tanto bendiciones como maldiciones “corriendo por nuestra sangre” e impactando nuestra vida. Sólo la sabiduría y la fortaleza de Dios pueden abrir o cerrar estas puertas antiguas.


Conociendo que nadie nace en este mundo perfectamente limpio o sin ser afectado por el pecado y la iniquidad de sus antepasados, David confesó desesperadamente diciendo: “Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre”. Aún así, su espíritu se hizo eco del amor y la devoción de Dios hacia nosotros y continuó declarando: “Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve” (Salmo 51:5-7). Aparentemente, David comprendió que nuestro Nuevo nacimiento en el Mesías es suficiente para la transformación de nuestras almas, así como el nuevo nacimiento de nuestro espíritu.


Nacido a la imagen de Dios
Conforme a la instrucción escritural básica, el hombre es un ser tripartito. Somos un espíritu que tiene un alma y vive dentro de un cuerpo. Así como nuestro Padre Celestial es un Dios trino en Su eternal y perfecta existencia, nosotros, la corona de Su creación, también somos tripartitos y poseemos tres dimensiones: espiritual, emocional y física. Estos tres compañeros deben coexistir y cooperar como un sólo individuo, aunque son completamente diferentes uno del otro y desarrollan funciones diferentes de acuerdo al propósito de Dios.

Espíritu regenerado
Como cristiano, de acuerdo a la Escritura, su ser espiritual (la parte de su ser que interactúa con Dios más allá del espacio y el tiempo), ya fue justificado por la fe. Como está escrito: “En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Para los hijos de Dios, la justificación es un “trato hecho”, cuando se realiza a través de una fe real en el sacrificio de Jesús y, como tal, no se puede mejorar. Una vez que se consuma, la justificación establece al creyente con seguridad en el status privilegiado de “hijo” ante nuestro Padre Celestial, por haber nacido en la familia de Dios como una nueva generación.

Santificación del alma
Todos los hijos de Dios no sólo tienen que nacer de nuevo espiritualmente por fe en el sacrificio de Jesucristo, también deben “ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad” (Efesios 4:23-24). Mientras el nuevo nacimiento de nuestro espíritu es instantáneo y un milagro eterno anclado desde el mismo momento en que creímos por primera vez, la renovación de nuestra mente (que acompaña a nuestra alma) es un proceso de sanidad, transformación y regeneración que dura toda la vida. Esto involucra convicción, revelación, arrepentimiento e instrucción en la justicia.


En su bendición a los discípulos de Tesalónica, el Apóstol oró lo siguiente: “Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonisenses 5:23). Obviamente, seguido a nuestro nuevo nacimiento espiritual, nuestra alma y cuerpo deben ser impactados por el poder de Dios, pero ¿cómo?


Comenzando por ese día bendito, cuando nuestro espíritu nació de nuevo, el alma del creyente comienza su proceso de santificación. Es aquí donde ocurre el proceso discipular, la limpieza constante con el agua de la Palabra, la sanidad de las heridas del pasado en nuestro corazón, el llamado a una entrega diaria y a la regeneración de nuestra mente. Como cantó David: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” (Salmo 139:23-24).


En nuestro camino a la santificación, el “camino eterno” que David menciona, no tiene nada que ver con el camino de sus antepasados. Por el contrario, en el texto original hebreo aparece como “Derekh Olam”, señalando los principios universales, interminables y eternos de Dios que sostienen Su creación (y a nosotros) en su totalidad. Son estos principios divinos que el Espíritu de Dios instila dentro de nosotros mientras nuestras almas son santificadas.


Cuerpo glorificado
En tercer lugar, mientras nuestro espíritu nació de nuevo justificado por la fe y nuestra alma se santifica mientras camina con Jesús, nuestro cuerpo será glorificado hacia el fin de los tiempos. Pablo animó a sus discípulos diciendo: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20-21). En esta, así como en otras escrituras, encontramos la fuerte seguridad que tarde o temprano, nuestros cuerpos también se levantarán en poder y gloria, como la tercera parte de nuestra persona, en conformidad con nuestro glorioso Salvador.

Ciclos de sanidad para nuestros corazones
Recuerde que mientras su espíritu fue justificado por la fe y su cuerpo será glorificado en el futuro, la santificación de su alma ocupa su vida presente y llena sus días de propósito, mientras madura en Cristo. Al comprender la sabiduría de Dios y su intención de esta “santificación progresiva”, podemos estar mejor armados y confortados con longanimidad, paciencia y perseverancia mientras la naturaleza cíclica de Su sanidad circula por nuestra alma una y otra vez. Durante esta estación recurrente de limpieza, Dios profundiza más y más en nuestros corazones mientras crecemos a Su imagen.

Algunas raíces generacionales y patrones familiares requieren un “número de visitas” al Médico Divino, porque es el único que conoce cómo podemos atravesar ese tiempo, profundizando más para sanar una herida tras otra y traer Su verdad a nuestro ser interior. Que la oración de David se cumpla sobre su vida, declarando: “¡Levanten sus cabezas, Oh puertas eternas, para que pueda entrar el Rey de gloria!”


En Su gracia,


Reuven y Mary Lou Doron

viernes, 16 de mayo de 2008


“¡Remueva la piedra! Deje salir lo que se está pudriendo y huele mal”

Por Anne Elmer


Tratando con el desánimo
En este momento de mi vida, conozco una cantidad de personas que están tratando con grandes desilusiones y tuvieron su porción justa de sufrimientos. Muchos están tratando con problemas donde sienten que Dios hizo o dejó de hacer por ellos o están luchando con situaciones que Él permitió que sucedieran. Se sienten defraudados por Él.

Tiempo atrás, una mujer que evidentemente tenía muchos problemas, vino a verme para pedirme oración. Esta mujer fue la primera de muchas personas que conocí con heridas y decepciones similares. Me arrodillé junto a ella y esperé unos minutos en silencio, mientras clamaba al Señor: “¡Ayúdame!”. Ella pidió oración por algo específico, pero sentí que ese no era el problema real. De repente, el Señor me habló: “Ella no puede aceptar la respuesta a tus oraciones porque está demasiado herida por algo que sucedió hace mucho tiempo”. Cuando le dije a la mujer lo que el Señor me dijo, comenzó a llorar profundamente. Muchos años antes, le sucedió algo a uno de sus hijos y ella no perdonó a Dios por lo que sucedió. Aún cuando trató de perdonarlo, la decepción permaneció. Por lo tanto, no podía confiar en su Creador en muchas otras cosas.

Me puse a investigar lo que dice la Biblia acerca de la decepción y, francamente, no las encontré muy satisfactorias. Romanos 5:3-5 dice: “Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”. Clamé a Dios y dije: “Esto no es cierto porque conozco muchos casos donde la esperanza ha defraudado”. Aunque sé que es cierto porque es la Palabra de Dios, creo en ella porque Él no puede mentir.

La palabra griega utilizada aquí es “kataischuno” y significa “ser avergonzado o ser humillado”. Isaías 49:23 dice: “… Sabrás entonces que yo soy el Señor, y que no quedarán avergonzados los que en mí confían”. No me sentí satisfecha, así que pasé tiempo pidiéndole al Señor que me aclare este punto. Siempre debemos escoger confiar en Él y sé que hay muchas veces en mi vida cuando me siento defraudada, pero escojo decir, “Sus caminos no son mis caminos” y continúo en Él.


Recientemente el Señor me guió a ver Isaías 55:6-9 dentro de este contexto: “Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano. Que abandone el malvado su camino, y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar, y de él recibirá misericordia. Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos, afirma el Señor. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”.

Cuando leí esta escritura dije, “Oh, Señor”, y Él me dijo, “vuelve a leerla una y otra vez”. De repente reconocí que el hombre malvado del cual habla este pasaje, soy yo. No me malentienda, sé que soy perdonada y bendecida, pero el Señor me está enseñando a caminar en la Verdad y cómo Sus pensamientos son verdaderos y los míos no, porque están basados en mi experiencia y en mis emociones acerca de cómo veo la situación, no en lo que dice la Biblia. 3 Juan 1:4 dice: “Me alegré muchísimo al encontrarme con algunos de ustedes que están practicando la verdad, según el mandamiento que nos dio el Padre”. Esto se relaciona con “la renovación de la mente” y “ser transformados” de gloria en gloria (Romanos 12:2 y 2 Corintios 3:18). Comencé a reflexionar en todo esto y le pedí al Señor que se lleve las decepciones de mi vida y me ayude a alinear mis pensamientos con Sus pensamientos. Luego pude comprender a aquellos que necesitaban ayuda en esta área.

Piedras y tumbas
Recuerdo a María y Marta quienes dijeron: “Señor, si sólo hubieras estado aquí…”. Ellas también estaban decepcionadas porque el Señor llegó tarde a la escena. Mientras oraba sobre estas cosas, el Señor me dio la imagen de un corazón. En el fondo del corazón había una “piedra” y escuché al Señor gritando como en la historia de Lázaro: “Remuevan la piedra”. Juan 11:39 dice: “Quiten la piedra, ordenó Jesús. Marta, la hermana del difunto, objetó: Señor, ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí”. Esta es la aversión de Marta por permitir que se remueva la piedra porque detrás de ella habría un olor repugnante por las cosas que se desintegraban, se pudrían y se estaban degradando.

¿Qué se está pudriendo en su corazón que necesita salir de la tumba? Algunas de las cosas que dejamos en nuestro corazón no deberían estar allí. Son cosas sepultadas en lo natural. Son cosas que pensamos que pasaron. Son situaciones en nuestras vidas que fueron dolorosas. Pueden ser grandes o pequeñas. Quizá fue cuando oramos y Dios no hizo lo que le pedimos. Quizá fue la pérdida de un hijo, la muerte de una persona muy querida, una relación quebrada o quizá algo que hicimos mal y enterramos bien profundo.

Ahora la gente ve otras relaciones en nuestra vida, otros hijos, otro trabajo y piensan que superamos el asunto. Pero sabemos en nuestro corazón que esos recuerdos siguen allí. Quizá recordamos esas cosas y a menudo visitamos la tumba. Si realmente pensamos acerca de ello, veremos que no hay nada útil o que valga la pena dentro de la tumba. Pero mantenemos nuestras decepciones allí. Sabemos que todo lo que está en la tumba se pudrió. Pero aún así no permitimos que se abra la tumba (habría mal olor), queremos mantenerlos blindados y guardar la memoria en nuestros corazones. Para nosotros eso simboliza (así como para Marta y María) nuestra decepción porque el Señor no hizo lo que le pedimos y no llegó a tiempo. En esta parte de nuestros corazones guardamos la amargura, el dolor y la falta de perdón contra el Señor. Seguimos con nuestras vidas diciéndonos a nosotros mismos que lo superaremos y tendremos otros hijos, nuevos amigos, nuevos matrimonios y nuevos trabajos. Pero si las conservamos encerradas, se pudren y huelen mal.

Como la polilla y el orín corrompen en el mundo natural, lo mismo sucede con las cosas que escondemos en nuestras almas y terminan pudriéndose. La falta de perdón vuelve agrio nuestro corazón. La ira produce amargura, La decepción produce incredulidad. Decimos, “Como Dios no lo hizo antes, no confío que pueda hacerlo ahora”. No importa cuántas respuestas positivas a nuestras oraciones hayamos recibido desde ese suceso que sepultamos en la tumba, siempre queda la “duda” que nos detiene y el peso de la piedra sobre nuestra alma. Hoy Jesús dice: “Remueve la piedra. Deja que eso salga y resucite conmigo ahora”.

Hoy Jesús llora, así como lo hizo ante la tumba de Lázaro. ¿Por qué lloró? Algunos piensan que fue porque amaba a Lázaro, pero sabía que resucitaría, así que esa no fue la razón. Quizá fue por su amor a María y Marta, quizá por su frustración ante la incredulidad de ellas o quizá ante el reclamo por el retraso. No sé por qué, sólo sé que llora hoy por aquellos que mantienen la piedra sobre la tumba en sus corazones. Sé que hoy está diciendo: “Remueve la piedra. Permite que salga lo que se está pudriendo y huele mal”. Hoy está diciendo lo mismo que dijo ante la tumba de Lázaro: “Quítenle las vendas y dejen que se vaya” (Juan 11:44). Hoy está diciendo: “Mis caminos no son tus caminos y Mis pensamientos no son tus pensamientos”.

Comencé a comprender, pero sentí que la reacción de María y Marta fue la correcta porque recibieron a su hermano. Cuando comencé este estudio, muchas de las personas en las que pensaba no recibieron la resurrección de sus esperanzas perdidas. Así que, seguí preguntándole hasta que Él me respondió.

No se ofenda con Dios
Lucas 7:20-23 dice: “Cuando se acercaron a Jesús, ellos le dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? En ese mismo momento Jesús sanó a muchos que tenían enfermedades, dolencias y espíritus malignos, y les dio la vista a muchos ciegos. Entonces les respondió a los enviados: Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas. Dichoso el que no tropieza por causa mía”.

Jesús vino a liberar a los cautivos y Juan el Bautista sabía eso, pero ¿dónde estaba Juan? En prisión y suponemos que también esperaba que Jesús lo liberara a él. Jesús les respondió a los discípulos de Juan que debían ver lo que Dios estaba haciendo y no lo que Él dejaba de hacer. Tenemos la opción. Juan tuvo la misma opción. Podemos escoger ver lo que Dios no está haciendo, decepcionándonos y ofendiéndonos. O podemos escoger alabar a Dios por lo que está haciendo, sin quedarnos demasiado tiempo en lo que no está haciendo. Como sabemos, Juan nunca salió de la prisión. ¿Por qué? No lo sabemos. Jesús podía hacerlo, ¿no? Era Dios. Pero sólo hacía lo que veía hacer al Padre. Cuando Jesús oyó lo que le sucedió a Juan, se apartó para hablar con el Padre.

Mateo 14:12-13 dice: “Luego llegaron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo y le dieron sepultura. Después fueron y avisaron a Jesús. Cuando Jesús recibió la noticia, se retiró él solo en una barca a un lugar solitario. Las multitudes se enteraron y lo siguieron a pie desde los poblados”.

No lo escuchamos preguntar “¿por qué?”. Esta nunca es una buena pregunta, porque Sus caminos no son los nuestros y Sus pensamientos tampoco son los nuestros. Debemos confiar en Él y permitirle tratar con nuestras decepciones. Debemos escoger no ofendernos. Debemos darnos cuenta que cuando le reprochamos a Dios por no hacer lo que queríamos, es lo mismo que pecar. Jesús murió por nuestros pecados. Su muerte nos permitió ser libres de todo lo que nos ataba. Cuando anclamos estos pensamientos en nuestros corazones, se pudren y nos causan problemas en el futuro.

Desde hace mucho tiempo, la Iglesia viene cantando: “Señor, te entrego mi corazón, te entrego mi vida, quiero vivir por Tí” y “purifica mi corazón con tu fuego purificador”. Al mismo tiempo decimos: “Pero no esta parte de mi corazón, Señor. Esta piedra estuvo allí demasiado tiempo y me gusta que siga allí. Si la mueves, habrá muy mal olor”. Pienso en este verso de Mateo donde Jesús habló sobre los “sepulcros blanqueados” y pude ver cómo muchos de nuestros corazones están limpios en todos los sitios que le permitimos al Señor que lo haga. Muchos corazones fueron lavados por Su sangre, pero la piedra sigue allí. El primer mandamiento que enseño Jesús fue: “Amar a Dios con todo nuestro corazón”.

Es tiempo de remover la piedra.

Anne Elmer

“¿Qué estás esperando? Este es el tiempo para levantarse y tomar la promesa de Dios”

Por Kim Clement



Profetizado en Portland, Oregon, Enero 18, 2008
“¿Qué estás esperando? Este es el tiempo, ahora es el tiempo. ¿Por qué miras hacia el oeste? ¿Por qué miras hacia el este? Ahora es el tiempo, este es el tiempo. Como los profetas antiguos profetizaron, hablaron en ese tiempo que el día venía cuando alguien tomaría la promesa”. Dios dijo: “¿Qué estás esperando? ¿Qué estás esperando? Porque este es el tiempo, ahora es el tiempo. Lo que hablaron ayer está a punto de aparecer. ¿Por qué estás esperando? Ahora es el tiempo, porque ahora es el tiempo”.

“América, espera a alguien que se levante. América, espera a un hombre que te lidere. Pero Yo soy un Dios celoso y Soy el que te lidera. Soy Aquel que tomará el juramento. Soy Aquel que se sentará en la Casa Blanca. Ahora es el tiempo, ahora es el tiempo”.

“Escogí el día. Escogí la hora. Escogí a todos los que le dicen “sí” a Mi nombre. No tienes que esperar que la promesa aparezca. La promesa está aquí, esto es lo que digo. Ahora es el tiempo. Ahora es el tiempo de levantarnos y tomar la promesa de Dios. Ahora es el tiempo, ahora es el tiempo de levantarnos y tomar la promesa de Dios”.

“Escogí levantar a los niños que nacieron en los 70’s. Hombres y mujeres jóvenes que miran hacia atrás y dicen: ‘tráiganlos de vuelta’. Hay una nostalgia por los 70’s, quieren que regresen una vez más y están cansados. Pero nunca, nunca, nunca podrás hacer regresar lo que está muerto. Lo que está a punto de aparecer es mucho más fuerte y ahora es el tiempo para levantarse y tomar la promesa de Dios”.

Hay un destino esperando aparecer y ustedes son los escogidos: extiendan sus manos y tómenlo.

“Cuando le prometo algo a un hombre que ora y dice: América vivirá. Cuando escucho las oraciones de un hombre que me dice: No permitas que la mentalidad humanista destruya esta nación que Tú estás levantando. Y vuelvo a oír la oración de Abraham. Y vuelvo a oír las oraciones de Thomas. Y vuelvo a oír las oraciones de los padres fundadores que me pidieron que apartara la nación de las manos humanas. Y estoy volviendo a escuchar estas oraciones una vez más. Cuando un hombre y una mujer oraron en el año 1700, diciéndome: ¿Podrías sostener esta nación en la palma de Tu mano? Una vez más, escuché las oraciones de Lincoln y una vez más escuché las oraciones de todos los que estaban en los campos de batalla clamando para que América gobierne y gobernará. Lo hará bajo Mi mano”.

Una vez más, ¿no oirás las oraciones de los justos? Una vez más, ¿no oirás las oraciones de una nación que clama: guarda esta nación, América la grande, de manos de los hombres? Una vez más, ¿no oirás las oraciones de los hombres justos? Una vez más, ¿no oirás las oraciones de los justos que claman por esta nación? Estamos clamando por esta nación para que sea librada de las manos de los hombres, de las manos humanas.

Dios dice: “Deseo hacer mucho más de lo que puedes llegar a conocer. Deseo hacerlo y una vez más, orarás al Santo”.

Una vez más aquí levantamos manos santas al Padre.
Una vez más aquí levantamos manos santas al Padre.

“Algunos de ustedes oraron por la lluvia y algunos oraron por el viento. Algunos oraron para que se sacuda la tierra. Hay demasiado dolor ante sus ojos y dicen: Señor, ¿dónde estás? Algunos de ellos no comprenden que trabajo y camino en medio de las tormentas de la vida. Aún en medio del viento, la lluvia y el fuego, me encontrarás allí. Me encontrarás allí”.

El Espíritu de Dios dice: “Como muchos esperaron, esperaron y esperaron diciendo: Dios, ¿qué vas a hacer este año?”. El Espíritu del Señor dice: ¿Entiendes que uní las cosas? Hice las cosas para que el caos pueda transformarse en algo poderoso. Cuando probaste el caos, cuando probaste el desorden, cuando probaste los obstáculos, esto sólo hará surgir una clase de cosas que no tuviste nunca antes”.

El Espíritu de Dios dice: “Comienza a comprender que las rupturas ahora se transformarán en explosiones. ¿De qué estoy hablando? Algunos dicen, ‘no experimentamos los avivamientos que hay en otras naciones’.

Te saquearon, América. Pero ahora, por causa de la presión, las rupturas y los obstáculos, enviaré muchas explosiones”. Donde Dios dice: “Vendré de una manera que esta nación nunca experimentó. ¿Por qué? ¿Por qué? Porque te entregué un año donde tendrás milagros inusuales
. No lo oíste. “Transformaré tu caos y te recompensaré por tus lágrimas, tu trabajo y tu dolor: Te daré milagros inusuales”, dice el Espíritu de Dios.


Escucha lo que el Espíritu dice esta noche porque hay muchos desanimados que perdieron el coraje. “Ahora te introduzco en una nueva estación donde suceden las cosas inusuales. Mira las noticias. Aún no estás viendo con suficiente atención. Determiné la aceleración de la cura para el Alzheimer, algo que muchos piensan que no es posible y será rápido”, dice el Señor. “Por tanto te digo, déjame volver a oír el sonido de la fe, déjame volver a oír el sonido de la fe. Quiero oír los sonidos de la fe y la celebración. Vine muchas veces a Portland, Oregon, esperando oír a la gente que recibe lo profético, insistiendo e insistiendo en que todo lo que dijeron sucederá. Estoy esperando oír el sonido de la fe”, dice el Espíritu de Dios.

Canción: “¡Anticipo algo inusual!”
¡Anticipo algo inusual!
¡Anticipo algo inusual!
¡Anticipo algo notable!
¡Anticipo algo inusual!
Anticipo algo notable
Anticipo algo inusual

Sé que este es el poder de Uno, sé que es el poder de Uno; un Señor, un Salvador, un Rey, un Príncipe, un Proveedor, una Resurrección;

Es un Dios, es un Dios. Yehshua, Yehshua;

Cada vez que vienes a Mí, cada vez que Me recuerdas, hay un momento donde creas. Hay un momento donde creas cuando me buscas a Mí. Hay un momento donde creas sólo para ti y para Mí.

Hay un Tesoro que tengo para los que se acercan a Mí sin vergüenza;
Nunca olvidaré un sacrificio de alabanza;
Nunca olvidaré un sacrificio de alabanza;
Cada vez que susurras en Mi corazón;
Cada vez que haces una oración y la terminas, amas;
Me atrae el sonido. Me atrae el sonido de la música en tu corazón;
Y me atrae el sonido de Mi canción;

Y cada vez que levantas tus manos,
cada vez que elevas tu voz y compartes los secretos de tu corazón, me atrae el sonido de la canción que escribí cuando naciste;

Nunca olvidaré el sacrificio de alabanza de tus labios;
Y cada vez que me llamas y compartes tus secretos con tu Único amigo, me atrae el sonido de la canción que escribí el día que naciste.

Kim Clement

jueves, 8 de mayo de 2008

“Reforma apostólica: la gente recibirá visión profética para su destino y se levantarán para ser instrumentos de reforma”

Por Jim Wies with Patricia King


Ánimo profético
Llegamos al nuevo día de la manifestación de los propósitos eternos de Dios. Estamos en tiempos de la restauración de todas las cosas habladas por los profetas de la antigüedad (vea Hechos 3:18-21). Dios dijo que restauraría la casa de David que fue derribada como lo profetizó Amós: “En aquel día levantaré la choza caída de David. Repararé sus grietas, restauraré sus ruinas y la reconstruiré tal como era en días pasados” (Amós 9:11). Parte de esa profecía aparece en Hechos 15:17: “para que busque al Señor el resto de la humanidad, todas las naciones que llevan mi nombre”. Este pasaje está claramente conectado con la “cosecha de los últimos días”. Este es el día.

Él tiene Sus vasos preparados que se están levantando para la tarea y verán desarrollarse los planes de Dios hasta llegar a una Iglesia perfecta: “Una Novia sin manchas ni arrugas”, preparándose para Su retorno. Esta es gente de fe que confían en la habilidad del Espíritu Santo para hacer aquello que intenta hacer: preparar a la Novia para la boda. Jesús no dijo que vendría a buscar a una novia llena de arrugas y emaciada, a quien se le debe practicar respiración boca a boca para resucitarla durante el camino hacia el Cielo. Pienso que tendrá una Novia preparada y gloriosa. Muchas Escrituras nos muestran una escatología victoriosa para la Iglesia hacia el final de los tiempos.

Veamos algunas:

“Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable… Esto es un misterio profundo; yo me refiero a Cristo y a la iglesia” (Efesios 5:25-27, 32) (También Apocalipsis 21:2)

“Pero de este modo Dios cumplió lo que de antemano había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor, enviándoles el Mesías que ya había sido preparado para ustedes, el cual es Jesús. Es necesario que él permanezca en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, como Dios lo ha anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas” (Hechos 3:18-21)

“Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo. Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo. Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro” (Efesios 4:11-16)

Dios declaró que habrá un final glorioso para la Iglesia. Dios tendrá una casa postrera con mayor Gloria que la primera. Dios hará que Su Gloria cubra la tierra como las aguas cubren el mar. Dios levantará el tabernáculo de David y hará que el final de la tierra sea glorioso cuando se levante. Surgirá un gran coraje, fe y optimismo en nuestros corazones cuando nos demos cuenta que heredamos la misión profética de acuerdo con los propósitos inexorables de Dios.

Dios planea tener una Iglesia apostólica y profética funcionando a plenitud para recoger una cosecha sin precedentes al final de los tiempos ¡y estamos ahí! Somos Su plan. No podemos esperar que lo hagan los ángeles. No podemos esperar que lo haga otra generación. Dios nos señaló para estar aquí y ahora, para un tiempo como este.

La estación en la que estamos a menudo es llamada “Reforma apostólica”. De hecho, un experto en crecimiento de la Iglesia escribió: “El mayor cambio en la manera de desarrollar la Iglesia desde la Reforma protestante, está ocurriendo ante nuestros ojos”. Si esto es cierto, hay un gran número de implicaciones. Esto significa renovación. Significa moverse hacia las cosas nuevas. Significa que no sólo necesitamos estar abiertos, sino perseguir la transición y el cambio. Pero si queremos tomar parte de una Reforma apostólica, también debemos abrazar lo que llamo “Devoción apostólica”. Los integrantes de la Iglesia temprana “se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración” (Hechos 2:42).

Lecciones acerca de la devoción apostólica, basadas en la vida de Josías
El escenario ocurre durante uno de los puntos más bajos en la historia de Israel. El rey Manasés se mantuvo en el poder por cincuenta años durante los cuales llevó a Judá a la peor condición de paganismo e idolatría que jamás experimentó. No solo hizo las obras del diablo, señaladas como abominación a los ojos del Señor, guió a Judá a toda clase de pecado, como el sacrificio de niños la hechicería y la adivinación, así como numerosos cultos perversos (2 Reyes 21).

En medio de esta cultura debilitada vino Josías, quien fue criado típicamente siguiendo los pasos de su padre Amón y los de su abuelo Manasés, pero Dios tenía un destino profético que lo incluía. De hecho, Josías fue profetizado por su nombre 300 años antes y se dijo de él que sería un gran reformador (1 Reyes 13:1-3). Josías heredó el trono a la edad de 8 años. A los 16, comenzó a buscar radicalmente a Dios como su ancestro el rey David.

“En el año octavo de su reinado, siendo aún muy joven, Josías comenzó a buscar al Dios de su antepasado David. En el año duodécimo empezó a purificar a Judá y a Jerusalén, quitando los santuarios paganos, las imágenes de la diosa Asera, y los ídolos y las imágenes de metal fundido” (2 Crónicas 34:3).

David buscaba a Dios con un compromiso total. Sus palabras en el Salmo 63:1-2 fueron: “Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria”. Debido al celo por Dios que demostró David y por su deseo de ver edificada la casa de Dios, el Señor hizo un pacto con él a través del cual su casa permanecería para siempre.

Josías se encontró a sí mismo sirviendo a los propósitos de Dios en su generación, conforme a las promesas del pacto de Dios a David. El celo por la casa de Dios es la marca de la reforma apostólica. Josías se levantó en contra de la marea de la cultura popular en sus días y llegó a ser uno de los grandes reyes de Judá. Dirigió una reforma profunda en su generación. También se levanta como un ejemplo para los jóvenes que Dios está levantando en esta generación y que sirven al Señor desde su juventud.

Hay varias claves para la reforma que podemos aprender del reinado de Josías y de la reforma que trajo a la nación. Pero antes de verlas debemos comprender que el Cuerpo de Cristo arribó a un tiempo similar en los propósitos proféticos de Dios. En medio de la perversión que nos rodea, Dios escogió gente con una visión sobre su destino profético que surgirá como instrumentos de reforma en este tiempo crítico de la historia.

Claves para la Reforma:
1. Josías se consagró a buscar a Dios
Josías era un buscador. Descubrió las recompensas que hay para quienes buscan con diligencia, como se menciona en 2 Crónicas 34:3. Hebreos 11:6 establece: “En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”.

2. Josías era devoto del “Libro”
“...Al sacar el dinero recaudado en el templo del Señor, el sacerdote Jilquías encontró el libro de la ley del Señor, dada por medio de Moisés. Jilquías le dijo al cronista Safán: He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor. Entonces se lo entregó, y Safán se lo llevó al rey. Le dijo: Majestad, sus servidores están haciendo todo cuanto se les ha encargado. Han recogido el dinero que estaba en el templo del Señor, y se lo han entregado a los supervisores y a los trabajadores. En sus funciones de cronista, Safán también informó al rey que el sumo sacerdote Jilquías le había entregado un libro, el cual leyó en presencia del rey. Cuando el rey oyó las palabras de la ley, se rasgó las vestiduras en señal de duelo” (2 Crónicas 34:14-19)

Josías tomó las palabras del “Libro” en su corazón. Un retorno hacia el “Libro” siempre es parte de la reforma. Sucedió como en los días de la reforma de Esdras y Nehemías (Nehemías 8:5-10).

3. Josías no se desilusionó por el abandono de la Casa del Señor, se dedicó a repararla
“En el año dieciocho de su reinado, después de haber purificado el país y el templo, Josías envió a Safán hijo de Asalías y a Maseías, gobernador de la ciudad, junto con el secretario Joa hijo de Joacaz, a que repararan el templo del Señor su Dios… Luego entregaron el dinero a los que supervisaban la restauración del templo, y éstos se lo dieron a los trabajadores que estaban reparando y restaurando el templo del Señor” (2 Crónicas 34:8, 10)

Hay muchos que criticarían a la Iglesia como la conocemos, pero necesitamos gente comprometida a edificar la versión de la Iglesia de los últimos tiempos que Dios quiere. Note que Josías quería edificar un “equipo ministerial” y confiarles el trabajo a otros que fueran fieles y compartieran la visión por la obra.

4. Josías entendió el significado profético y el propósito de la adoración
“...Estos hombres realizaban su trabajo con honradez. Los que estaban al frente de ellos eran los levitas Yajat y Abdías, descendientes de Merari, y Zacarías y Mesulán, descendientes de Coat. Los levitas, que eran hábiles en tocar instrumentos de música, eran los jefes de los cargadores y de todos los que trabajaban en la obra, fuera cual fuera su tarea. Entre los levitas había cronistas, oficiales y porteros” (2 Crónicas 34:12-13)

“Los cantores descendientes de Asaf ocuparon sus puestos, de acuerdo con lo que habían dispuesto David, Asaf, Hemán y Jedutún, vidente del rey. También los porteros permanecieron en sus respectivas puertas, y no tuvieron que abandonar sus puestos de servicio, pues sus compañeros levitas les prepararon la Pascua” (2 Crónicas 35:15)

En todo movimiento de restauración, la música es de gran importancia. En los días de David, vemos el patrón inicial para la restauración apostólica de los postreros días (el tabernáculo de David). David se separó radicalmente del sistema de adoración de Moisés y estableció un esquema de adoración de 24 hs alrededor de la presencia de Dios. Desde ese tiempo, en cualquier sitio donde hubo una reforma, siempre incluyó la restauración del patrón profético davídico de alabanza, adoración y guerra. En los días de Nehemías, la restauración de los muros y la implementación de la nueva sociedad fue inaugurada con dos coros masivos tan grandes que rodeaban la ciudad y se podían oír desde muy lejos (Nehemías 12).

Lo mismo fue característico de la reforma de Esdras con un retorno al patrón davídico de adoración.

“Cuando los constructores echaron los cimientos del templo del Señor, los sacerdotes llegaron con sus vestimentas sagradas y los levitas descendientes de Asaf, con sus platillos, ocuparon su lugar para alabar al Señor, según lo establecido por David, rey de Israel. Todos daban gracias al Señor, y a una le cantaban esta alabanza: Dios es bueno; su gran amor por Israel perdura para siempre. Y todo el pueblo alabó con grandes aclamaciones al Señor, porque se habían echado los cimientos del templo” (Esdras 3:10-11)

5. Josías lideró por su ejemplo y por su llamado a un compromiso
“Entonces el rey mandó convocar a todos los ancianos de Judá y Jerusalén. Acompañado de todos los habitantes de Judá y de Jerusalén, de los sacerdotes, de los levitas y, en fin, de la nación entera, desde el más grande hasta el más pequeño, el rey subió al templo del Señor y, en presencia de ellos, leyó todo lo que dice el libro del pacto que fue hallado en el templo del Señor. Después se puso de pie, junto a la columna del rey, y ante el Señor renovó el pacto. Se comprometió a seguir al Señor y a poner en práctica, de todo corazón y con toda el alma, sus mandamientos, preceptos y decretos, cumpliendo así las palabras del pacto escritas en este libro. Después hizo que todos los que se encontraban en Jerusalén y en Benjamín confirmaran el pacto. Y así los habitantes de Jerusalén actuaron según el pacto del Dios de sus antepasados. Josías suprimió todas las costumbres detestables que había en todo el territorio de los israelitas, e hizo que todos los que se hallaban en Israel adoraran al Señor su Dios. Mientras Josías vivió, no abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados” (2 Crónicas 34:29-33)

Josías lideró a la gente hacia una reforma mayor durante su reinado. Reestableció el gobierno de Dios a través de su gobierno justo. Por lo tanto, nos sirve hoy como un modelo de reforma apostólica.

Su devoción a Dios y Su palabra cambió a una generación. Cuando Josías descubrió el Libro, cambió su vida. Lo llevó a reevaluar las tradiciones de sus días y retornó a los patrones y propósitos de Dios. Buscó a Dios, volviendo a los patrones bíblicos en la Palabra y la adoración. Eso estableció una verdadera reforma. Su devoción puede servirnos de ejemplo para estos tiempos de reforma apostólica conforme a los propósitos predestinados de Dios.

Escrituras para meditar:

Semana uno: 2 Crónicas 34
Semana dos: Salmo 119
Semana tres: Nehemías 12:22-47
Semana cuatro: Hechos 2

Jim Wies y Patricia King

“La compasión de Dios trae poder. No algo de amor o poder. Mucho amor, mucho poder”

Por Robert Ricciardelli

Apocalipsis 2:4 dice: “Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor”

En los meses pasados, nos encontramos con varios líderes clave de todo el país para discutir acerca del Reino de Dios en relación al Cuerpo de Cristo. El consenso es que a menudo perdemos un ingrediente clave en nuestros ministerios. El ingrediente clave es el amor ágape de Dios. Parece que el amor está ausente en nuestro trato diario con la gente. Hablamos de amor y luego parece que nos alejamos de cualquier cosa que nos recuerda el amor. Hablamos de amar a Dios y a los demás, pero ¿cómo lo expresamos? Cuando nos reunimos en nuestras iglesias, ¿el amor es el tópico principal? Jesús dijo que toda la Palabra y los profetas se resumen en dos cosas: ama a Dios y a tu prójimo como a ti mismo.

Bob Mumford dijo recientemente que “el ágape es la espina dorsal del Cuerpo de Cristo”, resaltando que la Iglesia no es una institución, está viva y es una persona con pies y manos. Se conduce. Es una acción. Hemos descuidado el mandamiento de amar, reemplazándolo por la religión y el legalismo. Estas dos cosas no cambian corazones, pero alientan las actividades y la competencia. Recuerdo la canción que dice: “¿Qué haremos con el amor?” ¡Todo!

Primero lo primero… amar a Dios
En Isaías 29:13 dice: “Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres”.

Mucho se discutió en años anteriores sobre la forma y la estructura de la congregación. Puede encontrar opiniones y estrategias sobre el crecimiento de la Iglesia, la Iglesia en los hogares, grupos pequeños, etc. Quizá no tenga nada que ver con la forma, pero tiene todo que ver con amar al Señor con todo lo que somos. Quizá estamos demasiado enfocados en experimentar a Dios o enseñar sobre la sanidad y las riquezas que nos olvidamos el punto principal, amarlo a Él con nuestras vidas. ¿Podrían estas distracciones, reglas, estructuras y fundamentos desarrollados por los hombres mantenernos alejados de amarlo a Él y vivir una vida consagrada que lo glorifique? Esperamos los beneficios de Su amor, pero debido a las doctrinas y los enfoques de los hombres, nos olvidamos la condición de amarlo a Él y hacerlo nuestro Señor. Puedo oír al Padre diciendo: “Si no hiciera nada que esperas o deseas, ¿me seguirías amando?”

Tenemos un Padre amante que envió a Su Hijo Jesús para hacer una senda por la cual podamos caminar con Él a diario. Jesús entregó su vida por nosotros, así que, Dios mismo vive en nosotros y nos da la habilidad sobrenatural de amarlo a Él en la comunión de nuestro espíritu con Su Espíritu y hacer grandes cosas en la tierra. Nos entregó las llaves del Reino de Dios para que podamos vivir como Sus reyes y sacerdotes, impartiendo Su Reino en la tierra. Lo más grande que podemos hacer es amar. La Palabra de Dios dice que nada tiene valor si no está motivado por el amor y todas estas cosas, incluyendo la fe y la esperanza, se inclinan ante el amor. ¿Podemos abrazar Su amor y amarlo a Él con toda nuestra vida? Es lo más importante al amar, seguir al Señor y los caminos de Su Reino.

Una agenda despreocupada por amar a otros
Veamos algunos versos importantes:

1 Corintios 13:4-5 dice: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor”. ¿Somos culpables por mantener un registro de errores entre nosotros?

1 Pedro 1:22 dice: “Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros”.

Juan 13:34-35 dice: “Dios lo resucitó para que no volviera jamás a la corrupción. Así se cumplieron estas palabras: Yo les daré las bendiciones santas y seguras prometidas a David. Por eso dice en otro pasaje: No permitirás que el fin de tu santo sea la corrupción”.

Amados de Dios, nacidos de Él, para Él y por Sus propósitos, ¿estamos viendo este tipo de amor entre nosotros? ¿Es tan sobrenatural que el mundo conocerá que somos Sus discípulos? Anhelo que Su amor se derrame sobre mi vida y la vida de los demás. Estoy hambriento y sediento de Su justicia en el Cuerpo de Cristo. ¿Podemos alcanzar el amor real? ¿Podemos realmente amarnos unos a otros? Creo que podemos, pero comienza con el “Quién” en nuestras vidas. Primero Él y luego aquellos que fueron llamados a caminar con Él y servirlo.

El viaje
Mi esposa Joyce y yo nos fuimos de viaje los últimos años y estos viajes se intensificaron los últimos nueve meses. Realmente fue el proceso durante este viaje lo que marcó la diferencia. Aquí presento algunas impresiones que aprendí durante el camino y me continúan desafiando a diario:

Ámelo con todo lo que tiene. Él está dentro de usted, así que tiene la habilidad de amar como Él ama. Afírmese en Su amor en todo tiempo y mire cómo Su amor se derrama sobre quienes lo rodean, aún los que no le agradan.

Entréguele todo a Él. Nos pide nuestra vida y nuestras posesiones. Así que, entréguele todo a Él. Le dirá cómo administrar su vida, relaciones y posesiones.

Confíe completamente en Él. Aún cuando no comprende por qué tiene que sufrir o atravesar algo. Anteriormente, Dios nos envió a Texas. No podemos explicar todo, pero sabemos que nos envió allí por una razón y nos utilizó para Sus propósitos. Fue una lección extrema de un Dios extremo. Todavía está esperando nuestra respuesta y ciertamente no la pasamos en colores.

Manténgase expectante. Observe lo que hace Dios cuando usted ama, confía y le entrega todo a Él. En este viaje nos encontramos con amigos de toda la vida y con gente muy próspera en Dios. Somos muy ricos por las amistades que edificamos a través de Él. El oro o las posesiones no podrían reemplazarla.

Sea capaz de renunciar a las cosas de este mundo. Deje de esforzarse y haga lo mejor para vivir en fe y sin temor. Su Espíritu vencedor dentro de nosotros nos prepara para hacer esto en los buenos tiempos, así como en los malos.

Arrepiéntase rápido. Recibí muchas palabras incisivas del Señor durante este viaje, pero su bondad me cubrió y clamé por Su perdón. Él es muy paciente y bondadoso con nosotros. Siempre está esperando con los brazos abiertos para abrazarnos, aún cuando fuimos nosotros quienes lo abandonamos.

“Todo lo que necesitas es amor”. Los Beatles tenían razón con esta canción, puede que no sea sencillo, pero es la verdad. Todo lo que necesita en realidad es amor. Necesitamos primero Su amor, amarlo a Él, amarnos entre nosotros y luego al mundo por el Espíritu de amor que habita en nosotros.

Cuando amamos, la compasión de Dios nos da Su poder. Sin amor no hay poder. Mucho amor genera mucho poder. La clave para ser un vencedor en este mundo es el amor. Es el mayor de todos los dones. Nuestra salvación es por amor y nuestra habilidad para vivir en la realidad de Su Reino debe provenir del fundamento de Su amor. Permita que el amor de Dios abunde en su vida. Permita que Su amor cubra sus heridas. Permita que Su amor cubra todas las ofensas en su contra.

“Padre, ¡oramos para que nos sanes y nos metas en Tu amor hoy, mañana y con cada respiración que tomamos para tu Gloria!”

Robert Ricciardelli