miércoles, 28 de octubre de 2009

“¡Nuevas olas del fuego del avivamiento están soltando señales, maravillas y milagros!”

 

Por Keith Miller

clip_image001¡Ahora mismo el Señor está soltando un nuevo nivel más profundo de la unción de gloria para el avivamiento! En el curso de los últimos meses experimentamos un nuevo nivel de la unción para un avivamiento más profundo, poderoso e intenso en nuestras reuniones. Vemos una gran dimensión de su Presencia, su Poder y su fluir Profético incrementándose en cada reunión.

“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca” (Salmo 63:1-5)

Durante este tiempo de búsqueda santa, el Espíritu me llevó hacia el Trono en un encuentro profético. Estaba asombrado ante Él; un abismo llamaba a otro abismo y cada fibra de mi ser vivía y era sensible a su presencia. En Apocalipsis 1:15, Juan compartió que durante su encuentro profético con el Señor, su voz era como el estruendo de muchas aguas. Mientras el Señor me hablaba, era como una ola tras otra de un increíble amor profundo que se soltaba dentro de las profundidades de mi ser. ¡Esto desató dentro de mí una adoración profunda que iba más allá de lo que la mente humana pudiera comprender!

Mientras lo contemplaba en el Trono, pude verlo en un nivel de poder como nunca antes lo había visto. En Mateo 26:64, la Escritura describe al Señor en el Trono como Poder. Jesús les dijo: “…Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo”.

También en Hechos 10:38, Pedro declara: “…cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Recuerde que mientras más lo contemplamos, más somos transformados a su imagen: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:18).

Mientras hablaba, supe que me estaba entregando una impartición y estrategias proféticas

Luego vi al Señor entregando mantos de poder sobre la gente a lo largo de todo el mundo, dando lugar a una nueva ola de Hebreos 2:4: “A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad”. Cuando les habló una palabra, llegó a ser una impartición profética que era como un fuego para sus huesos. Con esta impartición vienen las estrategias proféticas para impactar la ciudad, el estado e incluso la nación. Hablaron la Palabra con gran intensidad, ministrando con gran autoridad y poder. Las masas humanas comenzaron a regresar y tomar nota de la Palabra y la unción.

Durante este encuentro profético pude ver al Señor soltando una unción fresca sobre la unción para desatar señales, maravillas y sanidades en el poderoso Nombre de Jesús. En Hechos 2:1-4 podemos ver en la Escritura que los discípulos recibieron una unción de poder para hablar la Palabra del Señor con audacia para ver señales, maravillas y sanidades en su poderoso Nombre. Podemos ver un gran avivamiento del Espíritu Santo ocurriendo en Hechos 2 y 3.

Pero luego, en Hechos 4:28-31, vemos a los discípulos buscando algo mucho mayor que lo que habían visto. Mientras buscaban la Palabra y la unción, para hablar la Palabra con audacia y moverse en un nivel más elevado de la unción, el lugar se sacudió y recibieron audacia y gran poder del Espíritu Santo.

Desde el encuentro profético, el Señor nos concedió la gracia de incrementar los niveles del avivamiento de gloria en nuestras reuniones. Existe una gran atmósfera de anticipación y expectativa, el lugar está realmente cargado con la presencia del Señor. Estamos viendo una mayor dimensión de su presencia, su poder y su fluir profético. Recibimos una gran cantidad de testimonios de vidas impactadas y transformadas. ¡Gracias Señor! En los últimos meses, Dios derramó un anhelo fresco. La gente está recibiendo una tremenda unción sobre ellos, pero también el Señor está fortaleciendo su interior.

En esta misma visión, el Señor también me mostró otras claves que comenzó a entregarle al Cuerpo para que fructifique su avivamiento. Describiré estas claves a lo largo de este artículo.

Cielos abiertos

En Hechos 2:1, los discípulos se reunieron juntos para esperar lo que el Señor les había prometido en Lucas 24:49: “…pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto” (ver también Hechos 1:4). Una vez más en Hechos 1:3, luego que Jesús resucitó, pasó 40 días con ellos, hablándoles de las cosas pertenecientes al Reino de Dios. En Hechos 1:4 reafirmó que algo les sucedería. Una promesa de Él hacia ellos, por la promesa del Padre, cuando les dijo: “oísteis de mí”.

Con gran expectación se levantaban cada mañana esperando la promesa que Jesús les había dado. Una gran apertura estaba a punto de ocurrir en sus vidas, pero también afectaría la ciudad, la región y las naciones. ¡Hasta que todos súbitamente oyeron un sonido! ¡Wow, amo esto! Estaban allí esperando. Anhelando la promesa que el Señor les había dado y perseverando en ella. Sabían que algo estaba a punto de ocurrir. Lo sentían en la profundidad de sus corazones. Nada podía separarlos de alcanzar lo prometido.

Eso es exactamente lo que miles de personas hermosas están sintiendo en lo profundo de su espíritu para un tiempo como este. Sentimos que estamos a las puertas de algo mayor. Estamos esperando la promesa de Dios en nuestras vidas, familias, ministerios, ciudades y naciones. ¡Estamos a punto de oír el sonido!

¡De repente, todos oyeron un sonido! “Dichosos los que saben aclamarte, Señor, y caminan a la luz de tu presencia” (Salmo 89:15). Es el sonido del avivamiento, el sonido de la victoria y el sonido del avance. ¡Es el sonido que significa que Dios se está manifestando y algo está a punto de ocurrir!

¡El sonido de la apertura está llegando ahora para traer la liberación del Espíritu Santo! Los Cielos se están abriendo y un poderoso derramar está ocurriendo sobre ellos. ¡Son portadores de lo que llamamos Cielos abiertos! Exploremos brevemente el fenómeno de los Cielos abiertos.

Bajo un Cielo abierto no existen restricciones entre su vida y el Cielo para manifestar todas las funciones del Espíritu Santo: Revelación, poder, sanidad, etc. Dondequiera que vaya, existe una manifestación de la realidad celestial sobre la tierra. Yo lo llamo impacto. Esto es lo mismo que ocurre cuando dos objetos chocan entre sí. Esto es exactamente lo que sucede: Lo sobrenatural colisiona con lo natural. ¡El Reino de Dios literalmente explota en el mundo!

Los discípulos comenzaron a ministrar bajo Cielos abiertos en Hechos 2:14-20, y el resultado fue la predicación profética con un derramar del Espíritu Santo sobre toda carne. Comenzaron a ministrar desde un Cielo abierto como Jesús en Marcos 1:10. Jesús vio toda la ciudad de Capernaum poderosamente sacudida por los cielos abiertos en los que Él caminaba. ¡También veremos ciudades y regiones poderosamente impactadas por la ministración bajo Cielos abiertos! Ocurrirá la liberación de lo milagroso con un gran derramar del Espíritu Santo. Las noticias acerca del Señor recorrieron la región y el sonido se oyó por toda la tierra.

El Señor ahora está abriendo los Cielos para muchos que estuvieron perseverando por ver la promesa de Dios para sus vidas y ministerios. Las promesas de Dios son “sí” y “amen” en la unción: No hay resistencia entre el Cielo y la tierra. Mucha gente comenzará a operar en una realidad poderosa que soltará Cielos abiertos sobre Iglesias, ciudades, regiones y naciones. Esto traerá un derramar poderoso del Espíritu Santo sobre toda carne. Estamos perseverando para ver los Cielos abiertos sobre toda carne (Hechos 2:17-20, Joel 2:28-32).

La unción de rompimiento

El Señor también está soltando una unción de rompimiento con gran intensidad. Esta unción atraviesa las barreras en los Cielos, permitiendo que el Espíritu Santo se mueva poderosamente. Mientras comienza a ministrar en la Palabra y la unción, está rompiendo la atmósfera para que se manifieste la presencia del Señor (Miqueas 2:12-13, Salmo 24:7-10, Salmo 29:3-11). Se transforma en una puerta para que se manifieste la gloria del Rey.

El Señor está depositando literalmente esta unción sobre individuos y ministerios para ayudarlos a abrir los Cielos sobre ciudades y regiones e impactarlas con poder.

La espada del Señor: La Palabra de Dios

La espada del Señor es la Palabra vivificante del Señor cortando entre el espíritu y la carne.

“Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa (haciéndola activa, operativa, energizante y efectiva), y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu (inmortal), hasta la médula de los huesos (lo más profundo de nuestra naturaleza), y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12)

Cuando se habló la Palabra con gran autoridad, tuve visiones sobre la espada del Señor agitándose a través de las reuniones. Está separando lo que es del Señor en las vidas de las personas de aquello que no lo es, revelando las intenciones del corazón. Estamos a punto de ver que se suelta algo increíble en esto.

Durante mi encuentro con el Señor, literalmente tuve una visión profética sobre las palabras de Amos 3:7-8:

“En verdad, nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas. Ruge el león; ¿quién no temblará de miedo? Habla el Señor omnipotente; ¿quién no profetizará?”

El rugido es el sonido del León de Judá, decretando el Nombre sobre todo nombre. En su poderoso Nombre, todo aquello que no pertenece al Reino debe inclinarse ante Él.

Mientras la palabra profética del Señor se desarrolla, la Palabra literalmente truena a través de las aguas. Mientras el Señor truena, derriba toda resistencia. Dios está tronando, Él está hablando. “…al que cabalga por los cielos, los cielos antiguos, al que hace oír su voz, su voz de trueno” (Salmo 68:33).

Estamos en el umbral de un tiempo de gran poder, pero también de la prevalencia de la Palabra de Dios. “Así la palabra del Señor crecía y se difundía con poder arrollador” (Hechos 19:20). Comenzaremos a ver y oír acerca de una gran explosión para el avance del Reino. Nos estamos conectando con la Palabra viviente y la unción para ver la plenitud del Espíritu Santo soltándose con gran poder. Comenzaremos a ver un gran aumento en los días por venir. Esto no es sólo para unos pocos, sino para todo el Cuerpo de Cristo.

Vencedores, ¡levántense!

Otra de las cosas que el Señor me habló con claridad durante esta visitación fue que está levantando a los vencedores. El Señor está realizando un trabajo profundo en los creyentes para que podamos vivir diariamente como vencedores, no como gente que es vencida por sus circunstancias o por el mundo. El Espíritu de entendimiento trae una revelación divina acerca de cómo vivir diariamente en victoria en su hombre interior. Seremos la lámpara en la colina, la luz brillante del Reino de nuestro Padre.

Estamos en tiempos de una gran transición, pero mientras atravesamos la puerta, abrimos un camino para que miles de miles experimenten la victoria en nuestro Señor. Si abrazamos la gracia que está soltando, veremos un gran crecimiento espiritual para la cosecha del Reino. Esto no es sólo para una o dos personas viviendo en el dominio del Reino, sino para toda una generación.

Mientras escribo esto, siento un anhelo profundo del Espíritu Santo por ver una gran liberación de las riquezas del Reino sobre el pueblo de Dios. “¡Pasen, pasen por las puertas! Preparen el camino para el pueblo. ¡Construyan la carretera! ¡Quítenle todas las piedras! ¡Desplieguen sobre los pueblos la bandera!” (Isaías 62:10).


Restauración de la desolación de las generaciones

Parte de la unción que está soltando el Señor es la restauración de las desolaciones de las generaciones. El Señor restaurará lo que comió la oruga (Joel 2:25). El Señor me mostró dos aspectos importantes acerca de la restauración de la unción y los mantos antiguos, junto a la promesa del Señor para restaurar familias (Isaías 49:8).

Pude ver familias impactadas por todo el mundo. “Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones” (Isaías 61:4).

Muchas de las fuentes y los mantos antiguos volverán a verse en el Cuerpo de Cristo… ¡pero con una doble porción! Eliseo probó la unción cuando Elías ascendió a los cielos y arrojó su manto sobre él (1 Reyes 19:19). Más tarde, Eliseo perseveró y recibió una doble porción (2 Reyes 2:9-14). Eliseo recibió una doble porción de la unción que residía sobre Elías.

Eliseo vio en su ministerio una doble porción de los milagros que vio Elías. Eliseo nunca se escondió en una cueva como Elías. Tampoco tomó la personalidad de Elías; tomó la personalidad de la unción que moraba sobre Elías. Comenzaremos a ver manifestaciones poderosas de nuevos niveles de la unción. Preste atención y mire, ¡estos próximos niveles serán mayores a lo que hemos experimentado antes!

Como creyente, hay algo que Dios le permitió tocar en el Espíritu o le mostró en una visión, acerca de su futuro potencial. Esto es aquello por lo cual estuvo peleando y por lo cual estuvo perseverando. Ahora el Señor está a punto de soltar esas realidades y serán aún mayores que antes.

Mientras lee esto, debería detenerse aquí mismo y declarar: “Señor, ¡sea tu propósito en mí!”. ¿La visión le provoca dolor en su interior? ¿Agita su hombre interior? Esa es una invitación santa. Pídale al Señor que lo lleve hacia la plenitud de todo aquello que le mostró.

Mientras volvemos a cavar en los pozos antiguos, también estamos cavando pozos nuevos. El Señor está llevando todo hacia un mayor nivel de fructificación. En Génesis 26:18-22, Isaac volvió a abrir los pozos de los días de Abraham que los Filisteos habían tapado, ¡pero además cavó tres nuevos pozos!

¡Ahora mismo estamos en otro nivel de profundidad de la liberación de Dios! Creo que ahora estamos comenzando a experimentar algo más allá de lo que experimentamos antes. Le estoy diciendo la verdad; ¡estamos viendo el comienzo de esto en nuestras reuniones!

Los ríos de Dios están fluyendo, no sólo hasta los tobillos, no sólo hasta la cintura, sino de un banco hacia el otro banco. “Junto a las orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas no se marchitarán, y siempre tendrán frutos. Cada mes darán frutos nuevos, porque el agua que los riega sale del templo. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas serán medicinales” (Ezequiel 47:12).

Nuestra generación vivirá y operará en la plenitud del Espíritu Santo. Seremos los árboles bien regados y bien plantados que traerán el fruto del Reino que el Señor usará para sanar a las naciones.

Más para las multitudes

El nivel de unción que el Señor está soltando, ¡literalmente me hace estallar! Ahora mismo estamos en un gran tiempo de aumento en cada área. Realmente creo que el Señor quiere enviar un mayor aumento; creo que todo eso (los Cielos abiertos, el poder y el fluir profético que es la espada del Señor), es para ver la transformación de la gente, las ciudades y las regiones.

Un derramar poderoso del Espíritu Santo traerá salvación a multitudes de personas en América del Norte. Esa es la visión que Dios me mostró. ¡Es como un fuego que arde en mis huesos! Me duele en lo profundo de mi corazón. Necesitamos que la Iglesia se levante hacia la plenitud de su potencial en el Señor para ver el impacto del Reino. Señor, ¡rasga los Cielos y desciende! Haz algo más allá de nuestros planes y habilidades. Te pedimos por algo mayor que en el pasado.

Estamos clamando por un avivamiento que libere un nuevo mover de Dios que tocará a millones y millones de personas.

A través de la oración, la alabanza, la pureza y el propósito, queremos ver un aumento de su presencia, poder y fluir profético para ver a toda la Nación experimentando un mover poderoso de Dios.

¡Para eso nací y para eso también nació usted! Atrapemos todas las promesas de Dios. Digámosle sí a lo antiguo, sí a lo nuevo y sí al futuro. ¡Qué tiempo estamos viviendo y qué gran Dios al que estamos sirviendo!

Keith Miller

martes, 20 de octubre de 2009

“¡Manténgase alerta! ¡Su momento único para cambiar la historia está muy cercano!”

 

Por Bill Yount Bill_Yount2

“El niño crecía (Juan el Bautista) y se fortalecía en espíritu; y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó públicamente al pueblo de Israel” (Lucas 1:80).

Muchos hombres, mujeres y niños a lo largo de la Biblia parecen haber nacido para un momento especial en el tiempo. Fueron ignorados por muchos años y repentinamente, su nombre se convirtió en la morada para una palabra que corrió por las generaciones. Aún después del nacimiento del mismo Jesús, no se oye de Él hasta que se muestra en el templo a los doce años. Parece como una aparición prematura, queriendo escapar de sus padres. Desapareció desde los doce hasta los treinta años. Aunque toda la Biblia nos dice que crecía en favor y gracia ante los ojos de Dios, no hay registro acerca de estos años de formación entre los doce y los treinta. Nada realmente significativo, sólo que se transformó en un carpintero. Dieciocho años de misterio, ¡pero en sus últimos tres años hizo historia y cambió todo para siempre!

¿Puede el patrón de vida de Jesús ser un ejemplo para nosotros hoy? ¿Podría ser que nuestras vidas fueron preparadas para un momento especial para el cual fuimos creados?

Estoy aprendiendo que nuestra rutina de vida diaria, ordinaria y mundana, con todos los problemas que nos vuelven locos, se convierte en el “fertilizante” que produce lo sobrenatural en nuestras vidas. Cuando pienso en fertilizantes, pienso en abono. Sabiendo que cuando tenemos una gran cantidad de este fertilizante a nuestro alrededor, que parece eterno, ¡algo sobrenatural está a punto de ocurrir y nuestro momento para cambiar la historia está muy cercano!

¡En un momento, comenzaremos a oír acerca de los desconocidos!

Nunca olvidaremos el momento cuando el vuelo 1549 de US Airways aterrizó milagrosamente en el río Hudson, cerca de New York. Este piloto aparentemente ordinario, Chesley “Sully” Sullenberger, quien trabajó fielmente durante cuarenta años como piloto, repentinamente se hizo conocido en todo el mundo como el “hombre milagro”.

¿El secreto de su fama? Como lo reportaron los medios: “Obtuvo su licencia de piloto a los catorce años, voló jets en la Fuerza Aérea, investigó desastres aéreos, dominó el vuelo en ala delta y aún estudió sobre el comportamiento psicológico de las tripulaciones durante una crisis. Pasó toda su vida entrenándose para esta clase de crisis. Cuando finalmente llegó la prueba para descender sobre el río Hudson, habló por el intercomunicador sólo una vez con una gran calma para dar la orden más aterradora que un piloto pudiera dar: Prepárense para el impacto”. Esa fidelidad también lo llevó a entrenar largas horas detrás de la escena para este tipo de trauma.

Creo que sus cuarenta años volando a diario le dieron la experiencia y la preparación que lo llevaron hacia la zona del milagro sobre el río Hudson, creando ese momento para hacer historia. ¡Encontró su milagro!

El capitán que sobrevivió en el mar milagrosamente al secuestro de los piratas dijo: “No soy un héroe”

El mundo celebraba al capitán Richard Phillips, quien estaba en el mar cuando llegaron las noticias de su rescate milagroso. Este fiel capitán probó que quería vivir para dar su propia vida por su tripulación. Según BREITBART, lo dejó bien claro: “Sólo soy la nota al pie. Los héroes son la Marina, los Comandos y los que me llevaron a casa”.

CNN reportó: “Hacia el final, hubo un momento donde la crisis de rehenes llegó a un desenlace dramático. Hubo tres disparos, todos fatales. Fueron realizados por tres especialistas entrenados de los comandos de la Marina de USA, mientras el bote de los piratas corría sobre las aguas fuera de Somalía. Fueron disparos fenomenales a 75 pies de distancia, dijo el Almirante Bill Gortney, el supervisor de la región”.

Según navyseals.com: “Los comandos de la Marina se componen por los soldados de elite de las fuerzas Armadas… el entrenamiento incluye la terrible ‘semana infernal’, donde los soldados son realmente puestos a prueba. Para la mayoría de las personas, esta prueba es completamente imposible de atravesar”.

Por otro lado, nunca antes se oyó acerca de estos tres héroes de la Armada. Sus hazañas sólo las mencionan los oficiales de la Marina. En mi investigación, parece que al ser escogido para un cargo de tan elevado rango como ser un comando de la Marina, su identidad pública es anulada y nadie más sabrá de usted. Transcurren muchos años de entrenamiento, sólo para el “segundo” del momento del rescate. El momento que tuvieron para hacer historia se resume al “segundo” del disparo que se escuchó por todo el mundo y quizá nunca sabremos quien fue. Quizá debamos tomar nota que algunos de nuestros nombres jamás serán reconocidos hasta llegar al Cielo.

¡El próximos minuto podría ser el momento para el cual nació!

Siento una alarma urgente sonando en el Espíritu sobre todo el Cuerpo de Cristo: “¡Manténganse alerta!”. En su vida aparentemente oculta y desapercibida, estuvo en entrenamiento y preparación para el momento de Dios en el tiempo. Aunque fue utilizado muchas veces y de diversas maneras para traer gloria a Dios, hay una estación especial donde ocurren oportunidades únicas para hacer historia que están sobre nosotros y explicarán por qué nadie oyó de nosotros antes.

No se desperdició nada. Aún durante los años que aparentemente se comieron la oruga y el saltón, su vida se transformó en un capital de inversión que le entregó experiencias que no tienen valor durante su preparación y entrenamiento. Aún sus pérdidas pronto serán contadas por ganancia, ¡porque ganó a Cristo a través de ellas! Todas las cosas operan para su bien por causa de su amor creciente por Él. Definitivamente, Él no se equivocó con ninguno de nosotros; todo es una preparación. Su naturaleza divina se incrementó dentro de nosotros.

¡Manténgase alerta! ¡El próximo minuto podría representar el momento para el cual nació!

Bill Yount

“En el umbral de la Gloria”

 

Por Francis Frangipane

Francis_Frangipane Antes que Jesús sea glorificado en la tierra, debe ser glorificado en la Iglesia.

Nuestra salvación nos garantiza más que una simple membresía en alguna iglesia y una perspectiva conservadora. Ciertamente, somos uno con Cristo. El Señor Jesús es nuestra cabeza y nosotros somos su Cuerpo. Él es nuestro esposo y nosotros su Novia. Él es el vino verdadero del cual nosotros, sus ramas, tomamos nuestra vida y virtud. Estas imágenes y muchas más, hablan abierta y pasionalmente de nuestra unión eterna con el Hijo de Dios.

Aunque en el plano personal sólo hemos visto de reojo algunos flashes breves de su poder operando en nosotros. Oramos, pedimos y nos esforzamos, pero sólo vemos “viento” (Isaías 26:18). Muchas de nuestras enfermedades sólo reciben la gracia para seguir atravesando el sufrimiento, pero no se sanan. En un plano nacional, sólo durante los picos de los avivamientos y despertares espirituales, la Iglesia pudo ver el brazo del Señor revelado y a la sociedad transformada de una manera significativa.

Sin embargo, mientras el día del retorno de Cristo se acerca, esta ausencia de poder parece estar en un proceso de cambio dramático. De hecho, la promesa del Padre al Hijo es que se cumplirá en su plenitud antes del regreso del Señor y el pueblo de Dios “…se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu mando” (Salmo 110:3a).

Hay un “día de poder o mando” que está a la mano. Aunque no sólo esto, acompañar este tiempo de poder será una gloriosa santidad, un brillo radiante que sólo aparecerá sobre el pueblo de Dios: “…en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud” (Salmo 110:3b). Mientras se acerca el día del Señor, brillaremos como el rocío iluminado por los primeros rayos de la mañana milenial.

Hacia el final de los tiempos, el mundo verá al Señor Jesús liderando su Iglesia en niveles cada vez mayores de gloria. Un gran poder de Dios descansará sobre los que ahora eligen humillarse a sí mismos ante Él. Libres del orgullo y la auto promoción, la presencia de Dios volverá a revelarse entre su pueblo.

El Dios de Gloria

Casi todos los cristianos que conozco creen que estamos llegando al final de este tiempo. Cuán cerca estamos del final, nadie lo sabe; y en cuanto al regreso de Jesús, nadie siquiera se atreve a presumir. Si nuestra esperanza viene verdaderamente desde el Cielo, la Iglesia anhelante de Cristo que ora está a punto de entrar en un tiempo de manifestaciones extraordinarias de la gloria de Dios. Estamos a punto de entrar en lo que los eruditos bíblicos llaman un “mover dispensacional” del Espíritu de Dios. Durante estos tiempos, el Señor siempre se manifestó a sí mismo en gloria.

Es verdad que nadie ha visto la gloria del Padre, pero en el pasado, Dios el Hijo se manifestó a sí mismo en gloria una gran cantidad de veces. Abraham vio la gloria de Cristo mientras estaba en Mesopotamia. Isaías lo vio en el año en que murió el rey Uzías. Ezequiel cayó ante el viviente cerca del río Quebar. Daniel, David, Habacuc, Salomón, Zacarías y Hageo también vieron la gloria del Señor. En verdad, ¡la Biblia fue escrita por gente que vio la gloria de Dios!

Moisés lo contempló y luego también Aarón, Nadab, Abiú y los setenta ancianos. Éxodo nos dice que estos hombres “…vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había una especie de pavimento de zafiro, tan claro como el cielo mismo” (Éxodo 24:10). De su encuentro con el Todopoderoso, leemos: “Y a pesar de que estos jefes de los israelitas vieron a Dios, siguieron con vida, pues Dios no alzó su mano contra ellos” (Éxodo 24:11).

Piense acerca de ello: “¡Vieron a Dios!”. ¿Puede algo ser más maravilloso que eso? ¿No se siente celoso por esa experiencia donde vieron a Dios? Contemplar la gloria del Señor no sólo es Escritural, sino típico durante un mover dispensacional de Dios. El hecho es que más de tres millones de israelitas vieron la gloria de Dios en el Monte Sinaí. Jóvenes, ancianas y niños, gente de todas las edades y condiciones físicas, todos ellos vieron “la Gloria del Señor reposando sobre el Monte Sinaí” (Éxodo 24:16).

Sin embargo, la manifestación de la gloria no se detuvo en el Sinaí. Toda la nación hebrea siguió la nube de gloria a diario y era iluminada por una columna gloriosa de fuego por las noches. Esto no sólo ocurrió una o dos veces, ¡sino todos los días durante cuarenta años! ¿Cuánto más el Señor de gloria se manifestará a Sí mismo ante nosotros hacia el final de los tiempos?

Jesús dijo que el menor dentro del Reino es mayor que aquellos que se encontraban bajo el antiguo pacto (Mateo 11:11). ¿En qué manera los cristianos son “mayores”? Los que vivían bajo el Antiguo Testamento vieron la gloria de Dios a la distancia, ¡pero Él eligió revelar su Gloria “en” y “a través” de la Iglesia! ¿No está escrito “…el día en que venga para ser glorificado por medio de sus santos y admirado por todos los que hayan creído”? (2 Tesalonisenses 1:10)

De hecho, Jesús no sólo nos dio su nombre y sus palabras (Juan 17:6, 14), ¡también nos garantizó la participación de su esplendor radiante! Depositó la misma gloria que se manifestó en el Antiguo Testamento, en los espíritus de aquellos que fueron lavados y purificados por su Sangre. Dijo: “Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17:22).

Sí, Dios volverá a revelar su gloria hacia el final de los tiempos. Su integridad así lo requiere. El mundo inconverso recibirá una última y legítima oportunidad para elegir, no sólo entre la Iglesia y el pecado, sino entre el Cielo radiante y los horrores del infierno. En verdad, al final de los tiempos, ambas realidades se manifestarán en plenitud sobre la tierra.

Francis Frangipane

miércoles, 7 de octubre de 2009

“Pentecostés, ¿dónde está el poder hoy?”

 

Por Reuven y Mary Lou Doron

clip_image002Mientras abrazamos las promesas de Dios por un avivamiento y experimentamos personalmente su poder en varias formas y tiempos diferentes, nunca debemos perder el punto de vista de la centralidad de Jesús y la supremacía de su Palabra. Los santos deben darse cuenta que los dones no pueden reparar las fallas del carácter ni reemplazar la necesidad de ser llenos y madurar como una nueva creación. ¡Estas maravillas sólo pueden ocurrir cuando Cristo es formado en nosotros y habitamos en Él!

En segundo lugar, es imperativo que el pueblo de Dios entienda que el Señor derrama su Espíritu Santo públicamente en largas olas de poder en tiempos estratégicos, para armar y fortalecer a su pueblo para poder afrontar las batallas. Históricamente, cada derramar del Espíritu de Dios sirvió para contrarrestar las olas de usurpación de las tinieblas sobre la tierra. Así como el primer derramar en Jerusalén (Hechos 2) preparó a la Iglesia temprana para enfrentar la persecución intensa y la dispersión que vino sobre ella, cada derramar en el futuro también fortaleció a la Iglesia y la capacitó para enfrentar y vencer la furia del infierno.

El derramar de Azusa precedió a las nubes oscuras del comunismo que se diseminaron por los cuatro continentes. Los avivamientos de sanidad de los 1940´s y 1950’s, encendieron a la Iglesia mientras el nazismo arrastraba a 52 millones de almas a la muerte, durante la Segunda Guerra Mundial, dejando a Europa y a la nación Judía marcada de por vida. El movimiento Carismático que se derramó entre 1960 y 1970, reenergizó a los santos de Dios mientras el Islam comenzó a ejercitar sus músculos alrededor del globo. Creemos que este derramar del Espíritu Santo ayudará a la Iglesia a contraatacar al espíritu del humanismo y a la carnalidad que están arrasando a Occidente.

Los dos grandes derramamientos globales prometidos en Joel 2:28-32 e Isaías 60:1-3, están enmarcados en el contexto de grandes tinieblas y levantamientos. Ambos son enfáticos en el propósito de separar a los hijos de Dios de este mundo, mientras cae en el caos y la noche final. Por lo tanto, alegrémonos en la demostración de la bondad, la misericordia y el poder de Dios, mientras hoy extiende su mano para tocar a las multitudes. Nosotros también debemos fijar nuestros ojos en Jesús, habitando en su Palabra y tomando nuestro puesto en contra de los poderes de las tinieblas de nuestros tiempos. Debemos vencer las batallas de nuestros días, si anhelamos alcanzar nuestra recompensa Celestial y este derramar, como todos los demás derramamientos verdaderos, fue enviado para capacitarnos.

Nuestro Pentecostés

¡Pentecostés es para usted! La Pascua es nuestro pasado porque habla de nuestro éxodo personal saliendo de la esclavitud y la opresión, por medio de la Sangre del Cordero. La fiesta de los Tabernáculos es nuestro futuro, hablando del gran final de los tiempos, la cosecha, la victoria épica de Dios y la manifestación de su Reino asombroso. Pentecostés, la fiesta del verano, es donde la Iglesia de Dios está viviendo hoy; la estación de los movimientos progresivos e inexorables del Espíritu.

El sol calentaba y alumbraba las laderas orientales del Monte de los Olivos cuando vino el Espíritu. Habían transcurrido cincuenta días desde esa inolvidable Pascua, cuando Jesús de Nazareth fue crucificado por los romanos y rechazado por los suyos, mientras miles de ovejas eran sacrificadas en el patio del Templo. A esas Alturas, la primavera se había transformado en verano en Judea y el pequeño grupo de discípulos estaban reunidos en el aposento alto. Era el tiempo de Pentecostés.

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse” (Hechos 2:1-4)

Mientras la Iglesia y la nación de Israel atravesaban el tiempo de Pentecostés, es importante que abramos nuestros corazones para comprender todo lo que el Espíritu de Dios nos está ofreciendo. ¿Qué fue lo que sucedió en Pentecostés? ¿Qué es lo que el Espíritu le está diciendo a la Iglesia a través de esta cuarta fiesta bíblica? En esa Fiesta histórica de Shavuot (Pentecostés), el Jesús resucitado derramó su Espíritu desde los Cielos sobre el pequeño grupo de discípulos que esperaban en el aposento alto en Jerusalén. En ese mismo momento, la separación trágica entre el Cielo y la tierra se resolvió, la brecha insalvable se cerró y la promesa del Padre se hizo realidad. Pero, ¿dónde y cuándo comenzará el próximo capítulo de la historia?

Pentecostés: Un segundo Génesis

El histórico Pentecostés en Jerusalén fue, en alguna manera, una “repetición redentiva” del génesis original, cuando Dios sopló su Espíritu de vida dentro de la nariz de Adán. En Pentecostés, Dios volvió a soplar su Ruaj, el Espíritu Eterno, en las narices de la humanidad. ¿Por qué ahora? Porque ahora la Sangre de Jesús fue derramada en la Pascua, en expiación por nuestros pecados y nuestro Padre Celestial pudo volver a acercarse una vez más para enviar su Espíritu sobre nuestros corazones.

Luego de miles de años de una separación trágica entre un Dios Santo y el hombre caído, los Cielos besaron la tierra en una reconciliación bendita. De hecho, así como Pentecostés es una progresión natural que sigue a la Pascua en el calendario de Dios, la llenura del Espíritu es la progresión natural que sigue a nuestra salvación.

La Pascua nos lleva inevitablemente hacia Pentecostés. La Pascua sin Pentecostés es impensable, ¡porque es el mismo derramar del Espíritu del Padre que Jesús aseguró por medio de su sacrificio! En la Pascua fuimos libres de la maldición del pecado y la muerte. En Pentecostés, llegamos a ser miembros de la familia de Dios y partícipes de su naturaleza divina.

“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios” (Juan 1:12-13)

El primer Pentecostés

Luego de su redención de Egipto, la joven nación de Israel llegó al pie del Monte Sinaí durante el tiempo de Pentecostés. La nación hebrea estaba preparada para recibir la ley de Dios que los equiparía para su llamado a ejercer un sacerdocio global. Pero tristemente, la voz de Dios fue demasiado para ellos.

“Ante ese espectáculo de truenos y relámpagos, de sonidos de trompeta y de la montaña envuelta en humo, los israelitas temblaban de miedo y se mantenían a distancia. Así que le suplicaron a Moisés: Háblanos tú, y te escucharemos. Si Dios nos habla, seguramente moriremos” (Éxodo 20:18-19)

Muchos hoy no desean o son incapaces de oír o recibir la voz de Dios, insistiendo en oír la voz del hombre. Nuestras Iglesias están llenas de espectadores, sin ninguna diferencia con los estadios deportivos del mundo. Algunos actúan, otros se entretienen, pero ¿cuántos oyen y obedecen la voz de Dios?

Cuando Moisés descendió desde la cima del monte con las tablas en sus manos escritas por el dedo de Dios, encontró a Israel adorando a un becerro de oro. Movido por la ira, “…se puso a la entrada del campamento y dijo: Todo el que esté de parte del Señor, que se pase de mi lado. Y se le unieron todos los levitas. Entonces les dijo Moisés: El Señor, Dios de Israel, ordena lo siguiente: Cíñase cada uno la espada y recorra todo el campamento de un extremo al otro, y mate al que se le ponga enfrente, sea hermano, amigo o vecino. Los levitas hicieron lo que les mandó Moisés, y aquel día mataron como a tres mil israelitas” (Éxodo 32:26-28).

En el texto original, el nombre de ese desierto es Monte Horeb. La raíz hebrea de esa palabra es “he-rev”, que significa “espada” y el monte es conocido como el “monte de la espada”. Mientras se desarrollaba el drama sangriento en ese día terrible, una espada atravesaba Israel mientras los levitas barrían el campo ejecutando los juicios del Señor. En ese primer Pentecostés, el día donde recibieron la ley, ¡3000 almas perecieron por la aplicación de esa ley!

El segundo Pentecostés

1500 años después, en el día exacto de Pentecostés, otras 3000 almas fueron tocadas por los Cielos, pero bajo otra dispensación muy diferente, mientras eran llamados desde la turba de Jerusalén para recibir la vida eterna. En respuesta al mensaje breve e intenso de Pedro.

“Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas. Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración” (Hechos 2:41-42).

El mismo Dios que juzgó a los 3000 cuando les dio la ley, ahora revivía a 3000 más al darles el Espíritu. En el segundo Pentecostés, 3000 almas fueron trasladadas desde las tinieblas hacia el Reino de la luz por la ministración del Espíritu, como lo expresó el apóstol: “…Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, la letra sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida” (2 Corintios 3:6).

La espada de doble filo de Dios sirve tanto para dar vida como para dar muerte. La espada del Espíritu es la Palabra; para regresar a Dios y vivir, primero debemos morir. “Herev” es su palabra de verdad que nos convence de nuestros pecados y rebeliones, la misma palabra que nos mata, también nos resucita por el poder de su Espíritu.

“Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12)

En el primer Pentecostés, Dios le entregó a su pueblo la ley en el Monte Horeb. Ahora, 1500 años después, Dios les entregó su Espíritu en el Monte Sión, en Jerusalén. Ambas visitaciones fueron acompañadas por el sonido de un viento recio y fuego. En el Monte Horeb, Dios escribió las leyes sobre tablas de piedra; en el Monte de Sión, las escribió sobre los corazones de los que creyeron.

La larga espera

Por miles de años, los Cielos anhelaron este tiempo de reconciliación del hombre caído con el Dios Santo. Un milenio de separación dolorosa y alienación arrojaron a millones dentro de este torrente implacable, mientas las manos del Padre se mantuvieron abiertas y su corazón se mantuvo expectante. Pero en todo ese tiempo, se estuvieron haciendo planes en el Cielo, preparativos intrincados realizados con gran expectación para este tiempo especial de Pentecostés en Jerusalén.

En ese Pentecostés especial, cincuenta días después de la Cruz, después que la Sangre se derramara y el precio fuera cancelado, las puertas de los Cielos se abrieron y el soplo de vida del Padre cayó sobre sus hijos. Como Pedro lo testificó en Hechos 2:32-33: “A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que ustedes ahora ven y oyen”.

“Al oír aquel bullicio, se agolparon y quedaron todos pasmados porque cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma… Desconcertados y perplejos, se preguntaban: ¿Qué quiere decir esto? Otros se burlaban y decían: Lo que pasa es que están borrachos” (Hechos 2:6, 12-13). El Cielo estaba al alcance de las manos, aún así, la mayoría de los presentes en esa ocasión no lo vieron.

El fuego santo de Dios llenó a los que esperaban en fe y obediencia en el aposento alto y lo llevaron por las calles. Los que eran temerosos, tímidos, inseguros y cargados por un sentimiento de culpa, ahora se habían transformado y sacudían la ciudad con su mensaje de poder. Aún así, dentro de su audiencia había personas asombradas, confundidas y burlonas que decían: “están llenos de vino”, para tratar de explicar el fenómeno. La elección siempre es nuestra. ¿Estamos del lado de los que están preparados y son obedientes o caminamos entre los burladores?

La Fiesta del arrepentimiento

Pedro, en menos de tres minutos de un mensaje ungido, expresó su mensaje y declaró el consejo pleno de Dios ante su audiencia. Les mostró la cruda realidad de su condición desesperada, la provisión de la gracia de Dios y la única esperanza de redención.

“Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Hermanos, ¿qué debemos hacer?” (Hechos 2:37). Tan simple como pueda parecer esta pregunta, tan humilde como pueda sonar para un alma centrada y confiada en sí misma, es la única respuesta apropiada para un corazón recién convencido por la verdad.

“Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, les contestó Pedro, y recibirán el don del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar” (Hechos 2:38-39). Pedro dijo que el verdadero arrepentimiento tiene consecuencias generacionales a largo plazo que producirán una cosecha larga y amplia.

Pentecostés no sólo tiene que ver con las lenguas o la profecía. No es acerca de los dones del Espíritu o acerca de los últimos días en los cuales vivimos. En primer lugar, Pentecostés es arrepentimiento, recibiendo al Espíritu del Padre para iniciar el milagro de la transformación personal y familiar. Pedro ofreció una respuesta simple para una pregunta simple: Arrepiéntanse, conviértanse y congréguense para participar en la nueva vida.

Por la autoridad divina, esta sigue siendo la invitación para la humanidad: Arrepiéntanse, conviértanse y nazcan de nuevo. Este mensaje direccional se debe oír en las autopistas y en los caminos secundarios de la humanidad y aunque nuestras calles estén repletas de burladores, los que son llamados oirán la voz del Espíritu.

Esto fue lo que se habló…

“Entonces Pedro, con los once, se puso de pie y dijo a voz en cuello: Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme explicarles lo que sucede; presten atención a lo que les voy a decir. Éstos no están borrachos, como suponen ustedes. ¡Apenas son las nueve de la mañana! En realidad lo que pasa es lo que anunció el profeta Joel: Sucederá que en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán” (Hechos 2:14-18)

Al enfrentar a la multitud con los ojos desorbitados, Pedro le interpretó el fenómeno Pentecostal a la masa descarriada. Explicó que Dios le estaba dando a Israel un “adelanto” de la profecía expresada por Joel 800 años antes. Ese gran derramar, prometido por la Escritura, barrería la tierra como una marea de poder divino, transformando multitudes sin distinción de razas, género, edad o nivel económico. Esta inundación espiritual predicha por Joel, será el “gran ecualizador” que bautizará y barrerá en la cosecha final dentro del corazón de Dios, llenando a muchos con poder antes de la llegada del Día grande y terrible del Señor (Joel 2 y 3).

Este último gran derramamiento es la intervención del Cielo en los tiempos de crisis; un bautismo global sobrenatural de vida y poder divino que habilitará y autorizará a los hijos de Dios para servirlo a Él durante los traumáticos días finales de este tiempo. Con las tinieblas cubriendo muchas naciones, los desastres naturales sacudiendo continentes e Israel presionada al extremo por sus enemigos, la intención de Dios es capacitar y llenar a su pueblo con su Espíritu para que puedan caminar y ministrar en su victoria y en su paz.

Pentecostés, como lo profetizó Pedro, anunció el “adelanto” de la gran promesa espiritual. Una porción generosa de vida y poder divino se derramó ese día sobre todos aquellos que creyeron y sobre todos los que creerían después de ellos. Con esta plenitud del Espíritu, aquellos discípulos del primer siglo fueron capaces de servir al propósito de Dios con celo y devoción durante los tiempos de aflicción y conflictos que tuvo que atravesar la joven Iglesia mientras “exportaba” las buenas nuevas fuera de Jerusalén hacia Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. El Espíritu no fue enviado para capacitarnos en nuestras debilidades, ¡sino para fortalecernos y así poder cumplir la voluntad de Dios en nuestra generación!

Un mensaje para todos

Por la Escritura sabemos que el sonido del viento Celestial se oyó por toda Jerusalén, mientras las multitudes se reunión para celebrar la Fiesta. Los discípulos que fueron transformados de ser una banda temerosa y sin líderes, ahora estaban llenos del poder y el fuego del Espíritu de Dios. Su testimonio y alabanzas barrieron las calles abarrotadas de gente. Milagrosamente, sus palabras eran comprendidas por peregrinos de muchas naciones y lenguas. ¿Qué estaba haciendo Dios en ese día señalado en Jerusalén?

El don de lenguas que se hizo evidente en ese histórico Pentecostés, hizo que las buenas nuevas fueran comprensibles para la gente que provenía de diferentes naciones, ¡oían el mensaje en sus propios idiomas! De esta manera, ese don trajo un punto final a los ciclos históricos y dolorosos de hostilidad y confusión que plagaron a toda la humanidad desde el juicio de Dios en la Torre de Babel. Luego de miles de años de división, aislamiento y hermetismo, ahora la familia humana, fracturada y herida, podía oír, comprender y responder al mismo mensaje por primera vez desde Babel: ¡El Evangelio de nuestra salvación!

Nuestra nueva vida

Jesús dijo: “…Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes. Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio; en cuanto al pecado, porque no creen en mí; en cuanto a la justicia, porque voy al Padre y ustedes ya no podrán verme; y en cuanto al juicio, porque el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado. Muchas cosas me quedan aún por decirles, que por ahora no podrían soportar. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes” (Juan 16:7-14)

Pentecostés es nuestro día

La Pascua ya pasó y los Tabernáculos aún no están sobre nosotros, pero hoy vivimos en Pentecostés. Nuestras vidas están en Dios y vivimos por su Espíritu Santo, el único capaz de convencernos de la naturaleza de pecado; ser justificados por Dios en Cristo; y el juicio y la victoria final del Señor sobre el maligno. Necesitamos esperar en Él porque es el único que puede guiarnos hacia toda verdad, ser nuestro ayudador, nuestro consejero y nuestro consolador. Asegurémonos que no somos como Israel, cuyos ancianos no quisieron oír la voz de Dios. En lugar de ello, seamos la gente que conoce su voz.

Reuven y Mary Lou Doron

“¡Un tiempo señalado para una metamorfosis divina!”

Por Catherine Brown

clip_image002Una visión de cambio en el tiempo Kairos de Dios

“Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:17-18)

Las estaciones de cambio traen transformaciones de Dios

En la mañana del 21 de Mayo del 2008, pude ver al Señor en una visión, se inclinó y escribió sobre la arena: “Cambio”. Reflexioné acerca de cómo era posible que la palabra pudiera mantenerse de una manera permanente, porque estaba escrita en arenas cambiantes. El Espíritu Santo le habló a mi corazón: “Todo cambio es temporal, porque sólo te guía hacia otro cambio continuo”

Contemplé este acertijo espiritual y respondí: “Señor, algunos cambios son permanentes”. Jesús me respondió: “El andar cristiano es transicional. Aunque incluye algunos cambios y por sí mismos no pueden ser revocados, la naturaleza del cambio es en sí misma un proceso continuo. Te llamé para que seas transformado de gloria en gloria, para que puedas ser más como Yo. El cambio que Yo ordeno en tu vida trae el deseo del Padre para transformar y conformar tu imagen en santidad y justicia”

Un tiempo Kairos se transforma en un catalizador para los cambios de Dios

También en la visión, Jesús escribió otra palabra en la arena: “Kairos”. Dijo: “Deseo hacer los cambios en los tiempos y estaciones señalados en las vidas de mis hijos, eso producirá una cosecha copiosa. Te dije que la temporada de plenitud está sobre ti. En estos días, el que cosecha alcanzará al que siembra. Mi tiempo kairos produce aceleración para el avance y la aceleración del Reino”

“La preparación precede a la aceleración y muchos de mis hijos caminaron en una estación de preparación, rindiéndose al Refinador para que su fe pueda purificarse, galvanizarse y magnificarse para lo que viene”

“Te dije que el avivamiento del cual te hablé está aquí. Muchos trabajaron y vieron poco fruto, pero benditos son los que se mantuvieron creyendo incansablemente en la Esperanza y vivieron por mi mandamiento, amando el ‘de repente’ de Dios hasta que se suelte sobre los mayordomos fieles. Echa tus redes hacia el otro lado y derramaré el maná del Cielo” (Lucas 5:6-7)

“La quietud ante mí pavimentó el camino para que la estrategia apostólica del Cielo se suelte sobre la tierra. Una gracia apostólica fresca desciende para soltar la autoridad de gobierno y la compasión de mi Reino. Recibiste un manto para las convocatorias santas para invocar la gloria de Dios en la tierra y provocar la envidia de Israel” (Romanos 11:11-12)

“Estoy reuniendo los cinco ministerios a través de naciones y continentes, para preparar a la Novia para mi regreso final. Colaboración: La comunión del Reino será mucho más evidente a los ojos del mundo en estos días. Te entregué las llaves de David (Isaías 22:22). Estás autorizado, señalado y ungido como rey y sacerdote por mi Padre. Cumple la Gran Comisión (Mateo 28:18-20). Cumple los dos grandes mandamientos (Mateo 22:37-40). Abraza el cambio, porque en la medida que lo hagas, te llevaré de gloria en gloria (2 Corintios 3:17-18). Tu eres mi discípulo, déjame influenciar tu destino mientras te rindes a mi Gracia en este tiempo señalado de cambio”

Reflexiones

Estaba profundamente impactada mientras reflexionaba en el uso que hace el Señor de la combinación de los elementos de cambio y en su tiempo kairos. La palabra griega kairos, hace referencia a un tiempo o estación señalada y se diferencia de la palabra chronos, usada para describir un período general de tiempo. Una búsqueda rápida en la Biblia revelará que cuando llega un tiempo kairos de Dios sobre sus siervos, ¡verdaderamente hay aceleración!

Cuando el ángel Gabriel le habló a Zacarías acerca del nacimiento de su futuro hijo, indicaba que sus palabras se cumplirían en esa estación (kairos) (Lucas 1:20).

Las promesas de Dios encuentran su cumplimiento en su tiempo kairos. El profeta Amós habló del tiempo kairos de Dios en relación al derramar del vino nuevo, cuando el que siembra alcanzaría al que siega (Amós 9:13). Los tiempos de cosecha traen la multiplicación de la gloria desde del Cielo hacia la tierra, en los tiempos kairos de Dios.

En Gálatas 6:9, el Apóstol Pablo escribe: “No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo (kairos) cosecharemos si no nos damos por vencidos”. Los tiempos kairos de Dios nos impulsan más allá de creer en un avivamiento hacia experimentar la realidad de nuestro avivamiento. Por lo tanto, el tiempo kairos se transforma en un catalizador para los cambios que Dios quiere producir en su gloria. ¡Aleluya!

En Mateo 17 leemos que Jesús se “transfiguró” ante sus discípulos en el monte (verso 2). La palabra griega utilizada aquí es metamorphoo, y significa transformación, cambio o transfiguración.

En 2 Corintios 3:18 leemos: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”

La palabra griega para transformación en este pasaje es la misma palabra utilizada cuando Jesús se transfiguró: ¡metamorphoo! Dios quiere que comprendamos que en nuestro tiempo divino señalado para el cambio, Él nos está transformando “en, para y a través” de su gloria. Qué revelación de gracia y gloria para la Iglesia: ¡Estamos en un tiempo de metamorfosis santa!

Bendiciones,

Catherine Brown