domingo, 6 de marzo de 2011

“Recuperando nuestra tierra para Él”

Por Francis Frangipane

clip_image002Uno de los grandes errores de la Iglesia es basar su fe y sus estándares por los logros del pasado. Muchas promesas se deben cumplir antes que vuelva Jesús. La Biblia nos dice que la Iglesia no sólo experimentará “tiempos peligrosos” en los últimos días (2 Timoteo 3:1), sino tiempos de renovación y restauración (Hechos 3:21).

Consecuentemente, en medio de los conflictos mundiales, el Reino de Dios en la tierra será restaurado y renovado continuamente hasta que sea como el Reino de Dios en los Cielos. Espere ver nuevas cosechas y expresiones del poder y la gloria de Dios. Debemos esperar ver maravillas que nuestros padres no vieron (Hechos 2:19–21). Sí, también debemos confiar que nuestros hijos caminarán en las promesas que no pudimos poseer.

¡No sea condicionado por el pasado!

Una vez más podemos encontrar aliento y guía en la vida de David. Él nació en un tiempo similar al nuestro. Los hebreos estaban en la tierra prometida, pero compartieron la tierra con enemigos que no conquistaron. Cuando David llegó a ser rey, supo que Dios prometió más para Israel que las cosas que alcanzaron los judíos. En particular era el hecho que los Jebuseos aún ocupaban el área que hoy se conoce como Jerusalén. Si David se hubiera medido a sí mismo por los éxitos de sus predecesores, nunca habría contemplado un ataque contra los Jebuseos. Estos eran un pueblo fiero de los montes y, a pesar de estar en la lista de las naciones que Israel debía desalojar, nunca los habían conquistado.

Piense en esto: Los mayores héroes de Israel desde Josué hasta los Jueces, trataron de conquistar a los Jebuseos y fallaron. Por tanto, los Jebuseos despreciaron los planes de David para poseer la ciudad principal, Jebús (Jerusalén). Se burlaban del joven rey de Israel diciendo: “Aquí no entrarás; para ponerte en retirada, nos bastan los ciegos y los cojos” (2 Samuel 5:6).

Aquí vemos dos lecciones. Primero: cualquiera que desee ver el cumplimiento de las promesas asombrosas de Dios, el Señor le dice: ¡No sea condicionado por el pasado! Aunque no haya visto el poder de Dios sobre su Iglesia, ciudad o nación, Dios puede cambiar todas las cosas en una noche. Segundo: Es probable que no sea el diablo quien lo ataca para derrotarlo, quizá deba cuidarse del consejo equivocado de los cristianos incrédulos. Recuerde, la burla de los jebuseos era que “… aun los ciegos y los cojos te echarán”. Podemos mantenernos firmes en la fe contra las huestes espirituales de maldad sólo para ser derrotado por “la ceguera y la cojera” espiritual sentada a nuestro lado en la congregación.

¿Quiénes son los ciegos?

Los que no ven la visión que usted ve. Son ciegos para ver el futuro de fe que Dios puso en su corazón. No podemos permitir que la gente que no comparte nuestra visión sean nuestros consejeros. Cuídese de simpatizar con los ciegos espirituales. Un poco de levadura de su incredulidad puede minar su fe en el tiempo de batalla.

Junto a los ciegos espirituales están los cojos emocionales. Esta gente tropezó con todo (o todos) en el pasado. Ya no le siguen el paso al Señor. Cuídese de compartir sus sueños con los cínicos. Si consideramos las advertencias de los cojos, sólo será una cuestión de tiempo antes que sus excusas nos quiten las fuerzas. Nosotros también podemos volvernos demasiado cautos o suspicaces.

Aunque necesitamos el consejo de otros cristianos y debemos perdonar a los que se nos oponen, no podemos permitir que nos guíen las palabras de los ciegos espirituales y los cojos emocionales.

Dios es la Palabra

En nuestro mundo, nuestros enemigos reales no son las personas, sino las fuerzas espirituales de maldad que influencian nuestras comunidades. Debemos recordar que si estamos sufriendo por ser ciegos o cojos, Jesús nos puede sanar. Pero el hecho es que como aquellos jebuseos, satanás observó las fallas de muchos cristianos antes que nosotros. Podemos sentir el desprecio del diablo mientras los pastores e intercesores oran por un avivamiento en la ciudad o en la nación. El escarnio del diablo nunca carece de sustancia, generalmente hablando, nuestros antecesores espirituales no tuvieron éxito en desarraigar las fortalezas de maldad sobre sus ciudades. La historia está del lado del adversario.

Pero Dios nos entregó su Palabra inalterable e inmutable. Nos promete: “Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá. El insolente no tiene el alma recta, pero el justo vivirá por su fe” (Habacuc 2:3-4).

Vivir por fe es creerle a Dios hasta que la visión se cumpla. David creyó en Dios y a pesar que la historia estaba del lado de los jebuseos, leemos: “Pero David logró capturar la fortaleza de Sión, que ahora se llama la Ciudad de David” (2 Samuel 5:7).

Había algo en David desde sus primeros años que lo urgía hacia la victoria sobre los jebuseos. Las Escrituras nos dicen que cuando David era joven, después de matar a Goliat tomó la cabeza del filisteo y la llevó a Jerusalén (1 Samuel 17:54). Recuerde que en ese tiempo Jerusalén se llamaba Jebús y estaba ocupada por los jebuseos. Fue como si dijéramos: “Ok, sólo soy un joven, pero conquisté al gigante filisteo. Recuérdenme, volveré”. Menos de veinte años después, David regresó como rey de Israel. Luego de conquistar a Goliat, conquistó la fortaleza de los jebuseos y la llamó “la ciudad de David”, aunque luego se llamó Jerusalén.

Como puede ver, esto no tiene que ver con el cumplimiento de nuestro propósito sino con la Palabra de Dios, porque ella no puede regresar a Él sin cumplir aquello para lo cual fue enviada. Cuando el rey David oyó las burlas de los jebuseos, no permitió que la incredulidad lo arrastrara, tampoco que su fe se quebrara por las fallas de sus antecesores. En lugar de ello, y esto es importante, David emprendió la batalla a la luz de las promesas de Dios. Se afirmaba en la promesa hecha por el Señor a Abraham y su simiente: “…tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos” (Génesis 22:17). Mientras el enemigo pudo haber escrito la historia de este lado, David tenía la Palabra inalterable de Dios de su lado.

La influencia de Dios en nuestras comunidades

La herencia de los hijos espirituales de Abraham es llevar la influencia prevaleciente de Dios hacia las comunidades y por medio de Cristo, poseer las ciudades. Esa no es mi palabra o la de ustedes, sino una promesa del Dios todopoderoso, lo dijo y lo cumplirá. Su pueblo poseerá las puertas de sus enemigos. ¡Nuestro reproche es que el diablo quiere más nuestras ciudades que la Iglesia! El deseo de David por Jerusalén venía de Cristo, porque más adelante se transformó en la ciudad de David y luego en la ciudad de Dios.

Así como David creyó las promesas de Dios, nosotros también. El Señor juró que “todas las naciones vendrán a la luz” (Isaías 60:3). ¿A quién le creemos? ¿Tomaremos consejo de los ciegos si no pueden ver el potencial que vemos nosotros? Tomemos a Dios por su Palabra. Permítame establecer esto otra vez: Jesús mismo nos aseguró que “todas las cosas son posibles para el que cree” (Marcos 9:23). ¿Usted cree o sólo es un buen incrédulo que va a la Iglesia?

Amado, si fallamos no debemos avergonzarnos. Simplemente debemos unirnos a las filas de los héroes espirituales que fueron antes que nosotros y “murieron en fe, sin recibir las promesas” (Hebreos 11:13). En verdad, es mejor morir en fe que vivir dudando. Considere esto: ¿Qué ocurriría si tenemos éxito? ¿Qué ocurriría si a través del proceso de creer en Dios nos imparte la perseverancia y el carácter de Cristo, descubriendo cómo nos ayuda a recuperar nuestra tierra para Él?

Señor, prometiste que las naciones vendrían a nuestra luz. Perdóname por ser incrédulo y aferrarme a los errores del pasado. Creo que tú preparaste nuestra nación para grandes cosas. Seguiremos tu promesa para desalojar a nuestros enemigos, aún como David conquistó la gran ciudad que llevaría el nombre de Jerusalén.

En el nombre de Jesús, Amén.

Francis Frangipane

“Se revelan fuentes ocultas: un nuevo fluir de su presencia traerá nuevas asignaciones”

Por Garris Elkins

clip_image002En una mañana hace poco estaba haciendo una caminata por las colinas cercanas a mi casa, como suelo hacer cada semana. Seguí el mismo camino durante los últimos ocho años y encuentro que esto es muy reconfortante. Normalmente soy una persona muy observadora. Quizá esto es porque hace treinta años fui oficial de policía y en esa profesión uno se mantiene con vida conociendo lo que ocurre en su entorno. Esta mañana me di cuenta que no estaba viendo todo.

Cuando pasé por encima de un puente familiar, me detuve a mirar un arroyo estacional que fluye por esta época del año cuando comienza a llover. Ciento cincuenta años atrás este arroyo estaba lleno de buscadores de fortuna en la fiebre del oro en Oregón.

Las aguas comenzarán a correr

Me encanta el sonido del agua corriendo, me refresca y me restaura, por eso me quedo más de lo normal sólo a escuchar. Cerca de allí encontré otro arroyo como a 20 metros y me pude dar cuenta que nunca antes lo había visto. El fluir del agua ahora se hacía visible. Durante la mayor parte del año, este arroyo está seco y oculto por la vegetación. Estos dos arroyos ahora corrían juntos a 20 metros de mí. ¿Cómo fue que nunca vi este arroyo en los últimos ocho años? La única razón es que nunca estuve sobre ese puente cuando comenzó a llover.

Mientras cruzaba el puente y seguía andando, me detuve para recuperar aliento y mirar hacia atrás hacia los dos arroyos que se unían y pregunté: “Señor, ¿hay algo en esto que me quieras mostrar?”.

El Señor comenzó a depositar en mi corazón lo que traería el 2011 para algunos de nosotros. Se revelarán los arroyos de su presencia que estuvieron escondidos de nuestra vista. Estos arroyos no se veían porque el fluir de su presencia no se había soltado en esas áreas. Dios está por traer un fluir de su presencia que nos harán conocer nuevas asignaciones y una nueva dirección. Donde nunca esperaríamos ver a Dios moverse, lo veremos obrar ante nuestros ojos.

El profeta Isaías escribió: “Se abrirán entonces los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; saltará el cojo como un ciervo, y gritará de alegría la lengua del mudo. Porque aguas brotarán en el desierto, y torrentes en el sequedal” (Isaías 35:5-6).

Dios nos está preparando para fluir por lechos de ríos que aparecerán de una manera sobrenatural en nuestros desiertos personales. Estos nuevos cursos estaban escondidos en el pasado. Literalmente caminamos por ellos en nuestra vida diaria. Cuando el fluir comience, veremos surgir los planes del Señor y muchos comenzarán a moverse en sus destinos en Cristo por los lechos de los ríos que no habían visto hasta ese momento.

¿Qué significará esto?

Se revelará lo oculto

En esas áreas de nuestra vida y ministerio que son habituales y predecibles, donde esperamos más de lo mismo, Dios planea revelar lechos de arroyos ocultos que se llenarán con su presencia para llevarnos hacia lo nuevo. Regresará el gozo y se renovará la esperanza.

El fluir de su presencia está por aumentar

Mientras las lluvias naturales saturan los bosques y llenan los arroyos estacionales, Dios está por aumentar el fluir de su presencia y mostrarle dónde invertir su vida en la temporada que viene. Su mayor inversión para la manifestación del Reino será estar en el fluir de lo que Dios está haciendo.

Dios quiere que experimentemos el renuevo y la restauración que viene cuando nos movemos en el poder y el placer de su Río. Como dijo Isaías: los ojos de los ciegos se abrirán, los cojos saltarán y los mudos gritarán de gozo, y el agua de su presencia fluirá en su desierto personal.

Garris Elkins