martes, 31 de agosto de 2010

“El poder increíble de la concentración”

Por Cindy Trimm

clip_image002“Después de que Lot se separó de Abram, el Señor le dijo: Abram, levanta la vista desde el lugar donde estás, y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada” (Génesis 13:14-15).

La causa número uno que le impide a la gente alcanzar lo que quiere en la vida, es la falta de enfoque. La causa número uno que le impide a la gente alcanzar sus metas, maximizar su potencial, cumplir las asignaciones de Dios y sus propósitos, es la concentración. Sin importar dónde ubique su enfoque, el resto de su mente, talentos, habilidades y emociones, se irán detrás de ello.

Permítame darle un ejemplo de lo que quiero decir usando las carreras de automóviles. Mientras entendía esto, cuando los pilotos nuevos están aprendiendo a conducir, una de las primeras cosas que aprenden es a concentrarse en cómo tomar una curva. Si tratan de alejarse del muro, usualmente se estrellarán contra él. ¿Por qué? Porque rechazar los muros significa enfocarse en ellos. En lugar de eso, les enseñan a enfocarse en la dirección que quieren seguir. Al hacer esto, tienen mucha más oportunidades de alejarse del muro y salir de la curva con éxito.

Permítame darle otro ejemplo. Cuando era niña estudiaba ballet. Cuando hacía las piruetas, me entrenaron para mantenerme enfocada en un lugar en particular donde necesitaba terminar el giro (una pirueta es un giro de 365°). En ambos casos, el enfoque y la concentración es la clave para el éxito. A veces nuestra vida puede girar fuera de control, como un piloto de carreras de autos y una bailarina en una pirueta. El enfoque y la concentración nos sacan de esa situación.

La gente que se concentra en lo que quiere, logra exactamente lo que quiere. La gente que se enfoca en sus problemas, luchas, muros u obstáculos, van por la vida atravesando problemas, luchas, muros y obstáculos. Lo que determina quien llegará a ser, no es lo que le ocurre ahora o lo que ocurrió en el pasado. En lugar de esto, la dirección la marca su enfoque sobre esa situación. El sentido y el significado que le damos a cada situación, determina su peso y su efecto sobre nuestra vida.

Enfóquese en su visión, sus sueños y sus metas

Usted le dará permiso para existir el día de mañana, a todo aquello en lo que se concentre el día de hoy. Enfóquese en su visión, sus sueños y sus metas. Enfóquese en el sitio donde quiere estar, no en el lugar de donde proviene. Enfóquese en lo que espera alcanzar y en lo que quiere hacer, no en lo que le falta o en lo que aún no hizo. Enfóquese en su sanidad y no en su enfermedad. Enfóquese en su liberación y no en sus situaciones deprimentes. Enfóquese en lo que tiene y no en lo que perdió. Enfóquese en el talle de los jeans que quiere ponerse y no en los kilos que tiene de más.

Sueñe con lo diferente que puede llegar a ser su vida, luego despiértese y concéntrese en hacerlo realidad para que pueda vivir la vida de sus sueños. Piense en ello sólo lo suficiente como para formular un plan y luego póngale pies para hacerlo realidad. Contémplelo lo suficiente como para que su fe sea la fuerza que lo guíe en su enfoque. Hable sobre ello lo suficiente como para motivarse a la acción.

El enfoque hace que nada pueda sacudir su fe y elimina las distracciones. La concentración es la esencia hacia la disciplina, el precursor del éxito y la prosperidad. Si espera ver algo en su futuro, no se enfoque en el presente. Entrene su mente para enfocarse en lo positivo y siempre tendrá resultados positivos.

Quiero alentarlo con el pasaje de Filipenses 4:7-8: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por último, hermanos, consideren bien (enfóquense) todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio”.

No permita que el enemigo quiebre su concentración. Como le dijo Dios a Abraham, “Te digo que poseerás todo lo que ves”.

Dr. Cindy Trimm

“Prepárate para un despliegue literal de mi gloria en el terreno público”

Por Luke Holter

clip_image002El Señor dijo: “Prepárate para un despliegue literal de mi gloria en el terreno público”. Este es un gran testimonio de la bondad de Dios que vendrá por los medios de comunicación y la industria del entretenimiento. Creo que estos testimonios se utilizarán para proveer oportunidades para que el mundo se maraville ante el poder de Dios. Estos testimonios pueden comenzar en las noticias por personas que, repentinamente, tienen un corazón agradecido por recibir el toque y el poder de Jesús.

Creo que estamos ingresando en un tiempo de grandes señales y maravillas. Los últimos meses estuve estudiando el libro de Lucas y parecía que no podía ir más allá de la historia de la mujer con flujo de sangre. Siento que ahora mismo estamos en la cúspide de una cosecha increíble con señales y maravillas. Estamos en un tiempo kairos de una gran dispensación del poder de Dios, soltándose en las vidas de los perdidos y quebrantados.

Se soltó el poder de Dios

Lucas 8:43-47 dice: “Había entre la gente una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia. ¿Quién me ha tocado? preguntó Jesús. Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo: Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen. No, alguien me ha tocado, replicó Jesús; yo sé que de mí ha salido poder. La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante”.

En esta historia de la mujer con flujo de sangre, vemos a una mujer desesperada que trató de todo para ser sana. Vemos a una mujer que estaba desesperada por un toque. Ella reconoció al Mesías y atravesó la multitud para tocar el borde del manto del Señor. Creyó que Jesús tenía la habilidad para devolverle la plenitud.

Bien, creo que esta es la oportunidad que la Iglesia tiene en este tiempo: Llevar el poder de Cristo hacia el mundo para sanar, liberar y restaurar a todos los desesperados por un toque. Estamos rodeados por un pueblo desamparado y abusado, por eso debemos llenarnos de compasión por aquellos que no se reconciliaron con Dios.

Estaba sentado en mi casa con mi esposa y comencé a meditar en el pasaje de Lucas 8. En ese momento, todo mi corazón se llenó de compasión y el Espíritu Santo comenzó a dialogar conmigo sobre esta historia. El Espíritu Santo me habló lo siguiente: “Estoy llamando a aquellos que tienen problemas y están listos para atravesar la multitud de sus circunstancias hacia el lugar de una verdadera relación con Jesús. Estoy encontrando a aquellos que se apartaron para buscar con desesperación un toque de Jesús. Estoy alcanzando a los perdidos para que puedan llevar un gran testimonio a la Iglesia y al mundo por lo que hice por ellos”.

La mujer con flujo de sangre atravesó la multitud con desesperación para alcanzar y tocar a Jesús. Cuando Jesús sintió que el poder salió de Él, se detuvo y preguntó quién lo había tocado. Existen muchas razones por las que Jesús se detuvo a reconocer a la mujer que lo tocó. Creo que una es porque Jesús quiso restaurarla en público. Si se hubiera sanado en privado, luego la habrían lapidado por sus acciones y por no declararse a sí misma como impura. La otra razón por la que creo que Jesús la llamó al frente, fue para mostrar su gran fe y edificar la fe de otros cuando compartiera su testimonio.

¿Puede ver el desarrollo de esta historia? Ella atravesó la multitud porque creía en Jesús como el Mesías. Luego que su fe operó, fue reconocida ante Dios y los hombres. Cayó de rodillas cuando vio que no se podía esconder. Siento que el Espíritu Santo dice que la mujer cayó de rodillas como un símbolo profético del lugar secreto de oración y luego comenzó a dar su testimonio poderoso para que muchos de los que la vieran se asombraran.

Siento que el Espíritu Santo dice: “Esto es lo que estoy a punto de hacer. Estoy provocando un gran despertar donde los perdidos se encontrarán conmigo con desesperación y llevarán sus testimonios a la Iglesia, los medios de comunicación y el mercado. Muchos serán salvos por el poder de sus testimonios”.

Luke Holter

miércoles, 25 de agosto de 2010

“Los cristianos más saludables desarrollarán una relación con Dios y con sus hermanos”

Por Rick Joyner

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Con frecuencia me preguntan si los cristianos deben asistir a las conferencias, reuniones de avivamiento o seminarios de renovación cuando quieren formar parte del actual mover de Dios. La respuesta es “sí” y “no”. Si quería ser parte de lo que Dios hizo en Pentecostés, debía ir a Jerusalén en el tiempo correcto. El Señor les habló a más de 500 personas para que fueran a Jerusalén a esperar la promesa del Padre, pero solo 120 perseveraron hasta el día de Pentecostés y fueron parte del derramar del Espíritu Santo. El movimiento se desparramó rápidamente, pero recién años más tarde salió de Jerusalén. Los que no esperaron, también se perdieron al Señor por mucho tiempo.

Cuando los que predicaron el evangelio se dispersaron, fue como los que vieron a Cristo resucitado, pero no se quedaron en Jerusalén como Él les dijo que hicieran; recibieron la bendición más tarde. Sin embargo, probablemente tuvieron remordimiento por no haber esperado en Jerusalén para ser parte del nacimiento de la Iglesia. Hay algo hermoso en ser parte de un mover fresco de Dios que de alguna manera puede ser una de las experiencias más maravillosas que podamos tener. Es una gran tragedia tener la oportunidad de estar allí y perdérselo.

Preste atención a los mensajeros y los mensajes del Señor

Como vimos, el Señor se lamentó sobre el juicio que vendría sobre Jerusalén porque no conoció el tiempo de su visitación. Perder una visitación del Señor es una tragedia y a menudo trae juicio porque es una de las peores afrentas hacia Dios, revelando el escaso contacto que tenemos con Él. ¡Qué tragedia sería tener a Jesús predicando en nuestra ciudad y estar tan ocupados con nuestros propios asuntos que no lográramos verlo! Cuando se lamentó sobre Jerusalén, también dijo: “Y les advierto que ya no volverán a verme hasta que digan: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 23:39). Esto significa que desde ese momento, si quisiéramos verlo, sólo podríamos hacerlo a través de aquellos que Él nos envía. Por tanto, nos atañe mucho más oír a sus mensajeros y al mensaje cuando nos hablen.

Conocí a muchas personas que dijeron que su relación personal con el Señor es tan grande que no necesitan congregarse. Me alegro que la vida cristiana más elemental sea buena para ellos, pero inevitablemente son débiles y deficientes en las áreas más importantes de sus vidas, porque dejaron a un lado los elementos más importantes de la comunión. Existe una dinámica donde experimentamos a Dios con los demás que es esencial para una vida espiritual sana. También revela un orgullo fundamental cuando decimos que no necesitamos a los demás en el Cuerpo de Cristo.

También conocí a otros que me dijeron que solo leían la Biblia porque no querían oír a los hombres de Dios. Bien, la Biblia la escribieron los hombres inspirados por Dios y aún son quienes predican el mensaje del Señor. Es correcto ser más devotos de la Biblia que de otros libros o predicadores, pero necesitamos a los maestros que Él nos envió o, como Él mismo dijo, no lo veremos a Él.

Niveles de relaciones

Nuestra relación personal con el Señor siempre debe ser mejor que nuestra comunión con Él cuando estamos con la Iglesia. Sin embargo, nuestra relación corporativa con Dios también es crucial. Los cristianos más saludables se relacionarán con Dios en tres niveles: personal, con la Iglesia local y con el resto del Cuerpo de Cristo.

Estos tres niveles de relación se reflejan en el Tabernáculo. El lugar santísimo, donde estaban el arca de Dios y la presencia manifiesta del Señor, habla de nuestra relación íntima con Dios. Sólo el sumo sacerdote podía entrar allí, sin la compañía de nadie más. Así, la forma más elevada de adoración es nuestra relación personal e íntima con Él. Sin embargo, para llegar allí, debemos atravesar los demás niveles de relación. En el lugar santo, había un grupo que entraba a ministrar el servicio divino, pero aún era un grupo mínimo y bastante íntimo. En el atrio exterior todos podemos estar, porque representa nuestras relaciones con el resto del Cuerpo de Cristo.

También vemos estos tres niveles de adoración en el mandato que tenía la nación de Israel. Tenían su responsabilidad personal y su relación con Jehová, por eso sus reuniones locales con sus tribus y aldeas que crecieron dentro del sistema de la sinagoga. Además tenían el mandato de ir a Jerusalén tres veces al año a adorar a Jehová y celebrar las fiestas con el resto de las tribus de Israel. Si no se reunían con los miembros de su propia tribu, perderían el propósito y la visión de sus propias tribus. Asimismo, si no se reunían con el resto de Israel en Jerusalén, como tenían ordenado, perderían su visión como parte del resto de la nación. Sin embargo, esto nunca suplantó su responsabilidad personal en su relación diaria con Dios.

Asimismo, los cristianos más fuertes y saludables practican estos tres niveles de relación en sus vidas. Debemos desarrollar una relación personal con Dios en la intimidad. Esta es la más elevada y la mejor, pero aún es incompleta y si sólo practicamos este nivel, también estaremos incompletos. Es notorio que el Señor dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo, aún cuando tenía a Dios por compañero. Dios creó al hombre para que lo necesitara a Él, pero también a otras personas. Por eso el Apóstol Juan escribió que no podemos amar a Dios si no amamos a la gente (1 Juan 4:20). Ambas van de la mano y sólo los que desarrollan una relación de intimidad con Dios, inevitablemente tendrán una relación cercana con su pueblo. No puede unirse apropiadamente a la cabeza sin estar correctamente unido al resto del cuerpo.

Grupos cristianos

Debemos desarrollar una relación fuerte con nuestra iglesia local, con un grupo en el cual nos sintamos integrados en nuestro servicio al Señor. Además debemos tener reuniones regulares con el resto del espectro del Cuerpo de Cristo para adorar y mantener nuestra visión en común como miembros del cuerpo. Cuando el Señor comparó a la gente con las ovejas, lo hizo porque la metáfora se relaciona con la naturaleza de las personas en muchas maneras. Así como un rebaño de ovejas que sólo se reproduce hacia dentro y no se cruza con otros se debilita en la siguiente generación, ocurre lo mismo con los cristianos. Las denominaciones, los movimientos y las Iglesias locales aisladas de los demás cristianos, terminarán por debilitarse.

Los pastores o las ovejas que traten de impedirle a su gente que se relacione con otros grupos de cristianos, en el mejor de los casos son malos pastores y pueden llegar a ser falsos. Con la aparición de la televisión cristiana, el internet y las conferencias donde se difunden las grandes obras de Dios, impedirle a un grupo que se relacione con otros cristianos requiere un elevado nivel de control y el uso del temor. Esto inevitablemente terminará por desintegrar o pervertir al grupo. Por esta razón, las Iglesias y movimientos que están creciendo con rapidez siempre son los que promueven el intercambio libre con el resto de la Iglesia.

Siempre debemos recordar que “un cordón de tres dobleces no se rompe fácil” (Eclesiastés 4:12) y determinarnos a ser fuertes en los tres niveles de nuestra relación con Dios. Aquellos que hagan esto, estarán ubicados en el lugar y el tiempo correcto, formando parte de las grandes cosas que Dios está haciendo.

Rick Joyner

“¿Soy suficiente?”

Por Kathi Pelton

clip_image002“Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme. Puso en mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Al ver esto, muchos tuvieron miedo y pusieron su confianza en el Señor” (Salmos 40:1-3).

La roca y las olas

Viviendo en el norte de California, cerca del Océano Pacífico, tengo el privilegio de visitar regularmente la costa. Nuestra línea costera es un poco diferente a la costa sur de California, dotada con playas largas y suaves donde una persona puede caminar por millas. Aquí tenemos pequeñas playas apartadas, oleajes fuertes y acantilados rocosos. Si se sienta en una playa y mira sobre el agua, podrá ver cómo rompen y espuman por encima de las rocas, proyectándose por fuera de la superficie.

Recientemente, mientras estaba sentada y observando una de esas rocas al ser golpeada sin piedad por las olas turbulentas, comencé a pensar en los versos del Salmo 40:1-3: “…puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme…”. ¡Aunque ciertamente estas rocas no se veían como si brindaran seguridad alguna!

En los últimos dos años sentí como si mi vida se hubiera establecido sobre una de estas pequeñas rocas, mientras las olas golpeaban a mi alrededor. Al principio retrocedía y trataba de alejarme de las olas (dejándome desgastada y agitada) pero mientras pasaba el tiempo, me vi con una paz más y más profunda en medio de la tormenta.

Pude ver que mi Roca es segura y ningún daño puede venir en mi contra al mantenerme sobre ella. Muchas veces una gran ola venía sobre mí y me tomaba por sorpresa, haciéndome perder el pie, pero rápidamente recordaba las lecciones que aprendí cuando estaba sobre la Roca y volvía a descansar.

La verdad es que Jesús, nuestra Roca, no es pequeño y puntiagudo. En cambio, aprendí que mi confianza en Él era pequeña y puntiaguda. Parece que cuanto más aprendo a confiar en Él, más se agranda la roca debajo de mis pies, aún hasta el punto donde puedo moverme sin deslizarme. En realidad, la Roca siempre fue espaciosa y segura, pero mi perspectiva de Jesús lo hacía aparecer más pequeño que las olas.

Él terminará su obra en usted

Los últimos dos años de mi vida fueron de aprendizaje acerca de la confianza. Hasta donde podía comprender, creía que confiaba en el Señor antes de este tiempo. Pero el Señor quería llevarme hacia el lugar donde mi confianza fuera inamovible, hasta el punto de no ser sacudida por las tormentas y las olas que trae la vida. No arribé al lugar que Él preparó para mí, pero confío que Él completará la obra que comenzó en mi vida.

“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6).

Me anima saber que Dios no comienza una obra en mí, sino hasta haberla completado. Aprender a confiar no sucede en una noche porque requiere tiempo. Vivimos en un mundo caído y aprender a confiar tiene sus desafíos. Fuimos criados por padres imperfectos, tenemos relaciones imperfectas, nunca tuvimos un día perfecto y la mayoría de nosotros fuimos heridos por personas en quienes confiábamos.

Confiar en Dios, aunque sepamos que es perfecto en todos sus caminos, toma tiempo. Tenemos reacciones naturales ante las situaciones, el trauma, las relaciones y la vida que influyen en nuestra relación con Dios. Aunque anhelamos confiar en Dios, vencer los temores por las experiencias del pasado o circunstancias naturales, puede ser difícil. Primero aprendemos a caminar conforme a lo que vemos y sentimos, pero ahora estamos aprendiendo a caminar por el Espíritu Santo, a menudo tenemos que ignorar lo que vemos y sentimos con nuestros ojos naturales y nuestras emociones.

Dios no nos promete que no sufriremos

Nuestra dificultad es que Dios no nos promete la ausencia de sufrimientos. De hecho, nos promete lo opuesto. Aunque experimentaremos algunos sufrimientos en esta vida, somos confortados por la promesa que su Espíritu estará siempre con nosotros, nunca estaremos solos y seremos siempre amados. ¡Ni siquiera la muerte puede separarnos de ello!

Fuimos establecidos sobre esta Roca en medio de una vida turbulenta que siempre se está sacudiendo y cambiando, allí es donde aprendemos a confiar. Sin embargo, nuestros espíritus saben que la Roca sobre la cual vivimos es mucho más amplia y segura que el mar embravecido que nos rodea, aunque nuestros ojos y nuestras emociones a veces nos hagan creer lo opuesto, haciéndonos sentir que Dios es pequeño y temer que la tormenta nos arrastrará hacia el mar.

En mis años de juventud, a menudo esperaba que Dios detuviera las circunstancias para poder vivir mi vida protegida del dolor o la oposición. (¡Esto sólo llegará cuando se manifiesten el Cielo nuevo y la Tierra nueva!). Pero mientras crecía con los años, aprendí que Dios esperaba pacientemente que aprendiera a confiar en Él en medio de las olas de la vida. Aquí es donde la obra que Él comenzó en nosotros se perfecciona y madura hasta el día de Cristo.

“Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace” (Santiago 1:2-8)

Confiando en Él con nuestro dolor

Sean dificultades en nuestras relaciones, necesidades financieras, pérdidas o enfermedades, Dios siempre es confiable. La mayoría de las pruebas que enfrentamos son de “duda e incredulidad”. Estas son pruebas auto infligidas debido a la reacción causada por temer que “Él no vendrá a ayudarme”.

Es raro que Dios responda o se manifieste como lo esperamos, pero sus caminos son siempre buenos y rectos. Si sólo pudiera no irritarme, preocuparme o perder el control para tomar la postura de descanso y confianza; ¡cuán fácil sería la vida!

Aún cuando nos enfrentamos a nuestros propios temores, es allí donde entramos en un nuevo nivel de confianza. Aquí es donde aprendemos a confiar en Dios con nuestro dolor. La naturaleza del dolor es lo que hiere, ¡a menudo lo hace muy mal! Confiar en Dios con nuestro dolor, aún cuando Él podía haberlo evitado, pero no lo hizo; puede ser muy difícil. Debemos recordar que Dios no hace que ocurran las cosas malas. Los problemas vienen porque vivimos en un mundo caído, pero Dios es el sanador de nuestro dolor y de nuestros corazones quebrantados.

“El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas” (Salmo 34:18-19)

La ganancia de conocerlo a Él

Recientemente hablaba con alguien que enfrentó muchas situaciones dolorosas en su vida. Su dolor era muy profundo y, aunque amaba grandemente al Señor, le resultaba muy difícil ver más allá de su dolor porque las cuestiones de su vida se definían por las “pérdidas”. Cuando comencé a evaluar mi conversación con él, me di cuenta que en Cristo las pérdidas y las ganancias son muy diferentes a las de aquellos que no viven en Él.

Filipenses 3:7-11 establece:

“Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo y encontrarme unido a él. No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe. Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte. Así espero alcanzar la resurrección de entre los muertos”.

¿Qué pérdidas se pueden comparar con las ganancias de conocerlo a Él y ser hallados en Él? Esto no significa que no sentiremos dolor cuando lleguen las pérdidas, pero siempre podremos encontrar confort en la verdadera perspectiva porque más allá de todo, tenemos la gran ganancia de conocerlo a Él. Nada puede quitarnos esto… ¡nada ni nadie!

Confiar en Él con su dolor

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero! Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:32-39)

Aquí es donde ponemos nuestra esperanza y confianza en los tiempos de dolor. El amor de Dios nos guiará a lo largo de esta vida, aún durante tiempos de dolor. Podemos confiar en Él con nuestro dolor porque ningún dolor puede separarnos de su amor. Nos encontrará en los sitios más dolorosos para confortarnos con su amor. Personalmente encuentro su amor más cercano en los tiempos más dolorosos. Es como si nos envolviera con su amor para mantenernos cerca. Si se encuentra en un momento doloroso justo ahora, permita que lo envuelva con su amor para confortarlo. Está muy cerca de su vida.

Independencia o dependencia

Dios me estuvo hablando mucho en este último tiempo acerca del tema de la “independencia vs dependencia”. Lo experimenté tanto personalmente como en las vidas de otros, mientras tratábamos de controlar situaciones potencialmente dolorosas antes que ocurran. Al pedirle sabiduría al Señor sobre por qué caíamos tan rápido en un “modo predeterminado” para tratar de controlar el desenlace de nuestras vidas y relaciones. Me respondió rápidamente: “Es porque tu demandas independencia en lugar de abrazar la dependencia”.

En nuestro temor que Dios no puede ser suficiente o no nos dará el resultado que deseamos en las situaciones de nuestra vida, rápidamente abandonamos nuestra postura de dependencia (confianza e intimidad), para correr hacia la independencia (control).

Le pedí al Señor que cambiara mi “modo predeterminado” para poder abrazar rápidamente la dependencia cuando la vida y las relaciones son inseguras y evocan temores personales. Estamos aprendiendo a vivir en el temor del Señor, en lugar de hacerlo en el temor al dolor. La independencia simplemente nos introduce en un lugar donde trataremos de “controlar y manipular”, mientras que la dependencia nos introduce en la “relación, la intimidad y la confianza”.

“Así que podemos decir con toda confianza: El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?” (Hebreos 13:6)

Las palabras que el Señor les habló a los hijos de Israel por medio de Moisés antes de cruzar el río Jordán, continúan siendo verdaderas mientras cruzamos el río de la independencia hacia la tierra de la dependencia:

“El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (Deuteronomio 31:8)

¿Soy suficiente?

Unos de nuestros mejores amigos nos compartió una pregunta que le hizo el Señor: “¿Soy suficiente?”. Su respuesta inicial fue: “Por supuesto, Señor”. Pero mientras se desarrollaba el día, comenzó a ser desafiado por todas partes y encontró que a pesar de creer que el Señor es suficiente, su vida no lo reflejaba. Esta pregunta realmente me desafió también.

¿Vivo como si el Señor es suficiente? Algunas veces sí y creo en mi corazón que lo es… pero en realidad no lo reflejo como un estilo de vida. A menudo me encuentro a mí misma intranquila si no hago algo o no tengo algo que deseo. Me siento aburrida e intranquila, buscando cosas que me llenen. Realmente puedo decir como Pablo:

“No digo esto porque esté necesitado, pues he aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11-13)

¿Confiamos en la suficiencia del Señor cuando falla todo lo demás? Dios anhela que su pueblo pueda entrar en una relación de dependencia como la de su Hijo cuando caminó por la tierra. Este es el sitio donde Él nos provee todo lo que necesitamos. No llegué hasta este punto, pero por fe continuaré permitiendo que Él me lleve hacia allá hasta que mi independencia le deje paso a la dependencia.

Existe una Roca en la cual podemos confiar, depender y pararnos para enfrentar los tiempos de dolor. Él nunca cambia y nunca rehúsa su amor. ¡Él es fiel, verdadero y siempre suficiente! Nos invita hacia el terreno de la dependencia donde podemos comer del fruto de la intimidad y saborear la generosidad de su amor.

Ore esta oración conmigo:

“Padre, quiero responder al anhelo de tu corazón entrando en una verdadera dependencia contigo. Quiero vivir en la unidad donde Tú compartes como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Perdóname y libérame de mis caminos de independencia. Quiero abrazar rápidamente la dependencia y confiar tanto en tiempos de gozo como en tiempos de dolor. Guíame hacia el sito donde confío en ti para liberarme de los vientos de la duda que alimentan una mentalidad dividida. Quiero vivir lo que creo y quiero vivir en la verdad que Tú eres suficiente. Gracias por tu paciencia hacia mí y porque cumplirás la obra que comenzaste en mí. Te amo, amén”.

Kathi Pelton

martes, 17 de agosto de 2010

“¿Qué tiene que ver el amor de Dios con esto?”

Por Cindy Trimm

clip_image0011 Corintios 13:1-8 dice: “Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá” (lea el resto de 1 Corintios 13).

En este capítulo, descubrimos que el amor es un verbo que requiere iniciativa, integridad y un interés en alguien más que nosotros mismos. El amor no se centra en sí mismo, no es egoísta ni absorbente. El amor da de corazón y requiere una intencionalidad inteligente, no emocional. El amor es ocuparse positivamente de los demás. Algunos dicen que la fe hace que todas las cosas sean posibles, pero el amor las facilita. Donde existe el amor, no sólo hallará cosas buenas, también hallará a Dios, porque Él es amor.

En mis momentos más reflexivos, llegué a la conclusión que cada uno de nosotros anhela hacer algo grande. Queremos implementar algo tan extraordinario que cambiará positivamente el curso de nuestro destino, haciendo una diferencia en este mundo para que sea un lugar mejor para las generaciones futuras. Ocasionalmente, las noticias de los periódicos registran las hazañas heroicas o descubren a una persona con talentos superiores que alcanza algún logro. La extravagancia describe los shows de los premios anuales que se reúnen para reconocer al mejor actor, cantante, músico, reina de belleza o atleta del año. Porque se considera a estos individuos como grandiosos.

Pero estos encabezados de los medios palidecen ante los héroes desinteresados quienes, todos los días, se preocupan por los indigentes, alimentan a los hambrientos, visitan a los enfermos o los postrados para edificarlos, amarlos, llenarlos de esperanza, ayudarlos, proveerles lo necesario o amarlos. Aman y cuidan como Cristo amó, incondicionalmente, desinteresadamente y sin esperar recompensas, recomendaciones o promociones. Actúan desde sus corazones. Esta clase de acciones, a menudo desapercibidas, son nada menos que las que merecen reconocimiento y honra. Prueban que el amor auténtico es un verbo que se viste de servicio hacia la humanidad. Jesús dijo en Mateo 20:26: “Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor…”. Debemos demostrar compasión hacia aquellos que nunca podrán devolvernos el favor.

Caridad en nuestro corazón

Mi compás moral, la Biblia, establece que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Este es uno de los mandamientos más repetitivos de la Escritura. Amar a nuestros enemigos es lo opuesto a centrarnos en nosotros mismos. Actuar con amor divino, demuestra que es posible que los seres humanos sean desprendidos. Demuestra que vivir en un mundo apacible y amoroso, es posible. El amor es la caridad cargada de diamantes, demostrando compasión, piedad y una preocupación positiva por toda la creación de Dios que no se puede ignorar, negar o destruir.

El amor es filantrópico, una palabra derivada del griego “philos” (amor) y “antrophos” (hombre), traduciéndose como “hombre amoroso”. Cada ser humano tiene la capacidad de ser un filántropo. Aún cuando Jesús habló su mandamiento hace más de dos mil años, sigue válido y necesario en nuestros días. En un tiempo cuando los fundamentos de la familia se sacuden por el crimen, la guerra, las enfermedades o los desastres que ocurren a diario; debemos demostrar amor hacia nuestros enemigos de una manera práctica.

La caridad es más que sólo darles dinero o cosas a los pobres e indigentes. Es dar de nosotros mismos, nuestro corazón, tiempo, talentos, experiencia y habilidades.

Bob Hope dijo: “Si no tiene una caridad en su corazón, tiene la peor enfermedad cardíaca sobre la tierra”. Creo que todos nuestros problemas terrenales son condiciones del corazón. El mundo está sufriendo un ataque cardíaco masivo. Sin embargo, el amor es el desfibrilador de esperanza, sanidad y vida abundante. Restaura el ritmo cardíaco de un mundo vibrante justo, seguro y dinámico. El amor es poderoso, perseverante y eterno. El amor nunca falla, conquista todo. Aunque es la virtud humana menos conquistable. Hay tres cosas que duran para siempre: “La fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de todas es el amor”.

Etienne deGrellet dijo: “Pasaré por este mundo una sola vez. Cualquier cosa buena que pueda hacer o cualquier cosa en la que pueda ayudar a otro ser humano, permítanme hacerla ahora. No voy a postergarla o ignorarla, porque no volveré a pasar por este camino otra vez”.

Helen Hayes dijo: “Disfrutamos las noticias de nuestros héroes, olvidándonos que también somos extraordinarios para alguien más”.

¿Quién es su prójimo?

Lucas 10:25-37 dice: “En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús replicó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú? Como respuesta el hombre citó: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Bien contestado, le dijo Jesús. Haz eso y vivirás. Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Jesús respondió: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. Cuídemelo, le dijo, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva. ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El que se compadeció de él, contestó el experto en la ley. Anda entonces y haz tú lo mismo, concluyó Jesús”.

¿Quién es su prójimo? Cuando a Jesús le preguntaron quién era su prójimo, respondió contando la historia del Buen Samaritano que ayudó a un extraño en problemas al costado del camino. Luego, en el verso 37, Jesús le dijo al hombre que fuera e hiciera como el Buen Samaritano, ayudando a los que no podían hacerlo por sí mismos o estaban en crisis. Un vecino es alguien cercano a nosotros. Amar a su prójimo es parte del plan de Dios para sanar al mundo, comenzando por una persona y una comunidad a la vez. Nuestro amor demuestra cómo es Dios y su Reino.

Mateo 5:16 establece: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”. La luz no es la ausencia de oscuridad, es la ausencia de maldad, ignorancia y todo lo que sofoca nuestra semejanza de Dios.

La Biblia nos enseña que aquellos que tienen el sentir, las riquezas y los recursos para hacer todo el bien que pueden, deben ayudar a todos, recordándole al rico que sea generoso y comparta lo que tiene (1 Timoteo 6:17-19). También establece que nuestro amor no debe ser sólo palabras vacías, debe ser verdadero y respaldado por acciones concretas (1 Juan 3:17-19). Este amor viene de Dios, quien demostró su cuidado y preocupación por el mundo herido al entregar lo más preciado y valioso para Él: su Hijo, Jesucristo.

La reconstrucción y el desarrollo de la comunidad se trata de esto: gente ayudando gente. Sin lugar a dudas, enfrentamos algunos de los mayores desafíos registrados en la historia. Pero la sabiduría y la historia de nuestro pasado me dicen que cuando la humanidad trabaja unida para resolver sus problemas, no sólo los pueden trascender, puede cambiar el destino de la humanidad. Debemos concentrarnos en los esfuerzos para continuar elevando el nivel de concientización sobre cómo un individuo puede hacer diferencia enorme, contribuyendo para que este mundo sea un lugar mejor para la humanidad y un lugar más seguro donde vivir. Con el esfuerzo concertado de individuos que se comprometen a hacer un acto por alguien que no se los puede devolver, sin importar si es pequeño o insignificante, podemos rescatar a comunidades enteras para llevarlas desde:

• La discordia hacia la armonía

• El conflicto hacia la cooperación

• La guerra hacia la paz

Así como dice el principio bíblico, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, podemos generar cambios globales positivos. ¡Todos podemos hacerlo!

Tiempo, talento y tesoro

Tres de las cosas más valiosas que una persona le puede dar a otra son: tiempo, talentos y tesoros. Aún si la persona no tiene los ingresos disponibles, dar su tiempo y su talento o sus habilidades y experiencias, consejo o compasión, pueden marcar la diferencia. Visitar a los ancianos, leerles una historia a los niños hospitalizados, organizar jornadas de limpieza en la comunidad, entregarle ropa a una mujer que sale de la cárcel y se está insertando en el mercado laboral, reciclar o levantar fondos para ayudar a las escuelas en crisis; refleja que el amor sin acciones es mera imaginación.

Todos tratan de dar sentido desde sus vidas. Están buscando respuestas, apoyo emocional y alivio. A veces su búsqueda los lleva hacia relaciones y situaciones donde no tienen todos los elementos para dar alivio y brindar soluciones. La tragedia es que tratan de darle a la gente lo que sólo Dios está en capacidad de entregar. Esta gente termina desalentada, deprimida, abatida y sintiéndose traicionada, con sus expectativas frustradas y sus esfuerzos diluidos. Existe demasiada gente que, a pesar del estado de este mundo, van más allá de su seguridad para ayudar a otros. Están conformando organizaciones sin fines de lucro, grupos de vigilancia vecinal e instituciones de base para tratar las condiciones actuales y los problemas que estamos enfrentando globalmente.

Debemos ayudar a la gente que realmente lo necesita y tener cuidado de no transformarnos en una fuente de subsidios.

Mateo 25:37-40 dice: “… Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos? El Rey les responderá: Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”.

Hay algunas cosas prácticas que puede hacer. Comience por amar a su prójimo como a sí mismo. El amor les brinda a otras personas sentido de:

• Valor

• Pertenencia

• Propósito

• Dignidad

• Esperanza

• Confianza

Alcanzar a alguien más hace esto por ellos. Es como tocar el alma con una porción de Cielo.

En segundo lugar, ore por ellos y pídale a Dios que le imparta inspiración, capacidad, coraje y oportunidades para hacer de este mundo un lugar mejor. Si realmente ama a su prójimo, lo primero que debe hacer es orar por ellos. Como ser humano, está limitado en los recursos que puede emplear para ayudar a su prójimo, pero los recursos de Dios son ilimitados. Lo más grande que puede hacer por su prójimo es orar seriamente por ellos.

Dios puede hacer más por su prójimo en un minuto que lo que usted puede hacer en toda su vida. A través de nuestros pedidos de oración, Dios nos da más autoridad para trabajar en las vidas de nuestro prójimo.

Oración de San Francisco:

Señor, hazme un canal para tu paz,

Que pueda darle amor al aborrecido,

Que donde haya odio, pueda llevar el espíritu de perdón,

Que donde hay duda, pueda llevar fe,

Que donde haya desánimo, pueda llevar esperanza,

Y donde haya sombras, pueda llevar la luz,

Que donde haya tristeza, pueda llevar gozo,

Señor, que pueda confortar a otros, en lugar de ser confortado,

A entender, en lugar de ser comprendido,

A amar, en lugar de ser amado,

Porque es por dar que recibimos,

Es por perdonar que encontramos,

Es por perdonar que somos perdonados,

Es por morir que resucitamos a la vida eterna.

Amén

San Francisco de Asís

En tercer lugar, debemos hacer de las buenas obras un hábito diario. Cada día debemos hacer una obra de bien y cuando alguien haga algo bueno por usted, reconózcalo. Comprométase a encontrar a otra persona y más allá de recompensarla con una buena acción, encuentre a otra y ayúdela. El verdadero amor se entrega sin reservas, sin pedir o demandar nada a cambio. Sólo por conocer a alguien, no es garantía que siempre los amará. Así también, sólo porque no conoce a alguien, no significa que no lo pueda amar sinceramente. Todos oímos del amor a primera vista.

Nadie puede amar a un completo extraño. Por eso abrir el corazón ante un extraño requiere tiempo. Nunca se sabe cómo una pincelada de amor incondicional puede cambiar el destino de una persona. Quién sabe, quizá una simple sonrisa podría impedir que alguien se quite la vida. Sólo se necesita una chispa para encender un fuego. La chispa puede ser un acto de amor, extender una mano o una carta de ánimo.

Henry Wadsworth Longfellow dijo: “Ningún hombre es tan pobre como para no tener nada para dar. Aprenda a dar de lo que tiene. Para otros, puede ser mucho mejor de lo que piensa”.

La Madre Teresa dijo: “Podemos sentir que lo que hacemos es una gota de agua en el océano. Pero el océano será más pequeño por causa de esa gota de agua”.

En cuarto lugar, decida hacer una diferencia. Una persona puede hacer la diferencia. Hay un poema que dice:

Una vida

Una canción puede contar una historia

Una acción puede despertar un sueño

Una semilla puede comenzar un bosque

Un pájaro puede ser embajador de la primavera

Una sonrisa puede comenzar una amistad

Un amigo puede aliviar un alma

Una estrella puede guiar a un barco en el mar

Un barco puede llevarlo hacia su casa

Una voz puede hablar con coraje

Un corazón puede conocer lo que es verdad

Una vida puede hacer la diferencia

¡Una vida te pertenece!

Una mano comienza una cadena de amor

La cadena de amor puede cambiar una nación

Una vela puede iluminar una habitación

El amor de Aquel puede encender una esperanza

Una esperanza puede conquistar las tinieblas

Un paso da comienzo a un viaje

Una palabra da comienzo a una oración

Una oración puede sanar un espíritu

Un toque puede demostrarle cariño

Una voz puede hablar con coraje

Un corazón puede conocer la verdad

Una vida puede hacer la diferencia

¡Una vida te pertenece!

Autor anónimo

Cada vez que haga el bien, eso siempre regresará hacia usted. La Biblia establece que “cualquier cosa buena que hagamos, recibiremos lo mismo del Señor…”. Todos sabemos que las manos del Señor son mucho más grandes que las nuestras. Para el mundo puede parecer una persona, pero para otra persona, usted puede parecer el mundo. ¡Comparta amor esta semana! “¿Qué tiene que ver el amor con eso?”. Más allá de ser un mandato de Dios y el mayor don, el amor tiene que ver con todo.

Juan 3:16 dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

Dr. Cindy Trimm

“Nuestra misión: Amar”

Por Victoria Boyson

clip_image002Juan 15:14-15 dice: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes”. Jesús quiere que seamos sus amigos.

Amo ser su amiga, porque es el mayor privilegio y gozo que tengo en la vida. Él es mi gozo y lo amo más que lo que puedo describir con palabras. Lo amo y quiero que otros lo conozcan igual que yo, para que puedan sentir su amor por ellos y no sólo desearlo, sino que realmente puedan sentirlo. El Señor me habló y dijo que este sería el año donde comenzaría una intimidad increíble con los suyos, sería una luna de miel con su pueblo.

Me da mucho placer cuando los hijos de Dios comienzan a darse cuenta de su amor por ellos y encuentran el gozo de la intimidad con Él. Tiene tanto amor para darnos y sólo quiere amarnos para que formemos parte de su familia.

Nuestra necesidad de Él

Una noche lo necesitaba desesperadamente. Me sentía sola en mi espíritu y lo necesitaba a Él. Repentinamente, sentí su presencia junto a mí y en mi espíritu, supe que estaba allí sólo para mí y yo estaba sólo para Él. Luego tuve la experiencia espiritual más intensa de mi vida y me abrumó por completo. Todo lo que podía hacer era llorar. Lo amo tanto y mi relación con Él es más real que cualquier otra que pueda desarrollar en la Tierra.

El amor que siento por Él me impulsa a ayudar a otros para que conozcan verdaderamente su amor. Hay tanto en esta vida insoportablemente difícil. Sin Dios, es mucho más difícil, es casi imposible para algunos. Pero su amor libera, consuela a los solitarios y sana a los enfermos. La vida es dura, pero sin Él es mucho peor.

Es fácil endurecer nuestro corazón cuando fuimos heridos, encerrándonos en la ira, el temor y el dolor, aún en contra de Dios. Pero escapar de Dios no es la solución. Él comprende nuestro dolor y nos ama, aún cuando estemos enojados con Él. A veces, podemos concentrarnos en perdonar a toda la gente que nos hirió en la vida y aún así, sin darnos cuenta y aunque Dios no nos hizo nada, conservamos un sentimiento de falta de perdón hacia Él.

Dios quiere que deje ir a su dolor, su soledad y su angustia, entregándoselos a Él. Cuando nos negamos a dejar ir las ofensas, pueden alejarnos de Él. Vivir separados de Dios abre nuestro corazón a las profundidades de las tinieblas explotadas por el enemigo. Es un lugar terrible. En las tinieblas podemos terminar haciendo cosas que jamás haríamos en la luz. Es fácil ser golpeado por lo que no podemos ver con claridad, porque las tinieblas nos cegaron y nos engañaron.

Aún así, si queremos ver un pequeño rayo de luz a través del amor de Dios, nuestra conciencia es capaz de volver a sentir. Las tinieblas se expondrán rápidamente, liberándonos de nuestro temor a la luz de Dios por medio de la seguridad de su amor.

Dios siempre nos amó, aún si lo odiamos o rechazamos. Por medio de su amor, podemos conocer que cuando rechazamos creer en Él, aún sigue creyendo en nosotros. Hubo una gran cantidad de errores cometidos en contra del Señor por aquellos que lo aman, aún así, sigue teniendo esperanza por nosotros porque no puede dejar de amar a su creación.

Conoce su corazón y las cosas que le provocaron el dolor, cegándolo y arrastrándolo hacia las tinieblas. El Señor quiere que sepa que sin importar cuán lejos lo empuje o lo odie, sin importar cuánto lo insulte, sin importar cuánto trate de olvidarlo, nunca dejará de amarlo. No puede dejar de hacerlo.

El amor de Dios por los perdidos

Descubrí dos películas que se estrenaron en Enero del 2010, mostrando a Dios como cruel, odioso y aún violento. Una se llama Legión y la otra Creación (la historia de Charles Darwin). Legión es la historia de un grupo de personas que pelean contra Dios y ganan, mientras Él se alimenta de la humanidad y quiere destruirla.

Cuando oí por primera vez acerca de estas películas, me sentí aturdida y asombrada. Luego este sentimiento se transformó en pena. Pensé, “¿fallamos en mostrarle al mundo la verdadera naturaleza de Dios?”.

El resumen de la película Legión, ilustra a Dios como alguien tan lleno de odio y tan cansado de nuestro pecado que decidió que ya no valíamos la pena para Él. Por tanto, busca nuestra destrucción. Es como si representaran el pasaje de Apocalipsis 19:19: “Entonces vi a la bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos, reunidos para hacer guerra contra el jinete (Jesús) de aquel caballo y contra su ejército”. Pero con un final cambiado. En esencia, el mensaje de la película es: Dios no nos ama más y no le importa nada de nosotros, entonces nos vemos forzados a unirnos a los ángeles caídos y rebelarnos contra Él.

Vemos que esta guerra invisible en la que estamos peleando no es sobre la existencia de Dios (hay que creer en Él para hacer una película sobre Él), sino sobre su naturaleza. ¿Dios es amor o es un Creador lleno de odio que sólo quiere dominarnos?

Esto aclara mucho más nuestra misión: mostrarle al mundo cuánto los ama Dios.

Le pedí al Señor que me mostrara algo que le probara su amor a la humanidad. Inmediatamente, me mostró el arca que construyó Noé. Sí, desató un diluvio sobre la tierra por la intensidad de la perversión, pero hizo una provisión para la humanidad. Tuvo que inundar la tierra para rescatar al hombre de la perversión en la que estaba sumergido.

Si los perdidos pudieran sentir su amor por ellos, aún por unos momentos, sabrían que hay una vida mejor de la que experimentaron. Sienten el vacío en su alma, por eso tratan de escaparse de Dios. El pecado los atrapó y trató de devorarlos. Sienten la culpa del pecado, lo admitan o no, porque el enemigo explotó las tinieblas en las que se encuentran para alimentar una rebelión en contra de Dios. Realmente no necesitan más condenación, necesitan libertad por medio de Cristo.

De hecho, los perdidos pueden no darse cuenta que están pecando, pero sienten las tinieblas de la separación de Dios. Jesucristo no vino a la tierra para condenarlos, sino para salvarlos (Juan 3:17). Vino para libertar a los hombres de la esclavitud.

Dios no está lleno de ira y disgustado por su creación. Nunca se dio por vencido. Aún en las tinieblas de nuestro pecado, no dejó de amarnos. Por eso nuestro pecado le causa tanto dolor a Dios, porque Él no puede dejar de amarnos, aún en medio de nuestro pecado.

Él odia el pecado por el efecto que tiene sobre su creación. Le provoca un dolor mucho mayor ver a aquellos que creó, cayendo en el pecado que los dañará y anulará sus vidas, apartándolos de Él. No, a pesar de todo el dolor que pueda causarle, Dios no dejará de amar al mundo ni dejará de tratar de salvarlo.

Juan 3:16 dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

De tal manera, amó, amó. Dios amó tanto aún al peor pecador, que entregó a su Hijo para salvarlo. Sí, existe una redención para cada pecador que se arrepiente.

En Alemania, luego del holocausto del pueblo Judío en la Segunda Guerra Mundial, ¿cómo reaccionó Dios hacia aquellos que trataron de aniquilarlos? Rescató al pueblo Judío y les devolvió su nación, pero su amor fue más allá de pensar en las víctimas de esa gran maldad. El amor de Dios continúa buscando a aquellos que aplicaron semejante maldad. Envió su amor sobre Alemania para ministrar y salvar a los que perpetraron esas atrocidades en contra de su pueblo y aún lo sigue haciendo. Su corazón se duele por los perdidos en tinieblas quienes, cegados por el pecado, tratan de oscurecer por completo a la niña de los ojos del Señor (Zacarías 2:8).

Dios nos envió por sus hijos heridos por la guerra, los que fueron victimizados por la crueldad de sus enemigos, pero también por los que se encuentran atrapados en una red de tanta maldad que no ven nada de luz. Su amor vio lo que unos pocos pudieron hacer. Vio una maldad increíble que atrapaba sus corazones y peleó por redimirlos de ella. Una vez más, hay redención para todos los que se arrepienten.

Entréguese al amor de Dios

Dios envió a su Hijo a buscar y salvar a los que perdieron su camino. A través de esto, el mundo conocerá su amor. Se darán cuenta que nuestro clamor por misericordia hacia ellos es real. ¿Puede nuestro amor ir más allá del juicio y clamar por la misericordia del Señor?

En Juan 8:1-11, los Fariseos le llevaron a Jesús a una mujer atrapada en el acto de adulterio. Pero Él se negó a juzgarla. En lugar de ello, acusó a sus acusadores. Todos tienen una historia que explica por qué tomaron esas decisiones, qué los llevó hasta ese punto o qué los metió en ese camino. Dios sabe todo lo que atravesaron y qué los hizo ser así. Pero más allá de eso, se comprometió a amarlos porque sólo Él puede verlos correctamente. Él nos ve como somos en verdad y a través de los ojos del amor.

Estamos llamados a amar como Dios nos amó. Y dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura” (Marcos 16:15). Las buenas nuevas dicen que obtuvo libertad para nosotros, redimiéndonos de la maldición y las ataduras del pecado. Satanás conspiró para torcer la manera que tiene el mundo de ver a Dios, haciéndolos creer que es frío e indolente. El diablo está desesperado por impedirnos experimentar el amor de Dios. El enemigo pelea en contra de la verdadera libertad que sólo podemos hallar en Cristo. Trata de pervertir la mente de la gente haciéndolos sentir que es Dios, cuando en realidad está hablando el enemigo.

Para todos aquellos que amamos a Dios, nuestra misión es clara: debemos mostrarle al mundo por cada medio posible que Dios los ama verdaderamente. Conocerán el amor de Dios cuando los amemos a ellos. Conocerán el amor de Dios por medio del perdón y la misericordia.

Es muy común que los cristianos caigan en una mentalidad farisaica para destruir a los pecadores. En realidad, eso es lo que satanás quiere que hagamos. Su plan es hacer que los perdidos se pongan en contra nuestra, nos hieran y nos persigan para que los odiemos. Él sabe que si golpeamos con ira y condenación, la gente se alejará de nosotros tan rápido como puedan, perdiendo la oportunidad de demostrarles el amor y la misericordia de Dios.

Así trabaja el enemigo para tratar de hacernos odiar a aquellos a quienes estamos llamados a alcanzar. Cuando hacemos esto, usará su desconfianza en contra nuestra para que entiendan mal a Dios.

Esta es nuestra guerra: aferrarnos al amor incondicional de Dios. Sólo podremos ser verdaderamente victoriosos si conocemos el amor de Dios por nosotros mismos. De hecho, cuando experimentamos el poder cautivador de su amor incondicional, nos sentimos impulsados a perdonar y soltar a aquellos que nos hirieron para poder amarlos.

Nuestra batalla es recordar que Dios amó de tal manera al mundo que entregó a su único Hijo para salvarlos. Cada ofensa es una oportunidad para un milagro de su gracia.

La abundancia de pecado en este tiempo no debe asombrarnos, porque: “Donde abunda el pecado, sobreabundará la gracia” (Romanos 5:20). En medio de una gran oscuridad, la luz de Cristo brillará mucho más a través de nosotros en un mundo en desesperación.

Victoria Boyson

domingo, 8 de agosto de 2010

“¡Todavía no viste nada!”

Por Mahesh y Bonnie Chavda

clip_image002Efesios 5:14 dice: “… porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso se dice: Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos y te alumbrará Cristo”.

Estamos en un tiempo fresco de avivamiento. La gente está comenzando a experimentar hambre y sed por Dios de una manera diferente. La gente por todas partes está encontrando a Dios como nunca antes. Hace poco fuimos testigos de personas que comenzaron a pensar diferente al pasado, quizá aún más allá de lo que pensaron antes. Dios prometió que derramará de su Espíritu sobre toda carne (Joel 2:28-29).

El Espíritu Santo está en el centro de todo negocio de Dios, porque interactúa con nosotros y el mundo. Nos estamos despertando para reconocer la importancia de nuestra relación personal con el Espíritu Santo, mucho más que en tiempos pasados. Nuestros ojos y oídos espirituales se están abriendo. Estamos comenzando a verlo a Él con mayor claridad y a hacerlo a través del Espíritu. Algo sobrenatural se está moviendo. Estamos oyendo lo que Dios quiere y todo lo que espera para nosotros es a través de su Espíritu. Este despertar no es sólo para el beneficio individual. Este despertar es la restauración de la presencia de los cristianos en nuestro mundo como sal y luz. Estamos destinados a ser vasos de la palabra viva para otros. Somos los mensajeros del Señor.

Isaías 61:1-2 dice: “El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo”.

El Espíritu nos ungió con el mensaje de las Buenas Nuevas del Padre para la gente que nos rodea, aunque ahora puedan estar en tinieblas o sufriendo opresión espiritual. Dios está restaurando la mano extendida de su poder, en y a través del Cuerpo de Cristo. Está ocurriendo ahora y te está ocurriendo a ti. Estamos ungidos. Es su unción. Depositó en cada uno de nosotros el aceite de su presencia para demostrar el poder del Evangelio acompañado por milagros de sanidad y liberaciones. Todos los que conocen su presencia son portadores de milagros.

“¡Todavía no viste nada!”

A mí me gusta cazar. Una tarde regresaba de cazar gansos. Sólo atrapamos un par de gansos y el Señor me dijo: “Aún no viste nada”. Repentinamente, caí en un trance y pude ver millones de gansos y patos volando hacia mí. Pregunté, “¿Qué es esto?”. El Señor me respondió: “Esta es la cosecha. ¡Aún no viste nada!”.

Hasta ahora vimos uno, dos, tres, cuatro, 50 o 60 entrando en el Reino al mismo tiempo. Pero ahora el Señor dice: “Estoy trayendo la lluvia tardía. Clama por la lluvia. Los suelos machacados serán llenos y los odres rebozarán con gozo”. Aún no vimos nada comparable con lo que Él está a punto de hacer.

Dios quiere darnos visión para la cosecha mundial y revelarnos el rol que cada uno de nosotros desarrollaremos para cumplir esa visión. Es un despertar. Levanta tus ojos. Miremos más allá de nosotros mismos y no sólo desde nuestra situación personal. Los campos de almas que nos rodean están listos para la cosecha. El corazón de Dios se está volviendo por aquellos por quienes vino y murió. ¡La gente es su verdadero tesoro! Somos sus cazadores de tesoros.

Juan 3:16 dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Él vino, se entregó y se sacrificó personalmente para crear una nueva relación, ¡directamente con el Dios Todopoderoso!

Este despertar está creando una comprensión fresca del valor de un alma para Dios. Está cambiando nuestro sistema de valores hacia el de Él. Cada uno de nosotros debemos hacer un compromiso fresco hoy para estar disponibles para compartir las Buenas Nuevas de Cristo con otros. Observa y nota cuán hambrienta y sedienta por Dios está la gente que nos encontramos todos los días. Toma nota de su quebrantamiento. No ignores sus heridas como si no tuvieras la palabra de sanidad que necesitan. Es tiempo de echar nuestras redes “al otro lado de la barca”. Hay una gran cosecha de almas nadando en círculos justo a nuestro lado, anhelando ir a casa con el Padre.

Olvídate del poder humano de la persuasión o el intelecto. No permitas que tu propia situación te siga doblando. ¡Busca al Padre por su Espíritu! Comienza a compartir del Señor con tus vecinos. Mientras compartes, ora por los enfermos. Espera la salvación y mira los milagros que se manifestarán. Mientras buscas su presencia, ora por un aumento en la visitación sobre tu familia, tu Iglesia y tu nación. Él dijo: “Pide lluvia en tiempos de la lluvia tardía”.

Hoy te pedimos: “Envía tu Espíritu con una gran intervención sobrenatural. Expande nuestros corazones mientras tratas con nuestra mente y nos haces vasos frescos para tu gloria, mientras ministramos a otros en tu Nombre”.

¡Aún no vimos nada!

Mahesh y Bonnie Chavda

“La fusión de los tres Reinos está al alcance de la mano”

Por Theresa Phillips

clip_image002Hambre y tenacidad violentas

Mateo 11:12 dice: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él”.

Daniel 7:15 dice: “Yo, Daniel, me quedé aterrorizado, y muy preocupado por las visiones que pasaban por mi mente”.

Cuando leí estas escrituras, recibí una palabra del Señor que me sacudió: alarmándome, excitándome y despertando un gran deseo e incrementando mi pasión por una adoración íntima.

Aprendí que debo hablar desde la experiencia, porque es nuestro mejor material. Compartiré con usted las cosas que el Señor me mostró. Puedo verme en todo, quiero decir en todas las reuniones en las que me encuentro, con un hambre, una pasión y un deseo de movilización violenta como nunca antes. ¡La gente inundaba los altares para pedir más! Por victoria, por sanidad, por el bautismo del Espíritu Santo, cualquier sustancia que pudieran obtener. La gente está hambrienta por Dios. Esta gente dulce y hambrienta, son los cristianos.

Está rugiendo un hambre santo en los estómagos de los amantes del Señor. Están apasionados por las señales y maravillas. La gente se está consumiendo en adoración. No se detienen ante el pensamiento de recibir una gota de su gloria. ¡La quieren!

Esta misma pasión alejará a los enemigos del Señor. Las liberaciones comenzarán a ocurrir. Se incrementará el gozo y la gracia conquistará el corazón de cada hombre. Las almas correrán hacia la Casa del Señor, los perdidos serán salvos y los pródigos regresarán a la casa. Esta es la palabra del Señor. ¡Alabado sea Jesús!

Estaba de pie en el estacionamiento del edificio de nuestro ministerio y compartía con otra persona del edificio, simplemente le contaba sobre la Gloria de Dios con señales y maravillas. Repentinamente, pude ver que comenzó a caer una pluma hermosa. Esta pluma era de un blanco muy brillante. Comencé a decirle al hombre acerca de las plumas que estaban cayendo en nuestras reuniones. Estaba convencida que pensaba que estaba loca. Luego ambos comenzamos a buscar algún pájaro en el cielo. Pero no había ninguno.

Era curioso, porque no era un creyente

Luego, justo sobre nosotros, vimos esa pluma blanca, ¡pero ningún pájaro! Entonces me dijo: “¿Por qué no atrapas esa pluma ahora?”. Comencé a correr detrás de la pluma con desesperación para mostrarle que la presencia de Dios es real. Pero para mi sorpresa, él corrió detrás de la pluma a mi lado porque también la quería. Se nos escapó y voló hacia el cielo azul. No pudimos recuperar este regalo, aunque creíamos. El hombre pidió más. Me quedé allí por más de una hora compartiendo un testimonio tras otro. Me oyó y luego dijo que creía. ¡Alabado sea Dios! (Esa misma tenacidad es la que ganará a los perdidos y sacudirá a los tibios).

La misma idea que Dios podía mostrarse de semejante manera a este hombre, me desesperó mucho más para correr hacia y estar más cerca de Él. Luego oí que el Señor decía: “Tu respuesta determinará tu futuro”. Eso me sacudió. ¿Nuestra respuesta hacia Dios determinará nuestro futuro? Ayúdame Señor.

En ese momento decidí que necesitaba conocer más. ¡Lo necesito a Él¡ Pero, más que sólo pensar en mí, supe que los perdidos lo necesitaban a Él y debía presentarle esta palabra a los perdidos, los débiles, los heridos y los que desmayaron. Necesitamos presentar palabras en las que Él pueda pelear por nosotros. Él conquistará por nosotros y, por encima de todo, cuánto nos ama el Señor. ¡Debemos permitirle al Señor que se muestre y manifieste su gloria!

Los tres reinos

El Señor me mostró específicamente tres reinos: el reino de este mundo, el Reino de Dios y el Reino de los Cielos.

1. El reino de este mundo es el área de influencia de satanás

Lucas 4:5 dice: “Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un instante todos los reinos del mundo”.

Juan 18:36 dice: “Mi reino no es de este mundo, contestó Jesús. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo”.

2. El Reino de Dios se soltó sobre la tierra y se extiende por el Espíritu Santo a través de los hombres

Mateo 16:19 dice: “Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.

Mateo 12:28 dice: “En cambio, si expulso a los demonios por medio del Espíritu de Dios, eso significa que el reino de Dios ha llegado a ustedes”.

Esta representación del Reino de Dios es su manifestación en la realidad terrenal. Estas parábolas hablan del Reino de Dios aquí en la tierra y se mueve en ellos por medio del Espíritu Santo.

3. El Reino de los Cielos está a la mano

Daniel 7:27 dice: “Entonces se dará a los santos, que son el pueblo del Altísimo, la majestad y el poder y la grandeza de los reinos. Su reino será un reino eterno, y lo adorarán y obedecerán todos los gobernantes de la tierra”.

Mateo 3:1-3 dice: “En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. Decía: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca. Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías: Voz de uno que grita en el desierto: Preparen el camino para el Señor, háganle sendas derechas”.

¡El cambio está aquí!

Me estoy dando cuenta que viene sobre nosotros una gloria mucho mayor. Es la combinación de tres reinos. En esta combinación veremos un cambio de fe radical por los Cielos. Muchos fueron llamados a predicar el Reino de Dios, ¡el Reino de los Cielos! Muchos fueron absorbidos por los reinos de este mundo. Este movimiento está creciendo rápido y es furioso. También someterá a todas las naciones y denominaciones. ¡El cambio está aquí!

Será desafiado, pero no se podrá detener. Pasará por momentos de quietud, pero no de retiro. Estos tiempos son sólo para reagrupar los ejércitos del Señor para hacer obras mayores con brazos más fuertes y oraciones militantes poderosas. Asambleas completas recibirán encuentros en un segundo y será repentinamente.

En estos días leemos, oímos y nos preguntamos: “¿Qué es el Reino de Dios? ¿Qué es el Reino de los Cielos?”. Estoy convencida que estamos entrando en la combinación de estas dos dimensiones como en Daniel 2:44: “En los días de estos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que jamás será destruido ni entregado a otro pueblo, sino que permanecerá para siempre y hará pedazos a todos estos reinos”. Se está ganando esta guerra. El Reino de Dios se está expandiendo por toda la cristiandad. El mundo trata de cerrar los cielos, pero la Iglesia comenzará a quebrarlos, cambiando radicalmente por la presencia del Dios todopoderoso en medio del cambio.

Entronando al Rey

La gente se está despertando ante la realidad que debe volver a entronar al Rey en la Iglesia (Salmo 22:3: Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!). Es la realidad de su presencia que se establecerá antes de la venida del Señor. Dice: “Tendré un pueblo que me coronará como Rey en la asamblea de los santos”. Cuando lo llevemos a las calles, reportarán lo que ven en su palacio santo en el Cielo.

Está llamando a muchos a salir de las cortes externas hacia las Cortes Celestiales, el santuario interior de su presencia real, majestuosa y santa. Está más allá del lugar de la intimidad honorable con el Rey. Una recompensa de adoración, alabanza y anhelo. Él está desafiando a muchos a redireccionar su alabanza desde la tierra hacia el Cielo, una alabanza que una el Cielo con la tierra. “Atraeré a mi pueblo hacia Mí”, dice el Señor.

El Reino de los Cielos no tiene fin, pero el Reino de Dios en la tierra cesará en la forma que lo conocemos hoy. El Reino de Dios es la realidad del Espíritu que guía todas las cosas eternas en el presente, mientras estamos acá abajo. Él es el Rey en la tierra. El Espíritu Santo es Rey en la tierra, la parte impenetrable de Dios que está siempre presente con nosotros. Él está reinando y manifestando su gobierno eterno en la tierra en el presente.

Salmo 46:6 dice: “Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz y la tierra se derrumba”.

El Espíritu Santo como Rey ahora está desatando cambios gubernamentales en el espíritu y en lo natural. Está volviendo a tomar los Reinos de Dios el Padre. Dios oyó las oraciones de su pueblo, así como oyó a los israelitas en los días de Moisés.

Éxodo 3:7 dice: “Pero el Señor siguió diciendo: Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias”.

En este tiempo, Dios no sólo oyó las oraciones de parto, sino el clamor de los espíritus hambrientos. Está enviando al becerro gordo y alimentando con proteínas a los hambrientos que ministran ante Él. Sí, está fortaleciendo a los que se sienten débiles, desvalidos y abandonados, los que perdieron su esperanza durante la espera… ¡Él está aquí!

“Esta es la hora y el momento cuando se combinarán los tres Reinos”

Está aquí, en el lugar donde se anhela, donde el Reino de Dios en la tierra se cubre con oraciones, atrayendo una presencia sobrecogedora del Espíritu Santo. El abrigo (Salmo 91:1) se está manifestando en oración por todo el mundo. Las oraciones se están oyendo desde el Cielo, Dios está oyendo nuestras oraciones. Las buenas obras se están reconociendo desde el Cielo. La manifestación de los dones espirituales está explotando en la tierra y se observa desde el Cielo.

Una nueva realidad se está combinando con esta. Es el poder apasionado de la oración radical que sacude los Cielos y entrona al Rey, un lugar de habitación donde pueda morar. Los lugares de manifestación emergerán en la medida que los santos se unan radicalmente a la alabanza celestial en el Trono de Dios, clamando al unísono con los redimidos y los ancianos, moviéndose con el Espíritu Santo de dimensión en dimensión. Los ángeles dirigirán la adoración con un sonido nunca antes oído aquí en la tierra. Aquí comenzaremos a ver dos dimensiones del Reino de Dios combinándose como una fuerza sin comparación, (Daniel 2:44) la alabanza que transformará un servicio extraordinario en una adoración radical. Se verá, olerá, oirá y gustará una presencia tangible de la gloria de Dios. Cambiará los corazones de los hombres para siempre. Los perdidos correrán hacia su lugar de habitación, hallando descanso y reposo para sus almas.

El Señor dice: “Esta es la hora y el momento cuando se combinarán los tres Reinos”.

El reino de este mundo se someterá al Reino de Dios (el Reino gobernado por el Cielo). El Reino de Dios se llenará con el Reino de los Cielos (incluyendo la visitación y la manifestación de los ángeles, donde el reino de los Cielos se hará presente en la tierra). Se revelarán dos dimensiones tangibles del Reino de Dios. La tierra se sacudirá y la gente estallará en una alabanza radical. ¡Esto revertirá el ataque hacia la Iglesia! ¡La mano de Dios cambiará todo en la tierra con señales, maravillas y milagros! Se conocerá la presencia tangible de Dios. Vendrá en poder, ¡porque Él es Dios!

¡Debemos prepararnos para la manifestación del Reino de los Cielos!

Mateo 3:2 dice: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca”.

Cuando Elías le dijo a su siervo “mira”, tuvo que ir siete veces antes de atrapar la visión de la nube como la palma de una mano. Así será cuando veamos al Reino de los Cielos: Mira… ¡está a la mano!

Apocalipsis 11:15 dice: “Tocó el séptimo ángel su trompeta, y en el cielo resonaron fuertes voces que decían: El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos”.

Theresa Phillips