Por Bobby Conner
La oración nunca se supone que deba ser seca, embotada o pesada. Por el contrario, es una audiencia encantadora con el Rey. Se nos garantiza un privilegio maravilloso: ¡Acercarnos a Dios! Es casi increíble pensar que Dios nos invite a acercarnos a Él para contemplarlo sobre su trono. Esta es una invitación que nadie puede negarse a aprovechar.
El escritor de Hebreos establece con fuerza: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” (Hebreos 4:16).
En este tiempo el Espíritu de Verdad está soltando revelaciones con entendimiento sobre el poder de la oración. Estamos experimentando el poder de decretar. Dios está transformando la oración de ser una plegaria hacia una “proclamación poderosa”. Desde decir: “Oh Dios, ¿podrías?” a “Dios, ¡tú lo prometiste!”. Recuerde, no recibe porque no pide (vea Santiago 4:2). Jesús establece: “Pide y recibirás, busca y hallarás”. Hoy necesitamos afirmarnos con osadía para que Dios conozca nuestro clamor, teniendo plena confianza que nos está oyendo y garantizará nuestra respuesta.
“Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14-15).
Cristo establece: “Les aseguro que si alguno le dice a este monte: Quítate de ahí y tírate al mar, creyendo, sin abrigar la menor duda de que lo que dice sucederá, lo obtendrá. Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán” (Marcos 11:23-24).
Lo aliento a arrojar todas sus preocupaciones sobre Cristo, porque realmente cuida de usted y en Él encontrará un amigo más cercano que un hermano. En Él encontrará una ayuda constante en tiempos de necesidad. Así como la reina Ester preparó su corazón para presentarse ante el Rey (Jesucristo), usted también descubrirá un caluroso recibimiento. Encontrará que Él está deseoso y esperando soltar las peticiones de su corazón (vea Ester 5:1-3).
Dios prometió que este es un tiempo de su favor. Dijo: “En el momento propicio te escuché, y en el día de salvación te ayudé. Les digo que éste es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!” (2 Corintios 6:2).
¡Dios lo bendiga mientras prepara su encuentro con nuestro Rey!
Bobby Conner