Por Keith Miller
¡Ahora mismo el Señor está soltando un nuevo nivel más profundo de la unción de gloria para el avivamiento! En el curso de los últimos meses experimentamos un nuevo nivel de la unción para un avivamiento más profundo, poderoso e intenso en nuestras reuniones. Vemos una gran dimensión de su Presencia, su Poder y su fluir Profético incrementándose en cada reunión.
“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta. Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré. Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca” (Salmo 63:1-5)
Durante este tiempo de búsqueda santa, el Espíritu me llevó hacia el Trono en un encuentro profético. Estaba asombrado ante Él; un abismo llamaba a otro abismo y cada fibra de mi ser vivía y era sensible a su presencia. En Apocalipsis 1:15, Juan compartió que durante su encuentro profético con el Señor, su voz era como el estruendo de muchas aguas. Mientras el Señor me hablaba, era como una ola tras otra de un increíble amor profundo que se soltaba dentro de las profundidades de mi ser. ¡Esto desató dentro de mí una adoración profunda que iba más allá de lo que la mente humana pudiera comprender!
Mientras lo contemplaba en el Trono, pude verlo en un nivel de poder como nunca antes lo había visto. En Mateo 26:64, la Escritura describe al Señor en el Trono como Poder. Jesús les dijo: “…Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo”.
También en Hechos 10:38, Pedro declara: “…cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Recuerde que mientras más lo contemplamos, más somos transformados a su imagen: “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:18).
Mientras hablaba, supe que me estaba entregando una impartición y estrategias proféticas
Luego vi al Señor entregando mantos de poder sobre la gente a lo largo de todo el mundo, dando lugar a una nueva ola de Hebreos 2:4: “A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad”. Cuando les habló una palabra, llegó a ser una impartición profética que era como un fuego para sus huesos. Con esta impartición vienen las estrategias proféticas para impactar la ciudad, el estado e incluso la nación. Hablaron la Palabra con gran intensidad, ministrando con gran autoridad y poder. Las masas humanas comenzaron a regresar y tomar nota de la Palabra y la unción.
Durante este encuentro profético pude ver al Señor soltando una unción fresca sobre la unción para desatar señales, maravillas y sanidades en el poderoso Nombre de Jesús. En Hechos 2:1-4 podemos ver en la Escritura que los discípulos recibieron una unción de poder para hablar la Palabra del Señor con audacia para ver señales, maravillas y sanidades en su poderoso Nombre. Podemos ver un gran avivamiento del Espíritu Santo ocurriendo en Hechos 2 y 3.
Pero luego, en Hechos 4:28-31, vemos a los discípulos buscando algo mucho mayor que lo que habían visto. Mientras buscaban la Palabra y la unción, para hablar la Palabra con audacia y moverse en un nivel más elevado de la unción, el lugar se sacudió y recibieron audacia y gran poder del Espíritu Santo.
Desde el encuentro profético, el Señor nos concedió la gracia de incrementar los niveles del avivamiento de gloria en nuestras reuniones. Existe una gran atmósfera de anticipación y expectativa, el lugar está realmente cargado con la presencia del Señor. Estamos viendo una mayor dimensión de su presencia, su poder y su fluir profético. Recibimos una gran cantidad de testimonios de vidas impactadas y transformadas. ¡Gracias Señor! En los últimos meses, Dios derramó un anhelo fresco. La gente está recibiendo una tremenda unción sobre ellos, pero también el Señor está fortaleciendo su interior.
En esta misma visión, el Señor también me mostró otras claves que comenzó a entregarle al Cuerpo para que fructifique su avivamiento. Describiré estas claves a lo largo de este artículo.
Cielos abiertos
En Hechos 2:1, los discípulos se reunieron juntos para esperar lo que el Señor les había prometido en Lucas 24:49: “…pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto” (ver también Hechos 1:4). Una vez más en Hechos 1:3, luego que Jesús resucitó, pasó 40 días con ellos, hablándoles de las cosas pertenecientes al Reino de Dios. En Hechos 1:4 reafirmó que algo les sucedería. Una promesa de Él hacia ellos, por la promesa del Padre, cuando les dijo: “oísteis de mí”.
Con gran expectación se levantaban cada mañana esperando la promesa que Jesús les había dado. Una gran apertura estaba a punto de ocurrir en sus vidas, pero también afectaría la ciudad, la región y las naciones. ¡Hasta que todos súbitamente oyeron un sonido! ¡Wow, amo esto! Estaban allí esperando. Anhelando la promesa que el Señor les había dado y perseverando en ella. Sabían que algo estaba a punto de ocurrir. Lo sentían en la profundidad de sus corazones. Nada podía separarlos de alcanzar lo prometido.
Eso es exactamente lo que miles de personas hermosas están sintiendo en lo profundo de su espíritu para un tiempo como este. Sentimos que estamos a las puertas de algo mayor. Estamos esperando la promesa de Dios en nuestras vidas, familias, ministerios, ciudades y naciones. ¡Estamos a punto de oír el sonido!
¡De repente, todos oyeron un sonido! “Dichosos los que saben aclamarte, Señor, y caminan a la luz de tu presencia” (Salmo 89:15). Es el sonido del avivamiento, el sonido de la victoria y el sonido del avance. ¡Es el sonido que significa que Dios se está manifestando y algo está a punto de ocurrir!
¡El sonido de la apertura está llegando ahora para traer la liberación del Espíritu Santo! Los Cielos se están abriendo y un poderoso derramar está ocurriendo sobre ellos. ¡Son portadores de lo que llamamos Cielos abiertos! Exploremos brevemente el fenómeno de los Cielos abiertos.
Bajo un Cielo abierto no existen restricciones entre su vida y el Cielo para manifestar todas las funciones del Espíritu Santo: Revelación, poder, sanidad, etc. Dondequiera que vaya, existe una manifestación de la realidad celestial sobre la tierra. Yo lo llamo impacto. Esto es lo mismo que ocurre cuando dos objetos chocan entre sí. Esto es exactamente lo que sucede: Lo sobrenatural colisiona con lo natural. ¡El Reino de Dios literalmente explota en el mundo!
Los discípulos comenzaron a ministrar bajo Cielos abiertos en Hechos 2:14-20, y el resultado fue la predicación profética con un derramar del Espíritu Santo sobre toda carne. Comenzaron a ministrar desde un Cielo abierto como Jesús en Marcos 1:10. Jesús vio toda la ciudad de Capernaum poderosamente sacudida por los cielos abiertos en los que Él caminaba. ¡También veremos ciudades y regiones poderosamente impactadas por la ministración bajo Cielos abiertos! Ocurrirá la liberación de lo milagroso con un gran derramar del Espíritu Santo. Las noticias acerca del Señor recorrieron la región y el sonido se oyó por toda la tierra.
El Señor ahora está abriendo los Cielos para muchos que estuvieron perseverando por ver la promesa de Dios para sus vidas y ministerios. Las promesas de Dios son “sí” y “amen” en la unción: No hay resistencia entre el Cielo y la tierra. Mucha gente comenzará a operar en una realidad poderosa que soltará Cielos abiertos sobre Iglesias, ciudades, regiones y naciones. Esto traerá un derramar poderoso del Espíritu Santo sobre toda carne. Estamos perseverando para ver los Cielos abiertos sobre toda carne (Hechos 2:17-20, Joel 2:28-32).
La unción de rompimiento
El Señor también está soltando una unción de rompimiento con gran intensidad. Esta unción atraviesa las barreras en los Cielos, permitiendo que el Espíritu Santo se mueva poderosamente. Mientras comienza a ministrar en la Palabra y la unción, está rompiendo la atmósfera para que se manifieste la presencia del Señor (Miqueas 2:12-13, Salmo 24:7-10, Salmo 29:3-11). Se transforma en una puerta para que se manifieste la gloria del Rey.
El Señor está depositando literalmente esta unción sobre individuos y ministerios para ayudarlos a abrir los Cielos sobre ciudades y regiones e impactarlas con poder.
La espada del Señor: La Palabra de Dios
La espada del Señor es la Palabra vivificante del Señor cortando entre el espíritu y la carne.
“Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa (haciéndola activa, operativa, energizante y efectiva), y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu (inmortal), hasta la médula de los huesos (lo más profundo de nuestra naturaleza), y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12)
Cuando se habló la Palabra con gran autoridad, tuve visiones sobre la espada del Señor agitándose a través de las reuniones. Está separando lo que es del Señor en las vidas de las personas de aquello que no lo es, revelando las intenciones del corazón. Estamos a punto de ver que se suelta algo increíble en esto.
Durante mi encuentro con el Señor, literalmente tuve una visión profética sobre las palabras de Amos 3:7-8:
“En verdad, nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas. Ruge el león; ¿quién no temblará de miedo? Habla el Señor omnipotente; ¿quién no profetizará?”
El rugido es el sonido del León de Judá, decretando el Nombre sobre todo nombre. En su poderoso Nombre, todo aquello que no pertenece al Reino debe inclinarse ante Él.
Mientras la palabra profética del Señor se desarrolla, la Palabra literalmente truena a través de las aguas. Mientras el Señor truena, derriba toda resistencia. Dios está tronando, Él está hablando. “…al que cabalga por los cielos, los cielos antiguos, al que hace oír su voz, su voz de trueno” (Salmo 68:33).
Estamos en el umbral de un tiempo de gran poder, pero también de la prevalencia de la Palabra de Dios. “Así la palabra del Señor crecía y se difundía con poder arrollador” (Hechos 19:20). Comenzaremos a ver y oír acerca de una gran explosión para el avance del Reino. Nos estamos conectando con la Palabra viviente y la unción para ver la plenitud del Espíritu Santo soltándose con gran poder. Comenzaremos a ver un gran aumento en los días por venir. Esto no es sólo para unos pocos, sino para todo el Cuerpo de Cristo.
Vencedores, ¡levántense!
Otra de las cosas que el Señor me habló con claridad durante esta visitación fue que está levantando a los vencedores. El Señor está realizando un trabajo profundo en los creyentes para que podamos vivir diariamente como vencedores, no como gente que es vencida por sus circunstancias o por el mundo. El Espíritu de entendimiento trae una revelación divina acerca de cómo vivir diariamente en victoria en su hombre interior. Seremos la lámpara en la colina, la luz brillante del Reino de nuestro Padre.
Estamos en tiempos de una gran transición, pero mientras atravesamos la puerta, abrimos un camino para que miles de miles experimenten la victoria en nuestro Señor. Si abrazamos la gracia que está soltando, veremos un gran crecimiento espiritual para la cosecha del Reino. Esto no es sólo para una o dos personas viviendo en el dominio del Reino, sino para toda una generación.
Mientras escribo esto, siento un anhelo profundo del Espíritu Santo por ver una gran liberación de las riquezas del Reino sobre el pueblo de Dios. “¡Pasen, pasen por las puertas! Preparen el camino para el pueblo. ¡Construyan la carretera! ¡Quítenle todas las piedras! ¡Desplieguen sobre los pueblos la bandera!” (Isaías 62:10).
Restauración de la desolación de las generaciones
Parte de la unción que está soltando el Señor es la restauración de las desolaciones de las generaciones. El Señor restaurará lo que comió la oruga (Joel 2:25). El Señor me mostró dos aspectos importantes acerca de la restauración de la unción y los mantos antiguos, junto a la promesa del Señor para restaurar familias (Isaías 49:8).
Pude ver familias impactadas por todo el mundo. “Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones” (Isaías 61:4).
Muchas de las fuentes y los mantos antiguos volverán a verse en el Cuerpo de Cristo… ¡pero con una doble porción! Eliseo probó la unción cuando Elías ascendió a los cielos y arrojó su manto sobre él (1 Reyes 19:19). Más tarde, Eliseo perseveró y recibió una doble porción (2 Reyes 2:9-14). Eliseo recibió una doble porción de la unción que residía sobre Elías.
Eliseo vio en su ministerio una doble porción de los milagros que vio Elías. Eliseo nunca se escondió en una cueva como Elías. Tampoco tomó la personalidad de Elías; tomó la personalidad de la unción que moraba sobre Elías. Comenzaremos a ver manifestaciones poderosas de nuevos niveles de la unción. Preste atención y mire, ¡estos próximos niveles serán mayores a lo que hemos experimentado antes!
Como creyente, hay algo que Dios le permitió tocar en el Espíritu o le mostró en una visión, acerca de su futuro potencial. Esto es aquello por lo cual estuvo peleando y por lo cual estuvo perseverando. Ahora el Señor está a punto de soltar esas realidades y serán aún mayores que antes.
Mientras lee esto, debería detenerse aquí mismo y declarar: “Señor, ¡sea tu propósito en mí!”. ¿La visión le provoca dolor en su interior? ¿Agita su hombre interior? Esa es una invitación santa. Pídale al Señor que lo lleve hacia la plenitud de todo aquello que le mostró.
Mientras volvemos a cavar en los pozos antiguos, también estamos cavando pozos nuevos. El Señor está llevando todo hacia un mayor nivel de fructificación. En Génesis 26:18-22, Isaac volvió a abrir los pozos de los días de Abraham que los Filisteos habían tapado, ¡pero además cavó tres nuevos pozos!
¡Ahora mismo estamos en otro nivel de profundidad de la liberación de Dios! Creo que ahora estamos comenzando a experimentar algo más allá de lo que experimentamos antes. Le estoy diciendo la verdad; ¡estamos viendo el comienzo de esto en nuestras reuniones!
Los ríos de Dios están fluyendo, no sólo hasta los tobillos, no sólo hasta la cintura, sino de un banco hacia el otro banco. “Junto a las orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas no se marchitarán, y siempre tendrán frutos. Cada mes darán frutos nuevos, porque el agua que los riega sale del templo. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas serán medicinales” (Ezequiel 47:12).
Nuestra generación vivirá y operará en la plenitud del Espíritu Santo. Seremos los árboles bien regados y bien plantados que traerán el fruto del Reino que el Señor usará para sanar a las naciones.
Más para las multitudes
El nivel de unción que el Señor está soltando, ¡literalmente me hace estallar! Ahora mismo estamos en un gran tiempo de aumento en cada área. Realmente creo que el Señor quiere enviar un mayor aumento; creo que todo eso (los Cielos abiertos, el poder y el fluir profético que es la espada del Señor), es para ver la transformación de la gente, las ciudades y las regiones.
Un derramar poderoso del Espíritu Santo traerá salvación a multitudes de personas en América del Norte. Esa es la visión que Dios me mostró. ¡Es como un fuego que arde en mis huesos! Me duele en lo profundo de mi corazón. Necesitamos que la Iglesia se levante hacia la plenitud de su potencial en el Señor para ver el impacto del Reino. Señor, ¡rasga los Cielos y desciende! Haz algo más allá de nuestros planes y habilidades. Te pedimos por algo mayor que en el pasado.
Estamos clamando por un avivamiento que libere un nuevo mover de Dios que tocará a millones y millones de personas.
A través de la oración, la alabanza, la pureza y el propósito, queremos ver un aumento de su presencia, poder y fluir profético para ver a toda la Nación experimentando un mover poderoso de Dios.
¡Para eso nací y para eso también nació usted! Atrapemos todas las promesas de Dios. Digámosle sí a lo antiguo, sí a lo nuevo y sí al futuro. ¡Qué tiempo estamos viviendo y qué gran Dios al que estamos sirviendo!
Keith Miller