Por Victoria Boyson
Por todo el mundo existen varias religiones que aceptan a Jesús como profeta o maestro, pero no lo ven como el Mesías.
El deseo absoluto del corazón de Dios es que ninguno perezca. Aún así, es interesante cómo los cristianos podemos estar tan cómodos en la seguridad de nuestra salvación y a veces olvidarnos que millones de personas (la creación de Dios) viven y mueren sin la revelación de Jesús como el Mesías.
El Señor quiere despertar a su Iglesia para que se dé cuenta del poder de revelar a Cristo como el Mesías para las naciones. Aunque se levanten en contra nuestra, debemos esforzarnos por causa de ellos, por encima de nosotros mismos. Cuando seamos atacados, debemos perdonar porque este perdón desata el poder para revelar al Mesías y liberarlos. Esto no quiere decir que debemos tolerar los caminos de maldad, sino caminar en el amor de Dios y alcanzarlos para guiarlos hacia la libertad.
“¡Más!”
Hay una agitación en el corazón de muchos santos por tener más que el statu quo de la experiencia cristiana, quieren experimentar a Jesús por sí mismos y obtener todo lo que puedan de Él. Y eso parece que nunca es suficiente. El clamor de sus corazones es continuo: “¡Más Señor! ¡Queremos más de ti!”.
El Señor está susurrando en los corazones de aquellos que lo aman para que despierten a su Novia. Puedo verlos ahora en el Espíritu como destellos de luces en un globo. Están ubicados estratégicamente por todo el mundo como sus amantes. El clamor de sus corazones es “más” y cuanto más claman, más obtienen hasta que chorrean una incontrolable pasión por Jesús.
Su pasión es tan verdadera y genuina que a veces los cínicos piensan que no es posible que sea tan real, pero así es. Mientras los cínicos comienzan a ver la realidad de la fe de sus amantes, un celo divino nace desde la profundidad de sus corazones. Sin darse cuenta, existe un despertar en ellos que clama por más.
Luego desearán ir a cualquier parte y hacer cualquier cosa que el Señor demande mientras esté con ellos. Cualquier cosa que desee será su mayor anhelo, no importa lo increíble que parezca, será su realidad más importante. Es de lo que se trata su sueño, lo que los hace tolerar a este mundo. No los mueve el hambre por las almas, sino un deseo profundo por cuidar lo que Él ama, la Novia perdida del Cielo. El Señor está llamando a estos amantes para despertar a su Novia.
Visión de los perdidos
En una visión pude ver a un evangelista muy conocido. Estaba parado sobre una plataforma ante una mar de gente. Había tanta gente que no podía ver hasta dónde llegaba la multitud.
Estaba observándolo desde atrás mientras se encontraba ante la gente y comenzó a peinarse el cabello con los dedos y tiraba de ellos. Una y otra vez hizo esto como si estuviera angustiado. Se estremecía ante la gente, abrumado por la multitud delante de él.
Miraba a la gente y elevaba sus manos al cielo para clamar a Dios angustiado: “Oh, Dios, ¡es demasiada gente!”. La necesidad ante él lo sobrepasaba por la cantidad de almas hambrientas y necesitadas por Jesús. Recorría el cielo gritando a toda voz, “Oh, Señor, despierta a tu Novia”.
Visión de la Novia
Luego la escena cambió hacia un jardín lleno de paz con descanso y serenidad. Había una mujer recostada en un catre en medio del jardín vestida de novia. Su cabello era largo y fino agrupados en perfectos rizos que caían sobre sus hombros. Su cabeza estaba adornada con una simple corona de flores que parecía ser parte de su cabello. Era la novia más hermosa que haya visto y me quitó el aliento.
Reposaba como un retrato en verdadera paz sobre el catre rodeada por un jardín artístico diseñado para ella. Sus labios largos y delgados estaban relajados mientras su vestido blanco caía perfectamente mientras dormía. Todo sobre ella exudaba un pureza como nunca había visto.
Jesús entró en el jardín y se acercó a ella mientras dormía. Mientras la observaba con un propósito, se inclinó hacia ella y la tocó diciéndole: “Despiértate, mi amor. Es tiempo de despertar”.
Mientras ella abría sus ojos y se levantaba, Jesús se paró detrás de ella para observar sus movimientos. Lo veía con expectativa y se puso de pie. Se miraba a sí misma y se estiraba su vestido, acomodándose su cabello, como sacudiéndose luego de la siesta. Cuando se aseguró de estar lista, miró al Señor con ojos de enamorada.
Ella corrió al Señor y extendió sus brazos alrededor de su cuello de una manera desenfrenada, pero exudando un amor dulce y tierno hacia Él. Qué feliz estaba porque Él la había despertado. Inclinó su cabeza hacia atrás y fijó sus ojos en Él, sin dejarlo de abrazar. Sus ojos hablaban de un pozo profundo del amor más puro e inocente. Verdaderamente, estaba llena de amor por el Señor.
Repentinamente, se separó del Señor con sus ojos cerrados y levantó su rostro hacia Él. Estaba completamente llena de amor por Él y su amor era evidente a través del gozo que inundaba su cara. Estaba tan llena de un amor maravilloso, increíble e indescriptible que estaba loca por Él y giraba delante de Él como si disfrutara del amor que sentía por su Amado. Se reía gozosa mientras Él la veía adorable.
La luz de su amor
Ella corrió otra vez para abrazarlo y mientras estaban juntos, surgió una luz brillante desde el interior de ella. Su cuerpo estaba cubierto por completo de esta luz increíble. Explotaba desde ella y llenaba el jardín donde estaban. Con sus ojos cerrados, su cabeza elevada y sus brazos alrededor de Jesús, se quedó iluminada por la luz poderosa que irradiaba de ella.
Repentinamente, desde su interior, volaron cuatro pájaros de plata en todas direcciones. Ni bien surgieron volaron rápidamente por toda la faz de la tierra, cubriendo las montañas, océanos, ciudades y planicies. Llevaban la misma luz radiante que emanaba de la novia. Pronto, esa luz cubrió todo el globo.
La novia y su Novio se quedaron en el Jardín adorándose uno al otro. Él la veía mientras ella resplandecía con la luz de su amor. No parecía sorprenderse por su belleza, estaba completamente orgulloso de ella. Siempre vio su belleza y ahora el mundo sería cautivado por ella mientras irradiaba con su gloria.
Él supo que ella era verdadera y completamente suya. Estaba seguro, por sus ojos, que no miraba a otro ser viviente más que a Él. Estaba saturada en la confianza del amor de Él. El conocimiento de su amor apasionado por ella la iluminó con su gloria, una expresión tangible de su amor.
Amados, nosotros somos esta Novia. Somos la Novia de Cristo, el Novio del Cielo y el mundo tiene que ver nuestra verdadera belleza interior y sentir las olas de gloria que la atraviesan para manifestar el amor por Jesús.
La gloria de Dios se hace tangible para el mundo por la luz de su amor que emana de nosotros. Ese amor alcanzará los confines de la tierra, cubriéndola con su gloria.
“Despierta, mi amor, es tiempo de despertar”.
Victoria Boyson
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