miércoles, 25 de enero de 2012

“Proceso de restauración: El Espíritu Santo”

Por Chuck Pierce

clip_image002Permítale al Espíritu Santo que ingrese en su entorno durante estos 10 días. Permítale restaurar todo lo que necesita ser restaurado.

Estuvimos hablando del “qué” y el “cómo” de la restauración. Ahora hablaremos de “Quién”. El Espíritu Santo es la Persona de Dios que opera como el agente de restauración sobre la tierra. Dios el Padre, es el Autor de nuestro plan de restauración. Él se manifestó a sí mismo en la tierra a través de su Hijo Jesucristo. Jesús llevó dentro de sí mismo el plan y en consecuencia, nuestro futuro. Tomó el pecado que detenía nuestro futuro personal y lo crucificó en la cruz junto con Él. Este acto aseguró nuestra restauración y éxito futuro. Jesús luego les dijo a sus discípulos: “Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio, si me voy, se lo enviaré a ustedes… Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso les dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes” (Juan 16:7, 15).

El Espíritu Santo juega el rol esencial en la vida de cada creyente, con un trabajo ampliamente descrito. Algunos cristianos sólo asocian la llenura del Espíritu Santo con aquellas señales que se consideran “carismáticas”, como las lenguas y luego prefieren ignorar la función del Espíritu Santo. Se limitan a sí mismos a una visión muy estrecha de Aquel a quien Jesús llamó Ayudador. La palabra “ayudador” en griego es parakletos y significa intercesor, consejero, abogado y consolador. Qué promesa hermosa de una ayuda constante. Pero esto no es todo. En su libro “Los Nombres del Espíritu Santo”, Elmer Towns expone una lista de 126 nombres, títulos y emblemas descriptivos del Espíritu Santo hallados en las Escrituras.

Estas referencias al Espíritu Santo incluyen: Aliento de Vida (Ap.11:11); una Paloma (Marcos 1:10); el Dedo de Dios (Lucas 11:20); la Garantía de nuestra herencia (Ef.1:14; 2 Cor.5:5); el Óleo de gozo (Salmo 45:7; Heb.1:9); Ríos de agua viva (Juan 7:38); el Espíritu de la Promesa (Ef. 1:13); Adopción (Rom.8:15); Consejo (Isaías 11:2); Temor del Señor (Isaías 11:2); Gloria (1 Pedro 4:14); Gracia (Zacarías 12:10; Heb.10:29); Santidad (Rom.1:4); Juicio (Isaías 4:4); Conocimiento (Isaías 11:2); Vida (Rom.8:2); Amor (2 Tim.1:7); Poder (Isaías 11:2); Poder (2 Tim.1:7); Profecía (Ap.19:10); Revelación (Ef.1:17); Mente enfocada (2 Tim.1:7); Súplica (Zac.12:10); Verdad (Juan 14:17); Entendimiento (Isaías 11:2); y Sabiduría (Éxodo 28:3; Deut.34:9). Sólo cuando permitimos que el Espíritu Santo trabaje dentro de nosotros tenemos el poder para vivir una vida cristiana victoriosa. Y es Él, el Espíritu Santo, quien hace la obra de restauración de las piezas fragmentadas y esparcidas de nuestras vidas hacia un estado que no se puede comparar con el anterior. Cuando recibimos la obra del Espíritu Santo en nuestra vida, tenemos acceso a todo lo que el Padre desea para nosotros. El proceso de restauración puede comenzar.

Cuando el Espíritu Santo comienza un proceso de restauración, nos establece en un nuevo tiempo con una nueva revelación y una nueva vida: Un vino nuevo. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el pasaje de Mateo 9:17 que dice: “Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, se reventarán los odres, se derramará el vino y los odres se arruinarán. Más bien, el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan”.

Para poder contener el vino nuevo de la restauración, necesitamos odres nuevos. La palabra griega para nuevo es “neos” y significa algo totalmente nuevo que nunca se vio antes. Pero esa no es la palabra que se usa en este pasaje. El término es “kainos” y significa algo que se renovó o se volvió a hacer, algo restaurado. En un proceso de restauración, Dios toma algo y lo lleva hacia un lugar nuevo para poder derramar en ello lo que anhela soltar sobre nuestra vida: nuestro vino nuevo. Para hacer un odre nuevo, Él empapa un odre viejo en agua y lo frota con aceite. Frotarlo con aceite es la parte del proceso que nos hace flexibles. Las cosas difíciles por las que atravesamos son el aceite con el cual nos frota. Este aceite contiene una nueva unción. Mientras le permitimos al Espíritu Santo llevarnos a través del proceso de frotado, no sólo nos volvemos más flexibles para concretar los deseos que Dios pone en nuestro corazón, también somos capaces de derramarlo en una mayor medida.

Bendiciones,

Chuck D. Pierce

“Veinticinco iniciativas del Reino para el 2012”

Por Robert Ricciardelli

clip_image002Mientras avanzamos en el nuevo año, quiero compartir 25 iniciativas clave del Reino que siento son significativas para cada creyente. Tengo la esperanza que esto confirmará algunas cosas que el Señor ya le estuvo mostrando, así como alentarlo a orar sobre estas iniciativas para sus propias vidas y para el Cuerpo de Cristo. Oro para que cada uno de ustedes le pida al Padre que nos revele nuestra parte en el Cuerpo, mientras buscamos su guía para que se cumpla su voluntad a través de nosotros. Que el Señor edifique nuestra vida en el Reino de maneras asombrosas en el 2012 y más allá, para expandir su Reino y su gloria sobre la tierra.

1. Darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Él, nuestras vidas. Jesús se consumió trayendo el Reino del Padre a la tierra. Debemos enfocarnos en Cristo y su Reino, en lugar de preocuparnos demasiado por los procesos políticos. Necesitamos orar por cambios en el gobierno, pero veamos a Dios como proveedor y no al gobierno.

2. Dios está levantando nuevos líderes que se afirmen a favor de la justicia en las esferas de gobierno. Esta generación de líderes como Daniel y José continuará estableciéndose en los puestos de gobierno en las naciones con la influencia, presencia y sabiduría del Padre.

3. El Padre continuará sacudiendo los fundamentos que no están edificados sobre la Roca. Debemos pararnos con su luz en medio de los sacudones que nos rodean.

4. Debemos utilizar lo que tenemos y ocuparnos en lo que debemos hacer. Sometamos todo temor paralizante y preocupación sobre lo que no tenemos o no podemos hacer.

5. Debemos entender y activar el verdadero arrepentimiento en cada área de nuestra vida. Necesitamos alejarnos verdaderamente del pecado, en lugar de limitarnos a sentir pena por nuestros patrones de pecado.

6. Debemos arrepentirnos por todas las acciones incorrectas que se cometieron en contra de nosotros. Permitamos que su presencia erradique la amargura de la profundidad de nuestra alma. Perdonémonos a nosotros mismos y despojémonos de la vergüenza, simplemente porque Jesús nos perdonó y su obra de perdón es completa.

7. No somos víctimas, porque en Cristo somos victoriosos. No vivamos como víctimas, porque la revelación de Cristo y su gracia están disponibles para nosotros cada día. Vivamos como victoriosos y alejémonos de la mentalidad de víctima.

8. Aceptemos y creamos con todo nuestro corazón, alma y mente que Jesús nos ama, nos acepta y está por nosotros en cada momento del día.

9. Permanezcamos envueltos por el amor y la aceptación de Dios donde estamos hoy. ¡Somos hijos que seguiremos creciendo, pero ya estamos completos en Él!

10. Debemos agradecer que nuestras vidas siguen el camino de la cruz, con la seguridad que vendrán las pruebas y persecuciones. Elijamos morir a nosotros mismos, sabiendo que Él nos llamó a transitar por el camino estrecho. Cuanto más decidamos morir al yo, Cristo vive a través de nosotros y nuestro gozo se completa en Él.

11. Entremos en el reposo de Dios, en el reposo de quiénes somos en Cristo. Descansemos de andar corriendo por todos lados realizando actividades religiosas que el Señor nunca nos llamó a hacer. Mientras entramos en su reposo, confiando y descansando en Él, ¡continuaremos haciendo más de lo que podemos imaginar!

12. Líderes confiables y humildes necesitan continuar entrenando y liberando a cada miembro de sus organizaciones hacia el ministerio que Jesús los llamó a desarrollar. Este entrenamiento y envío va más allá de las cuatro paredes de la Iglesia organizada.

13. La transformación de las ciudades se expandirá mientras cada individuo desarrolla su propósito y su llamado, consagrándose a cumplirlo cada día de su vida.

14. Los líderes que sirvan a Dios continuarán siendo reconocidos y promovidos porque buscan servir a otros sin preocuparse de ser servidos. La visión corporativa nunca controla o usurpa el propósito de Dios para cada persona.

15. El Señor es dueño de todo lo que tenemos y nos pide que administremos todo lo que nos entregó. Preguntémosle cuánto dar y donde, esperando siempre dar el 100% si nos lo pide.

16. La gente de Reino continuará proveyendo una influencia piadosa y liderazgo en todas las puertas de la ciudad. Los reyes y sacerdotes de Dios serán guiados a servir por su sabiduría y autoridad en las esferas de gobierno, negocios, cuidado de la salud, medios de comunicación, leyes, justicia, Iglesia y en las jurisdicciones educativas de nuestras ciudades.

17. Debemos aceptar a otros como una bendición, en lugar de sentirnos ofendidos por ellos a través de sus diferencias. Necesitamos vivir con un corazón inofendible, escondido en Cristo. No necesitamos ver ojo a ojo para caminar mano a mano.

18. Debemos elegir ver lo bueno en las personas, orar por ellos y amarlos sin importar si cambian o se conforman a nuestros caminos. Necesitamos creer por lo mejor en otros.

19. Cada creyente debe comprender su camino y el proceso continuo en el que camina. La humildad viene por caminar junto a otros que no parecen haber recorrido tanto camino en sus procesos madurativos.

20. La convergencia vendrá cuando amemos de verdad y nos excitemos acerca de las diferencias únicas de los demás y valoremos cada expresión del pueblo de Dios.

21. Los padres espirituales tienen un corazón dadivoso hacia sus hijos espirituales que sobrepasa cualquier pensamiento de lo que pueden recibir en respuesta a su relación.

22. Debemos eliminar todo ídolo de nuestra vida para ser libres para servir efectivamente en el ejército de nuestro Señor. El mayor ídolo con el que batallamos es nuestro ego. Necesitamos someter nuestro ego y entregarnos a buscar a Cristo y su Reino.

23. Debemos ver el Reino de Dios más allá de las razas, género o edad y buscar la unidad a través de la diversidad de las expresiones del Reino glorioso. En el Reino los hombres, mujeres, griegos y judíos pueden trabajar juntos en la plenitud y semejanza de Cristo.

24. La rendición de cuentas profética se incrementará en el Cuerpo de Cristo mientras la comunidad profética se mueve más allá de la subjetividad. Como Cuerpo, oiremos colectivamente el “sonido” de Dios a través de la multiplicidad de voces.

25. La tierra continuará llenándose con la gloria del Señor mientras más de su pueblo se mueva desde la religión hacia la relación, siendo uno con Dios y entre sí. Amaremos como Él ama, hablaremos como Él habla y haremos como Él hace. ¡Juntos cambiaremos el mundo como si fuéramos uno!

Robert Ricciardelli