viernes, 13 de abril de 2012

“¿Por la costa o mar adentro?”

Por John Wallace

clip_image002Recientemente en el camino hacia el gimnasio tuve un buen tiempo con el Señor. Oraba y susurraba una canción de adoración, cuando el Señor me interrumpió para decirme: “Entonces, ¿vas a ir mar adentro?”.

Recién cumplí los 62 años de edad y 40 años siguiendo al Señor, 24 de los cuales lo hice como pastor de una Iglesia local. Me sentí abrumado por la implicación de la reprimenda gentil del Señor. “¿Andar por la costa? ¿Eso es lo que estuve haciendo Señor?”. Darme cuenta de esto me sacudió más que un reproche gentil. No debía permitir que los años pasados en el ministerio determinaran el resto de mi vida. Dios me estaba haciendo una advertencia, pero también una promesa.

La advertencia era que podía seguir “costeando” en mi vida con Dios. La promesa era que tenía la opción de meterme “mar adentro”. “Crucero” significa viajar a una velocidad determinada, proveyendo la eficiencia operativa máxima por un tiempo sostenido. Esto encaja con la naturaleza expansiva del Reino de Dios, mucho más que costear. Dios nos hizo para vivir nuestra vida al “máximo de su eficiencia operativa”. Jesús lo llamó “vida y vida en abundancia” (Juan 10:10). Esto encaja porque en el Reino de Dios su gobierno expansivo sobre todas las cosas creadas, comienza primero con mi corazón y luego hacia fuera. Se mueve hacia adelante. El Reino no se detiene, no se estaciona ni pierde energía. El Reino no “costea”.

Cuando Jesús le dijo a Pedro, en su confesión, que edificaría su Iglesia (Mateo 16:18), añadió que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella. Esto implica que la Iglesia se está expandiendo y tomando la ofensiva contra las fuerzas de las tinieblas. Las parábolas del Reino (Mateo 13) sobre la semilla de mostaza y la levadura, hablan sobre la expansión, el crecimiento y el movimiento. El Reino de Dios está avanzando, moviéndose hacia adelante… siempre. ¿Vamos a movernos a una velocidad de crucero, donde alcanzaremos una eficiencia máxima o vamos a andar por la costa?

Quiero estar al frente de la actividad del Reino todos los días de mi vida. Quiero ver las obras sobrenaturales de Dios, desde su amor hasta las sanidades. Quiero vivir en este Reino en constante movimiento. En su interacción con Pilatos (Juan 18:36), Jesús respondió: “Mi Reino no es de este mundo, contestó Jesús. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi Reino no es de este mundo”.

Literalmente, en el idioma griego, Jesús dijo: “Mi Reino no es de aquí”. Un Reino que no pertenecía a la tierra la había invadido. Ese es el Reino del cual quiero participar. Nuestro amigo Bill Johnson, comentando por qué Jesús fue capaz de dormir en la barca durante la tormenta terrible en el Mar de Galilea, dijo: “Jesús podía dormir porque, en su mundo, no existen las tormentas”.

En su mundo, el que no pertenece a esta tierra, ¡es donde quiero vivir! Quiero vivir en ese Reino. Quiero ver ese Reino, oír sobre ese Reino, probar, tocar y sentir ese Reino. Quiero amar en ese Reino. Quiero sanar en ese Reino. Eso suena más como navegar mar adentro que andar por la costa, ¿no cree?

Como nunca antes es más importante operar al máximo de nuestra eficiencia en el Reino. Esto implica asumirlo todos los días y pedirle que nos ayude a ser conscientes de la actividad del Reino a nuestro alrededor para involucrarnos.

Señor, ¡dame la gracia y la sensibilidad para navegar en la profundidad del Reino!

John Wallace

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