sábado, 9 de febrero de 2013

“Digo, este es un nuevo día y una nueva hora”

Por Eileen Fisher

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“Por mi Espíritu…”

Muchas veces cuando me veo abrumada pregunto: “¿Cómo lo puedo hacer?”. El Señor me responde: “Puedes lograrlo por mi Espíritu cuando esperas en Mí. Lo puedes realizar por medio de mi gracia. Puedes lograrlo conmigo. Puedes hacerlo en mi presencia. Puedes lograrlo en obediencia, aún cuando no quieras obedecer, porque manifiestas la obediencia sacrificial. Presentas tu cuerpo como un sacrificio vivo. Dices, ‘¿cómo lo puedo lograr?’. A través de Mí, por Mí y conmigo”, dice el Señor.

“Permítanme manifestarme en sus vidas de una nueva manera. Permítanme leer sus corazones. Aunque canten, en sus corazones dicen: ‘¿Cómo lo puedo hacer?’ Por mi Espíritu”, dice el Señor. “Recuerden a los apóstoles mientras estaban en el aposento alto preguntándose ‘¿Cómo podremos hacerlo?’ Entonces se manifestó mi Espíritu”, dice el Señor. ”Mi Espíritu les abrió los ojos y tocó sus corazones. Luego fueron llenos de una osadía que los tomó hasta el punto donde dejaron de desesperarse, pero fueron impartidos por mi Espíritu. Fueron enviados por mi Espíritu”, dice el Señor.

“Derramaré mi Espíritu sobre sus vidas. Presenten sus corazones en la mesa del banquete. Permítanme derramar aceite fresco en sus corazones. Permítanme tomar esos sueños rotos, permítanme tomar esas preguntas. Vinieron con alabanza y con santidad en sus corazones. Aún vinieron con un corazón abatido. Deben saber que estoy agradecido que me confíen los secretos de lo que los abate. Soy el Dios que toma el abatimiento y lo transforma en alabanza y gratitud. Vestirán una vestidura de alabanza”.

“Estableceré sobre sus hombros una vestidura de alabanza para que cuando me alaben, el abatimiento no encuentre un lugar donde aterrizar, serán cubiertos por el manto de la alabanza. Deben conocer que mientras me alaban los elevo en mi presencia. Practiquen la alabanza. Dejen que la alabanza se perfeccione en sus vidas y luego se perfeccionarán en Mí”, dice el Señor.

El Señor dijo: “Hoy les entrego la presencia real de mi Espíritu para que los guíe y los conduzca”.

“Te envío por mi Espíritu, a través de mi Espíritu y en mi Espíritu”

El Espíritu del Señor dice: “Permítanme llenarlos hasta rebosar. Permítanme llenarlos para que rebosen. Permítanme participar profundamente en sus vidas para que la luz de mi Reino brille a través de sus vidas. Mi amor brillará sobre sus vidas. Derramaré aceite freso sobre sus vidas. El aceite del gozo en contra del robo que vino contra sus vidas. Con aceite quebraré la pena y estableceré una nueva unción, limpiándolos y renovándolos”.

“Tomaré la sangre del Calvario y los tocaré en la frente. Les digo que no sean débiles, permítanme coronarlos. Entiendan mi corona de espinas: Las azotaron una y otra vez en mi cabeza hasta que quedé ciego por mi propia sangre. Como quedé cegado por mi Sangre, mi Sangre te pueda dar visión”, dice el Señor. “Les daré revelación por mi Espíritu. Les daré un punto de vista donde puedan ver lo que está haciendo mi Espíritu y ponerse de acuerdo con Él. Realmente va hacia adelante y hacia atrás, buscando a aquellos que tienen un corazón puro y manos limpias”, dice el Señor.

“Mi Espíritu se está moviendo para probar los corazones. Él viene y se mueve sobre mi pueblo para ver y oír lo que están hablando, cantando y declarando. Luego construye un nido en el corazón de aquellos que lo están buscando. Deben saber que los está buscando mientras lo buscan a Él. Quiere derramar mi gloria abundantemente”, dice el Señor.

“Quiere hacer que los ríos de mi Espíritu fluyan desde sus vientres y generen vida en los vientres de los demás. Algunos de ustedes estuvieron viviendo como huesos secos. Digo, trae los huesos secos y arrójenlos a los pies de mi Cruz. Permítanme resucitar lo que quiero que resucite. Permítanme remover lo que trae muerte. Permítanme establecer mi Sangre y traer vida”, dice el Señor.

“Los invito a extender sus manos hacia mi trono. No miren el trono de los hombres, sino el trono de su Rey. Los llamé amados y amigos. Permítanme amarlos, amigos de Dios. Vengan hacia mi trono. No vengan con sus cabezas inclinadas. Vengan con osadía como quien corre apresuradamente para encontrar a su amado. ¡Cómo anhelo a mi pueblo! ¡Cómo anhelo sus corazones, su presencia y sus voluntades!”, dice el Señor.

“Si mi pueblo quiere establecer su voluntad como el pedernal, en obediencia a mi voluntad, el Reino podría avanzar. Pero el hombre está siempre con el espíritu de persuasión sobre su voluntad. Permite que su voluntad sea una con la Mía. Deben tener el mismo clamor que yo: Vine para hacer la voluntad del Padre y sólo hago lo que el Padre me muestra. Este debe ser el clamor de sus corazones. La obediencia debe ser el espíritu que manifiesten ante mi Espíritu. Él levantará un testimonio. Mientras hace esto en sus espíritus, los levantará con el reconocimiento del Rey que está a punto de venir”, dice el Señor.

“Estará en sus vidas. Sus espíritus saltarán con el reconocimiento. Sus espíritus se alejarán de aquellos que los retienen, cuando estén listos para enviarlos. Los envío por mi Espíritu, a través de mi Espíritu y en mi Espíritu. No escuchen las voces de los que no están en mi Espíritu; pídanme que limpie su manera de oír, sus oídos, sus corazones y sus almas. Están verdaderamente en la hora de su deliberación. Es una hora muy seria por causa de mi Reino”, dice el Señor.

“Ni bien puedan ver, habrá un cambio que traerá grandeza sobre la tierra. Sí, seré yo quien traeré un cambio sobre la tierra. Serán humillados por mi bondad y danzaré sobre sus vidas la danza de la apreciación porque me obedecieron. Tráiganme el sacrificio de obediencia y les prometo que no los decepcionaré”, dice el Señor.

“Agrádenme y luego revisen junto conmigo para ver si quiero que se inclinen ante los hombres. Primero deben inclinarse ante mí y someterse a mi voluntad. ¿No les entregué mi Espíritu para que habite en ustedes? No lo dejen solo, habiten con Él, participen con Él y permítanle guiarlos. Apresúrense a seguir a mi Espíritu y sean lentos para oír a los hombres. La carne no beneficia en nada, pero mi Espíritu multiplica lo milagroso”, dice el Señor.

“Digo que este es un nuevo día y una nueva hora”

El Espíritu Santo dice: “Los llamé por su nombre. Llamé a cada uno por su nombre. Los deseo. Los creé en el vientre de sus madres con un propósito, por un plan, por una asignación. Los diseñé para mi propósito, mis planes y mis asignaciones. No se comparen con los demás, mírenme a mí, el Hacedor, su Creador. No sólo por quienes son, sino por lo que fueron llamados a ser. Cuando comprendan esto, descansarán en la revelación de la razón por la cual fueron creados”.

“La identidad viene de mí y permanece en mí. Yo creé a la gente para que tengan compañerismo. Creé a un pueblo para poderle probar que no sólo soy su mejor amigo, su Señor, su Salvador y su Pastor. Soy el Guardián de sus almas que vela por ellos para protegerlos, guiarlos, conducirlos y dirigirlos. Hago que las circunstancias vengan a sus vidas, los rodeen y se alejen de ellos. Inclínense ante mí y luego hónrense unos a otros, porque Yo estoy entre los míos”, dice el Señor.

“Mientras se dan cuenta quienes son en mí y quiénes son los demás en mí, encontrarán la comunión conmigo cuando la tengan entre ustedes. Digo que este es un nuevo día y una nueva hora. Oirán a otros que dicen: ‘Ven, sígueme al desierto’. Pero yo digo que deben probar el corazón de los pastores. Luego oirán a otros decir: ‘Apártate conmigo’. Pero yo les mostraré los secretos de los secretos que sólo yo conozco”, dice el Señor.

“Les diré que se escapen de ellos, porque mi Espíritu es un Espíritu de verdad. Es un Espíritu de libertad. No es el espíritu de las oportunidades de la carne. Es el Espíritu que viene y crea la oportunidad. No necesita usar a nadie o menospreciar a otros, en lugar de ello honra a los vasos que usa porque desarrolla una relación de intimidad con ellos. Ustedes son sus vasos. Él atesora el tiempo con ustedes y en ustedes. Habiten en mi Espíritu y permitan que se derrame desde ustedes y sobre ustedes. La hora del mundo está clamando por la verdad y está golpeando a mi puerta”, dice el Señor.

“Enviaré mi mensaje de esperanza, pero ¿serán mis vasos de poder? Pongo esta petición delante de ustedes en este momento: Toma mi asignación, recoge el manto para llevar mi poder. No oigas la voz de los extraños, sigue al Buen Pastor, el Señor tu Dios. Búsquenme en la quietud. Búsquenme en silencio. Anhelen oírme en quietud, la voz apacible y conozcan que mi paz los guiará”, dice el Señor.

“Permite que mi Palabra te vista con poder desde lo alto”

El Señor dijo, “Estoy buscando guerreros cansados. Guerreros que ya dejaron caer sus propias espadas. Guerreros que ya se quitaron las botas y sus armaduras para dejarlas a un lado del camino. Se paran desnudos ante mi presencia, vestidos sólo con mi poder desde lo alto. Los invito a vestirse con mi poder. Sepan que comprendo sus corazones, porque todos sus pensamientos están desnudos ante mí, sus corazones están desnudos ante mí y sus planes están desnudos ante mí”.

“Conozcan que yo preparé pieles para Adán y Eva. Fue por su seguridad, no por la mía. Conozcan que preparé un vestido de gloria, un manto de santidad, un sonido mental para vestirlos por dentro y es por su seguridad. Es por su seguridad, porque estoy buscando un pueblo que sea pleno y seguro, que me conozca y sea conocido por mí. ¿Serán mi pueblo, nuevos y frescos en mí? ¿Dejarán a un lado las cosas que los hombres trataron de añadirle a mi Evangelio y se entregarán a la pureza de mi Palabra? Vístanse en la pureza de mi Palabra. Permitan que mi Palabra los vista con poder desde lo alto”, dice el Señor.

“Comprendan mi Palabra. Consuman mi Palabra y permitan que los consuma a ustedes. Que se consuma la duda, el temor, la inseguridad, la incredulidad, la culpa y la vergüenza. Que mi Palabra se convierta en una llama, que mi Palabra se convierta en una espada que devore todo lo que trató de devorarlos, porque Soy un Dios que consume todo. Consumo todo lo que los consume. Vengo con un corazón interesado, porque no soy un Dios distante. Soy un Dios que está siempre presente en los tiempos de prueba”, dice el Señor.

Eileen Fisher

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