Por Jodie Hughes
Sea osado, específico y real
Recientemente me
desperté de un sueño oyendo las palabras: “Pídeme
lo que quieras”. Entonces supe que Dios estaba redimiendo ahora
mismo lo que el enemigo le robó o quebró en mucha gente en el pasado.
En el sueño había
un hombre llamado “Rob” y parloteaba sobre pedirle a Dios lo que
queríamos en el momento. Yo estaba usando tantas palabras para expresar mi
punto, que casi había perdido el sentido de lo que estaba diciendo. El “hombre” no
oía porque yo era innecesariamente “tímida y
amable”, en lugar de hablar con osadía y de manera concreta. Luego
puede oír una voz con claridad: “¡Pídeme lo que
quieras!”.
Inmediatamente
comprendí que es importante y urgente ahora mismo que le pidamos a Dios lo que
queremos. No se vea atrapado por el perfeccionismo, la timidez, la corrección o
por una manera de orar rígida y religiosa, “tratando
de hacerlo de la manera correcta”.
¡Simplemente ore con osadía! Sea auténtico,
sea específico, sea osado. ¡Hay una gracia para llevar nuestras
peticiones ante Dios y orar por su respuesta! Ore, declare, contienda y
decrete, pero pídale a Dios lo que quiere. El pensamiento religioso tratará de
impedir o aplastar nuestra libertad para presentarnos ante Dios y pedir con
osadía, activando nuestra fe.
“Dígales a sus cosas que vuelvan”
Comprendí que
“Rob” en el sueño representaba un espíritu de robo que no tenía misericordia
para ir contra el Cuerpo en este tiempo y Dios está redimiendo todo lo que robó
el enemigo de manera radical y actual. ¡No
negocie ni se comporte con amabilidad ante un espíritu de robo, patéelo con
osadía para echarlo y dígales a sus cosas que vuelvan en el nombre de Jesús! Es muy importante ordenarles a nuestras cosas que
vuelvan ahora mismo. Se requiere osadía y hablar con fiereza, específicamente
por lo que estamos peleando, para desalojar las mentiras del enemigo. Dios está
ungiendo nuestras declaraciones mientras hablamos, con un gran coraje y una
nueva autoridad.
Es importante ser
vulnerables auténticos, honestos, enfocados y osados, mientras nos presentamos
ante el trono de Dios. El Padre quiere que participemos con Él, decretando las
soluciones del Cielo, para traer redención y apertura, invitándonos a
pedírselas a Él. Es tiempo de decretar con osadía y valentía la recuperación de
todo lo que fue robado.
Dios también
quiere que le pidamos por las cosas en nuestros corazones. Esto era muy
importante en el sueño, determinando lo que creemos en realidad y declararlas
valientemente en oración. Muchos necesitarán
tomarse tiempo y hacer una lista con fe ante el Señor, para pelear por áreas
específicas en sus vidas.
El cambio está sobre nosotros
Mientras el cambio
acelerado está sobre las naciones, las cosas están ocurriendo rápidamente y no
todo lo que está pasando está en el corazón de Dios para las naciones. Con
frecuencia, nuestra voz es un ingrediente clave y perdido para la apertura. La
atmósfera está madurando para el cambio, hablando de manifestar el cambio de
Dios. Hay una urgencia, ahora mismo, para
que las voces de justicia y fe se asocien con Dios y decreten lo que Él está
diciendo sobre la tierra, mientras Él se asocia con nuestras oraciones (Mateo
18:18). También hay una urgencia por declarar las promesas de Dios sobre
nosotros mismos, silenciando y cancelando la voz del “espíritu de robo” y participando en fe con la Palabra de
Dios.
Sí, el cambio está
sobre nosotros. Decretar el cambio de Dios es nuestro derecho de primogenitura
y nuestra responsabilidad. “Decretar una cosa y establecerla”
(Job 22:28) es imperativo en este tiempo. Nuestra voz debe establecer el cambio
del Reino. Debemos declarar, decretar y anunciar el propósito del Reino, la
apertura y la promesa en nuestras vidas y naciones. Debemos declararlas. Debemos
pedir y decretar. Con frecuencia nuestras oraciones son más vitales y más
poderosas de lo que pensamos.
“¿Qué quieres de Mí?”
Incluso en este
tiempo, nuestra respuesta personal a la invitación del Señor es mucho más
crucial cuando nos pregunta: “¿Qué quieres de
Mí?”. Esta puede ser una pregunta
confrontacional para muchos, mientras agita las áreas de sueños incumplidos e
historias, preguntas, heridas y decepciones pasadas. Para muchos, “pedir” es
como volver a creer en áreas donde el retraso o el desánimo hicieron muy
difícil “volver allí” para pedir y decretar en fe.
Pedirle a Dios lo
que queremos aguijonea los lugares heridos de las decepciones pasadas. Igualmente,
nos impulsa a volver a revisar ante el trono nuestros corazones y, siendo
vulnerables, detectar los lugares de dolor, pidiéndole a Dios por nuestra
sanidad, nuestra restauración y la redención de nuestros corazones, así como la
sanidad de todos los lugares heridos o lastimados. Esto es parte de la razón
por la cual es importante hacer conocidas nuestras peticiones ante Dios ahora
mismo. El pedido en sí es sanador, incluso cuando requiera una honestidad y un
coraje brutal.
Dios desea sanar
los corazones y está restaurando los lugares que necesitan sanidad y esperanza
sobrenatural. Sea honesto y crudo en sus tiempos con Dios. La sanidad real y la
consolación vienen por ser auténticos con Dios. Debemos presentarnos ante Dios
con nuestro dolor y nuestras preguntas, no alejarnos de Él.
“Una fe actual” por un “cambio actual”
Una clave en este
tiempo es ser vulnerables, honestos, específicos y osados ante el Señor,
pidiéndole a Él lo que necesitamos. El Señor le está susurrando: “¿Qué quieres de Mí?”.
Hay una ternura en el pedido, pero también una urgencia para emitir
decretos y declaraciones de fe, presentando ante el Señor nuestros pedidos
específicos. Hay una compulsión por ser real y agitar nuestra fe renovada. Dios
está llamando a la “fe actual” en la Iglesia, para decretar el “cambio actual”.
Una y otra vez, la
Biblia nos implora que “pidamos”. Pedir y contender activa nuestra fe, pero
debemos pedir. ¡La oración y las declaraciones de cambio son activas, no pasivas!
Abrimos nuestra boca para hablar. La voz ungida de la Iglesia establece el
cambio de Dios en nuestras naciones y familias.
De ser robados a ser redimidos y el rol que
desempeñamos
Pude oír al Señor
que decía: “¡Que los robados digan que son
redimidos!”. Declare esto
sobre su vida y sus seres queridos. Dios está redimiendo todo lo que el enemigo
le robó. Decrete: “¡Soy redimido, no robado!”.
Proverbios 6:31 dice: “Pero si es sorprendido, pagará siete veces; Entregará
todo el haber de su casa”. Este principio
espiritual de plenitud de redención opera cuando un espíritu de robo queda
descubierto, es una asignación del Reino ahora mismo. Llame a las cosas que le robaron. El enemigo exageró su
mano y muchos en el Cuerpo pueden estar de acuerdo con este sentido de haber
sido “robados” durante demasiado tiempo. Las finanzas, las relaciones, la
salud, las promesas familiares, el propósito del Reino, la identidad nacional...
¡Que se levante la voz de la Novia y pida por las naciones!
El Salmo 2:8 dice: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones,
y como posesión tuya los confines de la tierra”. Hay un cambio divino de “ser robado” a
“ser redimido” que está ocurriendo en
el centro de la identidad de la Esposa. Somos co-herederos con Dios,
participamos con Él para decretar “en la Tierra,
así como en el Cielo”. Nuestra voz es poderosa, crucial y necesaria.
Apertura repentina y una fe osada
Hay un aumento repentino
de los cambios divinos. Espere aperturas repentinas, osadas, enormes, más
expansivas e inusuales. ¡Decrete en grande! Muchas de las aperturas serán más
rápidas de lo que muchos de ustedes concibieron. Serán tan específicas que los
deseos y las declaraciones de su corazón lo dejarán “arruinado”
por el amor tierno de Dios y su cuidado personal específico. Prepárese para
volver a enamorarse de Jesús.
Mientras estallan
las aperturas personales, se animarán con una fe osada para pedir por más. Pero
comience hoy. Decrete ahora. ¡Pida ahora! Dios está revigorizando la “fe actual” de
Hebreos 11:1, si su pueblo decreta de manera radical los cambios del Reino y
las aperturas sobrenaturales sin precedentes. Su
voz es necesaria en el proceso. Pida
y ore.
Moños sin regalos
Luego en una
visión pude ver moños y lazos que caían, pero sin regalos. Me sentí confundida
por esto. Durante mucho tiempo me postré para preguntarle a Dios por qué no
veía los regalos con los moños. Había multitudes de moños que caían y la
atmósfera estaba preñada con posibilidades y aperturas salvajes.
El Cuerpo está en el
tiempo de Efesios 3:20, donde “todo será
infinitamente superior a lo que podamos pedir o imaginar”. Pero un desafío para el Cuerpo es que, si Dios
está diciendo que hará mucho más de lo que podamos pedir, ¡hay una expectativa que
nos lleva a pedir! ¿Qué estamos pidiendo
ahora para que Dios pueda expandirse sobre eso?
Pude ver los
cielos abiertos en la visión, donde caían moños y Cintas sobre la gente y su fe
explotaba. Muchos se dieron cuenta de la autoridad que poseen para declarar la
apertura y el cambio de Dios en este tiempo. Luego de esto, me postré y volví a
preguntarle a Dios: “¿Por qué no hay regalos?”. Inmediatamente comprendí… Dios estaba esperando que los pidiéramos. La verdad palpable de esto atravesó mi corazón.
Pida, decrete, ore
y persevere. Contienda. ¡Declárelo! Dios está redimiendo lo que el enemigo le
robó, pero con frecuencia está esperando que oremos, decretemos y usemos
nuestra autoridad en la Tierra, para llamar las aperturas y declarar las
promesas de Dios. Hay poder en participar con Dios y decretar una cosa, y verla
establecida en medio nuestro. Sin embargo, es mucho más conmovedor comprender
que Dios nos está invitando a pedirle lo que queremos.
Redención del tiempo robado y perdido
Específicamente,
Dios está redimiendo el tiempo robado o perdido, junto a las puertas de destino
para el propósito divino. Muchos que se sintieron robados en el pasado,
sintieron que el tiempo se escapó de ellos o que sus mejores años están atrás,
se sorprenderán mientras Dios redime el tiempo y acelera lo que está haciendo
en sus vidas.
Dios no está limitado por nuestros conceptos sobre la duración que
requiere la restauración. Pude oír al Señor que decía que no estamos perdidos y
el tiempo no nos pasó de largo, porque Él está redimiendo el tiempo,
rediseñándolo y reposicionándonos. ¡Las cosas
ocurrirán de manera rápida! La aceleración está sobre la promesa y el propósito
del Reino.
Jesús y el hombre ciego
Marcos 10:51 dice: “Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y
el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista”. La Biblia comparte sobre un hombre ciego que clamó a Jesús y la
multitud se burló de él, pero cuando atrajo la atención del Maestro, recibió lo
que estaba pidiendo: “¿Qué quieres que haga por
ti?”. Cualquiera pensaría que era
obvio. El ciego quería ver. Pero claramente este hombre debía declarar lo que
quería de una manera honesta y específica, con una osadía cruda.
Honestamente,
cualquiera que caminó el largo viaje de un retraso y una decepción
interminables, puede comprender que se requería coraje para hablar lo que
parecía imposible, en la presencia de los burladores y la multitud que
aplastaba su fe. Jesús, el dador de esperanza, sigue diciendo: “Todas las cosas son posibles con Dios”. Hay algo sobre nuestros oídos para oír lo
que Jesús está pidiendo. Hay algo sobre pedirle a Jesús por lo que queremos de
Él, incluso cuando la respuesta parezca obvia. ¡Queremos ver!
Creo que Dios nos
está pidiendo que hagamos lo mismo. ¿Qué quiere que Jesús haga por usted? Respóndale.
Háblelo. Decrete con claridad y de manera concreta: “Señor, esto es lo que estoy pidiendo y por lo que estoy
creyendo”.
Redenciones inesperadas
Mientras Dios
completa lo que comenzó, redimiendo historias sin terminar y restaurando lo que
el enemigo le robó, hay un sentido de redención inesperada. Dios se mueve fuera
de lo que consideramos posible y no está limitado por soluciones previsibles. Dios
está trabajando todas las cosas para el bien de aquellos que lo aman (Romanos
8:28), y algunas de sus historias redentivas sorprenderán al pueblo por su
creatividad y su capacidad divina para recapturar y rediseñar. Dios es un
autor divino y está reescribiendo su historia, completando los capítulos
interrumpidos, donde el ladrón entró para robar.
¿Qué hemos perdido?
Este es el tiempo
para que la fe abra nuevas dimensiones de la gloria manifestada en cosechas y
promesas. Pida, busque, golpee (Mateo 7:7). Pida por las naciones (Salmo 2:8) y
“pida en oración” (Mateo 21:22). Hay una urgencia por pedir y
participar con la disposición del Cielo para que irrumpa en nuestras naciones,
nuestras familias y nuestras circunstancias, con una transformación profunda
divina. Con frecuencia pregunto: “¿En qué cosas no
estamos caminando porque no lo hemos pedido? ¿Qué cosas no estamos viviendo
porque no pedimos con persistencia? ¿Qué cosas no estamos viendo en la tierra
porque pensamos que era presuntuoso, no estaba permitido o no era bíblico
pedir?”.
Mateo 18:18 deja
en claro que debemos usar nuestra voz de autoridad: “De
cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y
todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”.
Su voz puede cambiar la historia
Su voz es tan
poderosa y ungida que Dios nos instruye y nos indica que declaremos sus sueños
en la tierra. También nos está invitando a hacer declaraciones en fe sobre
nuestras vidas y en nuestras circunstancias personales. Este es un tiempo de
apertura sobre apertura, y debemos oír lo que Dios nos está pidiendo: “¿Qué quieres de Mí?”. Esto
activará nuestra fe de una manera fresca. La historia literalmente está tomando
forma mientras lo declaramos en oración. El llamado de Dios hacia nosotros es
simple: “¿Qué quieres de Mí?”.
Declare lo que
Dios está diciendo con osadía y respóndale. ¡Dios está esperando responder a
sus decretos! Su voz está cambiando la historia, activando redención y
participando con el Dios de la apertura.
Sea bendecido
mientras ora, pide y decreta.
Jodie Hughes