Por Kathi Pelton
La raíz y los efectos de la condenación
En los últimos meses, el tema de los creyentes luchando con la condenación surgió más veces de las que puedo contar. Estuve muy sorprendida por la cantidad de personas en el Cuerpo de Cristo que están luchando con ella y no saben cómo ser libres.
Mientras oraba el otro día, el Espíritu del Señor me dijo: “Kathi, la raíz de la condenación es un espíritu de religiosidad”. Vi a hombres y mujeres, salvados y liberados del pecado y de la muerte a través de la gracia de Jesucristo, pero luego regresando, una y otra vez a la Ley, como esclavos y no como hijos.
Cristo vino a morir por nuestros pecados y a pagar la pena por todas nuestras transgresiones. Antes de que Él viniera y muriera, los hombres tenían que realizar rituales y ceremonias establecidas en el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Tenían que asegurarse de guardar la Ley y los principios por los que vivir (de acuerdo con la Ley), a través de los medios de la fuerza humana. Pero cuando llegó Pentecostés, después de que la Ley se hubiera cumplido mediante la crucifixión y la resurrección de Jesús, sus seguidores fueron bautizados con el Espíritu Santo, fortalecidos y ayudados por su Espíritu, sin las limitaciones de la fuerza humana.
La condenación entra cuando dejamos la obra terminada de la Cruz y el don que se nos dio en Pentecostés. Este alejamiento de la gracia y de su Espíritu moviéndose en nosotros, está provocando que muchos regresen a la Ley y a la fuerza humana para tratar de “estar bien con Dios”. El espíritu de la religiosidad siempre esclaviza a los hombres a algo que deben hacer por mera fuerza humana para recibir de Dios. La Ley y la religión les dan un sin fin de “aros” que deben saltar y luego los condena por no hacerlo lo suficientemente bien o rápido.
¡Perfección alcanzada!
Bajo la religión o la
Ley, los dones del perdón y la gracia ya no son suficientes. Exige más, exige
perfección y condena cuando no se alcanza la perfección. ¡Pero la perfección
fue alcanzada! Fue alcanzada a través de Cristo solamente, porque Él pagó por
cada pecado y defecto que tuvo lugar. Solo tienes que creer que Él es el Mesías
(Salvador) y recibir su regalo de Gracia. Entonces tu Pentecostés vendrá y el
Espíritu te llenará.
Para aquellos que luchan profundamente con la condenación, sepan esto: “Están luchando con un espíritu de religiosidad que los mantiene regresando a la Ley y negando la obra terminada y completa de la Cruz”. Hoy puedes renunciar a ese espíritu, regresar a la obra terminada de la Cruz y cerrar la puerta a todo acuerdo o alianza con la fuerza humana, la perfección y el impulso de “ganar la posición correcta con Dios” a través de las obras ¡Y sellarlo con la Sangre de Jesús! Haz esto cada vez que la condenación venga hacia ti. Llámala por su nombre y no le sigas la corriente, porque sólo quiere llevarte a la Ley donde te encadena como esclavo. El Señor desea romper todo nombre de Baal (que significa “amo”) que te hizo esclavo de un capataz severo. Él viene con su nombre y lo llamarás “Esposo” y no “amo”.
Oseas 2:14-16: “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto. En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali”.
Ishi: Marido mío
Baali: mi dueño o mi amo
Este Pentecostés es un tiempo de liberación para muchos
El 28 de mayo es el domingo de Pentecostés. Vi al Señor destacar esta fecha como un tiempo de liberación para muchos. Específicamente vi una liberación del espíritu de religiosidad que estuvo atormentando a muchos con la condenación. Este espíritu los estuvo llevando desde la Gracia hacia la Ley. Recibimos el Espíritu Santo para fortalecernos, aconsejarnos y llenarnos con todos los beneficios de la obra consumada de la Cruz. Él nos introduce en una Gracia que nos transforma por su Espíritu y no por nuestro propio poder.
Zacarías 4:6: “Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Como creyentes debemos confiar plenamente en el Espíritu del Señor para que nos guíe hacia toda verdad, justicia y reconciliación. Por su poder comenzamos a vivir en los principios de Dios. Jesús hizo esto perfectamente, cumpliendo la Ley por nosotros. Su Espíritu nos llenó entonces para que podamos caminar en la Gracia y la Justicia de Cristo.
Romanos 8:1-4: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.
Aquel que el Hijo ha liberado, es verdaderamente libre. ¡El día de tu liberación ha llegado!
Kathi Pelton
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