sábado, 8 de marzo de 2025

“¡Es lento, pero el cambio está llegando!”

 

Por Craig Cooney

Introducción: Mucha gente me dijo que les está resultando difícil la vida en este momento. A veces es difícil discernir lo que está pasando, pero se siente como si la vida estuviera en pausa. Te sientes atrapado en alguna área. No estás progresando ni avanzando. Sigues mostrándote fiel, haciendo lo que siempre haces, pero todo se siente triste y un poco estancado. Se esperaba que las cosas cambiaran este año, pero hasta ahora muy poco ha cambiado.

Hace unas semanas tuvimos una semana de oración y ayuno en la iglesia. El último día tuve una visión corta y la comparto a continuación como una palabra de aliento para ustedes hoy.

Oro para que experimentes la paz, la provisión y el poder de Dios, a medida que comienzas a ver un cambio.

Visión de los engranajes mecánicos

Recientemente tuve una visión de grandes engranajes mecánicos entrelazados, como los que se pueden ver en un viejo tren de vapor o en una pieza de maquinaria. Los engranajes estaban oxidados y atascados. Parecía como si no se hubieran movido en mucho tiempo. Entonces escuché un fuerte ruido. Los engranajes empezaban a rechinar juntos. Parecía que estaban cerrados. Atascados. Estáticos. Había una gran presión, una tensión o una fricción, pero muy lentamente empezaron a girar.

Al principio era muy difícil ver algún cambio significativo. El movimiento era casi imperceptible. Sin embargo, después de unos minutos comenzaron a moverse con mayor libertad y rápidamente ganaron impulso. En poco tiempo hubo una facilidad y una velocidad en sus movimientos.

Creo que esta es una imagen de la vida para muchos de ustedes. Te estuviste sintiendo atrapado durante mucho tiempo. Te costó ver algún movimiento o un impulso. Estás siguiendo los movimientos, haciendo lo que sabes hacer. Hay actividad, pero no ves avances y hay ajetreo, pero no ves progresión.

Tu energía y tu motivación para la vida, el trabajo, las relaciones y el ministerio, quedaron estancados. Incluso tu caminar con Dios se sintió insípido, rutinario y aburrido. Te costó encontrar alguna dirección o claridad. Fue inusualmente difícil escuchar la voz de Dios. Tú lo amas y en el fondo sabes que Él está contigo, pero la vida fue una lucha. Todo se sintió más difícil de lo normal. Fue así durante demasiado tiempo.

Te cansaste y te frustraste. Perdiste algo de tu pasión y tu fuego, y a veces no estás seguro de volver a recuperarlo alguna vez.

¡El cambio está a la mano!

Quiero decirles esto: “¡Es lento, pero el cambio está llegando!”. Ya comenzó. Pequeñas señales están allí ante ti, como brotes verdes que emergen a través de la tierra estéril. Sé que es difícil verlos a través de la lente de la decepción y el retraso persistentes. No quieres más falsas esperanzas. ¡Necesitas algo que cambie!

El cambio está a la vuelta de la esquina. Será casi imperceptible al principio, pero a lo largo de los meses que siguen, experimentarás gradualmente un aumento en la presencia manifiesta de Dios, las palabras proféticas, los sueños, las visiones y la dirección divina.

Las cosas comenzarán a verse diferentes. Empezarás a sentirte diferente. Habrá movimiento e impulso. Para el otoño, creo que comenzarás a caminar en un tiempo de aceleración. Las cosas cambiarán, progresarán y avanzarán muy rápidamente. Habrá una nueva sensación de libertad y alegría, esperanza y visión renovadas.

Por supuesto, habrá resistencia y guerra, pero estarás tan concentrado en lo que Dios está haciendo, que sentirás a los planes del enemigo como algo casi intrascendente.

Como un conductor de tren, escucho al Señor declarando en voz alta: “¡Todo cambia!”. Veo nuevas asignaciones, reubicaciones, reposicionamientos y realineamientos. Todo esto irá acompañado de un aumento de las interrupciones en muchos lugares. El temblor y la turbulencia se intensificarán. Habrá un rediseño de las fronteras y los límites. Pero en medio de la inquietud y la agitación, soplará un viento fresco del Espíritu sobre el pueblo de Dios.

Estamos entrando en un tiempo de refrigerio y restauración. El despertar es conmovedor. El sonido de la salvación se escuchará a través de las naciones.

¡El largo verano ha terminado! Recogerás tu cosecha

No te desanimes ahora. Permaneciste fiel en la espera de la temporada del desierto y serás recompensado por esa fidelidad. No te rendiste, por tanto, cosecharás una cosecha. Mantuviste tu corazón puro y verás a Dios moviéndose. El largo invierno está a punto de terminar. La esterilidad se está rompiendo. La pesadez se está levantando. Las cosas están cambiando. Fue lento… pero se avecina un cambio.

Gálatas 6:9: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”.

Isaías 43:19: “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”.

Mateo 5:8: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”.

Juan 20:29: “Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.

Cantares 2:11–13: “Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven”.

Craig Cooney

(www.elijahlist.com)

 

 

“Movidos por el susurro y no por el viento”

 

Por Sara Whitten

Izar las velas

“Este es un tiempo para derribar y edificar”. El Señor me conmovió con esas palabras. Estuve indagando en esa declaración, cuando fui atrapada por una imagen.

Al instante vi la imagen de una vela desplegada y azotada por un viento tempestuoso. La embarcación a la que estaba atada era impulsada impotente por la tormenta. Luego doblaron la vela y la arriaron, y aunque la tormenta todavía arreciaba, su poder para mover el barco disminuyó de manera considerable.

En la Concordancia Strong, “hacer bajar algo”, es la palabra griega “kataferó” (G2702): “En el mundo grecorromano, el concepto de hacer bajar algo, podía asociarse tanto con acciones físicas, como arriar una vela o derribar a un enemigo, como con acciones metafóricas, como superar una discusión o derrotar a un rival”.

Comencé a leer sobre navegar por las tormentas en la naturaleza, porque Dios a menudo nos muestra parábolas a nuestro alrededor a través de su mundo creado.

En la navegación, cuando parece que comienza una tormenta, lo primero que hay que hacer es “rizar” (arriar) las velas. Este es un término utilizado para describir el proceso de plegar o enrollar una vela, para que su área de superficie se reduzca considerablemente, conservando la vela y minimizando la influencia de la fuerza del viento de la tormenta sobre el barco. Esto lo protege contra ráfagas inesperadas o cambios de viento que podrían volcar la embarcación.

Los ataques del enemigo a menudo se sienten como tormentas. Son ruidosos, desorientadores y están llenos de amenazas para robar, matar y destruir. Estamos tan ocupados tratando de mirar la tormenta, que a veces nos olvidamos de mirar el barco: “¡nosotros!”. ¿Seguimos a toda vela? ¿Estamos siendo arrastrados por todo lo que el enemigo está trayendo contra nosotros?

“Izar” es regular el tamaño o la longitud de algo. Cuando “izamos nuestras velas” espiritualmente, regulamos el tamaño y la duración de la influencia que el enemigo tiene sobre nuestra respuesta. Quizá la tormenta todavía esté sucediendo a nuestro alrededor, pero nos conmueve menos. Podemos tomar lo que el enemigo esperaba que nos volcara y vencer.

Déjate mover por el susurro y no por el viento

A medida que disminuye nuestro enfoque en la tormenta, hacemos un cambio importante: nos conmueve el susurro y no el viento. Esto me recuerda a Elías, a quien encontramos escondido en una cueva en 1 Reyes 19. Fuera de la cueva se oía todo tipo de clamores amenazantes.

1 Reyes 19:11-13: “Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?”.

Elías, que conocía la voz del Señor, sabía que no se movía por el viento poderoso. Esperó. Fue conmovido por el “suave susurro”. La palabra para susurro es “qol” y puede significar “sonido” o “voz” (G6963, Strong). Es la misma palabra que se encuentra en Génesis 3:8: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”.

Estos sonidos del Señor en el huerto llegaron después de una tormenta metafórica, diferente a la del enemigo que llevó a la humanidad a la caída. En este caso, fueron movidos por la tormenta en lugar del sonido (o el susurro) del Señor.

Pedro se enfrentó a una escena similar. Él y los discípulos estaban en medio de una tormenta que, sin duda, era ruidosa y caótica. Mateo 14:24 dice que el viento levantaba olas que los golpeaban. Pero en medio del viento, se oyó un sonido. Al pasar, Jesús dijo: “¡Ánimo! Soy yo. No teman” (v.27). Pedro, al salir de la barca, tenía la opción de ser abrumado por el viento de la tormenta o ser conmovido por el “ven” de Jesús.

Es más seguro en las profundidades

Nunca es fácil salir a una tormenta. La verdad que se ilustra poderosamente en esta historia es que, en medio de la tormenta, es más seguro ir hacia lo profundo con el Señor, que correr hacia las aguas poco profundas. En mi investigación sobre la navegación, me encontré con un consejo interesante de North Sails: “Si bien correr para cubrirse parece la opción preferida, el peligro radica en quedar atrapado en la tormenta cerca de la costa, sin el espacio para maniobrar o huir” (North Sails, “Cómo navegar con seguridad a través de una tormenta”).

Al enemigo le encantaría que abortáramos nuestra misión, que tiráramos la toalla y corriéramos hacia la tierra, porque las aguas se volvieron demasiado tempestuosas. La verdad es que tenemos más (¡no menos!) posibilidades de naufragar en las costas de una fe mediocre. Estamos más seguros en las profundidades. Cuando dejamos de ser arrastrados como respuesta al caos amenazante del enemigo, podemos movernos en respuesta al susurro mucho más suave del Señor.

No dejes que las tormentas de esta estación te hagan buscar aguas poco profundas. Mantén el rumbo y espera el susurro.

Preguntas de encuentro:

Señor, ¿cuáles son las mentiras “fanfarronas” del enemigo que estoy permitiendo que llenen mis velas y me conmuevan?

Espíritu Santo, ¿qué verdad quieres decirme a través de estas mentiras?

Señor, ¿podrías mostrarme cómo estoy siendo tentado para ir hacia las aguas poco profundas?

Jesús, ¿cómo es profundizar contigo?

¿Qué susurro me estás hablando a través de la tormenta?

Sara Whitten

(www.elijahlist.com)