sábado, 10 de septiembre de 2011

“Los sueños de nuestros padres”

Por Mahesh y Bonnie Chavda

clip_image002¿Alguna vez tuvo un sueño que lo inspiró? ¿Sabía que Dios tiene un sueño para usted?

Dios le dijo a Abram: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Estaba llamando a Abram a salir de su identidad natural para entrar en el sueño que Dios tenía para bendecir las naciones. En esa jornada de fe Abram se transformó en Abraham, el padre de nuestra fe.

El sueño de Dios revelado a Abraham marchó por toda su línea familiar, conformando sus vidas y sus destinos. Jacob, exilado y sólo, sin nada más que una roca por almohada, soñó un sueño en el cual Dios le hizo esta promesa: “Te daré esta tierra a ti y a tu descendencia”. Dios prosperó a Jacob, dándole una familia, rebaños, pasturas y un nombre que lo llevó a su herencia en Israel. José tuvo un sueño que lo metió en problemas con sus hermanos. Pasó desde el pozo al calabozo y de ahí a ser el segundo en el mando del mundo civilizado, el sueño de Dios operó en su vida para salvar a su familia y forjar una nación.

Sueño de América

El mismo Dios que le habló a Abraham en sueños, le habló a los padres descubridores y fundadores de América desde su corazón hasta hoy.

El diario personal de Cristóbal Colón muestra que en Isaías 40:22 dice: “Él está sentado sobre el círculo de la tierra”. Eso le demostró al joven descubridor que la tierra era redonda y no plana: “El Señor puso en mi mente (pude sentir su mano sobre mí), el hecho que sería posible navegar hacia las Indias. Todo lo que oí sobre mi proyecto fue rechazado con burlas, ridiculizándome… Para la ejecución del viaje a las Indias no usé inteligencia, matemáticas o mapas. Simplemente fue el cumplimiento de lo que profetizó Isaías... Oh, Señor de gracia, que desea que el pueblo haga para Él cosas por las cuales Él es responsable”. (Cristóbal Colón, “El libro de las profecías”.)

Nuestros padres puritanos soñaron con una “ciudad llena de luz en una colina”, un lugar donde Cristo era tanto el fundamento como los límites de la vida civil y el gobierno.

El padre de nuestra nación, George Washington, soñó un sueño sobre tres grandes peligros que vendrían sobre la nación. El ángel del Señor le dijo que la república atravesaría tres tormentas. Comprender que es Dios y no el hombre quien gobierna los asuntos de los hombres lo llevó a afirmar: “Es imposible gobernar correctamente el mundo sin Dios y la Biblia”.

Su contemporáneo, Benjamín Franklin, escribió: “La libertad no es un don que nos entrega otro hombre, sino un derecho que nos pertenece por las leyes de Dios y la naturaleza”. Como testigo del gran despertar, Franklin escribió en su diario: “Parece que la religión está creciendo en todo el mundo, de tal manera que no podría caminar a través de la ciudad por las noches sin oír a las familias cantando salmos por todas las calles”.

El constitucionalista Thomas Jefferson dijo: “La religión cristiana es la mejor que haya recibido el hombre”. Hizo un llamado a la nación en su segunda participación inaugural: “Necesito el favor de Aquel ser en cuyas manos estamos, quien guió a nuestros padres, así como a Israel, desde su tierra nativa y los plantó en un territorio donde fluían todas las comodidades necesarias para la vida. Cubrió nuestra infancia con su providencia y nuestros años de madurez con su sabiduría y poder. Por eso suplico su bondad sobre mí para alumbrar las mentes de sus siervos, guiar sus consejos y prosperar sus medidas para que todo lo que hagan resulte para bien y nos asegure la paz, la amistad y la aprobación de todas las naciones”.

Antes que Stalin, Hitler, Mao, Castro, Chavez o Ahmadinejad, el padre de la educación en Estados Unidos, William Penn dijo: “Si no vamos a ser gobernados por Dios, seremos gobernados por tiranos”. Esta es una profecía que se cumplió en muchos lugares donde las sociedades no se levantaron sobre el fundamento Judeo-Cristiano.

Daniel Webster, quien nos entregó el diccionario Webster, dijo: “No olvidemos el carácter religioso de nuestro origen. Nuestros padres llegaron hasta aquí por su elevada veneración por la religión cristiana. Viajaron por su luz y trabajaron en su esperanza. Incorporaron sus principios con los elementos de su sociedad y difundieron su influencia a través de las instituciones civiles políticas o literarias”.

Durante la mayor prueba de la historia de nuestra nación, la Guerra Civil, Abraham Lincoln proclamó un día Nacional de oración y ayuno: “Somos los recipientes de las elecciones generosas del Cielo. Fuimos preservados todos estos años en paz y prosperidad. Crecimos en número, riquezas y poder como ninguna otra nación, pero nos olvidamos de Dios. Olvidamos la gracia de la mano que nos preservó en paz, nos multiplicó y nos enriqueció fortaleciéndonos. Imaginamos vanamente en el engaño de nuestros corazones que todas estas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría y virtud superior a la nuestra. Intoxicados con el éxito, nos volvimos auto suficientes para sentir la necesidad de la gracia que nos redime y nos preserva para orar al Dios que nos hizo. Esto nos atañe y debemos humillarnos ante el Poder ofendido, confesando nuestros pecados nacionales y orando por clemencia y perdón”.

“Despertando el sueño de Dios”

El Dr. Martin Luther King, el soñador más famoso de USA, tuvo una visión donde el personaje creaba destino, comunidad y gobierno. ¿Este sueño era sólo superficial? Su vida y muerte testifican que su sueño era profundo y amplio, más sagrado y elevado.

Estos son sueños de nuestros padres y sus voces siguen hablando hasta hoy. Nos están llamando a despertar lo que está dormido.

“¿Pueden dos caminar juntos sin antes ponerse de acuerdo?” (Amós 3:3).

Dios comenzó un camino llamado el sueño Americano y ese sueño sigue marchando. ¿Debemos caminar con Él o caminaremos para tocar un tambor diferente?

El Señor nos está hablando hoy como americanos para llevarnos hacia una clara realización espiritual porque tenemos una “herencia espiritual y un destino nacional excepcional”. Estamos comprometidos en un conflicto espiritual por la cosecha de justicia impartida por el Espíritu Santo en los sueños de nuestros padres.

Usted es parte del sueño de Dios

Usted es parte del sueño de Dios hecho realidad. Dios planeó por anticipado la identidad nacional de cada persona (Hechos 17:26). Mientras se despierta a la plenitud de su herencia, tomando posición por su herencia espiritual, hablando con sus vecinos y amigos, negándose a ceder, también encontrará que tiene una voz importante y una parte crucial en la gran aventura del sueño de Dios para América.

Mahesh y Bonnie Chavda

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