domingo, 5 de febrero de 2012

“Debemos llamar a los hijos de Sadoc”

Por Rick Joyner 

clip_image002América está sufriendo bajo un vacío de liderazgo. Esto no es sólo en el gobierno, sino en casi todos los centros importantes de influencia, incluida la Iglesia. En Isaías 3 al 5 vemos que la aparición de líderes caprichosos e inmaduros es el comienzo del juicio de Dios sobre la nación que se alejó de Él y cayó en la mayor depravación de llamar bueno a lo malo y deshonrar lo honorable, cuando honró la deshonra. Esta es una descripción exacta de América. Se necesita más que una elección para sacarnos del pantano donde nos encontramos. Necesitamos un avivamiento. Necesitamos otro Gran Despertar o no sobreviviremos demasiado como República.

Esto no quiere decir que las elecciones no son importantes. América y el resto de la civilización occidental descansan en el borde de un precipicio peligroso. Aún Tony Blair, el reciente ex-Primer ministro del partido laborista de Gran Bretaña, advirtió que Europa no sobreviviría mucho tiempo más si no abandona su mentalidad de subsidio. Todo el mundo está a punto de estrellarse contra las rocas de la bancarrota financiera, pero los problemas financieros sólo son la raíz de algo peor. Occidente perdió sus fundamentos espirituales y morales, sin los cuales no podremos sobrevivir como un pueblo libre.

Un cambio en la dirección financiera podría comprarnos más tiempo, pero sin un cambio radical en el corazón, en breve terminaremos en el mismo lugar. América cayó en casi todas las trampas que los Padres fundadores nos advirtieron que provocarían la caída de la República. Estas advertencias fueron específicas y claras. El resultado de seguir en esta dirección fue predicho con detalle. Estas advertencias se repitieron a menudo desde el Congreso y la Oficina Oval, pero no se hizo nada para cambiar el curso. El liderazgo requiere más que conocimiento de lo que necesitamos hacer, se necesita coraje, resolución y perseverancia para tomar el timón y sacar al barco del peligro.

Una vez más, nuestros problemas no sólo son económicos, sino de carácter. La economía es sólo un reflejo de la enfermedad del corazón que padecemos ahora. No sólo necesitamos evaluar qué se hizo y cuáles serán las consecuencias si no cambiamos nuestro curso, también necesitamos evaluar por qué las estamos realizando.

Todo el mundo está entrando en el “valle de la decisión”. ¿Cuál será nuestra decisión? Si seguimos a la multitud podremos sentirnos seguros por un tiempo, pero nos habremos expuesto a un riesgo mucho mayor. La misma multitud que le dio la bienvenida a Jesús en Jerusalén clamando: “Hosanna, bendito el que viene en el Nombre del Señor”, días después gritaba: “¡Crucifíquenlo!”. Es raro que el discernimiento de la multitud sobre algunos asuntos sea bueno. Nosotros también debemos tener en nuestro propio corazón un compás moral con el cual navegaremos, sin importar hacia dónde se dirigen los demás.

Los hijos de Sadoc

En Ezequiel 44, el Señor dijo que los hijos de Sadoc serían honrados por estar cerca de Él y ministrarlo personalmente. Sadoc era el sumo sacerdote durante el reinado de David. Cuando todo el pueblo de Israel se descarrió y siguió a Absalón, Sadoc levantó el arca y siguió a David, aún cuando parecía que estaban ante una catástrofe segura. Sadoc no hizo lo que era políticamente conveniente, pero hizo lo correcto. Supo que el Señor había ungido a David como rey y no había escogido a Absalón. David seguía siendo el rey, aún cuando “todo Israel” no lo veía de esa manera. La multitud pagó un alto precio, pero la recompensa de Sadoc perduró para siempre. Hasta este día sus hijos son los que están más cerca del Señor.

¿Quiénes son los hijos de Sadoc?

Cuando los Fariseos le dijeron a Jesús que Abraham era el padre de ellos, el Señor les respondió: “Si Abraham fuera su padre, harían las obras que él hizo” (Juan 8:39). Asimismo, los hijos de Sadoc son los que hacen las obras de Sadoc. ¿Tenemos la fe en Dios y la sustancia de carácter para avanzar en el camino que consideramos correcto, aún si todos los demás van en otra dirección? Esa era la resolución de Sadoc y necesitamos desesperadamente esa clase de liderazgo ahora mismo.

Existe un gran peligro ante un vacío en el liderazgo porque siempre fue la oportunidad más grande para las tiranías. Los americanos perdieron más libertades en los últimos tres años que en los últimos dos siglos. Recientemente, las órdenes de la administración Obama se describieron como un ataque frontal contra la Iglesia Católica, pero son mucho más que eso. Son un ataque esencial contra toda la Iglesia en América, así como en contra de la libertad religiosa. Si la Iglesia en América continúa dormida ante lo que está ocurriendo, muy pronto se despertará muerta.

¿Dónde están las voces como las de Juan el Bautista que desafíen a los Herodes? Este es el tiempo para el coraje y la determinación absoluta. Si tenemos miedo nos asesinarán como a Juan el Bautista. Debemos recordar que existen cosas peores que morir. Será mucho peor estar en el gran Día del Juicio como los atalayas que no hicieron sonar la alarma o los pastores que no protegieron a los que les fueron confiados.

En Apocalipsis 21:8 vemos que los “cobardes” son los primeros en ser arrojados al lago de fuego. Los cobardes preceden a los incrédulos, los hechiceros y aún los asesinos, en este desastre llamado la “muerte segunda”. Será mucho mejor sufrir ahora, aún ante la prisión o la muerte, que hacerlo después. No existe lugar para la cobardía en la verdadera fe. El Señor dejó en claro que los que quieran salvar sus vidas la perderán, pero los que pierdan sus vidas por causa de Él la hallarán (Mateo 16:25). Este es nuestro tiempo. Esta es nuestra vigilia. ¿Demostraremos el coraje que se les demanda a los siervos verdaderos del Rey?

Nos sentimos alentados cuando organizamos nuestras conferencias proféticas anuales, porque vemos cómo van creciendo los dones proféticos que el Señor le entregó a su pueblo en estos tiempos. Aún así, hay mucho más en el ministerio profético que los dones o las experiencias proféticas. Aquel de quien el Señor dijo que era el más grande profeta nacido de mujer, Juan el Bautista, casi no tuvo experiencias proféticas, pero fue un predicador de justicia con una determinación sin límites. Su mensaje de arrepentimiento llevó a toda la nación a levantarse para oírlo. Debemos predicar el arrepentimiento para preparar el camino para el Señor. Es el mensaje más importante que podemos predicar en este tiempo.

Dios define qué es justo o perverso, no los políticos. No hace mucho tiempo, América era una nación que se podía alinear con la definición de la justicia de Dios, más que cualquier otra nación. Debido a esto recibimos lo que Dios prometió para cualquier nación que camine en sus pasos. Ahora estamos comenzando a sufrir las consecuencias que Él nos advirtió que vendrían sobre cualquier nación que se apartara de sus caminos y esto comenzó con un vacío de liderazgo.

La respuesta no es buscar el liderazgo, sino el arrepentimiento que nos lleve otra vez hacia el favor de Dios, luego Él levantará líderes justos. En 2 Crónicas 7:14 vemos la siguiente promesa: … si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. Aquí vemos que el Señor reclama cuatro cosas para sanar un territorio:

1) Humildad

2) Oración

3) Buscar su rostro

4) Arrepentirse de la maldad

Esto se requiere del pueblo del Señor, no de los paganos. Parece que una nueva humildad se está levantando sobre gran parte de la Iglesia y esto es alentador. También vimos que algunos de los mayores movimientos de oración en la historia se levantaron en los últimos tiempos. Multitudes de cristianos, especialmente jóvenes, ahora están buscando una relación de intimidad con el Señor. Todas estas son señales muy alentadoras. Sin embargo, en el mejor de los casos existe muy poco arrepentimiento por la maldad. Estudios profundos revelaron que aún los grupos cristianos más devotos cayeron en niveles serios de pecado y en lo que el Señor llama “perversiones”. Esto es tan marcado que en muchos casos no se puede diferenciar entre los inconversos y los cristianos, en cuanto a su integridad y conducta moral. Este es un estado espantoso y bíblicamente terrorífico para la Iglesia en América. Pero está ocurriendo ante nuestros ojos.

Lo opuesto a Sadoc

Elí, el sumo sacerdote que levantó al profeta Samuel, es la contraparte de Sadoc. Elí sirvió fielmente toda su vida como sacerdote en la casa del Señor. Amó tanto al Señor que cuando recibió las noticias sobre la captura del arca de Dios por los Filisteos, cayó de su silla y murió. Pero recibió una de las peores reprimendas del Señor en las Escrituras. ¿Por qué?

La primera palabra del Señor que recibió Samuel fue la condenación de Elí por permitir que sus hijos cayeran en la perversión y al no reprenderlos, provocó la maldición sobre sí mismos. En este mensaje le dijo a Elí que los sacrificios y las ofrendas no podrían expiar este pecado. Elí admitió que esta era una palabra del Señor, pero no hizo ningún cambio. A Elí no le dijeron que sus pecados no serían perdonados, sino que todas las buenas obras, aún realizándolas por siempre, no podrían borrar su irresponsabilidad por no corregir a los que Dios les confió.

Traduciendo esto para nuestros días, podemos decir que todas las buenas obras y la caridad en el mundo no podrían limpiarnos por haber fallado en permitir que quienes nos encomendaron cuidar, cayeran en la iniquidad y la perversión que desencadenará su desastre. ¿Somos los “hijos de Sadoc” o los “hijos de Elí”? La advertencia de Gálatas 5:19-21 es muy clara: Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. No nos equivoquemos: “los que practican tales cosas no heredarán el Reino de Dios”. Ahí no habla de los que practicaron esas cosas, sino de los que continúan “practicándolas. Si le entregamos nuestra vida a Jesucristo y continuamos viviendo conforme a la carne, como se describe aquí, el mensaje es tan claro como en el libro de Romanos: pereceremos.

En 2 Timoteo 4, el apóstol Pablo advierte sobre el tiempo cuando vendría un gran engaño sobre los creyentes porque “tendrían comezón de oír” o sólo querrían oír cosas positivas. Muchos en el Cuerpo de Cristo en América cayeron en ese estado desde que rechazaron automáticamente todo lo que consideran negativo. Así como el Señor y los apóstoles nos advirtieron, eso los encaminará hacia un final terrible. Muchos maestros y enseñanzas hoy pueden hacer que el pueblo se sienta mejor acerca de sí mismos, aún cuando su vida eterna esté en peligro. Esas enseñanzas diluyeron tanto las verdades claras de las Escrituras que pueden hacer que la gente se sienta cómoda en su pecado, pero los están engañando. Aún el más devoto puede tropezar a veces. Sin embargo, no racionalizará su pecado y se arrepentirá. Arrepentirse significa tanto sentir remordimiento por el pecado como apartarse de él.

Ahora se promueven doctrinas que afirman que el Señor ya no juzga desde que se estableció el Nuevo Pacto. El Nuevo Testamento deja en claro que Él no sólo continúa juzgando al pecado, además su juicio comienza por su propia casa (1 Pedro 4:17). El Nuevo Testamento también es claro sobre el juicio que viene sobre aquellos que diluyen su Palabra hasta llegar a ser piedras de tropiezo para su pueblo.

Me esforcé más allá de mi propio razonamiento mientras busco la misericordia y la gracia de Dios por los pecadores. El Señor nos amó tanto como para ir a la cruz y esto será una maravilla por toda la eternidad. Es una maravilla que podamos imitar su paciencia en este tiempo porque Él no quiere que ninguno perezca. Aún así, como lo aclara el Nuevo Testamento, no existe un límite para su paciencia y seríamos tontos en presumir sobre ello. Romanos 11:22 dice que debemos … considerar la bondad y la severidad de Dios. Aquellos que sólo pueden ver su bondad sin ver su severidad, no lo verán como Él es. Aquellos que sólo ven su severidad sin ver su bondad, tampoco lo verán como es. Él es tanto bondad como severidad y aquellos que lo ven como Él es, verán ambas caras.

Comprendiendo el juicio

Dios es justo y todos sus juicios son correctos. Sus juicios no son negativos sino positivos para afirmar el bien. Pueden declararnos inocentes o culpables. Las enseñanzas bíblicas sobre el juicio a menudo están distorsionadas, pero los justos siempre se regocijarán en sus juicios. También dice que todo el mundo se regocijará cuando venga a juzgar la tierra, aún al punto que “los árboles darán palmadas de aplausos” (Isaías 55:12).

Las Escrituras también son claras al decir que todos enfrentaremos el Trono de juicio de Cristo. Esto será bueno para los justos y malo para los perversos. En las Escrituras vemos varios tipos de juicio de Dios, sólo uno es condenación y destrucción. El resto son disciplinas del Señor sobre los que ama. Como vemos en Hebreos 12, debemos estar aterrados si continuamos viviendo en pecado porque seremos arrastrados con él. Esto significa que no somos de Él. Si somos sus hijos, nos disciplinará.

América recibió los juicios de Dios porque aún ama nuestro país y esta es la evidencia que no nos abandonó. Como una alarma que sueña sin cesar más fuerte si no nos despertamos, sus juicios serán cada vez más severos. Aún las compañías de seguro tienen mayor discernimiento que algunos líderes cristianos. Lo que estos líderes llamaron “actos de la naturaleza”, ellos les dicen “actos de Dios”, porque eso son. Muchas de las cosas que ocurren en el mundo no vienen de Dios. Suceden porque Él levanta las restricciones para que el mundo pueda cosechar lo que sembró. Esto queda muy claro en pasajes como Apocalipsis 7. Aún así, soltar estas cosas es parte de su juicio y si no lo reconocemos como tal, nadie se arrepentirá de enfrentar las cosas peores que vendrán.

Si esto lo ofende, tiene una visión distorsionada y torcida de las Escrituras. Esto nos llevará a interpretar los actos de amor como si fueran de condenación. Estas son las personas a las cuales Pedro se refiere diciendo que distorsionaron las Escrituras para su propia destrucción. La destrucción sólo es necesaria si no reconocemos los juicios y nos arrepentimos. Dios siempre demostrará misericordia, pero hay momentos donde debe haber un juicio y si esto no funciona, viene la destrucción. Esta es la razón por la cual Jesús se lamentó sobre Jerusalén. Hubiera querido cobijarla bajo sus alas, pero como ella rechazó el tiempo de su visitación, sufrió la destrucción.

Debemos arrepentirnos mientras el juicio es disciplina, antes de cruzar el punto de la destrucción. También debemos juzgarnos a nosotros mismos para que Él no tenga que hacerlo (1 Corintios 11:31). Como el Señor Jesús lo aclaró, si no nos humillamos y caemos sobre la Roca para ser quebrantados, la Roca caerá sobre nosotros y nos aplastará hasta hacernos polvo. ¡Tomemos el camino más fácil!

América está en riesgo

“Si no cambiamos nuestra dirección, terminaremos en el lugar hacia donde nos dirigimos”. No sobreviviremos mucho más en esta dirección. La mayor parte del 2012 puede parecer como que las cosas están mejorando. Pero cuando los hombres digan “paz y seguridad”, en ese momento comenzará la destrucción. No podemos ver las circunstancias externas para evaluar nuestra consagración. Necesitamos mirar en nuestros propios corazones. Debemos apartarnos de lo que nos impedirá acceder a nuestra herencia en Dios, volvernos de nuestros caminos perversos y abrazar la humildad que nos llevaría a orar y buscar el rostro del Señor. Entonces será muy evidente lo que declara el resto de Gálatas 5: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu” (Gálatas 5:22-25).

Si nosotros, el pueblo de Dios, “caminamos por el Espíritu” en lugar de hacerlo en la carne, Él sanará nuestra tierra y nos usará para realizar esa tarea.

Rick Joyner

1 comentario:

C.C.I. La Nación del Nuevo Pacto dijo...

BENDECIDO PROFETA, SOY EL APÓSTOL RAFAEL MATUTE Y QUIERO INVITARLE A MINISTRARNOS UN SEMINARIO EN LA CIUDAD DE VALENCIA PARA EL MES DE JUNIO.

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