martes, 12 de junio de 2012

¿Sobre qué está mi esperanza?

Por Kathi Pelton

clip_image002“Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida” (Salmo 119:49-50)

El Reino inconmovible

Los últimos años pude darme cuenta que muchos de ustedes lucharon para mantener la esperanza en tiempos que parecían de gran pérdida y confusión. Sé que no todos los cristianos experimentaron esto, pero me atrevería a decir que un buen número experimentó pérdida, confusión o alguna clase de tormenta intensa en los últimos años. No estoy hablando simplemente de una circunstancia normal, sino de algo inusual que los sacudió.

¡A mí también me ocurrió! En los últimos años atravesé muchos sacudones que me llevaron hacia un refinamiento y conflictos profundos, así como hacia una profunda resolución. Esta semana me estaba preguntando: “¿Sobre qué está mi esperanza?”.

¿Mi esperanza está en Dios que viene con su provisión? ¿Mi esperanza está en las promesas cumplidas? ¿Mi esperanza está en tener paz y gozo por las buenas circunstancias que vienen? ¿Dónde está? Realmente tuve que analizar estas preguntas con honestidad. ¿Son cosas malas en las que debo apoyar mi esperanza? ¡No! Pero, ¿son el fundamento de la esperanza y el gozo en mi vida? Estos asuntos consumieron tanto tiempo en mi mente y emociones que me alarmaron. Finalmente tuve que llevar esto un paso más allá, ¿mi esperanza estaba fundada en Dios o en la realidad natural? Para mi pena, encontré una gran mezcla en las respuestas a esa pregunta mientras examinaba mi corazón.

Todos buscamos la comodidad y la estabilidad. Si nuestro fundamento y esperanza estuvieran en la tierra y su estabilidad, estamos parados sobre terreno movedizo. Pero si nuestro fundamento y esperanza están en el Reino que no puede ser conmovido, nada podrá ser conmovido. Aunque todo se sacuda a nuestro alrededor estaremos firmes. La mezcla en mi corazón venía por poner un pie de esperanza en la tierra y otro en el Reino, por eso estaba fuera de balance.

¿Esto quiere decir que Dios no nos dará cosas buenas en la tierra? ¡No! Significa que cuando ponemos ambos pies en el fundamento del Reino de Dios no caeremos cuando la tierra tiemble. Nuestra tranquilidad viene del hecho que el Reino de Dios no fallará y allí es donde debemos vivir y poner nuestra esperanza.

Liberación de otros reinos

“Después de esto, Samuel convocó al pueblo de Israel para que se presentara ante el Señor en Mizpa. Allí les dijo a los israelitas: Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto. Yo los libré a ustedes del poder de los egipcios y de todos los reinos que los oprimían. Ahora, sin embargo, ustedes han rechazado a su Dios, quien los libra de todas las calamidades y aflicciones. Han dicho: ¡No! ¡Danos un rey que nos gobierne! Por tanto, preséntense ahora ante el Señor por tribus y por familias” (1 Samuel 10:17-19).

Dios está haciendo lo mismo hoy. Está liberando a su pueblo de todos los reinos de este mundo que nos sometieron a esclavitud y opresión. Los reinos de este mundo cambian continuamente y se sacuden, pero el Reino de Dios es seguro e inconmovible.

¡Jesús es el Rey de su Reino! Es el único que puede salvarnos de todas nuestras calamidades y aflicciones. Nuestro Rey Jesús reina con misericordia y justicia. Nunca nos traicionará o nos dejará caer. No debemos vivir creyendo que existe esperanza o seguridad en otro reino, porque todos pasarán salvo el de Jesucristo.

Existen dominios demoníacos que tratan de seducir al pueblo de Dios para que viva en opresión. Estos poderes demoníacos pueden gobernar nuestros corazones provocándonos una frustración continua. Estos poderes y sus gobernadores establecieron su campamento en la tierra para hacernos demandar un rey terrenal que nos dirá cómo vivir y qué hacer. Pero tenemos al Espíritu Santo quien nos guía hacia la verdad y nos libera para avanzar porque es nuestro consejero y nos guía con sabiduría.

Podemos oír todos juntos y movernos juntos en unidad bajo el consejo de un Rey. Pero la mezcla de vivir en otros dominios se atraviesa continuamente en el camino hacia esa unidad que sólo existe en el Reino de Dios. Existen lugares en nuestros corazones que esperan que los dominios terrenales operen por nosotros y mejoren nuestras vidas. Necesitamos permitir que el Espíritu Santo ponga nuestros pies en el Reino, porque allí encontraremos estabilidad y esperanza.

En la tierra como en el Cielo

“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:9-10).

Mientras posamos nuestros pies y nuestra esperanza en el Reino que no puede fallar, podemos ver que se cumple la voluntad de nuestro Rey en la tierra, así como en el Cielo.

“Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza. Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida” (Salmo 119:49-50).

Cuando tenemos nuestros pies seguros en el Reino, podremos oír y recibir las promesas y las palabras que habló sobre nuestra vida. Podremos recibir consuelo y confort en medio de nuestras aflicciones terrenales porque su palabra nos trae esperanza y seguridad, aún cuando habitamos en esta misión llamada tierra. Recuerde, nuestro verdadero hogar es el Reino y como ciudadanos legales, podemos traer su cultura aquí.

Existen muchas promesas que el Señor le habló directamente a mi familia y debemos esperar su cumplimiento. Mientras el Señor nos permitió enfrentar varias tormentas y aflicciones los años pasados, comenzamos a encontrar gozo en el Rey y su Reino, en lugar de hacerlo sólo en el cumplimiento de las promesas terrenales. El cumplimiento de esas promesas se usará para permitirnos ver el cumplimiento de su voluntad en la tierra, pero no son la fuente de nuestra esperanza, seguridad, estabilidad y gozo.

Ahora podemos regocijarnos mientras esperamos el cumplimiento de sus palabras sobre nosotros. Somos reconfortados por sus promesas pero no somos miserables mientras esperamos el cumplimiento de ellas en la tierra.

Regocijémonos porque su Reino no puede ser sacudido y nunca fallará. Él es Rey y todos los demás poderes pasarán.

Kathi Pelton

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