domingo, 10 de marzo de 2013

“Cómo poseer la esperanza de un buen futuro, borrando las fronteras de los impedimentos”

Por Barbie Breathitt

clip_image002Memoria: es la expresión de la imaginación. Es la habilidad para retener o recordar las cosas o los eventos que nos imaginamos o experimentamos en el pasado. Perder la memoria es el sueño obsesivo o apasionado que no podemos o queremos recordar.

Visiones: es ver hacia adelante, teniendo especial cuidado por el futuro. Es la habilidad para imaginar las cosas que pueden ocurrir en el futuro. La imaginación se complace cuando ve algo nuevo o excepcional. La presencia del Espíritu Santo le enseña a nuestros ojos espirituales de la fe a ver este camino hacia lo invisible. Dios nos garantiza el acceso a las visiones para caminar en una realidad superior a lo natural, donde existimos la mayor parte del tiempo.

Cuando recibimos la visión de Dios para nuestro futuro, seremos capaces de profetizarlo para que ocurra. Si damos un salto hacia el futuro, podremos decretar con osadía las cosas que vemos desde la perspectiva de Dios y Él las establecerá para nosotros. El Espíritu Santo revela el conocimiento que excede el razonamiento carnal y posee un poder interior que nos transformará desde adentro hacia afuera.

Fe enfocada: nos hará darnos cuenta de las posibilidades profundas que existen en la realidad invisible. La fe nos da el acceso a la realidad invisible del espíritu para que podamos eliminar las fronteras de la limitación. El hecho fundamental de la existencia es que la fe y la confianza en Dios son el fundamento firme que hace que valga la pena vivir la vida. El mundo fue llamado a existencia por la fe en un Dios invisible. Él ordenó palabras creativas para revelar lo oculto y traerlo a existencia.

La fe es la sustancia espiritual

La fe combinada con la esperanza produce el terreno fértil de una nueva realidad que surgirá desde la esfera de la nada invisible. La fe revela los planes que Dios guardó en su corazón. Cuando nos mantenemos enfocados en el Señor, somos capaces de descansar en la esperanza, conociendo que tenemos una buena herencia. Cuando bendecimos al Señor, el Espíritu Santo nos aconseja y nos muestra el camino de la vida abundante. Entrar en la presencia de Dios desata la plenitud del gozo para que podamos experimentar los placeres de Dios para siempre.

El alma curiosa anhela explorar las innovaciones y aventurarse hacia lo desconocido. Lo desconocido es una puerta abierta que nos invita a participar en la ingeniería de una vida nueva. Al esculpir nuestros futuros brillantes, encontraremos lo inesperado mientras habitamos y caminamos por dimensiones que están más allá de nuestro control.

El tiempo de descubrimiento nos introduce en la realidad donde nuestros pasos están ordenados por el único, omnisciente, poderoso y amoroso Dios. Él derrama gracia, misericordia y conocimiento revelador que nos capacita para abrazar la nueva jornada cada mañana. Las ideas creativas fluyen desde la imaginación, trayendo gratificación y deleite sorprendente para los buscadores ardientes, mientras reciben visiones asombrosas que nunca antes se recibieron, poseyeron o aún se conocieron.

La fe es la sustancia espiritual que provee las pruebas sobre la realidad de las promesas y las posibilidades eternas. La fe hace real las cosas que esperamos. La fe es la prueba de lo que no podemos ver. Las cosas que vemos fueron hechas por Dios, a quien no podemos ver con nuestros ojos naturales. La fe se debe ver a través de los ojos del entendimiento con un corazón iluminado. La fe en la Palabra habilita nuestra mente para que sea renovada por el Espíritu y podamos pensar como Dios. Cuando nuestras mentes y corazones sean renovados por oír las palabras del Espíritu Santo, nos transformaremos en hacedores de la Palabra.

La revelación es la carne de la Palabra, iluminada por el Espíritu Santo, que viene hacia nosotros como un rhema o una expresión “actual” de Dios. La fe nos mueve hacia el ahora. La Palabra establece un fundamento sólido y amplio en nuestra vida sobre el cual Dios puede edificar. Dios habita en vasos terrenales (ver 2 Corintios 4:7). Dios quiere establecer su habitación dentro de nosotros. Cuando Dios nos posee lo imitaremos. Reflejaremos o imitaremos aquello en lo cual creemos. La fe hará que el poder invisible del Reino de Dios se manifieste “en” y “a través” de nuestra vida.

Una esperanza y un futuro

Dios el Padre nos garantiza el Espíritu de Sabiduría para que podamos discernir el futuro. Se nos enseñó a tener fe en Dios. También debemos tener la fe en Dios para ver cómo se remueven las montañas de nuestra vida. Dios no duda, conoce y cree que las cosas que dice se cumplirán y ocurrirán. Por tanto, debemos adoptar este principio de vida poderoso y piadoso.

Cualquier cosa que pidamos mientras oramos, si creemos que lo recibiremos, lo tendremos. Para recibir las respuestas a nuestras oraciones, necesitamos orar en el nombre y el carácter de Dios. Debemos orar y creer que tenemos las respuestas de Dios. Ver las cosas desde la perspectiva de la gracia de Dios. Cuando nos ponemos de acuerdo con la gracia en el corazón de Dios, nos concederá los deseos de nuestro corazón. Cuando abunda el pecado el mundo se aterroriza, pero cuando la gracia de Dios golpea al mundo, le estará brindando una esperanza en el futuro.

Si no nos ponemos de acuerdo con los caminos y los planes sobrenaturales de Dios, nuestra imaginación se moverá fuera de la realidad elevada del Espíritu hacia las realidades inferiores de la duda y la incredulidad. Cuando reina la duda, la fe queda limitada a lo temporal que vemos con nuestros ojos físicos y conocemos por medio de nuestro intelecto. La incredulidad establece un límite estrecho en nuestra capacidad para alcanzar cosas, definiendo qué cosas creemos que pueden ser posibles, entonces no podremos ver nada grande.

Cuando adoramos a Dios en Espíritu y verdad, somos capaces de ver con los ojos de nuestra imaginación espiritual. La fe nos permite acceder a las cosas que están disponibles en la realidad de lo invisible. Una vez que imaginamos una cosa, podremos atraerla hacia nuestro presente. El Espíritu Santo abre las realidades de la visión para que podamos ver los deseos de su corazón y llamarlos a existencia. Seremos el canal por donde fluirá el Espíritu Santo para traer el cielo a la tierra. Cuando le damos expresión al mover del Espíritu Santo, su presencia y su poder se manifestarán en la tierra. El mayor poder en el universo es el amor.

Dra. Barbie L. Breathitt

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