miércoles, 29 de abril de 2015

“La sinergia de las generaciones”

 Por James W. Goll

 

clip_image002Si la Iglesia espera ser relevante y suplir las necesidades del Siglo XXI y más allá, debe estar dispuesta a atravesar un cambio de paradigma. La revolución de Elías a Eliseo confronta el statu quo desafiando a la Iglesia a reexaminar muchas de sus suposiciones. Una de estas suposiciones es lo que se podría llamar “mentalidad escapista”. Por más de un siglo se les enseñó a muchos creyentes que el fin de los tiempos está cercano y debían esperar que Cristo arrebatara a su Iglesia en cualquier momento. Esta enseñanza ha prevalecido especialmente en partes de las ramas evangélicas y pentecostales de la Iglesia. Mi punto principal no es si esta interpretación de la profecía es exacta o no. Lo importante es la influencia que ha tenido en la mentalidad de la Iglesia.

 

Un resultado positivo de la “mentalidad de rapto” es que creó en muchos cristianos una sensación de urgencia respecto al evangelismo y las misiones. Si Cristo pudiera retornar “cualquier día”, entonces no hay tiempo que perder para compartir con otros a Jesús. Por otro lado, la misma mentalidad puede tener consecuencias desafortunadas en la planificación a largo plazo. Si indefectiblemente todo está a punto de llegar a un final, ¿por qué enfocarnos en el futuro?

 

Mis años de juventud estuvieron plagados por esta mentalidad a corto plazo que emergió del Movimiento del Pueblo de Jesús. El celo abundaba y el Espíritu Santo se estaba moviendo por toda la Universidad a la cual asistía. Me transformé en una persona de Jesús y viví con otros jóvenes en una Casa de Jesús. Pensaba que el regreso de Jesús se podía producir en cualquier momento para sacar a su pueblo de este mundo desordenado.

 

clip_image004Un par de líderes jóvenes plantaron un pequeño rosal en el jardín de la Casa de Jesús. Cuando vi al árbol recién plantado me sentí perturbado y establecí: “¿Qué hacen gastando el dinero para plantar ese árbol? ¡No saben que Jesús regresará mucho antes que ese árbol llegue a madurar!”. Pasó el tiempo y el árbol creció. Para mí se convirtió en un recordatorio hermosamente floreado y persistente que me decía que quizá Dios tiene una mentalidad a largo plazo para que se manifieste la plenitud de su propósito. El tiempo cambió y hoy pienso “generacionalmente”.

 

Pensando generacionalmente

La Iglesia moderna redescubrió la mentalidad de pensar de manera generacional. Por demasiado tiempo demasiados miembros del Cuerpo de Cristo se consideraron a sí mismos como parte de una “generación terminal”. Es tiempo de cambiar esa manera de pensar. Cada generación de cristianos necesita verse a sí misma como una generación puente que edifica sobre el pasado, vive en el presente y planifica para el futuro. Es importante vivir cada día como si Cristo fuera a regresar hoy, pero debemos seguir planificando para mañana como si Él no regresaría en años.

 

Parte de esa mentalidad de una generación puente es reconocer y tomar seriamente la responsabilidad de pasarle a la siguiente generación un legado sólido de fe y valores piadosos. ¿Cuán importante es esta “transferencia generacional”? Tiempo atrás alguien señaló que la Iglesia nunca está a más de una generación del paganismo. Lo único que se necesita para perderlo todo es que una generación falle en transferirle sus creencias y sus principios a la siguiente.

 

Una de las necesidades más críticas de la Iglesia de hoy es renovar su compromiso con la “transferencia generacional”. No debe pasarle solo sus principios, teologías y creencias doctrinales, sino también un corazón apasionado. Cada generación debe aprender a amar a Dios por sí misma y es responsabilidad de la generación precedente enseñarles al modelar ese amor. Este es un principio fundamental conocido como “mentoreo espiritual”, ejercido por padres y madres.  

 

Mentoreo espiritual

La transferencia generacional no ocurre en una noche. No existen los atajos, las fórmulas mágicas o una lista de 25 palabras y frases para impartir fe y valores. El éxito solo viene con el compromiso, la disciplina, la diligencia y la paciencia. Estas cualidades se están transformando rápidamente en nociones elegantes del pasado adecuadas a la sociedad actual del “microondas” o de la “satisfacción instantánea” en diez segundos.  

 

clip_image006Esta misma actitud se volvió muy común en gran parte del Cuerpo de Cristo. En verdad, el rápido inicio del avivamiento y el lento desarrollo del mentoreo espiritual son críticos para la estrategia de Dios de alcanzar las naciones. El avivamiento desata fe y los cambios en las vidas de las personas mientras el mentoreo espiritual transformará la cultura.

 

El fuego de Dios que descendió en el Monte Carmelo determinó el inicio rápido del avivamiento. Soltó fe en los corazones de los israelitas para afirmar que Dios era mayor que Baal, pero no cambió el corazón de la nación. Acab y Jezabel siguieron en el poder. Al mismo tiempo comenzó a ocurrir un cambio. El avivamiento del Monte Carmelo también encendió una llama lenta que agitó un movimiento subterráneo que desató una revolución espiritual que alcanzó su clímax años más tarde con una transformación cultural. Por su fidelidad como padre espiritual, Elías estableció el escenario, pero la siguiente generación bajo el liderazgo de Eliseo y Jehú destruyó a Jezabel. Esta reina representaba la dominación de la cultura por los poderes de las tinieblas y trajo la transformación de la tierra.

 

Una sinergia de generaciones

Se define a la sinergia como la condición donde distintos grupos trabajan juntos de manera cooperativa para que el efecto total sea mayor que la suma de los efectos individuales. En otras palabras, el grupo concreta más trabajando junto que sus miembros trabajando de manera independiente. Una de las cosas que representa la revolución de Elías a Eliseo representa el deseo de Dios para volver a unir múltiples generaciones en una relación sinérgica. Tres generaciones moviéndose juntas hacia una meta compartida pueden lograr más que lo alcanzado por la suma de cada generación por separado. Esta sinergia de generaciones es algo que Dios prometió que gestaría en los últimos días. Con frecuencia me refiero a esto como la “convergencia de los tiempos”.

 

Estamos por ver una “convergencia de los tiempos”. El fuego Pentecostal, las cruzadas de liberación y sanidad, la carga por los perdidos, la impartición de los dones carismáticos, el celo del movimiento del pueblo de Jesús, la credibilidad de la tercera ola, la revelación del mover profético y la red apostólica de reforma; todo ello resultará en una marea que causará un mayor impacto que el producido por la Reforma que ocurrió quinientos años atrás y creó la que se llamaría “generación de transformación”.

clip_image008

Antes del retorno de Cristo, Dios soltará una explosión de su Espíritu Santo que destruirá los paradigmas mentales de las personas y hará que toda la Iglesia comience a pensar de manera generacional, en lugar de desarrollar un pensamiento egoísta. Una generación completa comenzará a entregarse a sus “Eliseos” para levantar a los hijos e hijas de la “doble porción”, quienes dominarán su cultura en el poder del Espíritu Santo.

 

Cuando Dios se describe a sí mismo como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, no solo se está identificando por su nombre, describe su mismo ser y cómo su propósito procede a lo largo de la historia. Dios le dijo a Abraham que sus hijos serían como las estrellas del cielo o la arena de la playa, aunque Abraham solo tuvo un hijo de la promesa: Isaac. Isaac le pasó la promesa a su hijo Jacob, quien se la pasó a sus 12 hijos. Uno de ellos fue José, quien alcanzó la prominencia en Egipto. Después de un pequeño comienzo, en la cuarta generación apareció uno que gobernó una nación. Todos los hijos de Jacob fueron fructíferos, sus descendientes se multiplicaron por muchas generaciones hasta llegar a ser las 12 tribus de la nación de Israel.

 

¿Con qué visión está corriendo?

El mayor deseo del Padre es llenar la tierra con una descendencia madura. Esto no ocurrirá por medio de un curso de colisión hacia la santidad, sino por medio de una generación que no solo le pasará con paciencia y fidelidad a la siguiente un caudal de información y conocimiento, sino sabiduría, pasión, integridad, fe, compasión y visión. Cada generación debe aprender a honrar a quienes los precedieron, los pioneros de la Iglesia que siguieron su visión y forjaron un camino para que caminaran sus descendientes. Muchos padres y abuelos espirituales que hoy siguen con vida, están doloridos en su ser interior porque aún no vieron el cumplimiento de lo que Dios les habló 20, 30 o aún 50 años atrás. Anhelan ver el cumplimiento de su visión en sus hijos.

 

clip_image010Justo después de mudarme desde Kansas City, Missouri, hacia Nashville, Tennessee, recibí un sueño sorprendente. En el sueño pude ver una agenda con el año 1988 escrito en la cubierta. Ese fue un año de mucha actividad profética en el Cuerpo de Cristo y un tiempo fresco de nuevos comienzos. Mientras abría esa agenda en el sueño, pude leer oraciones y decretos que gente comprometida hizo en 1988. Luego, para mi sorpresa, cuando fui a la página cuatro encontré mi propia letra (y podía leerla) donde establecí el siguiente voto.

 

“Yo, Jim Goll, me comprometo a ser el vaso único que Dios creó y me comprometo a hacer todo aquello para lo cual me creó”. Luego continuó, “me comprometo a ayudar a otros a ser los vasos únicos que Dios creó y ayudarlos a ser todo lo que deben ser en Él”. ¡Luego pude leer mi propia firma como si estuviera escrita con sangre! Sí, Dios quiere que estemos seguros, seamos únicos y nos multipliquemos. Él quiere que seamos fructíferos.

 

¿Dónde están los padres y madres espirituales?

La necesidad de esta hora es grande. ¿Dónde están los padres y madres espirituales que orarán en el espíritu de Elías, clamando ‘Dios, dame un hijo o una hija espiritual?’”. ¿Dónde están los “ancianos” que bendecirán a los hijos con su tiempo, conocimiento y todas las cosas buenas que Dios les entregó? ¿Dónde están los mentores que compartirán su vida, conociendo que la transferencia generacional tiene que ver con la impartición de vida y no solo con información? ¿Dónde encontrarán los hijos e hijas a los padres espirituales que soñarán con ellos y para ellos, ayudándolos a afirmarse en la pasión y el destino que Dios les impartió, alentándolos e intercediendo por ellos? Soy un sobreviviente de muchas pruebas y aprendí muchas lecciones. Pude ver surgir y desaparecer a muchos movimientos en mi propia vida y quiero pasarle estas lecciones de sabiduría a mis siguientes generaciones.

 

¡Ese es mi sueño!

La responsabilidad desarrolla la madurez, mientras que la madurez nos lleva a mayores responsabilidades. La revolución de Elías a Eliseo llama a la unidad de las generaciones. Significa impartir bendiciones por la palabra hablada o por un toque significativo, entregándoles una valoración elevada de su valor y ayudándolos a ver su futuro en la familia de Dios. Significa ayudarlos con pasos prácticos, proveyendo los recursos necesarios y desatando autoridad sobre ellos para que puedan cumplir la comisión que Dios les encomendó. ¿Quién asumirá el desafío? ¿Quién clamará al Señor para ayudar a una generación huérfana para pedirle que le entregue un hijo o una hija espiritual? ¿Será usted?

 

¡Que mi techo se transforme en su piso!

 

James W. Goll

(www.elijahlist.com)

 

 

No hay comentarios: