lunes, 16 de diciembre de 2019

“El procesamiento y las responsabilidades de los profetas de Dios”




Por Jennifer Eivaz

Mientras observamos a los profetas de hoy, tanto los establecidos como los que van surgiendo, pienso que sería apropiado proveer instrucción sobre los diferentes procesos y responsabilidades de los profetas de Dios en el Nuevo Testamento. Ser profeta no es el rol glamoroso que muchos piensan, aunque a veces puede parecer que es así. Conocer el futuro por el Espíritu de Dios, experimentar una plétora de señales y maravillas inusuales y encontrar la dimensión de los ángeles, son algunas de las recompensas por todas las dificultades y complicaciones que atraviesan los profetas.

Surgiendo desde un lugar de oscuridad
La mayoría de los profetas en la Biblia parecen surgir desde la nada y desde lugares de humildad. Por ejemplo, Moisés dejó su vida acomodada en el palacio del rey de Egipto y vivió humildemente como un pastor en el desierto durante cuarenta años, antes de surgir como el libertador de Israel.

Algo similar ocurrió con Elías, quien apareció desde la profundidad del desierto (ver 1 Reyes 17:1-7) para consolar al perverso rey Acab. Luego estuvo Amós, un pastor y un campesino solitario, que no fue reconocido por los profetas más establecidos (Amós 7:14-15). El ignorado Amós fue enviado por Dios para advertirle a todo Israel y llamarlos al arrepentimiento, con la misma autoridad que los otros profetas.

J. Lee Grady, editor asociado de la revista Charisma, escribió: “Elías atravesó un tiempo de prueba y preparación, pero el proceso está oculto a nuestros ojos. Los verdaderos profetas atravesarán períodos de ocultamiento y quebrantamiento intenso. Dios debe tratar con el orgullo, la codicia y el egoísmo. El profeta también debe aprender a vivir en un lugar de comunión íntima con Dios, donde no lo afectarán las alabanzas de los hombres”.

Es verdad que típicamente los profetas son retenidos en lo oculto hasta llegar el tiempo de su revelación pública. En el lugar de oscuridad podemos sentirnos como si se estuviera trabajando para exponer todas las condiciones del corazón que pudiéramos tener, tanto las buenas como las malas.

Este procesamiento, acumulado a lo largo de muchos años, pretende revelar nuestro verdadero carácter y edificar nuestra integridad. Si esto se pierde, se ignora o se evita, un profeta puede asumir su rol, pero no terminará bien. Dios parece ocuparse más del corazón que de la plataforma y la espectacularidad del ministerio público.

Humildad y guerra
Recuerdo haber sido probada severamente por un grupo de profetas y pastores que no vivían vidas puras y parecía que solo yo tenía el coraje de confrontarlos. Sintiéndome engreída por la auto justificación, luego me encontré en situaciones que dejaron expuestas mis propias motivaciones impuras y tuve que aprender algunas lecciones reales en la gracia.

¿Mencioné antes sobre la guerra espiritual que deben soportar los profetas? Esta no es del tipo ordinario. Es un tipo de guerra que es muy personal y ridícula, una guerra que solo podemos comentar con muy pocas personas maduras que son muy confiables. Los profetas no están exentos de las dificultades severas, pero parece que soportan mucho más que todos. Sin embargo, con cada dificultad, hay una expectativa divina para vencer, porque cada victoria es el catalizador para la promoción espiritual y el aumento genuino de la autoridad (Apocalipsis 2:26).

Los profetas aprenden a obedecer las directivas del Espíritu de Cristo a cualquier costo, incluso cuando no las comprendan. Jesús insiste en una postura de humildad y en la obediencia instantánea de sus profetas. Hablamos cuando Él dice que hablemos. Obedecemos cuando no es conveniente. Los tratos de Dios con todos sus profetas son muy personales y buscan tocar las cuerdas del corazón.

Entonces, ¿por qué usted o cualquier otro soportan esto? Porque es el único camino para experimentarlo por lo que realmente es y conocer auténticamente sus caminos. Un profeta que carga una autoridad pesada, puede hacerlo porque conoce a Dios y lo conocen bien (Daniel 11:32).

¿Qué hacen los profetas?
Hay algunas responsabilidades de supervisión de liderazgo sobre los ministros del ministerio quíntuple, incluyendo los profetas. Leemos: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros…” (Efesios 4:11-12).

Este pasaje continúa describiendo la carga de estos ministros para promover la unidad, traer madurez, crear estabilidad, hablar la verdad y exponer las doctrinas mentirosas, llevando a todos a ser miembros funcionales del Cuerpo de Cristo (verso 13-16).

Sin embargo, los profetas se comprometerán en una serie de tareas únicas que fluirán de su marco sobrenatural:

1. Los profetas llaman y comisionan a los próximos líderes de Dios
¿Es consciente que toda autoridad en la Tierra proviene de Dios? Leemos en Romanos 13:1: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. Por esa razón, Jesús con frecuencia opera con sus profetas para identificar, llamar y establecer a los líderes en la tierra, así como Él los escogió.

2. Los profetas advierten, protegen, vigilan y preservan
El profeta Oseas nos revela que un rol clave del profeta es preservar. Oseas 12:13 dice: “Y por un profeta Jehová hizo subir a Israel de Egipto, y por un profeta fue guardado”. Moisés libertó a Israel de Egipto y la preservó por medio de su liderazgo y su intercesión.

El Apóstol John Eckhardt, autor y pastor principal de Crusaders Church, en Chicago, escribió: “La palabra preservar significa prevenir del daño, la agresión, el peligro o la maldad. También significa proteger o salvar”. También sumó a esta definición: “En Hebreo, la raíz de esta palabra es shamar. Significa dar cobertura (como con coronas), guardar, proteger, vigilar y cuidar… La palabra shamar enfatiza el elemento protector del manto del profeta”. (Tomado de “Dios sigue hablando: Cómo oír y recibir revelación de Dios para tu familia, tu Iglesia y tu comunidad”, por el Apóstol John Eckhardt.)

3. Un profeta intercede por la gente, las ciudades y las naciones
Todos los profetas son intercesores. Abraham oró, Moisés oró, Débora oró, Jeremías oró y así fue con todos los profetas. Interceder significa orar e intervenir a favor de otro. Algunos profetas prefieren derribar cosas. Hay un tiempo para esto, pero los profetas que disfrutan derribando todo, tienen un problema en sus corazones. El amor de Dios no está en sus corazones. Los profetas saludables aman edificar a la gente y edificar a la Iglesia, no lo opuesto.

4. Los profetas proclaman los cambios en los tiempos y las estaciones
Cada profeta necesita hacerse esta pregunta: “¿Qué tiempo es?”. Eso es porque un profeta observa y administra los tiempos y las estaciones, dentro de su asignación espiritual. El profeta Habacuc demuestra este concepto, indicándonos que escribamos la visión profética, incluso cuando no sea para ahora, sino para un tiempo señalado.

Habacuc 2:2-3 dice: “Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, más se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”.

Dios, quien se afirma fuera del tiempo, trabaja activamente para manifestar su propósito sobre el tiempo cronológico. En el momento señalado, interrumpirá el tiempo cronológico y manifestará la visión profética. Aun así, el rol de los profetas puede ser tan diverso como cada uno de ellos. Por ejemplo, los profetas claman contra los sistemas y las estructuras injustas, dan a luz nuevos movimientos y ministerios, demandan la santidad en la Iglesia y están concentrados en manifestar la agenda de Dios.

Los profetas deben inspirar e impartir coraje, ser fuertes en el discernimiento y percibir cuando las cosas estén fuera de orden. Los profetas de Dios aman la verdad, alineando todo con la Palabra escrita para exponer los engaños, las herejías y las mentiras. Son amados y temidos, pero juegan un rol vital en el Cuerpo de Cristo.

Si usted es un profeta, el propósito de este artículo es ayudarlo a solidificar su rol e identidad, trayendo claridad esperanzadora y consuelo durante los tiempos de dificultades. El hecho es que lo necesitamos. Como lo necesitamos, animo a todas las personas y en todas partes, que oren y amen a sus profetas.

Jennifer Eivaz




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