Por Yvon Attia
El nacimiento de las promesas
postergadas
Mientras se acercaba
el mes de septiembre, el Señor me mostró un verso poderoso: “Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo
que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios” (Isaías 66:9).
En ese momento, la palabra “nacimiento” saltó de la página.
Comencé a escuchar a
Dios hablando en la dimensión del Espíritu, confirmando que el noveno mes
(septiembre) es un mes de nacimiento. Están a punto de nacer las promesas
atrasadas, los llamados y los destinos. Además, el Espíritu Santo resaltó que
Dios (el mismo Espíritu Santo), atendará el parto.
Embarazos furtivos
Sentí un fuerte
impulso de volver atrás y leer el contexto de ese verso, y algo extraño quedó
en relieve para mí. Cuando alguien entra en trabajo de parto, hay señales y
síntomas visibles que deben ocurrir primero. Por lo general, primero deben
producirse dolores de espalda y contracciones. Contrariamente a esto, Isaías
les profetizó a los que habían regresado del exilio (los que están vacíos,
rotos y se sienten derrotados), y les dijo:
“Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores,
dio a luz hijo. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal cosa? ¿Concebirá la
tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de
parto, dio a luz sus hijos” (Isaías 66:7-8).
En otras palabras, el
parto ocurrirá sin señales visibles, lo sintamos o no. Los dolores de parto son
los efectos secundarios de la maldición. Cuando el pecado entró en el mundo,
Dios le dijo a la mujer: “... agudizaré el dolor
de tu embarazo y parirás con dolor...” (Génesis 3:16). Sin embargo,
en Cristo se quebró la maldición y nos convertimos en la justicia de Dios (2
Corintios 5:21).
Desde el punto de
vista médico, un embarazo furtivo o críptico (independientemente de una
creencia religiosa específica), se refiere generalmente a una situación donde
una mujer no es consciente de su embarazo, hasta las etapas posteriores o
incluso hasta que comienza el parto. Esto puede ocurrir en mujeres con periodos
irregulares o síntomas mínimos de embarazo, que los niegan o desconocen los
signos del embarazo. El embarazo encubierto puede ser una experiencia
complicada desde el punto de vista emocional, mental y físico para la persona
implicada, porque a menudo conlleva cambios y decisiones inesperados en
relación con los cuidados prenatales, la crianza de los hijos y los planes de
futuro.
En nuestro caminar
con Dios, estamos “embarazados” de
las promesas de Dios a través de su Espíritu. Esta es una realidad profunda y
asombrosa. Así como un embarazo críptico se refiere a una gestación que
permanece oculta y desconocida, la mayoría de los fieles seguidores de Cristo
experimentarán un viaje similar, cargando las promesas de Dios, sin darse
cuenta inicialmente. Este embarazo espiritual también ocurre cuando Dios planta
sus semillas a través del Espíritu Santo y nos convertimos en creyentes nacidos
de nuevo.
Las semillas del
Reino son de esperanza, propósito y bendiciones, dentro de nuestros corazones.
A veces estas promesas pueden no ser inmediatamente reconocibles, pero a medida
que alimentamos nuestra fe, buscamos la guía de Dios y cultivamos una relación
más profunda con Él, nos hacemos gradualmente conscientes de las promesas
divinas y de la vida que crece dentro de nosotros. Orando en el Espíritu,
estudiando la Palabra de Dios y rodeándonos de la comunidad cristiana profética,
podemos abrazarlas plenamente y darles vida a las promesas que Dios nos concedió.
Escuché al Señor que decía: “Muchos de Mis hijos tienen ‘embarazos furtivos’. Sus
promesas todavía están ocultas o sin revelar. Todavía están en un período de
gestación, desarrollo o preparación. Todavía no se dieron cuenta, ni lo
reconocen los demás. Así como una mujer lleva un niño dentro de su vientre sin
saber que está embarazada, muchos de Mis hijos están llevando mi propósito
divino, mi llamado y mi unción. Sin embargo, no es inmediatamente evidente para
ellos, ni para aquellos que los rodean. Mis hijos no son conscientes que lo que
estoy haciendo en sus vidas es significativo y, sin embargo, pueden estar en
una temporada de ‘silencio’ o ‘quietud’. Estoy trabajando primero en ellos,
antes de que nazcan y vean Mi promesa en sus vidas”.
“Es un tiempo de preparación oculta donde el Espíritu Santo está
trabajando, moldeando y equipando al creyente, para una futura manifestación
del poder y el propósito de Dios. Es esencial para ellos permanecer fieles en
oración y sensibles a la dirección del Espíritu Santo durante este embarazo
oculto, porque en última instancia conducirá a un tiempo de revelación y el
nacimiento de los planes y bendiciones de Dios en sus vidas”.
Nacimiento sobrenatural
Lo interesante es que
el Señor comenzó a destacar que el alumbramiento tendrá lugar de manera
sobrenatural. Isaías 54:1 dice: “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta
canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los
hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová”. La
palabra “desolada” se define como “un lugar completamente desierto, vacío, rechazado,
desolado, desprovisto de vida e ilusión, etc.”. Ahora, cuando se
refiere a una mujer como desolada, puede significar que está vacía, sola,
desierta, rechazada y en un lugar de ruina y desilusión.
La mayor pregunta es:
“¿Cómo sucederá esto?”. Isaías
responde a esta pregunta diciéndonos: “Porque tu
marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el
Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado” (Isaías 54:5). Dios no es sólo el que da a luz, también es el
que planta la semilla con la fuerza de su Espíritu Santo. María experimentó la
misma situación y cuando el ángel le anunció que quedaría embarazada, su
pregunta fue: “¿Cómo?”.
Lucas 1:35 dice: “Respondiendo
el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo
te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será
llamado Hijo de Dios”.
Nacimiento en el espíritu y nacimiento en la carne
El nacimiento tendrá
lugar en dos dimensiones: “en la dimensión del
espíritu y en la dimensión de la carne”. Jesús le dijo a Nicodemo: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es
nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Los que cargan el
fruto del Espíritu (amor, alegría, paz, longanimidad, amabilidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre y autocontrol), darán a luz promesas, llamados y
destinos espirituales. Aquellos que cargan las obras de la carne (inmoralidad
sexual, impureza, placeres lujuriosos, idolatría, hechicería, hostilidad,
peleas, celos, arrebatos de ira, ambición egoísta, disensión, división,
envidia, borracheras y juergas), darán a luz la destrucción.
1 Tesalonicenses 5:3 afirma una verdad muy poderosa: “Cuando digan: Paz y seguridad, entonces
vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta,
y no escaparán”. Este será el destino de los
malvados.
Nadie puede abortar lo que Dios está a punto de dar a luz
Dios dijo: “La edad no importará”. Dios no respeta la edad. El ángel de Dios le dijo a María: “Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha
concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban
estéril; porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:36-37). Nadie
puede matar lo que Dios está a punto de dar a luz en el espíritu. Cuando el
faraón, el rey de Egipto, les dio la orden a las comadronas hebreas de matar a
los bebés varones de los hebreos cuando nacían, ellas se negaron a obedecer la
orden del rey y permitieron que los niños vivieran (Éxodo 1:12-17).
¡Se acerca el tiempo del parto!
Mientras continuaba
en la Palabra, se destacó Romanos 9:9 ante mí. Sonaba como una doble
confirmación para septiembre: “Porque la palabra
de la promesa es esta: Por este tiempo vendré y Sara tendrá un hijo”.
Mientras estaba en oración, oí al Señor que decía: “Lo que llevas es Mío y tú lo darás a luz. Yo,
el Señor tu Dios, estaré atendiendo el parto. La hora del parto se acerca. Vas
a dar a luz. Darás a luz las promesas atrasadas, los llamados y los destinos.
El parto ocurrirá en la dimensión del espíritu y en las dimensiones de la
carne. Aquellos que están llevando el trabajo de la carne, se hundirán en el
pozo que hicieron. En la red que escondieron para ti, su propio pie quedará
atrapado en ella. Pero en cuanto a ti, darás a luz las promesas que te prometí.
Las promesas de las que te olvidaste, yo no las olvidé”.
“Estarán pensando: ¿Cómo sucederá esto”
“Mi Espíritu los cubrirá con su sombra, quedarán preñados y darán a luz.
Por eso les digo: ‘Están entrando en un mes de alumbramiento sobrenatural’”.
“Pero ustedes dicen: ‘Oh, Señor, ¡no lo siento!’”.
“Los síntomas y signos del parto no aparecerán, porque fue quebrantada toda
maldición que causaba dolor o retraso. Antes de que empiecen a sentir el dolor
del parto, el alumbramiento se habrá consumado. Abrirán los ojos y verán la
salvación del Señor. Lo que están dando a luz no morirá. Nadie podrá oponerse a
ello. Aquellos que lo hagan, estarán en Mi contra”.
“A muchos les parecerá extraño y no creerán, pensando: ¿Cómo puede suceder
un fenómeno tan extraño en un tiempo de crisis e inestabilidad? ¿Quién ha visto
algo tan extraño como esto? ¿Quién ha oído hablar de algo así? Pero esta es Mi
promesa para ustedes: Tus promesas nacerán y tus visiones se cumplirán. Te daré
un río de paz y prosperidad, y la riqueza de las naciones fluirán hacia ti”.
Yvon Attia
(www.elijahlist.com)