martes, 9 de diciembre de 2008

“Qué significa vivir en la Gloria”

 

Por Katie Walters

clip_image001“…tratamos de cambiar nuestra vieja naturaleza (viejo hombre) y desarrollarnos. Fallamos al no darnos cuenta que Jesús nunca vino a hacer eso” (Kathie Walters)

Recientemente, cuando llegué a la Costa Este para ministrar un fin de semana, me recibió un grupo de mujeres muy entusiastas. “¡Estamos muy contentas de tenerla aquí!”, dijo una de ellas, “necesitamos un toque de Dios”. Con frecuencia oímos esto con mi esposo David.

Me preocupa cuando la gente busca un “toque de Dios”, porque Dios tiene algo mejor para nosotros: Su provisión es para que vivamos en Su Gloria. Comprendo el corazón de la gente y su deseo por Dios, pero si aprendemos a vivir en Su Gloria, podemos llegar a ser una fuente del toque de Dios. No tenemos que buscar otro más.

Cambiando mentalidades

Aunque Dios bendecirá a Su pueblo, existen algunas cosas con las que no está de acuerdo. Por ejemplo, nuestra mentalidad religiosa. El Espíritu Santo no puede permanecer y habitar en aquellos conceptos errados contrarios a la verdad, porque es el Espíritu de Verdad.

Dios me mostró tres mentalidades muy importantes que necesitan ser cambiadas

La primera es una mentalidad que muchos cristianos aún conservan: culpabilidad. Sea de una manera consciente o inconsciente, tratamos de cambiar nuestra antigua naturaleza (viejo hombre) y desarrollarnos. Fallamos al no darnos cuenta que Jesús nunca vino para hacer eso. Jesús crucificó al viejo hombre para que podamos caminar por la fe en el nuevo hombre, creado en justicia y santidad.

¿Se siente descalificado?

Debido a esto, el enemigo trata de hacer sentir a la gente que no está calificada para vivir en lo sobrenatural. Pero recuerde, satanás es ladrón y mentiroso. Jesús nos hizo calificar al 100%. Nunca es un 90% Dios y un 10% nosotros, sino un 100% Él. La realidad sobrenatural de los ángeles, las visitaciones celestiales y los carros de Dios, deben ser parte normal de nuestras vidas. Son manifestaciones de la Gloria de Dios.

Mientras contemplamos la gloria del Señor: “…somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:18).

Él nos “presenta sin mancha delante de su gloria…” (Judas 1:24).

Somos su obra y su trofeo. Él hace la obra, mientras nosotros nos rendimos. Necesitamos vivir en lo que Él hizo y no en lo que estamos tratando de hacer. No ore para que Dios envíe Su gloria, ya la tiene. No somos transformados de gloria en gloria por esforzarnos, sino por Su Espíritu.

Falsa responsabilidad

La segunda es que somos proclives a la “falsa responsabilidad”. Somos responsables por lo que Dios nos entrega y es así. Un espíritu pesado hace sentir a la gente responsable por las cosas y no pueden hacer nada acerca de ello. No podemos cambiar a nadie y tampoco podemos hacer que nadie haga nada.

Muchos avivamientos se apagaron por un espíritu religioso. Un joven fue usado poderosamente para encender un avivamiento en Gales. Era un vaso y la gloria de Dios fluía a través de él. Después de un año, comenzó a sentirse responsable por la manera como la gente respondía al Espíritu. Si no lo hacían como pensaba que debía ser, abandonaba la reunión o la terminaba. Esto trajo un espíritu de pesadez sobre la tierra y sobre la gente porque no era su responsabilidad.

Nuestra responsabilidad es hacer lo que Él nos llamó a hacer, decir lo que nos llamó a decir e ir donde nos llamó a ir. Eso es todo lo que Dios requiere de nosotros y mantendremos nuestro gozo.

Falsas cargas

La tercera situación es asumir “cargas falsas”. Como intercesores sólo necesitamos rendirnos al Espíritu. Cuando cae la unción sobre nosotros y guerreamos, debemos recordar que no somos nosotros, es la unción que viene desde el Cielo. Podemos hacer algunas declaraciones, reírnos, llorar o inclinarnos sobre el suelo y clamar. No importa qué hagamos, la carga viene porque Jesús es el máximo intercesor sentado a la diestra del Padre.

Cierta vez pertenecí a un grupo de intercesión en Florida. Peleamos algunas batallas donde la carga era tan pesada que se sentía como una nube oscura sobre cada uno de nosotros. Finalmente, alguien oraba por el grupo y echaba fuera esa carga falsa hasta que sentíamos que se había ido. Nos reíamos y tomábamos un descanso porque hay momentos para descansar, antes de seguir bajo la unción. Ante todo, Dios nos llamó a alegrarlo. Después de todo, si no lo alegramos a Él, ¿por qué lo servimos?

Sus pensamientos afectan el mover del Espíritu

Por eso el mover del Espíritu viene y va. ¿Por qué existe un mover poderoso de Dios en una iglesia o ministerio, pero luego de un par de años se disipa? La gente queda sacudida, confundida y herida, pero a menudo es el resultado de un espíritu de aborto que hace cesar el mover de Dios. Desafortunadamente, afecta a la gente que se gozó con ese mover del Espíritu Santo y la presencia del Señor.

Cuando mi esposo y yo llegamos al mover del Espíritu, teníamos un trasfondo de teología y conocimiento profundo. Podíamos poner el punto sobre cada “i” teológica y subrayar cada “t” doctrinal. Comenzamos a buscar al Señor porque teníamos hambre de Él. Luego fuimos a un avivamiento poderoso en el sur de Londres. La gente iba desde todas partes y la presencia de Dios nos rodeaba. Nuestra mayor piedra de tropiezo no eran nuestros caminos mundanos, sino nuestra teología y nuestro gran conocimiento.

Tuvimos que aprender que cuando el Cuerpo se une y habilita a Dios, sin importar quién o qué, todo tiene que ver con Él. A nadie le importaba en realidad qué estaba pasando, siempre que la presencia de Jesús estuviera allí.

La gente dejaba las reuniones y nunca llegaba a la parada de buses. Caían bajo la unción en los frentes de las casas, sobre los árboles o desparramadas sobre los arbustos. Cuando la gente llamaba para obtener la dirección de las reuniones, teníamos que decirles: “encontrará a la gente tirada a lo largo de toda la calle, no se alarme, sólo salte sobre ellos y entre”.

La gloria de Dios estaba sobre todos, los banqueros, los recolectores de residuos, los niños y los adultos.

A veces, sólo teníamos que sentarnos a los pies de Jesús, descansar y permitirle demostrarnos Su amor. No nos pedía que corriéramos todo el día por todas partes.

Él es el amante y el guardián de nuestra alma. Somos la niña de su ojo, Su amada. Podemos descansar y vivir en Su gloria porque nos cubrió con ella. Recuerde, Él nos llamó para sí mismo, ¡somos Sus tesoros!

Kathie Walters

1 comentario:

Noemi dijo...

hermoso mensaje, bendiciones desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com