domingo, 12 de julio de 2009

“Un punto de quiebre en la historia”

 

Por Jeff Beacham

clip_image002Jesús puso el mundo patas para arriba

Dos mil años atrás ocurrió el mayor punto de quiebre de la historia. ¡El nacimiento de Jesús literalmente partió la historia justo por la mitad! Aún el mundo secular actual sigue midiendo el tiempo desde su nacimiento, aunque muchos en nuestra cultura querrían remover ese hecho. ¡Pero no se discute que no hay otra persona registrada en la historia a quien se le haya concedido semejante honor!

Hubo otros puntos de quiebre en la historia desde que Jesús caminó sobre la tierra, pero ninguno tuvo el impacto en este mundo que provocaron su vida y su ministerio. ¡Él y su banda de radicales “toscos”, pusieron el mundo patas para arriba!

Señales del Reino

En Mateo 10, Jesús comisionó a sus doce discípulos y los envió de a dos para anunciar que el “Reino de los Cielos está a la mano”. Hoy, nuestro sentido contemporáneo de la frase “a la mano”, sería “cercano” o “próximo”. Sin embargo, un significado más certero de la palabra “a la mano”, sería saborear o dar una mirada a lo que está por venir.

Vino la primera vez para anunciar la venida de un Reino que no pertenecía a este mundo y prepararnos para una mayor dimensión de plenitud en algún momento en el futuro.

En el mismo contexto, Jesús luego definió esta vislumbre del Reino como una demostración del poder sobrenatural, instruyendo a sus discípulos para “… sanar a los enfermos, resucitar a los muertos, sanar a los leprosos y echar fuera demonios”.

Así como un cartel puede darle una idea de lo que sucede por delante en la autopista, (un restaurant o una estación de servicios), estas serían las señales que indican el camino para el Reino mayor que está por venir.

Consumación futura

Este es un componente futurista del Libro de Apocalipsis que declara en el capítulo 21:3-4: “Oí una potente voz que provenía del trono y decía: ¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir”.

Esta es la consumación futura del cielo nuevo y la tierra nueva, reuniéndose como un Reino donde Dios habitará con su pueblo para siempre.

La similitud entre las instrucciones de Jesús hacia sus discípulos y el resultado final de Apocalipsis 21 es obvia. En ambos casos el Reino de los Cielos se encuentra con la tierra y es definido como un lugar donde no habrá sufrimiento humano o muerte. El resultado final es extremadamente mayor a un “vistazo”. Sin embargo, Jesús quiso darnos un primer vistazo 2000 años antes.

¡Nuevo tiempo, nuevo paradigma!

Hoy estamos en el umbral de un cambio de paradigma. Hay un mover fresco de su Espíritu con un énfasis en la sanidad sobrenatural, la resurrección de muertos y la liberación de influencias demoníacas que se está esparciendo rápidamente a lo largo de muchas partes del mundo occidental.

Nunca hubo falta de milagros en las naciones del tercer mundo, porque muchas de ellas no tienen el lujo que ofrecen las opciones médicas de Occidente. En muchas de estas naciones, la única opción que tienen es Dios. ¡La diferencia es la desesperación!

En tiempos recientes, el Espíritu Santo elevó el calor de la desesperación, el hambre y la pasión por la presencia de Dios y el poder para obrar milagros en Occidente. Estamos comenzando a ver el mismo nivel de señales y maravillas que estábamos acostumbrados a ver en el tercer mundo. Sin embargo, esta ola fresca de calor espiritual está liderando las manifestaciones del poder de Dios y las demostraciones del Reino.

Así como en los días de Jesús, algunos lo abrazaron con entusiasmo, pero otros se oponen fervorosamente. Algunos son cautelosos y otros se hacen preguntas.

En Mateo 11:11, Jesús dice: “Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”. Antes, en el mismo capítulo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntarle a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (Mateo 11:3).

Si estaba bien que el mayor del Antiguo Testamento preguntara acerca de Jesús, aún después que Dios le confirmó en el Jordán por medio de una revelación especial quién era, también está bien para nosotros. Aún Jesús tuvo preguntas acerca de su propósito y su destino en el huerto de Getsemaní y luego en la Cruz, cuando clamó: “¿Por qué?”.

El presente derramar del Espíritu demostró algunos quiebres en este patrón con una confluencia de líderes involucrados en el avivamiento de Toronto y Brownsville, junto al mover apostólico y profético.

El 23 de Junio, el Servicio de la Alianza Apostólica de la que formé parte en el derramar de Florida, junto a Peter Wagner, Ché Ahn, Bill Johnson y John Arnott, es sólo un ejemplo de cómo las diferentes generaciones de avivamiento operan juntas en el presente.

De cualquier modo, si estamos de acuerdo con lo que está sucediendo o no y aún si somos indiferentes, ¡ahora mismo estamos ante un cambio innegable en la manera de hacer las cosas! ¿Podríamos estar en el umbral de otro punto de quiebre en la historia?

La nube se está moviendo

Isaías 60:2 dice: “Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!”. Aunque esta profecía se refiere en primer lugar a Jerusalén, ¿sería mucho pensar que tiene una aplicación para este tiempo? Hoy vemos un aumento de las tinieblas sobre la economía y la sociedad, aún los cristianos sienten sus efectos, ¡pero no necesitamos entregarnos a esta negatividad!

Jeremías 17:5-8 dice: “Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! Será como una zarza en el desierto: no se dará cuenta cuando llegue el bien. Morará en la sequedad del desierto, en tierras de sal, donde nadie habita. Bendito el hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia y nunca deja de dar fruto”.

Si estamos en el umbral de otro punto de quiebre, entonces sucede lo mismo que con el pueblo de Israel cuando Dios los llevó a las orillas del Jordán, tuvieron que tomar una decisión. Pudieron quedarse del lado del desierto o cruzar el río hacia un territorio nuevo, la tierra prometida. ¡Movámonos hacia las cosas de Dios en este tiempo!

Aquellos que se mantengan en movimiento con la nube de Dios y avancen en la agenda del Reino, nunca quedarán atrás o serán redundantes en su plan para ver el Cielo y la Tierra unidos como uno sólo.

Jeff Beacham

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