martes, 22 de junio de 2010

“Y Dios dijo: Cree solamente”

Por Tiffany Ann Lewis

clip_image002“Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes” (Salmo 27:13)

¿Sus esperanzas se hunden rápidamente en el mundo que vivimos hoy? ¿Perdió su coraje? Dios dijo: “Cree solamente”. Es más fácil de decir esto que hacerlo, cuando su casa se viene abajo, su salud está quebrantada y se tambalean sus finanzas. A veces, en situaciones como estas, algo se comienza a sacudir en nuestro interior. Podemos preguntarnos, “¿Qué fue lo que dijo Dios?” o, peor aún, podemos preguntarnos, “¿Es lo que quiso decir en realidad?”.

En Génesis 1 tenemos el primer registro de las palabras de Dios. En el principio de todas las cosas, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de la confusión, las aguas del caos, rodeando las tinieblas e incubando sobre todo ello. Repentinamente, Dios habló las intenciones de su corazón, como sabemos, y lo que dijo, vino a existencia, trayendo orden en medio del caos.

Todo lo que Dios dijo y dice, tanto en el pasado, presente y futuro, ocurrirá y tiene el poder para traer orden en medio del caos. Aún así, desde el principio, la serpiente astuta estuvo jugando con las mentes de los hijos de Dios, tratando de arrancar la semilla, las Palabras de sus corazones, con una pregunta simple: “¿Con que Dios dijo? ¿Realmente Dios ‘amar’?”. En hebreo, las palabras serían: “¿Aph ki amar Eloheim?” (Génesis 3:1).

Sin embargo, las mismas palabras que utilizó la serpiente para bloquearnos, “¿Con que Dios dijo/amar?”, es literalmente la piedra de ángulo de nuestra casa de fe. Permítame demostrarle lo que quiero decir.

La voz viviente, el Cordero de Dios

La palabra hebrea para decir o dijo, es amar (Strong AT:559). Es la raíz de una palabra que se encuentra unas 5000 veces en la Escritura, pero tres de ellas están escondidas en el libro de Esdras y trajeron orden y paz a mi vida en momentos de tinieblas, caos y confusión.

Esdras no utilizó la palabra para explicar algo que dijo Dios, es algo mucho mejor que eso. Usa estas palabras para definir a los corderos para el sacrificio que se llevaron al templo restaurado. Esta no es sólo una imagen y sombra, es una verdad escrita en la Palabra de Dios para siempre, ¡en su propio idioma! (Esdras 6:9, 6:17 y 7:17). La palabra que utilizó Esdras es emar (Strong AT:563) y es la palabra aramea que los estudiosos creen está conectada con la raíz de la palabra amar, en el sentido de manifestar.

Amado, la Palabra de Dios se sostiene por sí misma y no se contradice. Se apoya y confirma a sí misma, todo está oculto dentro de la Palabra. Este es el fundamento que sostendrá nuestra casa de esperanza en unidad cuando el diablo trate de llevarnos hacia la duda sobre la soberanía de las promesas de Dios y lo que Él dijo.

“¿Realmente Dios te dijo (amar)? ¿Estás seguro?” ¡Sí! Estoy seguro, porque Jesucristo, el Cordero de Dios, es literalmente la persona a Quien envía hacia las tinieblas, el desorden, el caos y la confusión, trayendo orden y perfección sobre todo lo que cubre el Espíritu Santo. El Espíritu Santo sigue incubando hoy, manifestando y recordándonos lo que dijo Jesús (Juan 14). “Vayi ‘omer’/ y Él dijo…” (llene el espacio en blanco).

¿Por qué Esdras eligió utilizar esta palabra? Sólo el Espíritu Santo de Dios lo sabe, pero es significativo mencionar que Esdras fue el escriba que restauró el idioma de los hijos de Dios. Como estuvieron cautivos en Babilonia, la mayoría no sabía hablar su lengua nativa (Nehemías 13:23-24). Ellos ni siquiera sabían lo que dijo Dios… ¿se lo puede imaginar?

Esdras cambió todo eso. Bajo su liderazgo se estableció la escritura hebrea clásica que se utilizó en los rollos de la Torá hasta nuestros días. Aún su nombre es una señal profética. Esdras significa “ayuda” o “socorro” y lo que nos dejó en este texto santo es una ayuda permanente para ayudar a los descarriados seducidos por las palabras de la serpiente, para que regresen al fundamento, ayudándolos a levantar el escudo de la fe.

Las palabras que habló la Voz Viviente, fueron selladas por la Sangre del Cordero sacrificado/el Emar de Dios. Lo que Dios dijo fue, es y será al mismo tiempo, porque tiene el poder para crear, haciendo que las cosas que no son, sean como si ya fueran. Hebreos 1:1-3 nos enseña que todo fue hecho por medio de Jesús, el heredero y la imagen expresada de Dios, el que sustenta todas las cosas por el poder de su palabra. Amado, sus Palabras también lo sostendrán a usted.

No permita que la serpiente le robe la Palabra de Dios

“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11).

Respecto de la palabra Amar, como sustantivo (una persona, un lugar o una cosa), significa: declaración, discurso, palabra, dicho, promesa u orden. Como verbo (palabra de acción), significa: decir, hablar, pensar e intentar.

Cuando Dios habla sus pensamientos, se transforman en su Palabra. Sin embargo, como sabemos, tenemos un enemigo que anda rondando para tratar de robar la semilla de nuestros corazones (la Palabra que Él nos habló), antes que tenga la posibilidad de crecer.

Aprendimos sobre las tácticas del enemigo en el Edén. Como ve, el diablo no puede torcer lo que está escrito, pero puede confundir nuestras mentes con nuestro “sabemos que sabemos”. Puede tratar de hacernos dudar de la aplicación personal, incluso de la incubación personal del Espíritu de Dios, mientras atravesamos la noche oscura del alma.

La mente es el campo de batalla, porque no peleamos contra carne y sangre. Santiago 1:6b dice: “…porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento”. No permita que la serpiente le robe la semilla de la Palabra de Dios. Afírmese en lo que dijo Dios. El Cordero de Dios, el “Amar” de Dios, es el Capitán de nuestra salvación, un Ancla de esperanza para nuestra alma debilitada y sacudida por las tormentas de la vida. “Vayi omer le” y “Él me dijo…”.

“No temas, cree solamente”

Considere a Jairo, el gobernador de la sinagoga en Lucas 8. Vino a Jesús y se postró a sus pies, rogándole al Señor para que fuera a su casa porque su hija de doce años estaba muriendo. Pero mientras caminaban (presumiblemente hacia la casa de Jairo), una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, se atravesó en el camino del Señor y tocó el borde de su manto, como su única esperanza. Se sanó de inmediato, pero desafortunadamente, mientras Jesús se detuvo a hablar con su hija mayor, la hija de Jairo murió.

Mientras Jesús le hablaba palabras de aliento a la mujer, Jairo oyó las palabras más desesperantes que puede oír un padre. Pero preste atención a esto: el que habló fue el siervo de Jairo, pero Jesús le respondió directamente a Jairo. ¿Podría ser que Jesús aún le pudo responder a los pensamientos de Jairo, al clamor de su corazón? “Vayi omer (y Él dijo), no temas, cree solamente...” (Lucas 8:50).

La Palabra no cambia a lo largo del camino. Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre; la sangre del Cordero sigue hablando. No permita que las palabras de este mundo determinen lo que usted cree.

Ella está muerta… ¡pero Dios dijo que está viva!

No hay esperanza… ¡pero Dios dijo que sí la hay!

Es imposible, ¡pero Dios dijo que es posible!

El Cordero de Dios salvó el día, sus palabras nunca fallan, “vayi omer...y Él dijo...”

Jesús le dijo a Jairo: “Cree solamente”. Amados, guarden su lengua, guarden sus pensamientos, pónganlos en línea con lo que dijo Dios y crean solamente. Aún si no lo siente, no permita que el diablo se lo robe. Afírmese en la esperanza porque “en la lengua está el poder de la vida y la muerte” (Proverbios 18:21a).

Use la Palabra de Dios y declárela hacia la atmósfera

Es interesante notar que los sabios no relacionan el pecado original con desobedecer a Dios sino con seguir a la serpiente y su lengua perversa (lashon hara). Porque con esa lengua, la serpiente parlante difamó a Dios y engañó a Eva.

Guarde su lengua y domine este poder. En lugar de usar “lashon hara”, la lengua o lenguaje perverso, use “lashon hakodesh”, la lengua o lenguaje Santo. Este es el mismo lenguaje que fue restaurado para nosotros de manera escrita por Esdras y en la carne por Jesucristo, el Cordero/Emar de todo lo que dice Dios. Use sólo las palabras de Dios y declárelas en la atmósfera.

Estoy convencida que aún no comenzamos a ver el umbral de la plenitud del poder de nuestras palabras. Sé que no aún no lo hice. Jesús dijo que le hablaríamos a los montes y se moverían. Dijo que haríamos las mismas que Él y aún mayores. ¡Él lo dijo! No tenemos que comprenderlo todo, Jesús sólo nos pidió que le creyéramos, tomándolo a Él y su palabra. Señor, ayúdanos a atrapar esto un poco más en nuestros días.

Quizá usted sea alguien que le habla a la montaña y dice: “Talita, cumi” (Lucas 8) y su pequeña hija no se levantó. También comprendo lo que eso significa, sin embargo, podemos permanecer aferrados a la Esperanza porque, en la vida o en muerte, Dios tiene todo bajo control.

Por el gozo de vivir eternamente con usted y con sus seres queridos otra vez, el Cordero de Dios, inmolado desde la fundación del mundo, se encarnó y caminó entre nosotros, enfrentando la Cruz. Nada puede llegar a separarnos de ese amor que se manifestó en y a través de Cristo en su obra final en la Cruz. Su gracia es suficiente hoy, mañana y en los días por venir, porque tiene el poder para aliviar y sanar nuestro corazón herido.

Selah... “¿Por qué te abates, alma mía? Pon tu esperanza en Dios”

Cuando Dios habla, trae orden, plenitud y perfección. Existe un poder similar cuando Dios habla a través de nosotros. Creo que el rey David comprendió esto, porque lo vemos hablándole a su propia alma en el Salmo 42. “¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!” (verso 11).

El alma de David estaba desquiciada. Literalmente estaba murmurando, gruñendo, rugiendo y clamando a los gritos. Estaba en problemas, en tumultos, en rebelión y en una conmoción turbulenta. Suena mucho como la condición existente en el principio cuando el Espíritu incubaba, justo antes que Dios hablara la palabra, ¿no es así? David le habló esto a su alma y aquietó su tormenta interior esperando en Dios. “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Puede que las cosas no estén bien con el mundo, pero observando al Amo de las tormentas, el que calma el caos, el que llama a las cosas que no son como si fueran; podemos decir que todo está bien con nuestra alma.

Amado, Jesús dijo que nunca nos dejaría, el Espíritu Santo sigue incubando y Dios sigue hablando. Que las aguas de la Palabra, la voz viviente de Dios, lo limpien este día. Crea en las palabras del Señor y sepa que sepa que en todo lugar y en todas las cosas, en el hambre o en la plenitud, en la riqueza o la pobreza, en la enfermedad o en la salud y aún en la vida y la muerte… Él es soberano. Nada puede separarnos de su amor en Cristo Jesús; el “Amar” de Dios.

Amén y Amén.

Tiffany Ann Lewis

No hay comentarios: