Por John Mark Pool
Toda la Creación está gimiendo por muchas razones
“Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto” (Romanos 8:22).
¡El infierno no pudo contener a Jesús! Su poder de resurrección siempre derrotó las estrategias de satanás para derrocar el Reino de nuestro Padre. Dios hizo la tierra como una habitación para su pueblo. La ocurrencia del pecado produce la decadencia y perturbación de propósitos.
Salmo 89:11 dice: “Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene”.
Verdad: Dios, el único Creador, un día redimirá a su pueblo (aquellos que están en Cristo Jesús) y a la tierra por toda la eternidad. Aquellos en Cristo sirven a un Salvador resucitado que vino a restaurar a todos los que están gimiendo con dolores de parto por la transformación para la eternidad.
Pablo personificó los elementos de la naturaleza como los primeros que clamaban por liberación, el mismo camino por el cual los cristianos anticiparon la resurrección de nuestro cuerpo glorificado. Los cristianos recibimos el mismo Espíritu Santo que se paseaba sobre las aguas en la creación (Génesis 1:2) como un anticipo y garantía de la esperanza gloriosa que nos espera. Podemos vivir con gozo, asegurando que tenemos una maravillosa expectativa que nos está esperando. Esa esperanza incluye un mundo nuevo y transformado que volverá a ser evaluado por Dios como “muy bueno” (Génesis 1:31). ¡Debemos reconocer en Espíritu y Verdad que la obra está completada!
Sin embargo, por el momento puedo sentir que la Creación hecha por nuestro Dios Altísimo está gimiendo por muchas razones. Básicamente fuimos muy malos administradores de nuestro planeta y nuestra autoridad de resurrección. Sin embargo, podemos revertir la marea mientras renovamos nuestros corazones a la manera de Jesucristo, como ocurrió con su ministerio cuando caminó por la tierra. Un día Jesús fue ungido por una mujer que había estado perdida por las calles y llena de demonios. Ella ungió al Maestro para el día de su sepultura. Jesús la liberó y le mostró esa mirada maravillosa de amor. Sí, María encontró el amor en la figura de un hombre que no esperaba nada a cambio. Él era amor puro y sólo el Padre pudo ofrecérselo a ella, mientras recibía nueva vida de su Salvador.
Este es el mensaje del poder de resurrección del Salvador viviente
Esta es la razón que coincide con la celebración de la resurrección del Salvador del mundo. Mateo 28:6 dice: “No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron”.
Dos mujeres, ambas llamadas María, anticiparon el regreso de su Salvador, amigo y, para uno, su Hijo. María, la madre de Jesús, se unió ansiosamente con María Magdalena para participar en la gloria de resurrección que viene para aquellos que conocen al Salvador resucitado. Su desesperación para entregarse a sí mismo no sólo asegura el nacimiento de una nueva persona, sino una apertura del poder de resurrección que sólo nuestro Salvador resucitado puede ofrecer. Corra hacia la tumba vacía para mostrarle al mundo que las mortajas que conoce tienen la esencia de su pasado. Jesús no está en la tumba o en las vestiduras, Él está resucitado. Mis pecados fueron removidos y ahora vivo en el poder de la resurrección como ningún humano me podría ofrecer. Díganles que volvieron a ser “reinjertados”.
Era comprensible que María, la madre de Jesús, entregó toda su reputación para dar a luz a Jesús. Esto le costó su aceptación terrenal para poder ganar un lugar en el Reino mientras se unía al clamor de los ejércitos de los Cielos para restaurar una relación perdida con nuestro Dios.
La mujer afrontaba un enorme riesgo de perder su reputación y en necesidad de perdón. Tenía la mayor autoridad para compartir primero el mensaje del poder de resurrección del Salvador viviente y de Jesucristo como su Señor.
Jesucristo vino porque una mujer, también llamada María, escogió obedecer al Padre para perder su reputación terrenal, enfrentando la posibilidad de muerte o expulsión. ¡Pero tenía fe! Comprendió el camino que Jesús tuvo que tomar para llegar a la Cruz del Calvario. Asombrosamente, en un marcado contraste está una hermana, María, quien tenía un estilo de vida real de pecado, presionada por la posesión de demonios y era tan nueva como cualquier creyente nacido de nuevo en la familia de Dios. ¡Aunque nuestros pecados fueran rojos como la grana, Jesús vino para hacerlos blancos como la nieve!
Ambas llevaban perfumes para ungir a Jesús, aunque sus corazones estuvieran buscando a Aquel que amaban. ¡Ese hecho las llevó por su pasión hacia la puerta de nuestra Nueva Puerta del poder de resurrección! Debemos aplaudir que la desesperación que anunció al Escogido que estamos buscando no está en la tumba, ¡porque Cristo resucitó! Él es nuestro Salvador resucitado y el único Camino por el cual podemos reconstruir una relación con nuestro Padre, encendiendo el fuego del deseo por restaurar nuestra intimidad.
¡Llegó el tiempo de dar a luz!
Aquellos que conocen el testimonio de Cristo y antes lo rechazaron continuamente como el único Salvador del mundo, comenzarán a sentir este tiempo de anticipación, llevándolos a clamar desesperadamente por una respuesta. ¡El tiempo de dar a luz está cercano!
Isaías 66:1-2 dice: “Así dice el Señor: El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué casa me pueden construir? ¿Qué morada me pueden ofrecer? Fue mi mano la que hizo todas estas cosas; fue así como llegaron a existir, afirma el Señor. Yo estimo a los pobres y contritos de espíritu, a los que tiemblan ante mi palabra”.
Dios hizo todo para que podamos darle gloria a Él en nuestro proceso de multiplicación. Somos los que recibimos la asignación del “proceso de dominio del Reino”. Esta Nueva Puerta del poder de resurrección depende de nuestras acciones ahora. Dios está esperando nuestra intensidad para perseverar hacia el proceso de transformación de algo por lo que toda la Creación está clamando hoy.
Isaías 66:9 dice: “¿Podría yo abrir la matriz, y no provocar el parto?, dice el Señor. ¿O cerraría yo el seno materno, siendo que yo hago dar a luz?, dice tu Dios”.
La primavera es una estación de nuevos nacimientos. Todas las cosas son hechas nuevas por el poder de resurrección de la autoridad del Reino. ¿Oiremos las contracciones del Nuevo Nacimiento?
¡Jesús está a sólo un suspiro del corazón de una persona perdida!
¿Nos pondremos en la brecha para hacer un vallado? Esta no es una estación para alinearnos con el espíritu de juicio y queja. Este es un tiempo para tomar la autoridad de aquellos que llevaron la carga del Salvador resucitado, porque está a un suspiro del corazón de los perdidos. Sólo debemos entregarles el poder del mensaje de resurrección, porque siempre tiene el poder para transformar las vidas de los perdidos y hacer de ellos testigos dinámicos. ¿Recuerda cuando usted estaba perdido? ¿Puede reflexionar sobre el poder “purificador de la Palabra” para llevarlo hacia un lugar donde ninguna persona puede describir? ¡Estamos ante el nacimiento de un Nuevo Día de poder como el mundo nunca conoció!
Nuestro nuevo día del Gran despertar está llamando a todos aquellos que tienen una carga pesada por las cuestiones de este mundo. Aquellos que están listos para encontrar ese mismo poder de resurrección del Evangelio de Cristo que es tan poderoso como el día que Jesús se levantó de la tumba. Jesús está golpeando las puertas de nuestros corazones y sigue esperando nuestra respuesta. ¿Cuál será nuestra respuesta?
Los intercesores del Padre nos sostuvieron y este es el tiempo para que el pueblo de Dios posea la anticipación con gran desesperación, como lo hicieron ambas María’s cuando corrieron para ver al Salvador resucitado, el Hijo del Dios viviente.
Nuestra desesperación establecerá una “nota de demanda” sobre nuestro destino. Jesús es nuestro Salvador resucitado, Quien nos capacitará para ser la Esperanza de su gloria. Debemos decirle al mundo que gime: “Tenemos la respuesta, Jesucristo, el Salvador viviente del mundo. Su vida guía a los perdidos hacia una relación viva con el amor de nuestro Padre eterno. ¡Vivamos para siempre con Jesús!”.
Él no está en la tumba, ¡nuestro Jesucristo es el Salvador resucitado del mundo!
John Mark Pool
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