miércoles, 26 de noviembre de 2014

“¡Proteja su alma de las fuerzas destructivas del enemigo!”

 

Por Victoria Boyson

 

imageLucas 10:27 dice: Como respuesta el hombre citó: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Nuestro mundo está inundado con eventos intensos y atemorizantes. Nosotros somos el poder espiritual reinante sobre la tierra y estamos llamados a orar con osadía para que la voluntad de Dios se manifieste en cada situación horrenda.

 

Los intercesores son las piernas sobre las cuales se apoya la Iglesia y la intercesión debe ser la sustancia fundamental de cada creyente. Debido a la posición importante de cada intercesor en el mundo, debemos estar en guardia en contra de las trampas del enemigo para desactivar nuestra autoridad en la dimensión del espíritu. Ninguno de nosotros es perfecto y todos tenemos debilidades. Por esta razón, debemos mantenernos vigilantes acerca del impacto que estamos teniendo en el mundo para permanecer alerta a los obstáculos en nuestras propias almas.

 

Pude oír a muchos que oraron declaraciones positivas en la realidad del espíritu en un minuto y calumniar a sus hermanos al siguiente minuto. Naturalmente, esto aflige mi espíritu, no sólo porque sé que injuria a la persona que está siendo calumniada (eso es inevitable), sino porque puedo sentir en mi espíritu cómo dañará profundamente su propio corazón. Cada palabra que hablamos afecta nuestra alma, tanto para bien como para mal. Aún aquellos que se cuidan de hacer sólo declaraciones positivas y llenas de vida sobre sí mismos, simplemente no tienen idea del veneno que sueltan sobre ellos cuando hablan mal sobre los demás.

 

Calumniando a los hermanos

Cada vez que acusamos o calumniamos a un hermano, reducimos nuestra autoridad en la dimensión del espíritu. Dios sólo nos puede dar autoridad si confía en nosotros que usaremos esa autoridad para beneficiar a su Reino. Por supuesto, tengo una carga por aquellos cuya reputación fue asesinada por la difamación impertinente de su carácter, pero siento en mi espíritu una carga creciente muy pesada por todos aquellos que eligieron desatar las calumnias. Siento las tinieblas que soltaron en sus propias vidas y con las que tendrán que batallar en el futuro por causa de ello.

 

Fueron alcanzados por el enemigo y satanás los infectó con su agenda contra un hermano, guiándolos para causar contiendas. Parece como si la mayoría de los cristianos le guiñaron el ojo a este pecado, pensando que los demás pecados son mucho peores, pero Dios no está guiñando el ojo. Proverbios 6:17-19 enumera siete pecados que el Señor odia y aborrece intensamente, los que Él considera como una abominación: “… los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.

 

Pienso que es saludable recordarnos las cosas que el Señor odia, los pecados que considera como una abominación (lo vil, las acciones vergonzosas o detestables, condiciones, hábitos, etc). Las calumnias son un poco esquivas y a menudo intentan disfrazarse a sí mismas como una acción noble o una advertencia para alguien. Es un ataque mortal, un golpe preventivo contra un hermano o hermana, una congregación o un grupo de personas. La calumnia establece el terreno para desacreditar el valor de alguien que el enemigo quiere alcanzar y destruir. El enemigo envió calumnias antes sobre los judíos en la Alemania Nazi. La gente estaba predispuesta para rendir sus almas y abrazar la aniquilación de toda una raza. Estamos viendo eso hoy en contra de los creyentes y la mayoría de este ataque viene desde otros creyentes.

 

Cuide su corazón

1 Pedro 5:8 dice: Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Es alguien que puede destruir con odio, celos y contiendas. Cuando encuentra a su presa, la infecta con su agenda perversa y comienza a hacer su obra para él.  Tristemente, creen que están cumpliendo un servicio noble para el Señor, pero en verdad están permitiendo que el enemigo los use para desparramar contiendas dentro del Cuerpo.

 

¡Es una doble maldición! Con demasiada frecuencia, el enemigo alcanzará a aquellos que tienen un destino verdadero, corrompiendo su alma con el demonio amargo de la calumnia y la acusación en contra de otros, frustrando sus destinos en Dios. Al reemplazarlas con una copia pervertida de su verdadero destino, el enemigo puede matar dos pájaros con una piedra, seduciendo a los que tienen un gran destino como guerreros y hacer que trabajen para él.

 

Aquellos en el Cuerpo que asumen que atacar y calumniar es trabajo personal, (la pequeña policía que observa todo lo visible dentro de la Iglesia, como los fariseos que vigilaban a Jesús), nunca cambiarán. Comprendo esto. Aun así, usan a otros creyentes para hacer su trabajo sucio, como los fariseos usaron al gobierno romano para matar a Jesús (Juan 18:28-31), y como Jezabel usó a los ancianos de la ciudad para matar a Nabot (1 Reyes 21:1017). Verdaderamente, el Señor nos advierte acerca de los lobos vestidos de ovejas (Mateo 10:16).

 

Trate a sus vecinos como a sí mismo

Mi esperanza es alcanzar a aquellas almas que aman al Señor con todo su corazón, alma y mente, pero fueron desviados por alguien y colaboraron para propagar su agenda de calumnias en contra de un hermano o hermana. A usted, amado hermano, le digo: “Guarde su corazón, guarde su alma, guarde sus fuerzas y su mente, amando a su prójimo como a sí mismo” (vea Lucas 10:27). En Mateo 7:12, Jesús dijo: Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas. Esto incluye lo que decimos por otros. En todo lo que decimos, en cada artículo o mensaje que entregamos, en cada post que subimos a Facebook, debemos detenernos y preguntarnos: “¿Me gustaría que dijeran esto de mí?”.

 

¿Cómo le gustaría que su prójimo lo trate a usted?

Usted podría preguntarme, “Victoria, ¿me estás diciendo que nunca debería prestarle atención a las cosas equivocadas que hacen otros en el Cuerpo?”. Bien, permítame explicarle. Elí, el sumo sacerdote, nos mostró cuán fácil es interpretar equivocadamente las acciones y motivaciones de otra persona, haciendo que esta experiencia sea mucho más dolorosa para la persona, cuando se convenció que Ana era una pecadora horrible que se presentó borracha en la Iglesia (1 Samuel 1:9-17). La realidad era completamente opuesta a lo que había asumido. Interpretó equivocadamente el dolor de Ana y lanzó acusaciones falsas en su contra para humillarla.

 

Debemos ser muy cuidadosos de asegurarnos de las motivaciones de los hermanos antes de acusarlos y calumniarlos. Elí, por lo menos, se acercó personalmente a Ana con presunciones acerca de ella. ¿Hay algún tipo de honor al calumniar a un hermano o ministerio si primero no hablamos con ellos acerca de nuestra ofensa hacia ellos? ¡No existe el honor en las calumnias y punto!

 

¿Qué vale la pena?

Nuestras palabras son extremadamente poderosas, mucho más que los cristianos reconocen. Cuando no controlamos nuestra lengua, invitamos a los problemas a venir sobre nuestra vida, como dice Santiago 1:26-27: Si alguien se cree religioso pero no le pone freno a su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada. La religión pura y sin mancha delante de Dios, nuestro Padre, es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo. Si su lengua le está produciendo muerte y problemas, debe detenerse y preguntarse: “¿Qué estuve diciendo últimamente?”. Esta responsabilidad es doble para los que se encuentran en posiciones de liderazgo. Si recibimos una esfera de influencia, somos responsables por proteger esa influencia de los planes del enemigo. Somos responsables por lo que se nos entrega. Más aún, si usamos nuestra influencia para calumniar a otros, eso volverá en nuestra contra.

 

Años atrás, un amigo me traicionó y lanzó una campaña para advertirle a la gente acerca de mi persona. Honestamente sentí un temor instantáneo por ellos desde el momento que oí lo que estaban haciendo. No creo que sea más especial que otros cristianos, pero yo sé cuánto me ama Dios. Él protege la obra que hizo en mí y está haciendo a través de mí. Siento una compasión genuina por aquellos que atacan y calumnian a sus hermanos y hermanas en la fe. Verdaderamente, tengo temor de lo que están invitando a entrar a sus almas, mientras abrazan la obra del adversario.

 

Toda mentira produce una cosecha de muerte, como nos advierte Proverbios 6:14-15: El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo!. Un viejo refrán de la Segunda Guerra mundial dice que “los labios sueltos hunden barcos”, aunque también crean una atmósfera de muerte.

 

Proteja su amor

Sí, obviamente debemos cuidar nuestra lengua cuando hablamos de los amados del Señor y aquellos que lo sirven. Sin embargo, también necesitamos cuidar nuestra lengua por nuestros enemigos. Pelear por ellos, luchando contra los demonios que operan sobre sus corazones, usando nuestra autoridad para liberarlos de las mentiras del enemigo. Ore para que el amor que Dios tiene por usted invada y penetre sus corazones. Ore por ellos para que conozcan y experimenten el amor del Padre, porque mientras hace esto, el amor se manifestará en su trato hacia usted. Si rechazan el amor de Dios y usted sigue orando por ellos, ese amor regresará hacia usted y lo bendecirá. Por el contrario, si les envía maldiciones en lugar de bendiciones, las maldiciones regresarán sobre su vida de una u otra manera.

 

Nuestro Señor enseñó acerca de orar por nuestros enemigos y bendecir a los que nos atacan. ¿Por qué? No fue tanto por aquellos que nos atacan, sino para proteger nuestros propios corazones en contra de la amargura y la falta de perdón que nos destruirán inevitablemente. No le estoy pidiendo que se incline y deje que la gente lo injurie. Estoy diciendo que “¡no debe cometer la misma estupidez dos veces!”. Si alguien lo traiciona, no le abra el lugar para que lo vuelva a hacer (a menos que el Señor lo guíe a hacerlo). Usted tiene la responsabilidad de proteger la obra que el Señor cumplió en su vida, no permita que su compasión lo destruya.

Debe cuidar su corazón de la amargura y proteger el amor de Dios en su corazón. Use la autoridad de sus palabras para hablar constructivamente acerca de sus enemigos. Así se manifestará en sus vidas lo que usted quiere, no las cosas que hoy se están manifestando a través de ellos. Como una extensión de Cristo en la tierra, debemos usar nuestras lenguas para producir la vida que Él destinó para que vivamos. Con nuestras palabras podemos transformar nuestro mundo, usándolas productivamente para hablar el amor que deseamos ver manifestado en nuestros hermanos, sin darle lugar a las estrategias destructivas del enemigo en sus vidas. Debemos decretar y declarar la voluntad del Padre, no las mentiras del enemigo.

 

¡Compartir! ¡Compartir! ¡Compartir!

A veces me gusta revisar lo que mis hermanos y hermanas en Cristo comparten en Facebook. Siento como si repasara rápidamente los corazones de los santos. Usualmente me siento bendecida por lo que veo. Aunque a veces me sorprendo por las cosas que leo porque calumnian abiertamente al Cuerpo de Cristo. Cuando veo un ministerio o un hermano en Cristo compartiendo una calumnia en contra de otros, se levanta una bandera roja en mi espíritu. No quiero tener nada que ver con la propagación perversa de la calumnia que tanto abomina Dios. No quiero propagarlo, no quiero leerlo y no siento curiosidad acerca de esas mentiras. No quiero formar parte de nada que huela al infierno. Tampoco lo quiero para mis amados hermanos, porque los amo.

 

Nuestro Padre ve lo que compartimos en Facebook, Twitter, etc. Oye las palabras que hablamos. Ve cómo tratamos a los que pensamos que están debajo de nosotros. Ve todo y se siente herido cuando nos ponemos de acuerdo con la agenda del adversario. Sin embargo, bendice de una manera total y completa a Dios cuando defendemos a nuestros hermanos. Cuando habla verdad y amor para sostener a los que son calumniados, fluye el corazón del Señor. Nuestro Padre es generoso, lento para la ira y rápido para amar (Joel 2:13). Dios no es un Padre vengativo. Su perdón es insondable. Aun cuando sé que lo herimos significativamente cuando caemos en calumnias, está dispuesto a perdonarnos cuando le pedimos que lo haga.

 

Como puede ver, el Señor ve dónde las almas invierten la eternidad. Pesará la devastación causada por los humanos en contra de sus propias almas. El Señor ve el costo que deberán pagar si la misericordia no encuentra un camino hacia ellos. Aunque lastima su corazón oír las calumnias en contra de sus hijos, aguarda con la esperanza de ver a sus hijos regresando a Él y aprendiendo a amar a otros.

 

Aprendiendo a amar

Amar a nuestro prójimo es amarnos a nosotros mismos. Es proteger nuestra alma de las artimañas del enemigo. Es crear una cosecha de misericordia en nuestro futuro cuando la necesitemos. Es adoración a nuestro Dios. Amar también es guerrear, soltando una fuerza destructiva de los poderes de las tinieblas. Satanás no puede comprender el amor. Se defiende desesperadamente de el.

 

El amor es el mayor poder de la tierra y, para aquellos que lo entienden, encierra la clave para grandes bendiciones. La misericordia no tiene comparación en la dimensión de las tinieblas y cuando abrazamos el amor, sin odiar, aniquilamos los planes del enemigo. Les provocamos un daño catastrófico cuando bendecimos a los que nos maldicen. Además protegemos nuestra propia alma cuando soltamos el Reino de los Cielos por medio de nuestras palabras.

 

¡Piense acerca de ello! ¿Quién quiere dañarlo más, sus hermanos y hermanas en Cristo o su adversario el diablo? Sí, lo sé… ¡yo también!

 

Victoria Boyson

(www.elijahlist.com)

 

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