viernes, 22 de enero de 2016

“La cama es demasiado corta: Tratando con la agitación y el espíritu de descontento”

Por Bobby Conner

Me encanta descubrir pasajes de las Escrituras escondidos que solo algunas personas oyeron mencionar. Este es uno de esos pasajes: La cama es demasiado estrecha para estirarse en ella, la manta es demasiado corta para envolverse en ella” (Isaías 28:20).

Experimenté este pasaje en persona. Mi esposa y yo estábamos realizando un viaje ministerial cruzando Europa del Este. En una localidad donde pasamos la noche, la cama era demasiado corta y la mitad baja de mi cuerpo colgaba de ella. Mis pies casi tocaban el piso. No necesito decir que estuve por demás incómodo, más cómodo en el piso que sobre la cama. Mido casi dos metros y la cama medía medio metro menos. Más allá de eso, no fui el único que enfrentó una experiencia similar. El profeta Isaías describe con exactitud esta condición: La cama es demasiado estrecha para estirarse en ella, la manta es demasiado corta para envolverse en ella” (Isaías 28:20).

Una metáfora colorida y sarcástica es empleada por el profeta Isaías para describir la condición en la cual el pueblo de Dios se encuentra, como resultado de su fracaso en seguir la guía perfecta del Señor. La cama es demasiado corta y la cobertura es demasiado estrecha. Esto habla de la futilidad absoluta de tratar de estar satisfecho, tranquilo y cómodo, cuando una persona toma la decisión de apartarse de la voluntad y los caminos del Señor.

Los mejores planes establecidos por los hombres son decepcionantes y terminan en fracaso, sin la participación de Dios. Esto se revela con claridad en la saga de la humanidad tratando de edificar su propio acceso al Cielo, solo para descubrir que esto es una locura y un intento inútil. No podemos llegar al Cielo sin Dios (ver Génesis 11:1-9).

Cuando alguien es dirigido por la lujuria de la carne, buscando el contentamiento y la paz personal, cambia la tranquilidad del alma por una mente turbada. Como la mentalidad carnal es enemiga de Dios, porque no está sujeta a la ley de Dios, ni puede estarlo. En consecuencia, quienes están en la carne no pueden agradar a Dios.

La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes” (Romanos 8:7-11).

La persona carnal, la persona que continúa rendido a los deseos de la carne, no puede tener contentamiento real; su espíritu es como un mar tormentoso. Recuerde, se nos advierte que el hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos (ver Santiago 1:8). Su estilo de vida de pecado los deja incómodos e incapaces de descansar, sus almas están bajo una tormenta de problemas.

“… pero los malvados son como el mar agitado, que no puede calmarse, cuyas olas arrojan fango y lodo. No hay paz para los malvados, dice mi Dios” (Isaías 57:20-21).

Las Escrituras nos recuerdan que los planes del hombre sin la guía de Dios, siempre terminarán en fracaso (ver Proverbios 14:12). La mesa demasiado corta revela la insuficiencia de las intenciones del hombre para producir la paz, la tranquilidad del corazón y el alma, que tanto necesita. Este es el fruto que Dios le ofrece a todos los que confían en Él y lo obedecen (ver Isaías 26:3).Verdaderamente solo mientras nos mantenemos firmemente enfocados en Cristo, obtendremos y mantendremos la paz del alma. Las Escrituras establecen que la recompensa grande que perdura viene para aquellos que buscan conocer a Dios con mayor profundidad e intimidad.

Sométete a Dios; ponte en paz con él, y volverá a ti la prosperidad” (Job 22:21).

“En el Todopoderoso te deleitarás; ante Dios levantarás tu rostro” (Job 22:26).

Nunca se olvide que la verdadera paz viene de Cristo Jesús (ver Juan 14:27). La paz genuina es uno de los dones impartidos por el Espíritu Santo (ver Gálatas 5:22).

“... porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).

Puntos a considerar
Si usted estuvo sintiendo un cansancio inusual en los últimos tiempos, la siguiente puede ser una de las razones. Quizá está tratando de encontrar un lugar que heredó de alguien más, una “cama” que es demasiado pequeña para usted. Existe una insatisfacción dentro de nosotros cuando no estamos haciendo lo que Dios nos llamó a realizar o lo que está destinado para nosotros. Cuando estamos caminando en la voluntad de Dios, tenemos paz y contentamiento (ver Filipenses 4:11).

Quizá usted fue como el bebé frustrado que simplemente ha superado su cuna perfecta. El Reino de Dios está en continua expansión. Debemos aprender a crecer y adaptarnos a ello. Podría ser que la “manta doctrinal” que una vez lo mantuvo tan acurrucado y calentito, ahora es demasiado estrecha como para cubrir la expansión de su revelación interior.

No está solo en su agitación. Sin embargo, no se puede quedar en ese tipo de cama… o tratar de cubrirse a sí mismo con esa especie de manta (ver 1 Timoteo 6:6). Dios está agitando nuestras almas para buscarlo a Él de una manera más profunda (ver Jeremías 29:12-13). Es tiempo para expandir nuestros horizontes espirituales.

Una senda descendente
Un espíritu descontento y agitado no es algo que se deba tomar a la ligera, ese es un plan para el desastre y la destrucción. ¡Nunca se olvide que hay un costo enorme por una vida conformista! El placer del pecado trae consigo consecuencias horrendas (ver Romanos 6:23).

El rey David es un ejemplo vívido del fruto de un espíritu de agitación (ver 2 Samuel 11:1-5). Mientras buscamos las razones para el descontento del rey David, pronto descubrimos que estaba fuera del lugar que Dios había preparado para él. Por tanto, estaba insatisfecho y perturbado por este espíritu. David estaba agitado y decidió caminar por la terraza. No sabía que había comenzado un camino descendente que lo afectaría por el resto de su vida.

2 Samuel 11:1-5 dice: En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel para que aniquilara a los amonitas y sitiara la ciudad de Rabá. Pero David se quedó en Jerusalén. Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a pasearse por la azotea del palacio, y desde allí vio a una mujer que se estaba bañando. La mujer era sumamente hermosa, por lo que David mandó que averiguaran quién era, y le informaron: Se trata de Betsabé, que es hija de Elián y esposa de Urías el hitita. Entonces David ordenó que la llevaran a su presencia, y cuando Betsabé llegó, él se acostó con ella. Después de eso, ella volvió a su casa. Hacía poco que Betsabé se había purificado de su menstruación, así que quedó embarazada y se lo hizo saber a David”.

La puerta abierta para el espíritu de agitación ocurrió cuando David no fue a la batalla, porque este era su lugar ungido. Es muy importante atrapar y comprender que si no estamos en el lugar donde se supone deberíamos estar, no habrá gracia en el lugar donde nos encontramos. Permítame volver a decirlo: “Si no estamos donde Dios nos dijo que deberíamos estar, entonces no hay gracia en el lugar donde nos encontramos”.

David estaba agitado y pronto se encontró en una senda descendente. Estaba aburrido y agitado, entonces dio un paseo. Note este camino descendente. Primero, estaba fuera de la voluntad de Dios. Segundo, por estar descontento, se entregó a una distracción demoníaca: Observó a una mujer desnuda en una bañera. Un espíritu de lujuria arropó su corazón y David tomó la mujer de otro hombre. Esta historia es familiar para todos. Un espíritu de descontento nos lleva hacia una puerta abierta para las distracciones demoníacas y luego trata de satisfacer la lujuria de los ojos. Un intento fallido por cubrir su pecado sexual, pronto lo guio hasta la muerte de Urías, un guerrero leal y poderoso, cuyo nombre habla de ser “llama y luz para Dios”. Las Escrituras nos advierten: “Con seguridad su pecado saldrá a la luz”.

Como derrotar un espíritu de agitación
1) Enfoque su atención en las cosas de arriba: ¡Las cosas celestiales!
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

Medite en estas cosas
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Pongan en práctica lo que de mí han aprendido, recibido y oído, y lo que han visto en mí, y el Dios de paz estará con ustedes” (Filipenses 4:8-9).

2) ¡Ocúpense con amor en seguir al Señor!
Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos” (Proverbios 17:22)

Jesucristo es el Príncipe de Paz (ver Isaías 9:6). Debemos rendirnos a Él, darle el primer lugar en nuestro corazón y en nuestra vida. Sus planes para nosotros son mayores de lo que pensamos (ver Jeremías 29:11). En un mundo en problemas, Jesucristo es la Roca sólida.

Bobby Conner

(www.elijahlist.com)

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