Por Sylvia Neusch
Muchos sintieron la turbulencia del torbellino que los rodeaba en este
tiempo de conflicto en nuestra nación. No esperábamos los eventos
desafortunados que sucedieron, y ahora encontrar nuestro lugar en medio de todo
puede ser desconcertante. Como pueblo de Dios, estamos llamados a caminar
alineados con Él, pero a veces, incluso el camino se puede sentir confuso. Quiero
compartir algunas perspectivas que me ayudaron a mantenerme enfocada, centrada
y alineada con Dios, y me ayudaron a saber cómo orar en medio de todo lo que
está ocurriendo.
Sabemos que hay “dimensiones” diferentes de Cielo, como surge de
pasajes como Efesios 6:12: “…contra fuerzas
espirituales malignas en las regiones (dimensiones) celestiales”. En
el pasaje de 2 Corintios 12:2, el apóstol Pablo se refiere a una experiencia
donde fue llevado al tercer Cielo. El hecho que haya un tercer Cielo, indicaría
que también hay un primero y un segundo cielo. El encuentro de Pablo ocurrió en
lo que llamaría la “dimensión de Dios en el
Cielo” o el tercer Cielo.
Tener un mayor
entendimiento sobre estas tres dimensiones del Cielo puede aportarnos
revelación y darnos claves sobre cómo Dios nos haría navegar a través de los
tiempos de incertidumbre.
El primer Cielo
El primer cielo es
en realidad la dimensión terrenal. Es el lugar de nuestra interacción humana
unos con otros. En un buen día, podemos estar llenos de gozo, paz y risa, pero
en un día difícil puede ser abrumador, como si nos bombardearan las emociones
humanas como el dolor, la ira y el temor.
Es imposible
evitar la experiencia del primer cielo y no estamos llamados a evitarla. Como
creyentes estamos llamados a “estar en el mundo,
pero sin participar del mundo”. Jesús
dijo en Juan 17:15-16: “No te pido que los
quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo,
como tampoco lo soy yo”. Aunque no somos de este mundo, vivimos en él y
debemos buscar vivir por el fruto del Espíritu, mientras enfrentamos a la
humanidad en todas sus formas y aspectos.
El segundo Cielo
El segundo cielo
es donde vemos el conflicto entre el bien y el mal, o las dimensiones
angelicales y demoníacas. Dirigiéndonos a ser conscientes de esta dimensión, Efesios
6:12 dice: “Porque nuestra lucha no es contra
seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que
dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las
regiones celestiales”.
Pablo resalta un
elemento crítico que debería ser parte del arsenal de cada creyente. Es el
conocimiento que nuestra batalla no es contra carne y sangre. Nuestra
batalla no es contra la gente, nuestra batalla no es contra una raza o un grupo
de personas específico. Como pueblo de Dios necesitamos ojos para ver
dónde está ocurriendo la batalla real. Por muy poderoso que pueda ser este
conocimiento para nosotros, no debemos establecer nuestro campamento en el
segundo Cielo. Pero podemos tener un gran impacto en el segundo Cielo, al
comprender nuestra relación con el tercer Cielo.
El tercer Cielo
El tercer Cielo es
la dimensión donde debemos acceder para ver y comprender lo que Dios está
haciendo y diciendo. El tercer Cielo es donde Dios ya emitió sus sentencias
contra satanás, como vemos en Colosenses 2:15: “Desarmó
a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público
al exhibirlos en su desfile triunfal”.
El tercer Cielo es la dimensión de Dios, donde Jesús está sentado a la diestra
del Padre.
Efesios 1:19-23 dice: “… y
cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese
poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo
resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones
celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de
cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el
venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como
cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel
que lo llena todo por completo”.
El tercer Cielo
también es donde estamos sentados junto con Cristo, como vemos en Efesios 2:6: “Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos
hizo sentar con él en las regiones celestiales…”. El tercer Cielo, o donde estamos sentados con Cristo, es donde podemos
acceder al corazón de Dios y a la solución de todas las cosas que nos rodean. Si buscamos operar solo desde el primero o el segundo cielo, no seremos
efectivos para desatar las soluciones del Reino frente al dolor y la agitación
que nos está rodeando.
Cómo interactuar con las tres dimensiones en la vida diaria
Mientras somos más
conscientes de estas tres dimensiones, vemos que podemos confrontar e
interactuar entre las tres dimensiones en la vida diaria. Nuestra experiencia
como creyentes se puede describir como estratificada, donde experimentamos el
primer cielo o la experiencia humana, todos los días. Sentimos las emociones de
nuestras interacciones con otros y fácilmente podemos quedar empantanados en esta
dimensión.
Si nos atascamos
continuamente, entonces no debemos permanecer en este lugar de inmadurez, sino
comenzar a ver y discernir la batalla que está ocurriendo en el segundo cielo. La carne y la sangre nunca son nuestros
enemigos. Hay una batalla mayor que está ocurriendo a nuestro
alrededor y no se puede ver con los ojos naturales.
Nuestra
experiencia con el primero y el segundo cielo, siempre nos guiará para acceder
a nuestro lugar de autoridad con Cristo en el tercer Cielo. Mientras oímos
su corazón, podremos emitir las oraciones, las declaraciones y los decretos que
pueden cambiar poderosamente las cosas en el segundo cielo entre el bien y el
mal, desatando la victoria del bien. Luego esto se sentirá en el primer cielo,
en nuestras relaciones los unos con los otros y en el mundo que nos rodea.
Nunca
comprenderemos por completo todo lo que hay para conocer en las dimensiones
celestiales o en nuestra interacción con ellos, pero Dios es fiel para guiarnos
y enseñarnos, mientras crecemos en el entendimiento de nuestra autoridad en Él.
Dios no nos dejó aquí para que lo hagamos por nuestra cuenta, nos entregó al
Espíritu Santo, nuestro maestro, quien promete guiarnos en la verdad, mientras
lo seguimos a Él. Comprender las dimensiones del Cielo nos puede dar paz y
dirección, así como nuestra posición en medio de la confusión.
Sylvia Neusch
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