Por Demontae Edmonds
Cuando era adolescente traté de unirme a la Guardia Nacional de Virginia.
Me fue bien en el examen sobre aptitudes militares y estaba excitado sobre el
entrenamiento militar inminente. Tenía menos de 18 años y por ley necesitaba el
permiso de ambos padres para alistarme. Mi madre se reunió con el reclutador y
firmó los documentos requeridos. Pero necesitaba la firma de mi padre para
poder avanzar. Sin embargo, había un dilema: No
había cómo encontrarlo. No tenía
idea cómo encontrarlo o contactarlo.
Mi padre y yo
éramos extremadamente cercanos. Hablábamos todos los días, incluso luego de
separarse de mi madre. Sin embargo, durante este tiempo de mi vida simplemente
había desaparecido. Tenía sus propios desafíos con los que estaba tratando y
nuestro contacto pasó de ser diario a desaparecer por completo. No podía
encontrarlo para que firmara los papeles. Me sentía decepcionado, pero estaba
más herido y negativamente afectado, por no haber tenido contacto con mi padre
por cerca de un año.
Por reflejo, sabía
que no era la voluntad de Dios para mí que me uniera a la Guardia Nacional de
Virginia o al Ejército en ese momento. Dios usó ese incidente, así como una
palabra profética que el Señor me entregó por mi consejero acerca de la Guardia
Nacional, para confirmarme ese punto. Años más tarde, aprendí que la prima del
Sargento Primero era la esposa de un pastor y creo que Dios la usó para
intervenir estratégicamente.
Nada en comparación
La sensación de
abandono que experimenté ese año, cuando no tuve contacto con mi padre y tampoco
pude contactarlo, es nada comparado con los millones de personas que fueron
impactadas por los espíritus de rechazo y abandono.
Dios me guio a
enseñar sobre el espíritu de abandono durante una serie de videos recientes.
Muchos recibieron sanidad interior mientras el Espíritu de Dios los llevó desde
el quebranto y las heridas, hacia la plenitud. Muchas personas compartieron
historias traumáticas de haber sido abandonados por sus padres y rechazados por
sus propias familias.
Dios tiene esperanzas para las personas que nunca habían conocido a su
padre. Dios tiene sanidad para las personas que nunca oyeron a su madre
decirles que los amaban. Dios tiene una promesa para la persona que nunca se
sintió apoyado y amado por su propia familia. Dios tiene un abrazo para las
personas cuyos padres vivieron en la misma ciudad, pero nunca les importó saber
de ellos. Dios tiene un lugar especial en su corazón para las personas que
fueron abusadas verbal o físicamente por sus padres.
Dos tipos de abandono
El abandono puede ocurrir en varios niveles, pero pueden dividirse en
dos categorías principales: abandono físico y emocional. El abandono físico ocurre cuando hay un padre ausente, una persona es
entregada en adopción, una persona tiene que vivir con parientes que no son sus
padres biológicos o es destinada a un orfanato. El abandono emocional es cuando
un padre o un cuidador está físicamente presente, pero el niño no recibe
afecto, cuidado apropiado, amor o atención. Esto puede dejar a un niño
sintiéndose solo y rechazado. Tristemente,
ambos tipos de abandono pueden tener un impacto negativo sobre la psiquis y las
emociones de una persona.
Síntomas
Una persona con
heridas profundas de rechazo y un espíritu de abandono, puede luchar con los
siguientes asuntos en su vida. Satanás sabe cómo explotar las heridas del alma
y atraparnos en ciclos negativos. Aquí vemos algunos de los síntomas que puede
experimentar una persona que sufre de temor al abandono:
1. Problemas para
confiar en la gente, incluso en aquellos que son confiables.
2. Dificultad para
expresar sus emociones o sus sentimientos verdaderos.
3. Temor de estar
solo.
4. Un espíritu
controlador en las relaciones.
5. Hipersensibilidad
ante cualquier forma de crítica o feedback constructivo.
6. Dificultad para
establecer conexiones emocionales con otros.
7. Sabotea a
propósito las relaciones o las deja pasar de largo, como un mecanismo de
defensa. Se mantiene alejado de las relaciones (para evitar abandonos futuros).
8. Ciclos de
ataques con depresión, sin una razón aparente o cuando se sienten rechazados.
9. Emoción persistente
de sentirse rechazados o no amados.
Creo que muchas
personas que trataron con un fuerte rechazo o abandono en sus vidas, tuvieron
que batallar con varios de estos síntomas. Con frecuencia el ministerio de
liberación (echar fuera demonios), intentó desatar a las personas que trataban
con el abandono, pero esto no siempre fue eficiente o suficiente. Hasta que las áreas de rechazo y abandono sean
identificadas y tratadas por el Espíritu de la Gracia, muchos de los que aman a
Dios permanecen en esclavitud.
Las buenas nuevas
Gracias a Dios que puede destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8) y su
Palabra está ungida para sanar los corazones quebrantados. Cuando Dios me llamó al ministerio, lo hizo desde Lucas 4:18. En este
capítulo, el Señor Jesús hizo una declaración pública del manto que había sobre
su vida y su ministerio.
Lucas 4:18 dice: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas
nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar
vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos…”.
La palabra “Evangelio” (Gospel) se deriva de dos palabras
inglesas antiguas: Good (buena) y Spel (noticias). Hay
buenas noticias si usted experimentó el quebranto de corazón y el trauma del
abandono. Jesús es sanador. Jesús es un amante de nuestra alma. ¡Jesús ya vino
para remover el dolor interior y la agitación! Jesús no solo puede sanar, sino
reparar las piezas rotas de nuestro ser y darnos paz interior.
Recuerdo que mi
pastor, años atrás, solía definir la paz como “nada
quebrado, nada perdido”. Eso
es lo que Dios quiere hacer por nosotros, sanar las áreas quebrantadas y llenar
todo espacio vacío de nuestro corazón con su bondad. Juan 14:27 dice: “La paz les dejo;
mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien
ni se acobarden”.
La promesa del salmista
Salmo 27:10 dice: “Aunque
mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos”.
Qué declaración
profética poderosa hecha por el salmista que escribió este capítulo. Revela la
confianza del salmista en el Señor como proveedor, protector y defensor para
los abandonados. Además, este verso revela que el Señor tiene un lugar especial
en su propia mente y su corazón por las personas que fueron rechazadas. El Señor se afirma a favor de los huérfanos de padre y
madre, llenando los espacios vacíos. Dios asume el caso de los abandonados.
“¡El Señor me levantará!”
Leyendo este verso
(Salmo 27:10) de diferentes traducciones, revela varios factores importantes
sobre la promesa de Dios sobre los huérfanos, los rechazados, los traumatizados
y los abandonados.
• “...
el Señor cuida de mí”.
El Señor lo ama.
El Señor promete cuidarlo como persona y suplir todas sus necesidades por medio
de Jesucristo.
• “...
el Señor me recibirá”.
No importa quién
lo rechazó o abandonó, Dios lo recibe por el sacrificio de Jesucristo.
• “...
el Señor me hará entrar”.
Nunca nos dejará “afuera en el frío”.
Dios siempre tiene un lugar en su corazón y una familia para nosotros.
• “…
el Señor me mantendrá cerca”.
Dios desea
revelarse a sí mismo de una manera profunda y significativa a cada creyente.
• “...
el Señor me recoge”.
Él sana a los
quebrantados y restaura su alma (Salmo 23).
¡Wow! Un estudio
de este verso por sí mismo es suficiente para hacer que cada uno quiera salir
corriendo y adorar a Dios.
Estas son las
propias palabras de Jesús en Mateo 28:20: “… les
aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”.
¡Jesús promete que nunca nos dejará ni nos abandonará!
Oración para aquellos que se sienten rechazados o
abandonados
Amado Padre Dios,
gracias porque hay un lugar especial en tu corazón para aquellos que fueron
rechazados, abandonados o traumatizados por los traumas de la niñez. Te pedimos
que reveles este lugar especial para aquellos que sufrieron ciclos de
depresión, desánimo, soledad y un sentimiento de no ser amados. Declaremos que
tu promesa viene a existencia y tomarás la causa de aquellos que fueron
rechazados por sus propios padres y familiares.
Padre, por tu
Espíritu Santo, por favor rodea a tus hijos e hijas espirituales con otros
creyentes que los abracen con tu amor. Decretamos, por la unción del Espíritu
Santo, que se quiebran todas las cadenas y ataduras de la mente de aquellos que
están afligidos por el abandono y los liberas para caminar en la libertad gloriosa
de Jesucristo. Oramos en el nombre de Jesús, ¡amén!
Demontae Edmonds
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