jueves, 22 de abril de 2021

“Desde el desafío hacia el cambio: Qué me enseñó el 2020”



Por Kim Potter

El año 2020 supuso un gran reto, de eso no hay duda. Sin embargo, si miramos con mayor profundidad, también fue abundante en oportunidades para aprender lecciones espirituales (si las abrazamos, sin duda producirán frutos piadosos y duraderos). 

Romanos 8:18 dice: “De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros”.

Aunque no siempre podemos cambiar las circunstancias ni evitar los sufrimientos, sí podemos cambiar nuestra forma de responder ante ellos. Podemos elegir actuar de acuerdo con la Palabra de Dios, en lugar de reaccionar ante los desafíos. Cuanto mayor sea el desafío, mayor será la oportunidad de crecimiento. El año 2020 nos brindó una gran cantidad de oportunidades de crecimiento.

Recientemente reflexioné sobre lo que me enseñó el 2020...

Los desafíos son cosas divertidas; pueden edificarnos o rompernos. Podemos estar seguros que Dios no permitirá que se presenten en nuestro camino para destruirnos. Todo lo contrario. La verdad es que los tiempos difíciles pueden hacernos mejores o más amargados, la elección depende de nosotros. Estas son algunas maneras en las que el año 2020 me hizo mejor:

La importancia de estar preparado

Al comienzo del 2020, Dios comenzó a hablarme de una cosa... una y otra vez, me encargó que me preparara. Parecía que en lapsos de pocos días me repetía: “Prepárate, prepárate”. Por supuesto, no podía imaginar lo que se nos venía encima. Pensé que me instaba a prepararme espiritualmente para algo que estaba por venir y lo hice. Pero no sabía que no sólo me estaba diciendo que preparara mi corazón espiritualmente, sino que me preparara también en lo natural.

Si hubiera orado en esa palabra y la hubiera escuchado completamente, podría haber evitado todo el caos cuando los estantes del supermercado se quedaron vacíos. Desde entonces, me mantuve preparada, espiritual y físicamente. Me mantengo edificada en la fe. Hago todo lo posible por no permitir que nada me sacuda. Para ello, evito los medios de comunicación y mantengo mi oído orientado hacia Dios. También mantengo mis estantes llenos de provisiones suficientes para algunas semanas si es necesario. Fue una lección dura, pero estoy agradecida por ello. Hay una gran paz cuando nos preparamos para lo que pueda venir.

El mes pasado, sin que yo lo supiera, nos llegó un tiempo invernal. Me desperté con nieve y hielo, lo que me impidió salir por la entrada de mi casa. Sonreí al darme cuenta que ya estaba preparada. No había nada que necesitara o deseara. Había aprendido a estar preparada en todo momento.

2 Timoteo 4:2 dice: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno…”.

Proverbios 6:6-8 dice: “¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos”.

La importancia de las palabras

Una de las cosas más impactantes durante el 2020 fue escuchar algunas de las palabras que salieron de la boca de la gente, especialmente de los cristianos. He sido testigo que muchas personas hablaron con miedo y negatividad, y luego observaron cómo esas palabras se cumplían en sus vidas. Nuestras palabras son vitales, la Biblia nos lo dice. Nos dice que guardemos nuestras palabras. Nuestras palabras producen vida y muerte. Las palabras nunca fueron más importantes que ahora mismo, mientras caminamos por esta temporada agotadora. Comemos el fruto de nuestras palabras; depende de nosotros hablar vida o muerte y, elijamos lo que elijamos, comeremos de esas palabras, viviremos por esas palabras.

Proverbios 18:21 dice: “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”.

Proverbios 13:3 dice: “El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina”.

La importancia de la fe en Dios y en su Palabra

Me encantan los árboles y cómo la Biblia habla de ellos en relación con nuestra fe. Cuando pasamos por tiempos difíciles, es el momento de permitir que nuestras raíces crezcan más profundamente en Dios. Una de mis escrituras favoritas se encuentra en Colosenses 2:7 y dice: “… arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud”.

En el 2020, aprendí lo vital que son las raíces profundas y lo importante que es confiar verdaderamente en Dios, asegurarnos que nuestro fundamento esté en Él y en su Palabra y determinar que nuestras raíces sigan profundizándose en Él. Si nuestra fe está en cualquier cosa o persona que no sea Dios, no sólo nos doblaremos, probablemente terminaremos quebrados. Por esta razón, nuestra base firme debe establecerse en la Palabra de Dios.

En medio de este año de prueba, Dios reveló áreas de mi vida en las que estaba segura que confiaba en Él, cuando no era así. Tuve que arrepentirme y cambiar muchas áreas de mi camino de fe durante el 2020. A través de todo esto debemos recordar que Dios es fiel y tiene un buen plan para nosotros, solo necesitamos creerlo. La Palabra de Dios es la única verdad. Debemos permanecer en Dios y en su Palabra, porque no volverá vacía. Su Palabra es una luz para nuestro camino y nos mostrará el camino a seguir mientras confiemos en Él. Sin embargo, no es una cosa de una sola vez. La elección de continuar en la fe es acumulativa, día tras día debe decidirse a confiar sólo en Dios.

Jeremías 29:11-13 dice: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón”.

Salmo 119:105 dice: “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero”.

La importancia de escuchar a Dios por nosotros mismos

Me encantan las voces proféticas. Honro las palabras proféticas. También necesitamos cultivar un estilo de vida donde escuchemos a Dios con claridad para nosotros mismos. En mi vida aprendí que si yo, personalmente, tengo una palabra de Dios, puedo mantenerme firme y sin vacilar. Cuando oímos una palabra profética, debería confirmar de alguna manera lo que estamos oyendo de Dios; de ahí la importancia de un fundamento firme en la Palabra de Dios. Sólo eso hará que nos mantengamos firmes.

Juan 10:27 dice: “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”.

Jeremías 33:3 dice: “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes”.

Isaías 30:21 dice: “Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: ‘Éste es el camino; síguelo’”.

La revelación de mi corazón

La mayor lección que encontré a lo largo de 2020 fue la revelación de mi corazón. Hay momentos en nuestras vidas cuando Dios nos permite pasar por ciertas temporadas, con el único propósito de conocer lo que hay en nuestros corazones. Él ya sabe lo que hay en nuestros corazones, somos nosotros los que desconocemos su verdadero contenido.

Jeremías 17:9 dice: “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?”.

Durante esta temporada descubrí que realmente no conocía mi propio corazón. Creía que lo conocía. Creía que sabía dónde estaba anclada mi fe... Estaba equivocada. La presión y los desafíos revelan cosas en nosotros que no saldrán de otra manera. La buena noticia es que, cuando esas cosas salen a la superficie, podemos arrepentirnos y apartarnos de ellas. A los que Dios ama, los castiga o los corrige. Debemos estar muy agradecidos por esta verdad.

Deuteronomio 8:2 dice: “Recuerda que durante cuarenta años el Señor tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos”.

Jeremías 17:10 dice: “Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino los pensamientos, para darle a cada uno según sus acciones y según el fruto de sus obras”.

Salmo 26:2 dice: “Examíname, Señor; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón”.

En Juan 16:33 Jesús dice: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”.

La tribulación se define como “aflicción y angustia severas”. Las tribulaciones vendrán... fuimos advertidos por el mismo Jesús. Muchas vinieron en el 2020... ¿Qué produjeron en ti? ¿Perseverancia? ¿Carácter? ¿Esperanza?

Romanos 5:3-5 dice: “Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”.

Los desafíos nos empujan a crecer y nos animan a cambiar; nunca son para nuestra destrucción, sino una oportunidad para crecer en Dios. Cualquiera sea la estación en la que nos encontremos, debemos seguir creciendo, firmemente establecidos en Dios y en su Palabra, permitiendo que la semilla de cada adversidad cree mayores beneficios en nuestras vidas.

Kim Potter

(www.elijahlist.com)

 

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