Por Victoria Boyson
A principios de este año, tuve una visión del fuego del enemigo descendiendo
sobre los guerreros de Dios. En esa visión, los guerreros estaban cubiertos de
carbón negro, debido al fuego que habían soportado. Comprensiblemente, creo que
la mayoría de la gente esperaba que estuviera equivocada… ¡y yo también! Ahora, meses más tarde, aunque el fuego (chocante,
traicionero, sacudidor e incluso pasmoso) sigue sometiendo y saliendo de él,
oigo al Padre que dice: “¡Estás a un tiro de
piedra de la victoria!”.
¿Recuerdas a David? Justo antes de encontrarse con Goliat, comenzó como un
día cualquiera. Sin embargo, ese día sería diferente para él. Hasta ese
momento, nada había cambiado en su vida, excepto que recibió la unción de Dios
para ser rey. No tenía nada más a su favor. No era grande, conocido o siquiera
el favorito de su familia. Era pastor y no se esperaba mucho más de él.
David era ordinario y común para los estándares del hombre. La unción para
ser rey no había cambiado su situación, excepto que parecía haberle puesto un
gran blanco en la espalda y sus hermanos estaban obviamente celosos. Mientras
que el hombre lo eligió para cuidar las ovejas y llevarles comida a sus
hermanos, Dios eligió convertirlo en un libertador. Y así sucedió en ese día
tan ordinario, donde la unción de Dios se encontró con la arrogancia del hombre
y sólo un hombre quedó en pie cuando todo terminó.
El Padre Dios te está diciendo: “Te sientes oculto y
olvidado. No tienes nada a tu favor, excepto a Mí. Te elegí para un propósito
que hará girar cabezas y dejará a muchos boquiabiertos. Hijo mío, estás a un
tiro de piedra de que tu vida cambie para siempre”.
¡El fuego no te destruyó!
Vino contra ti un fuego como ningún otro, pero permaneciste firme en tu
amor y en tu confianza por el Padre, y todo el tiempo Él veló por ti y luchó
por ti. Aunque el fuego ha sido intenso, la presencia de Dios fue penetrante,
invasiva e impresionante. A veces, incluso Él mismo te llevó a través de eso,
pero ya casi estás ahí. Sólo un empujón y la opresión de tu enemigo dará paso
al nuevo “tú”
que estuvo oculto bajo las cenizas del ataque del enemigo.
Estarás de pie victorioso y en completa sumisión a tu Padre celestial y,
por tanto, más poderoso de lo que cualquier fuerza terrenal jamás podría
contar. ¡El fuego no te destruyó! ¡No! Los ataques del enemigo contra ti te
envalentonaron. Convirtieron tus cenizas en hierro. ¡Nadie más podría haber transformado
los planes del enemigo para tu destrucción, en la conformación de un rey!
El llamado a tu vida te convirtió en un objetivo. De hecho, el enemigo está
intensamente celoso del amor que el Padre tiene por ti y te odia por tener lo
que él nunca podrá tener. Sin embargo, en la oscuridad de la noche soportaste
el odio del enemigo y ahora casi llegó el amanecer en tu prueba. Despertando
ahora, te das cuenta de que todo el tiempo sólo soportaste la poda del Señor y
que todo lo que el enemigo te lanzó, sólo sirvió para convertirte en un
guerrero intenso y lleno de la gloria del Dios altísimo. Te fuiste a dormir
como un niño y despertaste como un guerrero poderoso y sin miedo,
¡experimentado en la victoria! Dios demostró una vez más que Él es el poder
superior, ¡y que las tinieblas se disipan por la grandeza de su luz!
Goliat cayó, y tú eres el que tiene la honda en la mano. Pensabas que sólo
eras un niño, que simplemente confiabas en el Padre que te ama, y, sin embargo,
ves a un vil gigante que una vez fue un hervidero, yaciendo sin cabeza ante tus
pies. Todos te miran con los ojos muy abiertos y la mandíbula desencajada. No
esperaban mucho de ti, no tenían ni idea de lo que llevabas por dentro, pero no
estaban allí cuando mataste al león y al oso. No estaban allí cuando tu Padre
celestial te dijo que habías sido elegido y amado por Él. No estaban allí
cuando Él derramó su poder en ti y te llamó ¡gobernante de naciones!
Una mesa para ti
Satanás no puede soportar ver nuestra fe en Dios manifestándose en nuestro
avance. Él lo ve como un gran fracaso. Está determinado a golpear el corazón de
nuestra creencia y derramar desaliento. Desilusionados por las mentiras del
enemigo, tendemos a perder la fe en Él y pronto nos sentimos aplastados bajo el
peso de la realidad terrenal.
Muchos hablan de boca acerca de confiar en Dios, pero en los momentos más
oscuros, es cuando se forma la verdadera fe. La Palabra de Dios nos dice que
nuestra fe será probada, ¿por qué nos sorprendemos cuando esto ocurre? No
siempre se puede confiar en una fe que se construye sobre la manifestación de
lo sobrenatural, pero una fe que se construye sobre una relación amorosa de
confianza, siempre es imparable. Cuando estar en la voluntad de Dios te importa
más que conseguir todo a tu manera, tienes una verdadera relación con Él.
Cuando intentaste todo lo que sabes hacer y no tienes nada en lo que esperar,
salvo la comprensión de que tu Padre celestial te ama, ¡entonces descubriste la
clave de la alegría eterna! Cuando tu amor por Él importa más que tu propia
seguridad, ¡eres imparable!
Amor inquebrantable que importa más que la seguridad o
la comodidad
Puedes ser arrojado al fuego solo, ¡pero no saldrás caminando solo! La
voluntad propia nos hará correr espantados hacia los brazos de nuestro enemigo,
pero el horno de la aflicción convertirá nuestras cenizas en una vara de hierro,
un arma de destrucción masiva para nuestros enemigos. Nabucodonosor estaba
furioso con los tres muchachos hebreos, Sadrac, Mesac y Abednego, cuando se
negaron a inclinarse ante su falso dios (Daniel 3), pero su confianza en Dios y
su amor por Él, hicieron imposible que consideraran salvar sus propias vidas, a
riesgo de alejarse de Él.
El amor de Dios no tiene fin. Cuando eres amado así, importa más que la
seguridad o la comodidad. Si tan sólo confiáramos en Él, haría retroceder a
nuestros enemigos, rompería las cadenas de la desesperación y ¡haría una
demostración salvaje de su amor por nosotros, en presencia de nuestros
enemigos!
El enemigo levanta personas que están dispuestas a odiarte, usándolas como
armas para quebrantarte. Sin embargo, Dios dice: “¡No!”.
Él convierte las armas del enemigo en una audiencia y hace un espectáculo de su
amor por ti. Los hace mirar mientras prepara una mesa para ti (Salmo 23:5). Él
muestra su amor por ti y los hace mirar. Sus ataques contra ti te convirtieron
en el guerrero intrépido en el que te convertiste. El Padre usó el fuego de su
acoso para prepararte para recibir las bendiciones intensas que estuvo
esperando concederte.
Sólo un buen Padre comprende las presiones a las que te enfrentarás,
mientras caminas en lo que te espera. De hecho, ¿sería el amor de un Padre
permitirte proceder hacia tu llamado y tu propósito, sin la preparación
apropiada? Él te ama; ¡no quiere verte aplastado por las presiones que pueden
traer las bendiciones!
Amor inquebrantable
A menudo las Escrituras equiparan el amor inagotable de Dios con la
salvación. Cuando pensamos en la salvación, lo relacionamos con la experiencia
del nuevo nacimiento. Pero quienes escribieron las Escrituras, no
necesariamente pensaban así. De hecho, creo que su idea de la salvación habría
sido salvarse de sus circunstancias terrenales.
El rey David tenía muchos enemigos que querían destruirlo. Él equiparaba el
amor inquebrantable de Dios con la salvación, contaba con el amor de Dios para
salvarse de sus enemigos. Y con razón, porque David fue salvado de sus
enemigos. Dios lo hizo victorioso una y otra vez. A lo largo de su vida, el
amor de Dios nunca le falló; en verdad, ¡fue inalterable! Dijo: “Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; Tu salvación,
conforme a tu dicho” (Salmo 119:41).
La piedra en tu mano
Fuiste creado para amar, esa es tu función. Eres digno de amor, no porque
hayas hecho algo que te hizo digno, sino porque Dios te creo para eso. Si tu
padre terrenal te dice que no eres digno de amor, recuerda que tu Creador fue
tu Padre primero, ¡y te creó para ser amado!
No eres digno de amor porque seas perfecto. No eres digno de amor porque seas
guapo. No eres digno de amor porque seas brillante. ¡Eres digno de amor porque
Dios te hizo! Dios te hizo para ser amado por Él y eso te hace extraordinario. No
eres difícil de amar, porque Dios te amó desde el principio. Si Dios te ama,
¡entonces tú eres amado! Él te ama completamente. Si fuiste quebrantado por la
vida, debes saber que Dios te ama indefectiblemente. Su amor no se detiene. Su
amor se niega a fallar.
Cuando el enemigo te eche en cara tus fracasos, cuando sea implacable con
sus acusaciones, recuérdale que, a pesar de todo, ¡Dios te ama! Recuérdale: “Por lo
cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39).
¡Eres victorioso! Tienes lo que necesitas para la victoria. Tienes el amor del
Padre y, como una piedra en tu mano no parece importante, pero lo es. Es tu
arma de destrucción masiva para aniquilar a tu enemigo y derribar al gigante
que se interpone en tu camino. Y tú estás a un tiro de piedra de abrirte
camino. ¡Lanza la piedra y observa cómo cae
Goliat!
Victoria Boyson
(www.elijahlist.com)