Por John & Brandy Belt
Tu enfoque
divino
Ahora es el momento de enfocarte en las cosas que Dios te llamó a hacer y en tu comunión con Él. Cuando una disrupción, una interrupción o una distracción trate de desviarte del rumbo, recuerda siempre que la solución simple es mantener tu enfoque donde debe estar: “En Jesús, el Autor y el Consumador de tu fe”.
Hebreos 12:1-2: “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios”.
Esta vida nos brinda amplias oportunidades para desviarnos del rumbo. La clave para mantener el rumbo es descubrir y mantener tu comunión, tu conexión íntima con Dios. No hay nada más valioso en tu vida que tu relación con Dios, porque Él es tu Roca.
Salmo 62:2: “Sólo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector. ¡Jamás habré de caer!”.
Él es quien sostiene, energiza e inspira tu vida, para hacer su buena voluntad.
Los lugares celestiales del Señor
El diablo busca oportunidades para perturbar tu vida, pero Dios proveyó formas sabias de mantener tu vida en su plan y en su voluntad perfecta. No hay necesidad de preocuparte por el diablo. Ya está derrotado.
Colosenses 2:13-15: “Antes de recibir esa
circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio
vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda
que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos
era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y
por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal”.
Si Cristo no hubiera destruido la obra y el poder del diablo, entonces tendrías necesidad de preocuparte. Como creyentes no tenemos una razón para preocuparnos, porque Jesús nos sentó en lugares celestiales junto con Él.
Efesios 2:4-6: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con Él en las regiones celestiales”.
La posición de sentado es el lugar de descanso y poder. Así como somos reyes en Cristo Jesús, también la autoridad que se nos impartió es totalmente suficiente, mientras el Dios de paz aplasta la cabeza de la serpiente bajo nuestros pies.
Romanos 16:20: “Muy pronto el Dios de paz aplastará a satanás bajo los pies de ustedes. Que la gracia de nuestro Señor Jesús sea con ustedes”.
La victoria no es un sueño, sino una realidad en Cristo. La necesidad es una alineación de la mente del hombre con la verdad, los pensamientos y la realidad de Dios. Cuando nuestras almas se someten a su voluntad, nuestros ojos se abren para ver la realidad de su Reino y su voluntad manifestándose en nuestras vidas.
Entrando en la naturaleza divina
En nuestros corazones necesitamos cruzar a la tierra prometida de su naturaleza divina revelada en nosotros. Aquí es donde asumimos la N.D.G. (“Naturaleza Divina de Dios”).
2 Pedro 1:3-4: “Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina”.
A medida que sus promesas se cumplen en nuestra vida, comenzamos a experimentar la gloria de su presencia de nuevas maneras. En esencia, estamos siendo renovados en nuestras mentes, siendo estos los tiempos de refrigerio que vienen de la presencia del Señor. Dios quiere que nos refresquemos continuamente en su presencia.
Hechos 3:19: “Por tanto, para que sean borrados sus pecados,
arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de
parte del Señor”.
Arrepentirse tiene que ver con un cambio de dirección, de mente y volver al lugar lujoso y más alto de su presencia, donde sus aguas refrescantes se derraman sobre nosotros.
Usa el discernimiento
Las armas de nuestra guerra son poderosas en Dios para derribar fortalezas. Dios nos entregó llaves, armas, sabiduría, gracia y creatividad, para socavar los intentos del diablo de subvertir nuestras vidas.
2 Corintios 10:4: “Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas”.
Podemos derribar fortalezas oscuras y edificar fortalezas celestiales en nuestra mente y en las mentes de los demás. Dios tiene sus propias fortalezas que desea establecer en nuestra vida. Una clave de sabiduría para romper el poder del diablo en tu vida, es reconocer qué es de Dios y qué no lo es, pudiendo discernir entre el bien y el mal.
Hebreos 5:14: “En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual”.
Este es el comienzo de tu camino hacia la victoria. Sin discernimiento será difícil caminar en un lugar consistente de victoria. Tienes que ver qué está bien y qué está mal, qué es bueno y qué es malo, qué es inspirado por Dios y qué es inspirado por el diablo. Aquí es donde todo comienza. El temor del Señor es el principio de la sabiduría y el odio al mal.
Proverbios 8:13: “Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso”.
Cuando tienes ojos para ver lo que es bueno o lo que viene de Dios versus lo que es malo, entonces puedes seguir adelante para eliminar esas cosas que están obstaculizando tu vida. ¿Qué estás viendo? ¿Dónde pasas tu tiempo? ¿Tus relaciones te están guiando por el camino y la voluntad de Dios? Tienes que pedir y permitir que el Espíritu Santo te muestre lo que realmente te está ayudando a caminar con Dios y qué te está deteniendo.
Hebreos 12:1: “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante”.
Hay pecados que son obvios cuando vienes al Señor: “Los viejos caminos de la mundanalidad, los placeres impuros de la vida, las preocupaciones y los malos hábitos que deben desaparecer...”. Estas son las cosas obvias y fáciles de ver, pero son solo el comienzo de lo que se debe tratar. Es como alguien que lleva una aspiradora sobre la alfombra y barre todo lo que se ve con el ojo natural. Sin embargo, como todos sabemos, hay más debajo de la superficie de la alfombra que no es visible para el ojo natural. Dios seguirá limpiando tu “alfombra” tanto como se lo permitas. Pero si el proceso se detiene, entonces las cosas no saldrán y habrá obstáculos en tu vida.
Todo tiene que ver con nuestro nivel de entrega a Dios. Cuanto más nos entregamos, más experimentamos su vida divina. ¿Cuánto buscará alguien al Señor? ¿Qué precio pagará? Hay diferentes niveles de sacrificio y entrega. “Yo me rindo a ti” es una gran canción, pero lo que realmente importa, es cómo se desarrolla en nuestra vida.
Si pudiéramos ver todos los planes maravillosos y buenos que Dios tiene para nuestra vida, no perderíamos ni un segundo de nuestro tiempo peleándonos. Hay pesos que también nos impiden hacer lo mejor que Dios tiene para nosotros. Estos no se clasifican necesariamente como pecados, sino como cosas que nos obstaculizan y nos alejan de lo mejor de Dios.
Tómate el tiempo para mejorar tu enfoque y, si es necesario, vuelve a enfocar totalmente tu corazón en el Señor.
John & Brandi Belt
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