Por Al Thomas
En Hechos 8 encontramos la historia de Simón el mago. Felipe descendió desde Jerusalén, predicando el Evangelio con señales y maravillas (versos 5-7). Simón también creyó, pero aparentemente no comprendió bien porque después que Pedro y Juan se manifestaron, viendo que la gente era llena del Espíritu Santo, se impresionó tanto que les ofreció dinero a los apóstoles para recibir el poder para hacer esto (verso 18).
Quiero que vea esto: Simón había practicado la magia (verso 9), manipulando a la gente con sus obras de oscuridad, era el candidato ideal para conocer la diferencia entre lo verdadero y lo falso, cuál es el poder que cambia verdaderamente a la gente y cuál el que simplemente la manipula. Conocía cuáles eran las buenas obras por haber tratado profesionalmente con las tinieblas. Ahora había entrado en contacto con el poder real y se había enamorado tanto de él que quería comprarlo. Desde ya que fue severamente reprendido y confrontado para arrepentirse (verso 22).
Este es el punto que la Iglesia necesita ver: Simón reconocía lo real. ¿Y usted? ¿Puede discernir a la gente en su círculo de influencia para poder ministrarlas efectivamente? ¿Tiene con qué? En Marcos 2:1-12 vemos cuatro clases de personas en la Iglesia. ¿Puede ministrar efectivamente a cada una de ellas?
Los hambrientos
Marcos 2:2: “Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la puerta mientras él les predicaba la palabra”. Los hambrientos atestaron esa casa, porque todos querían ver a Jesús. El Maestro dijo: “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mateo 5:6).
¿Tiene hambre o está satisfecho en el lugar donde está con Dios? ¿Quiere más? Esta clase de persona nunca está satisfecha. No están infelices o descontentos; simplemente quieren más del Padre. Rechazan alcanzar un cierto nivel y quedarse allí, cómodos y formando parte del promedio. La gente promedio se conforma con el lugar donde están y no desean profundizar en las cosas celestiales. Pero la persona hambrienta, aunque mantienen sus pies sobre la tierra, tienen un corazón que busca más de Él.
David dijo: “Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo” (Salmo 27:4). Pablo dijo: “Una cosa hago…” (Filipenses 3:13). Dwight L. Moody dijo: “Dame un hombre que diga ‘una cosa hago’, y no uno que diga ‘chapoteo en cincuenta cosas’”.
¿Están hablando de usted? ¿Es una persona hambrienta?
Los obstaculizadores
Marcos 2:6: “Estaban sentados allí algunos maestros de la ley que pensaban…”.
Hay muchas maneras en las que podemos ser obstaculizadores. Cuando razonamos carnalmente en nuestro corazón, se puede ver por lo que hablamos con nuestra boca. Proverbios 26:20 dice: “Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito”. Todos nosotros ocasionalmente necesitamos frenar o enmudecer nuestra lengua (Santiago 1:26). Henry Beecher dijo: “El que ama las flores, hallará flores y el que ama la cizaña, hallará cizaña”.
¿Nunca se dio cuenta que nada interrumpe más rápido una conversación que la llegada de la persona de la cual se está hablando? El secreto de una lengua llena de gracia no es el auto control, sino entregarle el control a Cristo. Aquel de quien se describen estas palabras como llenas de gracia (Lucas 4:22), también dijo: “…Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado. Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará” (Mateo 12:36-37).
¿Están hablando de usted? ¿Es un obstaculizador?
Los desvalidos
Marcos 2:3 dice: “…Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico”.
Puede verlos en la Iglesia: los desvalidos. No estoy hablando sólo de lo físico, también a nivel emocional. Algunas son personas de alto mantenimiento. A veces nos preguntamos si alguna vez se acercarán y comenzarán a crecer. Aquí tenga cuidado. Nunca renuncie al cambio en la gente. ¿Recuerda cómo era usted antes de venir a Cristo? ¿Recuerda cuando no respondió al amor de Cristo y cuando resistió su toque? ¿No está feliz que Dios no haya renunciado a usted?
Muchas personas se afligen porque están apresuradas, pero Dios no se apresura. Qué terrible es cuando queremos que otras personas se apresuren y crezcan (o mejoren) etc., pero nosotros no mostramos los mismos estándares. Sea paciente con los desvalidos. (Todos somos desvalidos de una manera u otra, ¿lo sabía?). Judas 22 dice: “A algunos que dudan, convencedlos”.
¿Están hablando de usted? ¿Es un desvalido? Si es así, Dios le dará gracia para aquellos que están en necesidad (Hebreos 4:16).
Los colaboradores
Marcos 2:3-5 dice: “Entonces llegaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico. Como no podían acercarlo a Jesús por causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, luego de hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: Hijo, tus pecados quedan perdonados”.
Es importante notar que la palabra “ellos” se menciona cinco veces en estos versos. Ellos son los cuatro colaboradores que cargaron al desvalido hacia donde estaba Jesús. También note lo que dice en el verso 5: “Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: Hijo, tus pecados quedan perdonados”. ¡Estos cuatro fueron los responsables por la sanidad de su amigo!
¿Está involucrado en el Cuerpo de Cristo? Mientras crecemos espiritualmente, nuestra capacidad para cuidar a otros también debe aumentar (1 Juan 3:16). Si no es así, no estamos creciendo. Martin Vanbee dijo: “El mejor lugar para encontrar una mano de ayuda es al final de su brazo”. ¿Está haciendo algo por alguien? ¿Está aplicando el amor de Cristo de una manera práctica?
¿Están hablando de usted? ¿Es un colaborador?
¿Ya tiene los bienes?
¿Cuál de ellos es usted? ¿Tiene con qué ayudar a cada uno? Nosotros, la Iglesia, somos diferentes al mundo. En el 2009, mientras el mundo ve a la Iglesia en acción, verán:
• Hambrientos anhelando más de Dios.
• Obstaculizadores siendo corregidos y enseñados con amor sobre el valor y el poder de sus palabras.
• Desvalidos siendo ministrados mientras los traen hacia Jesús para ser sanados.
• Colaboradores abundando en compasión y energía para ministrar a cualquiera que esté en necesidad.
Cuando esto suceda, el mundo dirá (como en Marcos 2:12): Esto es asombroso, alabemos a Dios porque “nunca vimos algo así”.
El mundo está esperando para ver si la Iglesia tiene esos bienes.
Al Thomas