Por John Belt
“Ensancha el espacio de tu carpa, y despliega las cortinas de tu morada. ¡No te limites! Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas” (Isaías 54:2)
En el Espíritu las cosas se están acelerando. Este es un tiempo de favor y bendiciones sobreabundantes de Dios en medio de tiempos de prueba. En la medida que nos anclemos a Él, edificando nuestra casa sobre sus Palabras, no fallaremos en descubrir el lugar que Él preparó para nosotros en esta hora.
“Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá” (Juan 15:7)
Canto creciente de Salomón: “Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes” (Salmo 127:1).
Vivimos en un tiempo de edificación y expansión. El Señor está edificando la casa. En una visión pude ver a alguien añadiéndole un anexo a la casa. Me sorprendí por la velocidad con la cual lo hacía. En un minuto no había nada y al siguiente estaba allí.
“Vienen días, afirma el Señor, en los cuales el que ara alcanzará al segador y el que pisa las uvas, al sembrador. Los montes destilarán vino dulce, el cual correrá por todas las colinas” (Amós 9:13)
Luego me di cuenta que apenas había espacio suficiente para la expansión. Para lo que Dios estaba a punto de hacer necesitaría una visión mucho mayor y la capacidad de ser flexible para poder seguir ese fluir. Los cambios serán continuos debido al paso rápido y la aceleración del mover de Dios. Esto necesitará integrarse en la fábrica de nuestros pensamientos para que podamos montarnos en él y estar preparados.
“Ensancha el espacio de tu carpa, y despliega las cortinas de tu morada. ¡No te limites! Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas” (Isaías 54:2)
Se sueltan nuevos niveles de autoridad
“Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:21-22)
La autoridad del Señor se está incrementando mientras lo perseguimos a Él. En conjunción con este territorio expandido de su dominio, se soltará una autoridad para administrar la obra que el Señor está realizando. Con cada cosa nueva que Dios nos garantiza, hay una responsabilidad que viene con el territorio. Se necesita una nueva autoridad, porque con los nuevos territorios vienen nuevos desafíos que sólo se pueden manejar de esa manera.
Se suelta un tiempo del brillo de su gloria
“Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria! Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso” (Isaías 60:2-3).
En este nuevo lugar que Dios está edificando, se soltará un brillo de su gloria. Resaltará el brillo de su gloria. En la medida que participemos de su gloria, la reflejaremos. Habrá un brillo sobre nuestros rostros. Así como los hijos de Israel no podían mirar el rostro de Moisés, Dios nos restaurará en un nivel de gloria donde el mundo podrá ver la diferencia. Debido a que el Señor está edificando la casa, nuestras labores no serán en vano y no surgirán de rituales y tradiciones religiosas, sino de la influencia del Espíritu en nuestras vidas.
“Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes” (2 Corintios 13:14)
La comunión con Dios ya no será una tarea porque habremos roto las ataduras con la maldad prevaleciente que trata de mantener al pueblo de Dios en esclavitud bajo una “mentalidad de yugo pesado”. Cuando decimos que la comunión se transforma en un trabajo, estamos bajo un espíritu religioso. Perdimos el “yugo fácil” de Cristo y nos encontramos en un lugar de superficialidad que engendra el “esfuerzo en la carne” para tratar de lograr las cosas. En Él no luchamos en la carne sino en un fluir fácil, porque simplemente descansamos en el Espíritu Santo y encontramos nuestro placer en Él. Nunca es un trabajo cuando nos deleitamos haciendo algo.
Pídale al Señor que suelte aceite fresco sobre su cabeza para remover el peso y las cargas de su mente, reemplazándolas con deseos de gozo al estar con Él. ¡Qué concepto! En ese sitio encontraremos el brillo de su gloria sobre nuestro rostro.
“Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte” (Salmo 17:15)
Un tiempo donde el favor de Dios y su “unción de fama” se soltará de una manera sin precedentes
“Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad” (Salmo 5:12)
Dios soltará su favor o “unción de fama” sobre su gente. Como nuestros corazones son para hacerlo famoso a Él, soltará esta unción sobre nuestras vidas. Debido a la ausencia de “autopromoción”, Dios promoverá y llevará a su Compañía de José hacia los lugares de prominencia que destinó para este tiempo desde antes de la fundación del mundo.
Las riquezas de los impíos está reservada para aquellos que caminan en integridad ante Él. No gastarán estas riquezas en los deseos de su propia carne, las canalizarán hacia los propósitos del Reino para la gloria de Dios. Él probó los vasos escogidos para este propósito.
“El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos” (Proverbios 13:22).
Estos son aquellos que fueron hallados confiables para manejar las riquezas del mundo. Aquel que fue fiel en lo poco, se le confiará mucho. Los que fueron avaros con las riquezas, no serán los recipientes, sólo aquellos que desean al Señor. Esta no es cualquier riqueza, sino una riqueza especial que fue apartada y “santificada” para el Señor.
Su favor es para toda la vida, rodea a los justos con este favor como si fuera un escudo. Los puros de corazón verán a Dios y se gloriarán en su amor, bondad y gracia.
El tiempo de Dios es perfecto, aunque ofende la mente natural
El tiempo de Dios es perfecto, pero ofende la mente natural. Dios tiene su propia economía y está completamente separada del mundo.
“Cuando el justo prospera, la ciudad se alegra; cuando el malvado perece, hay gran regocijo...” (Proverbios 11:10)
Cuando la economía del Cielo funciona en sus justos y santos, la ciudad se regocija. Esto significa que cuando los justos tocan las realidades celestiales y funcionan allí, el Cielo tiene acceso a la tierra través de las puertas del corazón de su gente. El pueblo de Dios es el canal de bendición por donde fluyen los recursos ilimitados del Cielo hacia la tierra.
Así como Jesús multiplicó los panes, Dios usa a su gente para soltar sus bendiciones y su provisión sobre la tierra. De esta forma, Él tiene toda la gloria. Es más allá de nuestro entendimiento natural (mundano), porque las bendiciones vienen desde una fuente celestial. Por eso es de vital importancia que aprendamos a funcionar por fe confiando en Él, creyendo en su fidelidad y deseando que sea nuestra única fuente sobre la tierra. Es: “en Dios confiamos”.
En su amor sobrecogedor,
John Belt
1 comentario:
Gracias profeta
Me gustó mucho y edificó mi espíritu
Bernardo Campos
Lima, Perú
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