lunes, 20 de abril de 2009

“Gríteles ‘gracia’ a sus muros de Jericó”

 

Por Garris Elkins

clip_image002Cuando los hijos de Israel entraron en la tierra prometida encontraron 10 ciudades que se atravesaban en su camino. La primera ciudad era Jericó. En Josué 6:2, Dios dice: “Te entregué Jericó”. Esta era una victoria prometida. Israel aún no era un ejército, simplemente era un grupo que vagaba por el desierto con una promesa. No tenían un ejército. Sus recursos disminuyeron con los años en el desierto. Su única arma para la guerra era su obediencia a Dios.

El punto focal fue el grito

La Iglesia debe pararse ante el 2009 con una postura similar. Enfrentamos nuestra Jericó que se atraviesa en nuestro camino. Los sistemas del mundo son inestables. El temor financiero trata de seducir al pueblo de Dios para atemorizarlo. Hay una gran cantidad de muros en el camino hacia la promesa. Dios está posicionando a su Iglesia para derribar esos muros como lo hizo en Jericó.

Todos conocemos la historia de Jericó (Josué 6). Esta era una ciudad amurallada y no había forma de entrar. Dios instruyó a Israel para que marchara alrededor de la ciudad una vez durante seis días. En el séptimo, debían rodear la ciudad siete veces gritando y luego obtendrían la victoria. El grito fue el punto focal en la historia. 1.5 millones de voces que se levantaron al mismo tiempo. Este fue un grito de gracia. Un grito que dijo: “Nuestra única esperanza es que Dios se muestre”.

Este grito de gracia fue maravillosamente desesperado porque Israel no tenía forma de entrar en Jericó a menos que Dios hiciera por ellos lo que era imposible de realizar en sus fuerzas. Esa es la naturaleza de la gracia, porque suelta el favor de Dios que trae la victoria. Cuando gritamos “gracia” ante nuestro Jericó, Dios suelta un favor sobrenatural que ningún muro puede resistir.

En esta historia sobre Jericó perdemos el tamaño y la dimensión de lo que ocurrió. La ciudad de Jericó cubría una extensión de seis acres de terreno. Considerando las fortificaciones exteriores, la medida de toda la ciudad era de nueve acres en total. Cuando ocurrió este evento, los hijos de Israel eran como 1.5 millones de personas. Esta es la población relativa de ciudades como Dallas, Filadelfia, Phoenix y San Diego.

Trate de atrapar la imagen de lo que sucedió en Jericó. Una ciudad de nueve acres rodeada por 1.5 millones de personas. Decenas de miles de personas en profundidad, tanto como alcanzaran a ver, era una masa rotativa que envolvía los nueve acres. No era una línea de gente, sino una masa humana.

Por seis días nadie dijo nada. Por seis días Israel caminó alrededor de la ciudad un día a la vez. En el séptimo día caminaron alrededor de la ciudad siete veces. Este no fue un evento silencioso, no se puede mover a toda esta gente en silencio. El sonido de 1.5 millones de personas marchando fue poderoso y estridente. La tierra se sacudió. La nube de polvo producida por todos esos pies sobre la tierra se vería como la mayor de las tormentas.

Al séptimo día, cuando se completaron las siete vueltas a Jericó, se levantaron 1.5 millones de voces y les gritaron a los muros. La Palabra dice que los muros de la ciudad cayeron.

“Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad” (Josué 6:20)

Este no fue un grito de timidez, sino un grito prolongado mientras Israel cerraba filas sobre los nueve acres de terreno. Puedo ver gente corriendo y gritando con sus brazos en alto. 1.5 millones de personas avanzando con determinación y cerrando la brecha sobre los cascotes que se usaron para definir la ciudad de Jericó. Este primer obstáculo fue borrado del mapa.

Gríteles “gracia” a los muros de su Jericó

“¿Quién te crees tú, gigantesca montaña? ¡Ante Zorobabel sólo eres una llanura! Y él sacará la piedra principal entre gritos de alabanza a su belleza” (Zacarías 4:7)

¿Dónde están los muros de su Jericó para el 2009? Esos muros no caerán por la sabiduría o la razón humanas. Un programa nuevo en la Iglesia tampoco lo hará. Sólo el grito de gracia los derribará. El grito de gracia en obediencia a Dios era el arma de guerra sobrenatural para Israel. Cuando gritamos gracia, establecemos que sólo si Dios se muestra podemos movernos hacia adelante.

En el 2009, Dios le pide a su pueblo que tome posturas proféticas inusuales para desarrollar actos inusuales de obediencia. Dios nos pide que les gritemos “gracia” a los muros que se interponen en el camino hacia su promesa. Este no debe ser un grito tímido: es fuerte y sin pedir disculpas. Viene luego de días de prolongada obediencia marchando en el desierto.

Muchos individuos y ministerios marcharon sobre el polvo demasiado tiempo, pero ahora tenemos un plan de victoria ante nosotros. El plan para este tiempo es el mismo plan para la victoria registrado en la historia: el plan de batalla siempre es un plan de gracia.

Las culturas en las que vivimos están esperando ver la provisión milagrosa de Dios manifestándose en su pueblo. Somos los que poseemos el grito de gracia. El sonido de la gracia está esperando para sacudir cada ciudad y cada nación sobre la tierra.

Hoy, mientras se para frente a los muros de su Jericó, grite fuerte la palabra “gracia”. Con ese grito de gracia se desmantelarán los muros de los campamentos atravesados en el camino de la promesa.

• Reúna sus impuestos y grite gracia sobre ellos.

• Párese con su esposa y grite gracia sobre su futuro.

• Grite gracia sobre su muchacho rebelde.

• Reúna a su equipo ministerial gritando largo y tendido la palabra de gracia sobre cada obstáculo que se interponga en el camino de su visión y su llamado.

• Párese en los lugares altos de su ciudad y grite gracia sobre los quebrantados y los perdidos.

Una vez que grite la gracia de Dios, camine directo hacia adelante y vea su gloria. Bajo sus pies estarán los escombros del temor y la imposibilidad.

Garris Elkins

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