Por Bladimiro Wojtowicz
Luego de un tiempo de oración y búsqueda del Señor para recibir una palabra que defina los tiempos que deberíamos afrontar a nivel personal y como ministerio durante el año que viene, recibí las siguientes impresiones en mi espíritu.
Daremos razón de nuestra fe
Judas 1:3 dice: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Énfasis añadido).
Desde que la Iglesia ingresó en el Tercer Día del Señor, se acentuó el proceso de transformación que comenzó durante los últimos años del Siglo XX. La restauración del gobierno apostólico y profético sobre la Iglesia, se manifestó en un crecimiento notable a lo largo del continente Latinoamericano. Esto comprende tanto en el número de personas ganadas para el Reino de Dios, como en la presencia progresiva de la Iglesia en áreas clave de la sociedad.
Pude ver en mi espíritu que todos estos años fueron de preparación y maduración para lo que vendrá: Un tiempo de confrontación, donde seremos llamados a dar razón de nuestra fe. Todo aquello que declaramos creer a lo largo de estos años, será confrontado por el espíritu humanista de este siglo. El Señor abrió un espacio de tiempo lo suficientemente amplio para prepararnos en el mover apostólico y profético para estar listos para la confrontación en la hora que viene.
Pude ver en mi espíritu que a partir de este tiempo, los apóstoles y profetas serán convocados por las autoridades que gobiernan la sociedad para aportar soluciones definitivas a los problemas que escaparon a su control. Tenemos que estar listos para dar una respuesta viable y contundente en áreas como el abuso de drogas, la delincuencia juvenil, la violencia cotidiana, la homosexualidad, la corrupción desbordada, la escasez de viviendas dignas y los conflictos familiares crecientes; sólo por nombrar algunas.
Los líderes cristianos que no tengan una respuesta clara y contundente ante estas demandas que asfixian a nuestra sociedad, quedarán expuestos ante los ojos del pueblo como meros teóricos de la Palabra. La gente no se conformará sólo con un mensaje inspirador, demandará las señales que acompañan al gobierno apostólico y profético.
Tiempos de aceleración
Pude ver en mi espíritu que se producirá una gran aceleración en los procesos madurativos dentro del pueblo de Dios, tanto en las personas nuevas como en los cristianos maduros. Esto acotará los plazos para la manifestación de los diseños de Dios en las naciones.
El Señor me mostró que esto no ocurrirá por causa del trabajo de esta generación, será el fruto de la fe y la fidelidad de las generaciones anteriores que clamaron y anhelaron ver nuestros días.
Veremos personas llegando a los pies del Señor por medio de conversiones dramáticas que no dudarán ni un segundo en consagrarse al servicio del Rey de una manera drástica. Pude ver en mi espíritu que se manifestará una unción de radicalidad sobre el pueblo de Dios que le permitirá confrontar al espíritu humanista con una audacia nunca antes vista.
Impartición de la fe de Abraham
Hebreos 11:8-11 dice: “Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa” (Énfasis añadido).
Pude ver en mi espíritu que el Señor impartía la fe de Abraham sobre su Iglesia. Esto se manifestará en una osadía y atrevimiento nunca antes vistos para avanzar en proyectos que conquistarán áreas de la sociedad que hoy se encuentran bajo el dominio de las tinieblas. Nacerán ministerios de mercado, donde apóstoles, profetas, maestros, pastores y evangelistas, ocuparán los lugares de autoridad en todas las áreas de la sociedad, marcando la pauta a seguir en las artes, las ciencias, la economía, la educación, la filosofía, los deportes, las fuerzas armadas, el poder judicial y la política; sólo por citar algunas de ellas.
Así como Abraham, los hijos de Dios no temerán pisar terrenos que hasta ahora estuvieron vedados para la Iglesia o donde su expresión fue muy tenue, manifestando el gobierno apostólico y profético. Este es el tiempo donde los diseños divinos alcanzarán su máxima expresión por medio de la gente del Reino que se atreva a encarar proyectos imposibles ante los ojos de los hombres. Estos serán los beneficiarios de una gran transferencia de riquezas que están aguardando el día que decidan dar el primer paso.
Cuando Abraham dejó su tierra y su parentela, era un hombre próspero. Pero sus riquezas se multiplicaron de una manera incontable luego que tomó la decisión de avanzar hacia la tierra que Dios le entregó. Esta es una expresión clara de la transferencia de riquezas que viene sobre todos aquellos que se muevan bajo la misma unción de osadía y atrevimiento que reposó sobre Abraham.
Manifestación del fruto de los padres de fe
Pude ver en mi espíritu la manifestación del fruto de la fidelidad de los padres de fe que decidieron abrir una brecha en la tierra para la expansión de sus linajes. Así como ocurrió con Abraham, llega un tiempo en la vida de todo padre donde decide dejar de vivir para sí mismo y comenzar a vivir por el destino de su linaje. Estos no dudarán en poner sus espaldas para soportar los ataques y las pedradas de los enemigos de la fe, con tal de proteger a su simiente. Esta es la marca que caracteriza a todo padre de fe.
Este es el tiempo donde los padres de fe cosecharán el fruto de su fidelidad al ver la manifestación de la gloria de Dios sobre sus linajes.
Abandono sistemático
Filipenses 3:13-14 dice: “Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Énfasis añadido).
Pude ver en mi espíritu que se manifestaba una unción que capacitaba a los hijos de Dios para entrar en procesos de abandono sistemático. Así como sucedió con los discípulos de Jesús, en estos días veremos personas que no dudarán en dejar todo lo que tienen por seguir al Señor para alcanzar mayores niveles de gloria. Esta unción se caracterizará por un gran desapego ante cualquier posesión material o posición social que pudiera detener su avance dentro del Reino de Dios. Para los ojos de los hombres esto será una gran locura, pero la gente del Espíritu reconocerá un referente a seguir dentro del Reino.
Año de recompensas integrales
Marcos 10:29-30 dice: “Les aseguro, respondió Jesús, que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna”.
Pude ver en mi espíritu que a partir de este año, el Padre entregará recompensas integrales sobre sus hijos. Esta cosecha no se limitará a las semillas que sembramos en el Reino, abarcará todas las cosechas que quedaron retenidas en nuestras generaciones pasadas. Toda generación llega a esta tierra con la provisión de recursos necesaria para consumar su propósito, pero si estos recursos no son reclamados por gente piadosa, pasarán a la siguiente generación.
Pude ver en mi espíritu cómo en este tiempo se levantarán hijos de Dios que caminarán en fidelidad al pacto que hicieron con su Padre y esto los calificará para acceder a las cosechas integrales e inesperadas que quedaron retenidas en sus generaciones pasadas. Dirán: “Señor, ¿cuándo sembré para cosechar esto?”. El Señor les responderá: “Como sembraste una semilla de fidelidad y lealtad, en este tiempo recibirás todos los recursos que tus generaciones pasadas desecharon porque no comprendieron su propósito en la vida”.
Conclusión:
A partir del año 2010, se abre un tiempo para los hijos de Dios caracterizado por grandes confrontaciones en todas las áreas de la sociedad. No puede haber manifestación de la gloria del Reino de Dios sin una confrontación previa contra el espíritu de este siglo.
El espíritu humanista enquistado en nuestra sociedad será aplastado por medio de esta confrontación y en cada campo de batalla, brillará la gloria de Dios como un estandarte en medio de su pueblo.
Los amamos y bendecimos,
Prof. Bladimiro y Magui Wojtowicz