Por Colin Brown
El momentum de un cambio espiritual “sísmico y atmosférico” profundo, está ocurriendo y la manera como se manifestará en la Tierra se encuentra en un estado definitorio. El paisaje de la Iglesia está enfrentando cambios profundos y continuará enfrentándolos.
Los eventos que están ocurriendo, tanto naturales como espirituales, continuarán incrementándose porque son señales que se corresponden a las presiones espirituales que se oponen y a los cambios extraordinarios que confrontan nuestros corazones a nivel personal y corporativo. En contraste a la fortificación del temor y el orgullo, se levantan la humidad, el coraje y la osadía en el pueblo del Señor. Jesús dijo: “Cuando comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención” (Lucas 21:28).
Así como el alba precede a la fuente de su luz, la gloria de nuestro Señor brillará cada vez más anunciando su retorno. Consecuentemente, todo lo que no pertenece a la Luz y está oculto en las tinieblas, aún dentro de la Iglesia, se está exponiendo, aclarando y será cada vez más inestable y perturbado.
Todas las ciudades de la Tierra, como Christchurch en Nueva Zelanda, experimentaron diferentes temblores desde Septiembre del 2010. Esta señal profética en lo natural señala los sacudones, cambios y transformaciones que están ocurriendo en el terreno espiritual. Verdaderamente, la Iglesia de Cristo comenzó a sacudirse y continúa sacudiéndose hasta que se estremezca por completo. Hebreos 12:27 dice: “… indica la transformación de las cosas movibles, es decir, las creadas, para que permanezca lo inconmovible”.
La presión espiritual sísmica y atmosférica del Espíritu está produciendo una restauración de la humildad de Cristo y la sensibilidad al Espíritu, los fundamentos sobre los cuales se estableció la Iglesia. El propósito de Dios es que la Iglesia esté completamente segura y en casa conociendo al Señor y sus caminos, aún cuando “se desate todo el infierno”.
No existe comodidad en el mundo tan poderosa como la gracia de Dios. En cualquier área de nuestra vida o en la de otros donde aún exista el pecado, no puede haber lugar para el poder de la efectividad de la sangre de Cristo. Una confianza y paz como estas en el amor de Dios nos hará ser guerreros en cualquier lugar donde haya hostilidad en plano espiritual o en el plano natural.
El dragón y sus ángeles no fueron lo suficientemente fuertes como para retener su lugar en el Cielo. Todos los que en la Tierra están alineados con el Reino son victoriosos, porque “… lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio…” (Apocalipsis 12:11).
Cada poder de las tinieblas se inclina ante la verdad que Jesús es el Señor (Filipenses 2:11). Debemos enfocarnos en nuestro Salvador, no en el pecado, en nuestro adversario o en el terror. En cada batalla espiritual que ocurre en la realidad de la vida en estos últimos días, Jesús es nuestro Señor, nuestro lugar de reposo y nuestra fortaleza.
La manera como nos acostumbramos a ver y hacer la “Iglesia”, le dará lugar a nuestra verdadera seguridad: La Roca. Nuestras tradiciones, servicios, programas, estructuras y cosas como esas, se rendirán ante el Espíritu del Señor. Ver cómo serán estas cosas con ojos nuevos, está ante nosotros: “Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor (donde el Espíritu del Señor es soberano), allí hay libertad” (2 Corintios 3:17).
Está en marcha la libertad de la Iglesia del temor y el orgullo, reemplazándolos por una seguridad absoluta en el amor de nuestro Padre en Jesús. El Espíritu Santo está orquestando y diseñando este cambio espiritual “sísmico y atmosférico” que transformará nuestro paisaje. Está alterando nuestro enfoque, sobre todo lo demás, en nuestra seguridad en la gracia de Dios: Su amor en la Cruz y en la resurrección de Jesús.
Viendo, reconociendo y desarrollando discernimiento sobre lo que comenzó a ocurrir en estos últimos días, la Iglesia se levantará sin temor para caminar en el poder de su presente y en la redención que viene. Como dijo Jesús: “Habrá señales en el sol, la luna y las estrellas. En la tierra, las naciones estarán angustiadas y perplejas por el bramido y la agitación del mar. Se desmayarán de terror los hombres, temerosos por lo que va a sucederle al mundo, porque los cuerpos celestes serán sacudidos. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con poder y gran gloria. Cuando comiencen a suceder estas cosas, cobren ánimo y levanten la cabeza, porque se acerca su redención” (Lucas 21:25-28).
Colin Brown
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