Por Dan Wilson
Por todo el mundo vemos a Dios reposicionando a su pueblo. La estación está cambiando. Si miramos esto con los ojos del mundo, nuestra primera respuesta debería ser de resistencia al cambio por temor a lo desconocido. Pero con la mente de Cristo reconocemos que la vida guiada por el Espíritu nunca permanecerá igual. Ninguno de nosotros puede predecir de dónde soplará el Viento del Espíritu la próxima vez. Si nuestra meta es responder al Espíritu, debemos esperar cambios constantes en nuestra vida.
2 Corintios 3:18 nos recuerda que somos transformados a la imagen de Cristo, con niveles cada vez mayores de su gloria. Esto viene del Señor y el Espíritu Santo. La transformación requiere que aceptemos y aún esperemos los cambios.
Abrace el cambio
Quizá las cosas que fueron fructíferas, plenas y productivas en la estación pasada, dejarán de ser lo mejor. Para atrapar lo nuevo, a menudo es necesario soltar las cosas antiguas a las que estamos aferrados (un ministerio, un trabajo o una posición), sólo porque son cercanas, amadas y cómodas. Aunque siguen siendo buenas, las cosas viejas pueden detenernos porque no son las mejores. La mano del favor de Dios no reposará sobre aquellos que estén ceñidos a los lugares viejos y familiares. Su deseo es que nos aferremos a Él.
Esto demanda discernimiento y prestar oído a las cosas que el Padre quiere que nos aferremos, dejando ir las que Él quiera. A veces nos equivocamos al pensar que Dios realmente nos necesita en los roles que ocupamos bien los últimos años, cuando llegó el tiempo correcto para que otro lo ocupe. ¡Él está haciendo cosas nuevas! A veces debemos estar dispuestos a dejar ir las cosas buenas y estar libres para recibir lo que viene después. Este es un tiempo excitante para estar en la “escuela del Espíritu Santo”: Oír, confiar y obedecer.
Además necesitará una porción extra de gracia, mientras otros con quienes estuvo trabajando o ministrando, también sentirán estos vientos de cambio. Habrá nuevas asociaciones y alianzas. ¡Aleluya! Asimismo, habrá algunas separaciones sentimentales. Prepárese para dejar ir a sus hermanos y hermanas para que cumplan el plan perfecto de Dios para sus vidas.
Nacimos tanto del Espíritu como por el Espíritu. Las verdades de Dios nunca cambian, pero la manifestación de su voluntad en nuestras vidas tiene una expresión nueva cada día. A través de la experiencia nos queda claro que el plan de Dios siempre es lo mejor. Regocíjese en cada cambio iniciado por su Padre amado. El cambio es la herramienta requerida para los procesos de transformación que nos permitirán cumplir nuestro destino en Él.
Podemos confiar en el Viento, pero debemos ser livianos como una pluma. El Espíritu Santo nos soplará en la dirección exacta que Él desea que nos movamos en esta estación de cambio. ¡Abrace a Cristo!
Dr. Dan Wilson
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