Por
Cindy Trimm
Joel
3:9-10 dice: “Proclamen esto entre
las naciones: ¡Prepárense para la batalla! ¡Movilicen a los soldados!
¡Alístense para el combate todos los hombres de guerra! Forjen espadas con los
azadones y hagan lanzas con las hoces. Que diga el cobarde: ‘¡Soy un valiente!’”. El llamado a los ejércitos a orar nunca
cambió desde que el profeta Joel escribió estas palabras. Hoy, con toda la
agitación que existe en el mundo y en nuestras vidas, quiero compartir algunos
pensamientos del libro: “El arte de la guerra para la batalla espiritual”. Este es un libro estratégico poderoso que está
muy cerca de mi corazón.
Aunque la oración es la
más simple de las prácticas, también es una de las disciplinas espirituales más
poderosas.
Dentro de la oración descansa la clave
maestra para todo lo que Dios quiere para nosotros y para nuestros seres
queridos. Sin embargo, ningún otro aspecto de seguir a Dios parece ser más
difícil de comprender. Inclinar nuestra cabeza y volver nuestros pensamientos y
palabras hacia Dios, es tan fácil como estar sentados tomando un café con un
amigo. Ese amigo nos llevará por el camino más multifacético y místico del
universo.
La oración es una
búsqueda que traspasa todo lo que podremos leer acerca de una novela épica o
una historia de aventuras.
En la oración probamos las realidades
espirituales, nos comunicamos con Dios, accedemos al arsenal del Cielo y
expandimos el Reino de Dios en la tierra. Es tan simple como movernos a un
lugar quieto y abrirle nuestro corazón a Dios. Esto es tan dinámico como acceder
al poder y la imaginación que creó el cosmos.
Con Dios nada es
imposible y esto mismo ocurre a través de la oración, donde nada es improbable.
La oración le otorga permiso al Cielo para invadir
la tierra. Por medio de esta disciplina, somos capaces de orar para que el
Cielo descienda e impedir que se levante el infierno. Debemos abrazar la
convicción que Dios nunca nos abandonará, siempre estará presente y anhelando
hacer su obra en nuestra vida. Como decía Teresa de Ávila: “Todas las dificultades en la oración se
pueden trazar hacia una misma causa: Orar como si Dios estuviera ausente”. Dios está con nosotros, vive dentro de nosotros
y está listo para desatar su Reino a través de nosotros, porque “el Reino de
Dios está dentro de nosotros” (Lucas 17:21).
Cada cristiano está
equipado con un arsenal de poder para transformar vidas y cambiar al mundo.
Para aquellos que estiman correctamente el
privilegio de acceder al arsenal de las posibilidades de Dios, cada palabra
hablada por esa persona carga un poder creativo enorme y un potencial
innovador. El Padre nos entrenó a cada uno de nosotros para estar involucrados
en un diálogo que canaliza ángeles y establece el armamento de guerra. Estas
son las armas que impactan la dimensión espiritual y afectan el desarrollo de
los eventos en el mundo natural.
Dios está esperando por
aquellos que tengan el coraje de afirmarse y tomar su lugar en los rangos más
elevados de su ejército.
Dios tiene suficientes soldados. En este
tiempo quiere levantar generales que pagarán el precio de dedicación y
disciplina para oír sus estrategias divinas e implementarlas sobre la tierra. Entrando
en oración, en lugar de luchar con los que nos rodean, usando tácticas mundanas
complicadas y confundidas por las motivaciones humanas; la señal será nuestra
dependencia en Dios y nuestra confianza en Él, como la fuente de la verdadera
esperanza real. Reconoceremos que las únicas cosas que perdurarán, son las que
nacieron en el centro de comando estratégico del Trono del Señor.
Comunicarse con Dios
declara nuestro compromiso para buscar sus estrategias y ocuparnos en los
objetivos que le importan.
La comunicación de Dios con nosotros marca el
cambio de régimen anticipado como “el reino del mundo ha pasado a ser de
nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15). Demuestra nuestra
intención como cristianos de aniquilar barreras e impedimentos, esas cosas que
dividen el ejército de Dios en facciones y divisiones que el diablo puede
manipular y hacer inefectivas. Entonces rechazamos levantar nuestro propio
trono y nuestro reino, en el lugar donde debería estar el Señor. Nuestros
tiempos de oración intensa no afectarán solo las circunstancias y las condiciones
actuales, también nos darán una esperanza futura.
Todo lo que Dios da a
luz a través de nosotros en oración, también lo sostendrá.
Como puede ver, no importa lo que formulan,
planifican o diseñan los humanos sobre la tierra, porque finalmente todo ello
terminará en nada. Nuestro Padre celestial es un gran Dios que creó un gran
mundo para que nosotros hagamos algo grande. El Padre siempre está tratando de
comunicarse con nosotros. La oración es el medio por el cual nos comprometemos
con Él en los asuntos de nuestra vida y en los del mundo.
Se está desarrollando
una gran conversación. Dios está compartiendo algunas grandes ideas.
Necesitamos entrar en la gran conversación
que está ocurriendo en el cuarto de guerra del Cielo ahora mismo. Según
Jeremías 7:13, Dios siempre está hablando. ¿Estamos oyendo? Si participamos de
una manera correcta, fiel y persistente en oración, Dios nos permitirá oír esa
conversación y comprender exactamente qué necesitamos hacer para avanzar
continuamente en nuestra vida, cumplir nuestro propósito y maximizar nuestro
potencial. El problema es que, como ocurre con cualquier forma de comunicación,
la interpretación correcta que estamos oyendo puede ser engañosa.
La comunicación del
Cielo es impecable y eternal.
Aunque aquí la comunicación del cielo se
puede perder con facilidad, porque vivimos en la difusión masiva de estimulación
y en la estática constante. Por esta razón debemos limpiar nuestro calendario
consistentemente y reconfigurar nuestra agenda diaria para poder aprender el
arte de la oración estratégica. Esto nos permitirá penetrar en las
profundidades del Espíritu para navegar por nuevos terrenos espirituales y
conquistar a los antiguos enemigos de nuestra alma.
Debemos desarrollar dentro
de nosotros la “certeza” que ya recibimos los mensajes enviados.
La oración crea muros de protección que nos
mantienen protegidos a nosotros y a nuestros seres queridos, proveyendo
estrategias del Cielo que nos darán la victoria. Nos tejerá con otros en la
preciosa fe para formar un ejército de Dios, edificando dentro de nosotros la fortaleza
de carácter para ver las batallas a través de sus finales victoriosos.
Sin estos principios y prácticas, podemos
argumentar con la gente sobre las verdades de Dios hasta que nuestra cara se
ponga azul y todo lo que harán será reírse. Pero si utilizamos nuestro arsenal
de oración, le garantizamos a Dios el permiso para intervenir e incluso los
corazones más duros se doblarán sobre sus rodillas ante su trono. Existe una
guerra que arrecia por las almas de la tierra y si usted últimamente no se
detuvo a mirar, los buenos muchachos no están ganando mucho terreno.
La única manera de
revertir esa marea es volver a pelear como lo hicieron los antiguos
evangelistas y predicadores.
No estoy diciendo que debemos volver
necesariamente a sus métodos, necesitamos las directivas estratégicas de Dios
para nuestro tiempo, así como ocurrió con ellos. Dios está buscando líderes y
generales para organizar y liderar ese cambio, pero primero Él debe conocer que
están entrenados y son disciplinados en el arte de la guerra espiritual.
¿Está dispuesto a hacer
lo necesario para estar entre ellos?
Creo que estamos en una generación que
volverá a ver a los generales de oración, pero no vendrá fácilmente. Como
ocurrió con las cinco vírgenes que corrieron para buscar aceite porque venía el
novio y se perdieron la celebración de la boda, este llamado pasará de largo
para aquellos que no están llenos con el Espíritu, hasta el punto de tener más
que suficiente.
¿Será uno de aquellos
que atrapan los conceptos estratégicos de la guerra espiritual para cambiar su
ciudad, su estado, su nación y su mundo?
Cuando el Señor nos llame, ¿nos encontrará
ignorantes, sin preparación e incapaces? Dios está esperando que avancemos y
seamos líderes disciplinados en su ejército, líderes que saben emplear sus
tácticas con precisión y desatar sus armas cósmicas de salvación masiva.
¿Está listo para
enlistarse en las filas de los generales de oración de Dios? El entrenamiento
comienza ahora.
2 Corintios 10:3-6 dice: “… pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas
como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que
tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda
altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo
pensamiento para que se someta a Cristo. Y estamos dispuestos a castigar
cualquier acto de desobediencia una vez que yo pueda contar con la completa
obediencia de ustedes”.
Cindy Trimm
(www.elijahlist.com)