Por Jennifer LeClaire
A comienzos de este
año profeticé que el 2016 estaría marcado por tiempos de transformaciones y cambios
repentinos. Parte
de estos tiempos incluyen promociones y degradaciones. Dios está por levantar a los humildes, los
obreros santos y humillar a los orgullosos que tienen las motivaciones
incorrectas. En otras palabras, las puertas se abrirán para algunos y las
oportunidades disminuirán para otros. El Señor me
habló estas palabras:
“Estoy promoviendo a mis fieles en este tiempo hacia posiciones
en mi Espíritu y en lo natural que desafían la razón humana. Mis fieles oraron
y buscaron mi rostro para caminar en mi voluntad en las cosas pequeñas, por eso
los estoy haciendo gobernar sobre más en mi Reino. Esos infieles serán
degradados mientras mis fieles son promovidos en esta hora. Aquellos que
caminan en orgullo serán quebrantados. Los que caminan en arrogancia no
entrarán en mis lugares especiales en este tiempo. Pero los que caminaron en
humildad conmigo, serán exaltados y enviados con una unción para levantarse y
avanzar en esta hora”.
Estuve en un tiempo de promoción constante
por más de una década. Eso no quiere decir que no tuve retrocesos o pruebas,
pero el Señor hizo que todo obrara para mi bien. Aprendí que a veces lo que
parece una degradación o una puerta cerrada, en realidad puede ser el Señor
llevándonos hacia un nuevo tiempo de cambio. Con eso en mente, veamos seis
maneras de responder a esta palabra profética.
1. No trate de hacer que ocurra. No persiga los
sueños, busque al Dios que le entregó los sueños y Él hará que sus sueños se
cumplan en el tiempo correcto. Ningún hombre en la tierra o demonio en el
infierno pueden detener lo que Dios quiere realizar en su vida, pero usted puede
cometer un gran desastre tratando de hacer que esto ocurra.
En Génesis 16, Dios le prometió un hijo a
Abram y Sara, pero se pusieron impacientes y dieron a luz a Ismael, quien trajo
aflicción y pena a sus vidas. Las situaciones manipuladoras pueden llevarnos
hacia un lugar más rápido, pero no nos mantendrán allí demasiado tiempo. Recuerde,
todo lo que haga para llegar a algún lugar, debe seguir haciéndolo para
mantenerse allí. Nunca tendrá que forzar nada que en verdad deba ocurrir. No se
promueva ni se exalte. Ese es el trabajo de Dios.
2. No mire a los hombres para hacer que las cosas ocurran. Todo lo que le
entregue el hombre también se lo puede quitar. Si mira a los hombres para hacer
que cumplan sus sueños para usted, será tentado a comprometerse con ellos. Esperarán
que usted haga cosas que quizá Dios no lo llamó a hacer. Algunos cristianos
vendieron sus almas a los hombres por una promoción rápida, en lugar de
entregarse a Dios y confiar en sus tiempos. Considere Jeremías 17:5-6 con temor
y temblor reverente:
“Así dice el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre!
¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor!
Será como una zarza en el desierto: no se dará cuenta cuando llegue el bien.
Morará en la sequedad del desierto, en tierras de sal, donde nadie habita”. Esto no quiere decir
que nunca puede recibir ayuda de una persona. No debe buscar a los hombres para
que abran puertas que solo Dios debe abrir.
3. No tenga celos por lo que tienen otros. Dios no promoverá un
corazón lleno de celos. Los celos son una obra de la carne (Gálatas 5:20). Piense
acerca de esto por un minuto. Saúl tenía celos de
David y trató de matarlo. Los hermanos de José tuvieron celo y trataron de matarlo.
Caín estaba celoso de Abel y lo mató. Cuando hay celos en
nuestro corazón, estamos entrando en un espíritu de asesinato que finalmente
terminará matando nuestros sueños. Santiago 3:14-16
dice:
“Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el
corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad. Ésa no es la sabiduría que
desciende del cielo, sino que es terrenal, puramente humana y diabólica. Porque
donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de
acciones malvadas”.
(Ver también Proverbios 14:30 y Filipenses 2:3).
4. Confíe en el tiempo de Dios. Eclesiastés 3
declara: “Para
todo hay un tiempo”. Muchas veces
pensamos que podemos cambiar nuestros tiempos y circunstancias. Pero Daniel
2:21 deja en claro que ese es el rol de Dios y explica: “Él pone y quita reyes”. David le dijo
correctamente al Señor: “Tú eres mi Dios. Mis tiempos están en tus manos” (Salmo
31:14-15). Recuerde: “La exaltación
no viene del oriente, ni del occidente ni del sur, sino que es Dios el que
juzga: a unos humilla y a otros exalta” (Salmo 75:6-7).
5. Trabaje en su carácter. Si usted está listo para manejar la promoción ahora, Dios
se la daría ahora mismo. Muchas veces necesitamos desarrollar el carácter que
nos mantendrá donde nos lleve la unción. Romanos 5:3-5 nos dice que la paciencia forma nuestro carácter. Debe pedirle al
Espíritu Santo que le muestre las áreas de su vida en las que necesita trabajar
y luego pida la gracia para alcanzar el siguiente nivel de gloria.
6. Practique la humildad. La humildad no tiene derechos. Aquí vemos tres testigos para tener en mente:
“Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él
los exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida
de ustedes” (1 Pedro 5:6-7).
“Humíllense delante del Señor, y él los exaltará” (Santiago
4:10).
“Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido” (Lucas 14:11).
Finalmente, una vez que Dios lo exalte, manténgase
humilde. El orgullo viene antes de la caída.
Jennifer LeClaire
(www.elijahlist.com)
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