Por Christy Johnston
Visión sobre los inadaptados
Mientras adoraba recientemente, percibí una
visión de un gran grupo de personas que estaba de pie en medio de una planicie
extensa. Era tan extensa que no podía ver más allá del horizonte y desde mi
perspectiva todo se veía igual, sin importar hacia dónde volteara. Pude
percibir que esta gente se encontraba bajo un estado de confusión y sus rostros
relataban una historia de frustración y agitación, mientras se frotaban la
frente mirando las planicies infinitas que los rodeaban. Entonces pude sentir
su angustia y su sentimiento de estar perdidos. Le preguntaban a Dios: “¿Hacia dónde
tengo que ir ahora? No hay una senda para mí, ¿hacia dónde debo caminar?”.
Inmediatamente sentí el corazón del Padre por
estas personas, sus hijos e hijas que se sentían exiliados y frustrados. Pude
sentir su amor y compasión por ellos y me susurró: “Mis hijos no encajan en el molde de los
hombres y no fue porque no intentaron amoldarse. Lucharon con las expectativas
de quienes los rodeaban y terminaron sintiéndose desadaptados. Lucharon para
encajar dentro de los esquemas religiosos que no diseñé para ellos”.
Vuelan las moscas
La escena que estaba observando se agrandó
repentinamente y pude ver que cada uno de estos hijos e hijas tenían nuevas
alas que asomaban por sus espaldas. Las alas se veían nuevas, como las de un
aguilucho que sale del huevo y me pude dar cuenta que esta gente no reconocía
sus alas nuevas. Seguían mirando a su alrededor atormentados, mientras pude ver
que comenzaban a llegar moscas desde la nada y revoloteaban alrededor de ellos.
Estas moscas tenían la habilidad de lanzar palabras y comenzaban a agitar a
este grupo de hijos de Dios.
Me enojé mientras oía a estas moscas que
decían: “No
están equipados. ¿Qué les pasa? ¿No piensan que si le importaran a Dios, ya los
habría rescatado? No están oyendo a Dios”. En la medida que cada
una de estas mentiras entraban en los oídos de este grupo, comenzaron a pegarse
a sus corazones y debilitaban sus alas recién formadas, aunque no eran
conscientes que las tenían. Algunos cayeron al suelo con desesperación mientras
estas mentiras los acosaban rodeando sus cabezas. Ya no podía quedarme de pie
ahí y observar mientras esta gente preciosa estaba siendo engañada. Clamé a
Dios: “¡Ya no
más, haz que se detengan estas mentiras!”.
Volando con alas nuevas
Apenas estas palabras salieron de mi
espíritu, repentinamente sopló una ráfaga poderosa de viento y se hizo más
fuerte alrededor de este grupo, hasta que las moscas no pudieron resistir su
fuerza y se alejaron, junto con sus mentiras. En medio de este viento se
agitaron las alas de los hijos de Dios y cuando se dieron vuelta para mirar
detrás de ellos, fueron conscientes de este nuevo recurso que habían recibido.
Observaba mientras la angustia en sus rostros
se convertía en asombro y excitación. Una vez más volví a oír al Padre
susurrándome: “Donde
se sintieron abandonados, no se dieron cuenta que les estaba mostrando la
salida. Donde se sintieron desamparados, no se dieron cuenta que no los creé
para que encajaran en sus entornos. Los equipé con alas nuevas para volar y
descubrir nuevos territorios. Donde sintieron como si no hubiera un camino por
donde avanzar, les entregué dominio libre sobre el aire. Los coroné con
libertad. Ya no caminarán en círculos de derrota y frustración, volarán hacia
nuevas alturas”.
El gozo barrió mi corazón mientras observaba
a este grupo probando sus alas nuevas. Ya no volvieron a deprimirse por sus
entornos, sintiéndose perdidos o abandonados, extendieron sus alas y las
elevaron alto, por encima de sí mismos. Continué observando mientras agitaban
sus alas recientemente descubiertas y se transformaba en un aleteo continuo y
rítmico que les permitía elevarse del terreno, por encima del lugar de su
desesperanza. Las planicies del aislamiento ahora se transformaron en un
paisaje de aventura, podían ver más allá de su horizonte original limitado y
ahora surgía otro horizonte que reclamaba ser descubierto.
Cobertura de la nube de Dios
Mientras reflexionaba sobre esta visión, en
mi mente brotó el pasaje de Isaías 60:8: “¿Quiénes son los que pasan como nubes, y como palomas
rumbo a su palomar?”. Mientras le
preguntaba al Espíritu Santo el significado de este verso y cómo se relacionaba
con la visión, llevó mi mente hacia la palabra “nube”.
La palabra hebrea para nube significa “cobertura”.
La nube
también se usa con frecuencia como un símbolo de la presencia divina y la gloria
de Dios. La palabra “paloma” simboliza la representación del
Espíritu Santo y las “ventanas” en
la Biblia con frecuencia se relacionan con el Cielo, en frases como “las ventanas
de los cielos” o “las ventanas de
la revelación”.
Creo que el Padre está diciendo que si
confiamos en Él a lo largo de esta jornada, a pesar de no ver hacia dónde nos
está llevando, experimentaremos nuestra elevación y volaremos por las
realidades de su presencia y nos cubrirá su gloria. El Espíritu Santo nos
guiará hacia nuevas ventanas de revelación divina.
Si esto le suena familiar, quiero alentarlo
porque no está solo y para nada está desubicado. Mi esposo Nate y yo también recorrimos esta senda. También luchamos con
el sentimiento que Dios nos abandonó y se olvidó de nosotros o no valíamos
nada. Sin embargo, apenas nos dimos cuenta que en el mismo lugar de la
frustración y el aislamiento, el Señor nos había dado alas nuevas. Asimismo,
donde nos estuvimos sintiendo perdidos y desesperado, debemos levantar nuestros
ojos para ver que no estamos perdidos o abandonados. La razón por la cual nos
sentimos desubicados es porque Dios no quiere que encajemos en la multitud,
quiere que extendamos nuestras alas y las probemos.
El Señor quiere atraernos hacia Él en este
tiempo porque hay territorios sin descubrir en su Reino que nos están
esperando. Mientras nos elevamos y nos acercamos a Él, nos hará volar por
encima de las limitaciones que nos rodean y recibimos nuevas revelaciones
divinas. Sacúdase las mentiras del enemigo hoy que le dicen que está perdido,
que a Dios no le importa y vea que fue llamado a moverse por mayores alturas.
Fue equipado con nuevas alas y es tiempo de probarlas.
Isaías 40:31 dice: “… pero los que confían en el Señor renovarán sus
fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no
se cansarán”.
Nate y Christy Johnston
(www.elijahlist.com)
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