Por Wendy Alec
Cuando José estuvo en prisión
Ninguno de nosotros,
hasta que alcancemos el cielo, conoceremos o comprenderemos las circunstancias
que tuvo que atravesar José. Imagine, se le prometió que su don de
interpretación de sueños sería recordado y mencionado ante el faraón, pero
luego el emisario se olvidó de esa promesa.
Tuvo que continuar
sin tener idea del tiempo que estaría confinado en cautividad. Esto fue
así desde que fue arrojado en la cisterna por sus hermanos. Su túnica
multicolor era un regalo de su padre y significaba el destino increíble y
tremendo sobre su vida, representaba el manto que Dios le entregó y le impartió.
Muchos de nosotros
nos encontramos en situaciones similares, posicionados o ceñidos a lo que
sentimos como nuestro último aliento. Estamos caminando un pie delante del
otro, preguntándonos cada día: “¿Será hoy? ¿Será este el día de la liberación, cuando se
manifestarán todas las promesas y las salidas repentinas de Dios?”.
Nos despertamos en la
mañana y una vez más, la cautividad sigue allí. Entonces clamamos a Dios por su
gracia infinita. Clamamos al Padre por más coraje y más fuerzas para enfrentar
(y atravesar continuamente) esas cosas en nuestra vida. Las cosas en lo natural
amenazan aplastar nuestras almas, aún así, damos un paso más y volvemos a
respirar hondo.
Amados corazones, hoy pude oír al Padre que decía: “Escuché su clamor”
“Amados, amados que están luchando, su clamor alcanzó mi altar. Desgarraron
los cielos y Yo estoy mirando tu corazón débil, el Cielo está lleno con un gozo
escandaloso”.
“Desempolva el manto multicolor que te
entregué. Porque así como se manifestó repentinamente el tiempo de José, tu
destino, tu camino de fe increíble y tu fortaleza están siempre ante Mí. Y tu
determinación, incluso en los días de mayor debilidad, se levantan ante mi
trono como una fragancia hermosa”.
Hechos 10:31 dice: “… y me dijo:
Cornelio, Dios ha oído tu oración y se ha acordado de tus obras de beneficencia”.
“Así como ocurrió con las ofrendas de
Cornelio, siempre, siempre me acuerdo de ti. Sí, escuché tu clamor, cuando
dijiste: ‘¿Hasta cuándo Dios? ¿Hasta cuándo? Parece que los
muros de la prisión me encierran cada vez más’”.
“Esta es mi promesa para tu vida hoy,
amado cansado: ‘Si José fue liberado de la prisión en su tiempo, el tiempo que
pidió ser recordado ante el faraón, hubiera sido liberado. Pero hubiera sido
liberado como un hombre ordinario y se hubiera dedicado a sus negocios. Pero
Yo, el Yo Soy que lo ordenó, lo llamó y lo apartó para tener un destino grande
e increíble, tuve que asegurarme que fuera ignorado y aparentemente olvidado,
para que su destino no fuera abortado’”.
“Aun así, continuó ignorado día tras
día, aparentemente evitado. Esa esperanza que se levantó en su corazón fue
postergada, superada por el día a día, viviendo sin alcanzar su destino en su
corazón y con la pasión de Mis promesas ardiendo en sus huesos”.
Se cruzarán nuestro faraón y nuestro destino
“Tenía cada día de la vida de José
escrito en su rollo de vida. Yo sabía exactamente el día, la hora precisa y el
momento exacto cuando convergería su destino. Tenía que asegurarme que mientras
José clamaba ‘Tú lo prometiste, Padre… ¡Libérame!’, coincidiera con el vórtice
santo donde se cruzarían el destino de José y su manto apostólico para liberar
a Egipto. En consecuencia, parecía olvidado”.
Yo sabía que había otro día. Un día marcado en el Cielo. Un día marcado en
el destino cuando el corazón del faraón estaría listo para ser movilizado. Entonces, José se presentó ante el faraón y fue nombrado como segundo
al mando, debajo del faraón, para ser el libertador de Egipto.
“Amados, esto mismo está ocurriendo con
muchos de ustedes. El momento repentino te está esperando, es tu intersección
celestial sincronizada. Tu faraón y tu destino se cruzarán repentinamente, ¡ese
día te regocijarás! Resiste amado, resiste
perseverando en Mí”.
“El tiempo repentino de la manifestación
de tu destino no te esquivará. Está en camino. Viene pronto.
Viene pronto y todo el cielo se regocija. Ese día haré cosas que esperaste ver
durante años. Levantarás tu cabeza y tus ojos hacia Mí, el gran amante de tu
alma”.
“Con amor, tu
Papito”.
Wendy Alec
(www.elijahlist.com)
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