Por Helen Cobanov
El Señor me estuvo hablando estas
últimas semanas, diciéndome: “Hoy todo cambia”. El
primer día que oí esto, fue cuando mi hijo Noah fue a obtener su licencia de
aprendiz para conducir. Pensé: “Sí Señor, hoy todo debe cambiar”. Pero desde esa mañana, cada día me desperté
oyendo estas palabras: “Hoy todo cambia”.
Mientras me
presentaba delante del Señor para preguntarle qué me estaba diciendo, comenzó a
hablarme sobre mi complacencia y mis dudas, la sensación de no estar
calificada, no estar preparada y no ser capaz de realizar lo que Dios me estaba
pidiendo.
“Si mi pueblo está esperando a estar completamente
calificado, ¡esperarán por un tiempo muy largo!”
Luego el Señor me
habló sobre el viaje que mi hijo tuvo que hacer para obtener su licencia de aprendiz.
Noah nunca antes condujo un auto sobre las rutas y no comprendía las reglas de
las rutas. Para que Noah pudiera obtener su licencia de aprendiz, tuvo que
prepararse para dar los primeros pasos. Luego, sin experiencia y solo con el
conocimiento limitado sobre lo que leyó; tomó y pasó un simple examen escrito. ¡Ahora
podía tomar un auto para aprender a conducir! No es un conductor calificado, pero eso no le impidió
aprender.
Luego el Señor me
dijo: “Helen,
la gente está sentada y esperando porque no se sienten calificados para hacer
lo que les estoy pidiendo. Están llenos de dudas y complacencia en la espera.
Si te quedas sentada esperando, sin prepararte para dar los primeros pasos y
luego te sientas en el asiento del conductor con tu cartel de aprendiz, ¡no aprenderás!
Nunca estarás lista ni te sentirás calificada para hacer lo que te estoy
pidiendo que hagas”. (Nota: Se
debe colocar un cartel de aprendiz en la parte delantera y trasera del auto,
mientras el conductor está bajo el período de instrucción).
“¡Usa el cartel de aprendiz! Yo soy tu instructor”
Luego el Señor dijo: “Yo soy tu
instructor y es tiempo para que uses tu cartel de aprendiz. No seas
complaciente. ¡Nunca debes dejar de prepararte para crecer y aprender! Así es
como avanzas hacia el cumplimiento de lo que tengo planeado para tu vida. El
vehículo representa tus dones y los ministerios que te entregué”.
“Yo soy tu instructor, así como un
aprendiz de manejo necesita un instructor sentado siempre a su lado antes de
calificar para aprender a conducir en las rutas. Soy el que te califica, te
enseña y te guía, mientras avanzas en los dones y ministerios que tengo para
ti. El camino que tienes por delante y preparé para ti es grande. Viajaremos
juntos por el camino, nunca te dejaré”.
2 Corintios 3:4-6 dice: “Ésta es la
confianza que delante de Dios tenemos por medio de Cristo. No es que nos
consideremos competentes en nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios.
Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra
sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida”.
Luego, en una visión,
el Señor me mostró una persona sentada en un vehículo en el puesto del
conductor. Estaba sentada sin hacer nada y no iba hacia ninguna parte, atrapada
por la duda y el temor, porque creía que no era capaz de conducir el vehículo.
Luego el Señor abrió la puerta. Él era el instructor y se sentó en el auto a su
lado. Le dio instrucciones sobre el vehículo y sobre lo que necesitaba hacer
para entrar en movimiento. Les entregó un cartel de aprendiz y dijo: “Todo cambia
hoy… ¡si confías en Mí!”.
La persona tomó el
cartel de aprendiz, lo colocó en el vehículo, oyó al instructor y comenzó a
moverse. El instructor le estaba enseñando y mostrando hacia dónde ir y qué
debía hacer. Estaba aprendiendo, creciendo
en confianza y cubriendo un gran terreno mientras avanzaban.
“No vayas sola”
Luego el Señor me
mostró otra visión. Pude ver algunas personas conduciendo muy confiadas con sus
carteles de aprendices. Se detuvieron y abrieron la puerta del pasajero, para
decirle al instructor que podía bajarse porque iban a conducir por propia
cuenta. Arrojaron sus carteles de aprendices y comenzaban a conducir por las
rutas sin el instructor. La mayoría de estas personas estaban estancadas en las
rutas familiares. Iban hacia adelante y hacia atrás, dando vueltas sin entrar
en un nuevo territorio y solo viajaban por las rutas que habían recorrido
antes.
“Yo soy tu instructor, así
como un aprendiz de conductor debe tener un instructor siempre sentado a su
lado que los califique para aprender a conducir en las rutas”
Cuando esta gente
llegaba a una ruta nueva o a un cruce de caminos, ¡para ellos era algo
desconocido! Se preguntaban: “¿Dónde voy ahora? ¿Qué hago aquí?”. La mayoría solo pegaba la vuelta y volvían
al camino antiguo que les era familiar, pero otros escogían aventurarse por un
camino que no les era familiar. Mientras avanzaban, perdían señales importantes
y perdían su dirección. Fueron atrapados por la visión de túnel y finalmente
terminaron perdiéndose fuera del camino.
Eventualmente se
estacionaban a un costado del camino y se quedaban sin hacer nada, atrapados
por el temor y completamente perdidos. Se
dieron cuenta que recorrer estas nuevas rutas y los nuevos territorios, ¡no implicaba
hacerlo solos! Comprendieron que necesitaban de vuelta a su instructor en el
vehículo para mostrarles hacia dónde ir y qué debían hacer. ¡Necesitaban
estar dispuestos a volver a colocar el cartel de aprendices y aprender!
Dios me habló y me
dijo: “Si mi
pueblo está esperando hasta estar completamente calificado, ¡seguirán esperando
durante demasiado tiempo! Estarán sin hacer nada, con el motor encendido y sin
avanzar hacia ningún lado. Si mi pueblo quiere seguir solo, no serán capaces de
avanzar en el nuevo territorio y perderán lo que planifiqué para ellos”.
Continuó diciendo: “El camino que
planifiqué para tu vida es mucho mayor de lo que conoces. ¡Pero debemos viajar
juntos! Hoy te estoy llamando para que decidas poner tu cartel de aprendiz y
dejar de estar sentado sin hacer nada. Deja de oír las mentiras del enemigo que
aseguran que no eres suficientemente bueno o no estás calificado. Deja a un
lado las dudas, los temores, la complacencia y las distracciones. Debes tener
fe en Mí para que pueda formarte”.
“Te mostraré el camino por donde avanzar
y nunca te dejaré ni te abandonaré. ¿Confiarás en Mí y oirás mi instrucción?
Recorreremos una gran distancia juntos, iremos hacia lugares que nunca pensaste
que era posible. Si estás dispuesto a no dejar de aprender y crecer, serás
capaz de avanzar con confianza en todo lo que te llamé a realizar”.
Oremos juntos desde el Salmo
25:4-10:
“Señor,
dirígeme en todo mi camino para que pueda experimentar tus planes para mi vida.
Revela las sendas de vida que te agradan. Acompáñame todo el camino, tómame de
la mano y enséñame. Tú eres el Dios de mi salvación aumentada, ¡envolví mi
corazón con el tuyo! Perdona mis fallas de joven y pasa por alto los pecados de
mi inmadurez. Señor, ¡dame gracia! Mírame siempre a través de tus ojos de amor,
tus ojos de misericordia y compasión. Cuando piensas en mí, me ves como alguien
que amas y por quien te preocupas. ¡Cuán bueno eres para mí! Cuando la gente se
vuelve a ti, descubren cuán fácil es agradarte, tan fiel y verdadero. Con gozo
les enseñas la senda correcta, incluso cuando se alejaron. Sigue mostrándole
tus caminos a los humildes y guíalos a tomar la mejor decisión. Impárteles la
luz de la revelación que los entrena en la verdad. Todos los caminos del Señor
son amorosos y fieles para aquellos que siguen los caminos de su pacto”.
Helen Cobanov
(www.elijahlist.com)
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