miércoles, 9 de mayo de 2018

“Es un nuevo amanecer, un nuevo día y un nuevo comienzo para co-laborar con Dios”



Por James W. Goll

Condiciones previas para la visitación
¿Debemos establecer condiciones preliminares para que las promesas proféticas de Dios se liberen? ¿Existen cosas que los creyentes pueden hacer para acelerar el propósito de Dios? ¿Las cláusulas requieren la respuesta del hombre o todo está predeterminado de manera soberana? Estas preguntas han sido debatidas a lo largo de la historia del pueblo judío y la historia de la Iglesia, afectando la cosmovisión de la gente y resultando en aplicaciones prácticas en casi todas las áreas de la vida.

¿Cómo se pueden salvar los perdidos? ¿Son los Arminianos o los Calvinistas? ¿Es el libre albedrío o una elección divina? Las ideas tienen consecuencias. Lo que creemos acerca de estas cosas finalmente determinarán nuestras acciones, para bien o para mal. Entonces, ¿qué rol debemos jugar en el avivamiento y en los movimientos del Espíritu Santo? ¿Puede un hombre mover el corazón de Dios?

Lecciones del estanque de Betesda
Juan 5:2-5 dice: “Había allí, junto a la puerta de las Ovejas, un estanque rodeado de cinco pórticos, cuyo nombre en arameo es Betzatá. En esos pórticos se hallaban tendidos muchos enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos se encontraba un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años”. 

“La oración profética siempre precede a un avivamiento y a la lluvia postrera pesada de Dios”

Este pasaje describe cómo hubo actividad sobrenatural del Espíritu Santo en determinados tiempos que cambiaron la atmósfera desde lo natural hacia lo sobrenatural. Entre estas estaciones estratégicas, siempre hubo un tiempo de prueba. Ciertamente esto también parece ser así en nuestra vida.

Nuestra manera de responder en tiempos de espera es crítica. ¿Nos sentiremos frustrados y nos moveremos en la duda y la incredulidad? ¿Bajaremos la barra de nuestras expectativas para evitar decepcionarnos? ¿Arrojaremos nuestras promesas proféticas en una pila etiquetada como “la voluntad providencial de Dios?”. ¿Asumiremos una falsa responsabilidad, actuando como si todo el resultado dependiera de nuestro desempeño? ¿Miraremos con ojos diferentes y veremos la espera como una invitación divina para perseverar por algo más?

Como lo veo, parece que hay un periodo de tiempo, una oportunidad que Dios nos da durante la espera, para que desarrollemos niveles de desesperación tan elevados, que transfomarán nuestra frustración en hambre por Él. Correctamente expresada, el hambre se transforma en un clamor al Señor, una forma de intercesión que llama el cumplimiento de las promesas proféticas. El hambre se convierte en un imán que atrae la actividad sobrenatural del Espíritu Santo para que invada la dimensión natural.

Cada circunstancia está sujeta a cambio y Dios invita al hombre a co-laborar (pujar) con Él para dar a luz un nuevo amanecer, un nuevo día y un nuevo comienzo, ¡donde los destinos proféticos se desatan y las respuestas finalmente se manifiestan! Estos tiempos con frecuencia se denominan avivamientos, despertares, renuevos o derrames, tanto para los individuos como para las ciudades y las naciones enteras.

Juan 5:6-8 dice: “Cuando Jesús lo vio allí, tirado en el suelo, y se enteró de que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó: ¿Quieres quedar sano? Señor, respondió, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua, y cuando trato de hacerlo, otro se mete antes. Levántate, recoge tu camilla y anda, le contestó Jesús”.

Uno mayor a un ángel vino y declaró que la espera se había terminado y había llegado un nuevo período de tiempo, no solo una nueva estación. Luego todo cambió, y todo cambia hoy cuando Jesús, el Mesías, entra en escena. Ya no miramos las limitaciones del hombre sino el poder ilimitado del Hijo de Dios.

Entonces, ¿cuál es nuestro rol en este proceso de cumplimiento de promesas proféticas? ¡El hambre expresa un corazón que clama en oración! Muchos de nuestros antepasados experimentaron el fruto de esta conexión entre la intercesión y un derrame del Espíritu Santo. Debemos seguir clamando para el Espíritu Santo se desate en el estanque de nuestras vidas y traiga una visitación poderosa.

Citas famosas de oración y avivamiento
• Charles Finney, evangelista con énfasis en el fuego: “El avivamiento no es más milagroso que un racimo de trigo. El avivamiento viene desde el Cielo cuando las almas heroicas entran en el conflicto determinados a ganar o morir”.

• Matthew Henry, comentarista y maestro: “Cuando Dios quiere derramar una gran misericordia sobre su pueblo, primero los llama a orar”.

• Leonard Ravenhill, intercesor de avivamientos: “En el mostrador de Dios no hay días de rebaja, porque el precio de un avivamiento siempre es el mismo: Pujar”.

• E.M. Bounds, pastor y maestro de oración: “La cualidad luchadora de la oración inoportuna no brota de la vehemencia física o de la energía carnal. No es un impulso de energía, ni una mera falta de respeto del alma. Es una fuerza forjada, una facultad implantada y elevada por el Espíritu Santo. Virtualmente, es la intercesión del Espíritu Santo en nosotros”.

• Jesucristo el Señor, el ejemplo supremo: Mateo 11:12 dice: “… el Reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él”.

“El hambre viene a ser como un imán que atrae la manifestación de la actividad sobrenatural del Espíritu Santo para que invada la dimensión natural”

Como en los días de Elías
Las Escrituras están repletas de ejemplos de lo que ocurre cuando la frustración de la espera se transforma en el hambre que se convierte en intercesión. Pero uno de los ejemplos más vívidos surge de la vida de Elías.

1 Reyes 18:41-46 dice: “Entonces Elías le dijo a Acab: Anda a tu casa, y come y bebe, porque ya se oye el ruido de un torrentoso aguacero. Acab se fue a comer y beber, pero Elías subió a la cumbre del Carmelo, se inclinó hasta el suelo y puso el rostro entre las rodillas. Ve y mira hacia el mar, le ordenó a su criado. El criado fue y miró, y dijo: No se ve nada. Siete veces le ordenó Elías que fuera a ver, y la séptima vez el criado le informó: Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan pequeña como una mano. Entonces Elías le ordenó: Ve y dile a Acab: ‘Engancha el carro y vete antes de que la lluvia te detenga’. Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Pero Acab se fue en su carro hacia Jezrel. Entonces el poder del Señor vino sobre Elías, quien ajustándose el manto con el cinturón, echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab”. 

Descripción de los tiempos: Hubo un tiempo prolongado de desesperación, esterilidad, sequía y desolación en la tierra. Durante tres años y medio no había llovido. Elías fue cautivado por una visión profética y declaró: “Puedo oír el sonido de una lluvia pesada”.

Una respuesta a los tiempos: En este tiempo, Elías se estaba moviendo más por la dimensión invisible que por el plano natural. ¡Estaba fijo en el sonido sobrenatural de una lluvia que caía! Eso se llama avivamiento, porque pudo oír el sonido de Dios. El profeta de Dios declaró que venía el cambio y envió a su siervo siete veces a ver lo que estaba ocurriendo. Inicialmente, el siervo no vio nada inusual en lo natural, excepto que cuando regresó para dar su reporte, vio a Elías postrado en tierra con su rostro entre sus rodillas.

¿Qué estaba haciendo Elías? En humildad y desesperación, Elías se encontraba en su lugar de alumbramiento, postrado sobre las promesas proféticas de Dios. Era un acto de desesperación. Era un acto de oración. Había encontrado las condiciones para desatar el destino divino.

¿Cuál fue el resultado? Hubo pequeños comienzos de una nube oscura que podía ser obviada con facilidad. Pero Elías persistió porque había llegado el final del tiempo y esa sequía se había terminado, para dar inicio a una nueva temporada. ¡Era el tiempo de la lluvia torrencial! 

Hoy debemos aprender de aquellos que nos precedieron y no descorazonarnos. Nuestros corazones deben consumirse por una visión profética del propósito mayor de Dios para nuestra generación y más allá.

La oración profética siempre precede al avivamiento y al día de la lluvia torrencial tardía de Dios. Él siempre le hace al hombre una invitación para involucrarse en su proceso a través de la oración. Estas lecciones son verdaderas en las Escrituras, en la historia del pueblo Judío y en la historia de la Iglesia, y también en mi experiencia personal. Dios no hace nada sino por medio de la oración y todo ocurre por medio de ella. La oración profética precede a las promesas proféticas, ¡así es como el hombre mueve el corazón de Dios!

Oremos con hambre y desesperación,

Dr. James W. Goll
(www.elijahlist.com)


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