Por
Angela Greenig
Durante toda la semana pasada, esta promesa siguió resonando en mi
espíritu: “Acércate a Mí y Yo me acercaré a ti”. Nos encontramos en un tiempo donde necesitamos
una impartición de poder extraordinario del Espíritu Santo de Dios, como nunca
antes.
Seguí oyendo al
Señor diciéndome que los próximos 50 días entre Pascua y Pentecostés, serían
días desafiantes para muchos, pero Él está reseteando corazones, mientras
continúa atrayéndonos hacia sí mismo. Quiere
que nos levantemos y seamos una voz para todos los que no tienen voz, como una
voz en el desierto.
¡Dios
no lo abandonó!
Incluso como
cristianos, ahora mismo muchas personas están peleando batallas internas. Algunas personas están enfrentando
dificultades y decepciones. Están depresivos y se sienten
sin esperanzas, y algunos incluso sienten que Dios los abandonó. ¡Quiero recordarle con toda seguridad que Dios no lo
abandonó!
Recientemente tuve
una visión y en ella pude ver llaves flotando en la dimensión del espíritu. Pude
ver tres de estas llaves iluminándose, como si fueran de oro refulgente. Pude
oír al Padre que decía: “Hija, estas son tres
llaves de sabiduría que te entrego este día para ayudarte a acercarte hacia Mí.
Tengo muchas cosas que quiero decirte y compartir contigo, para darte un futuro
y una esperanza para el final que anhelaste”.
Ahora más que
nunca, me encontré recordando que, ¡en la ausencia del orden se desata el caos!
Sin duda, en este tiempo
estamos enfrentando el caos y la confusión global por todas partes, pero no
podemos enfocarnos en eso. Debemos
fijar nuestros ojos en el Padre y en las promesas que encontramos en su Palabra,
donde Él hará que todas las cosas operen a favor de quienes lo aman y fueron
llamados conforme a su propósito (Romanos
8:28).
Acercándote
Mientras oraba por
nuestras naciones y el caos que nos rodea, Dios me mostró una visión sobre una
montaña en erupción. Desde esta erupción pude ver el fuego azul brillante más
asombroso que explotaba desde la cima. El Señor me dijo: “Estoy haciendo estallar mi poder, mi gloria y mi
autoridad. ¡Te tomaré desde donde estuviste para llevarte hacia dónde vas! Te
estoy entregando llaves que abrirán las puertas para liberar a multitudes, pero
necesito que mi pueblo se acerque a Mí, como mi pueblo se acercó en Éxodo 33”.
Siento que este acercamiento hacia el Padre es la primera llave que
abrirá las puertas para nuestros sistemas de creencia y alinear nuestros
corazones y nuestras mentes con su verdad, dispersando el caos y las mentiras
que se agitan a nuestro alrededor. Mientras volvemos a leer Éxodo 33 y la historia de Moisés liderando al
pueblo de Dios desde Egipto hacia la tierra prometida, el Señor me señaló
particularmente el verso 13. Allí, Moisés le dijo a Dios: “Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así
sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu
pueblo”.
Buscando
oír
Antes de este
pedido, Moisés no sabía cómo guiar al pueblo de Dios. No fue hasta que Moisés
se asoció con Dios, para comprender sus caminos, que Moisés recibió una
instrucción clara del Señor sobre cómo guiar a su pueblo hacia la Tierra
Prometida. Creo que muchos de nosotros podemos relacionarnos con sentirnos
perdidos o con incertidumbre sobre cómo desarrollar las promesas que Dios
estableció en nuestros corazones.
Podemos aprender
mucho sobre la vulnerabilidad de Moisés y su disposición a ir más allá de
pedir, porque se comprometió a aprender los caminos de Dios. Moisés le pidió sabiduría
a Dios y creo que esta es la segunda llave para nosotros en este tiempo: Necesitamos procurar oír a Dios verdaderamente.
Necesitamos una revelación
y un entendimiento más profundo para experimentar a Dios. Oro para que un viento fresco comience a soplar en las brasas de
nuestros corazones mientras digo esto, como ocurrió con los mencionados en 2
Timoteo 1.
Volviendo a Éxodo 33. Moisés volvió a decir en los versos 15-17: “O
vas con todos nosotros, replicó Moisés, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si
no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con
tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra? Está
bien, haré lo que me pides, le dijo el Señor a Moisés, pues cuentas con mi
favor y te considero mi amigo”. La
intención de Moisés no fue solo el aval de Dios, simplemente quería más de
Dios. No quiso lo que Dios podía darle, porque reconoció que el mayor don que
tenía era Dios mismo. Simplemente quería conocerlo. Creo que hoy ese es el deseo de todos nuestros corazones.
Muéstrame
tu gloria
La tercera clave
que el Padre me reveló está contenida en Éxodo 33:18, donde Moisés dijo: “Déjame verte en todo tu esplendor (gloria), insistió Moisés”. La gloria de Dios es una parte de sus atributos.
¡Dios mira los deseos de nuestro corazón hoy y quiere derramar su gloria sobre
nuestra vida! Veo los líderes en nuestro mundo, los Moisés de nuestros tiempos,
cuyos trabajos parecen imposibles. Fueron llamados a desarrollar
responsabilidades que ningún hombre o mujer serían capaces de implementar y aun
así lo hacen.
Creo que mucha
gente puede relacionarse con este sentimiento ahora mismo, pero el Señor
continúa llamándonos hacia sí mismo y nos dice: “¡Hijo,
hija; solo quiero tener comunión contigo!”.
Esa es la dimensión en la que queremos estar. La dimensión donde nos
damos cuenta del poder de lo que Dios hizo desde la Pascua hasta Pentecostés,
¡su poder está mucho más vivo y tangible para nosotros hoy!
Cosechadores, ¡afilen sus hoces porque la cosecha es mayor de lo que
podemos imaginar.
Sacúdanse los tiempos de temor y pérdida, y
no permitan que el enemigo gane con toda su confusión y caos. ¡Nunca más! Clamen por la sangre de Jesús y el poder de su resurrección.
Oremos: “Padre, atamos al
espíritu de mentira, al espíritu de temor y al espíritu de pesadez. Desatamos
el estandarte de verdad, el don de fe y el aceite fluyendo para traer sanidad y
restauración, en el nombre de Jesús. ¡Amén y amén!”.
Hasta el fin,
Angela T. Greenig
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