martes, 16 de junio de 2020

“Pentecostés 2020: Un punto de demarcación significativo para la Iglesia”



Por Nathan Shaw

El 2020 es un año donde ocurrirá una transición importante. Durante la Pascua del 2020, el mundo estuvo cerrado ampliamente debido al temor. Durante la Pascua los discípulos vivieron en gran temor, se escaparon cuando las autoridades arrestaron a Jesús y se mantuvieron ocultos luego de la resurrección de Jesús (Juan 20:19, 26).

Cincuenta días después de la Pascua llegó la fiesta de Pentecostés. El Espíritu Santo invadió a los 120 creyentes que estaban orando en un aposento alto. La Iglesia naciente fue llena de poder y una gran osadía, a pesar de la fuerte oposición. Asimismo, en el 2020 nos estamos moviendo desde el temor y la incertidumbre de la Pascua, hacia la fe y la certeza de Pentecostés. El Pentecostés de 2020 es un punto de demarcación significativo para la Iglesia.

Profecía, visiones y sueños: La conexión con los profetas ungidos
Algunas de las manifestaciones del derramar de Pentecostés fueron visiones, sueños y profecías (Hechos 2:17-18). Esto es importante para comprender la mentalidad judía. La profecía, las visiones y los sueños eran competencia de los profetas. Por medio de sus decretos impartían palabras que corregían ciudades y naciones. Ahora, esta unción que solo se derramó sobre un pequeño grupo selecto, ahora se derramaría sobre todos los que quisieran recibirla. Incluso a los siervos y las siervas se les confiaría esta autoridad única.

El poder que llenó a la Iglesia le concedió:
• Autoridad para decretar el propósito de Dios
• Autoridad para vivir los sueños y las visiones que recibieron
• Autoridad para corregir ciudades y naciones
• Autoridad para sacudir los cielos y la tierra (Hechos 2:19-20)
• Autoridad para segar los “campos de cosecha” de las naciones para Jesús (Hechos 2:21)

El impacto fue inmediato. Jerusalén fue llena con sus enseñanzas, los discípulos se multiplicaron grandemente y muchos sacerdotes obedecían a la fe (Hechos 5:28, 6:7).

Ungido para obras sobrenaturales: La conexión con el ministerio de Jesús
El evangelio de Lucas y el libro de los Hechos fueron escritos por Lucas. Una conexión deliberada se produjo entre el bautismo de poder de Jesús para un ministerio sobrenatural y el bautismo de poder sobre los creyentes para hacer lo mismo. Lucas registró cuando Juan el Bautista bautizó a Jesús: “… y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo” (Lucas 3:22). Note la participación especial en esta escena del Padre, Jesús y el Espíritu Santo. 

Hablando sobre el derramar en el día de Pentecostés, Pedro declaró: “A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, y habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que ustedes ahora ven y oyen” (Hechos 2:32-33).

La mención del Padre, Jesús y el Espíritu Santo, establece una conexión deliberada con el bautismo de Jesús y la llenura de poder para su ministerio terrenal. Los creyentes en Pentecostés fueron ungidos para continuar el ministerio sobrenatural de Jesús. Como dice un comentarista: “El que recibió antes el Espíritu para la manifestación pública de su propio ministerio terrenal, ahora recibió el mismo Espíritu para impartirlo a sus representantes, para que puedan continuar y, en realidad, compartir el ministerio que Él había comenzado” (F.F. Bruce, Nuevo Comentario Internacional del Nuevo Testamento).

Una bendición triple: La conexión con el trono de Dios
El derramar de Pentecostés estuvo conectado con los profetas ungidos y con el ministerio ungido de Jesús, pero resultó mucho mejor. Hechos 2:33, citado antes, conecta el derramar de Pentecostés con una bendición triple:

1. La fidelidad y la generosidad del Padre. Jesús recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo para nosotros.

2. La autoridad y la generosidad de Jesús. El Señor fue exaltado hacia el trono de mayor autoridad, junto al Padre. Desde esta posición derramó el Espíritu Santo.

3. La extravagancia y la generosidad del Espíritu Santo derramado de una manera tangible. La impartición fue tangible para que se pudiera ver y oír. La impartición fue extravagante. Muchos se burlaban y dijeron: “¡Están llenos de mosto!” (Hechos 2:13).

La bendición triple es nuestra herencia. Nos conecta con el nivel más elevado de autoridad y generosidad. Esta autoridad y generosidad fluyen a través de todos los que recibimos la plenitud del Espíritu. Desafortunadamente, muchos equiparan a la impartición de Pentecostés con una experiencia. Fue mucho, mucho más que una simple experiencia. Estaba directamente conectada con el trono.

Las obras maravillosas de Dios
Miles estaban reunidos en Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. Llegaron desde todas las naciones cercanas. Los 120 creyentes que estaban orando recibieron la impartición e inmediatamente comenzaron a declarar las obras maravillosas de Dios (Hechos 2:11). Miles fueron impactados con la misma autoridad y la misma generosidad. Se la llevaron con ellos cuando regresaron a sus respectivas naciones. La Iglesia volcó la marea hacia las naciones.

Se desataron una cantidad de noticias negativas durante los últimos meses. El temor corrió por los caminos y las carreteras. La gente vive con temor a la enfermedad, a las dificultades financieras y al colapso económico. El Pentecostés 2020 señala un tiempo de demarcación significativo. Pentecostés le entregó una voz a la Iglesia temprana. El destino de las naciones cambió para siempre. El temor se transformó en fe. El paralítico caminó (Hechos 3:1-10). Las sombras sanaban a los enfermos (Hechos 5:12-16). Los milagros financieros fueron algo común (Hechos 4:33-37).

La autoridad de este derramar no es solo para nuestra bendición personal, corregirá a las ciudades y las naciones. ¡Es tiempo para declarar las obras maravillosas de Dios!

Nathan Shaw


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