sábado, 8 de julio de 2023

“Convertirnos en sus agentes de restauración”

Por Alane Haynes

Eres el plantío del Señor

Recientemente, mientras buscaba al Señor, escuché: “El plantío del Señor”. Leí Isaías 61 y el Espíritu del Señor resaltó porciones relevantes sobre la restauración que Él está haciendo en la tierra y cómo quiere que su pueblo sea equipado. Te animo a que personalices las Escrituras que estoy compartiendo y las profetices sobre ti mismo y en la atmósfera. Isaías 61:1-3, es muy familiar para la mayoría de nosotros:

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya”.

Escuché por el Espíritu Santo que en cada lugar de quebrantamiento, desolación o tristeza (cada lugar donde hemos sufrido), el Señor está trabajando para traer redención y restauración. Él hace un trabajo en nosotros, edificándonos por su Palabra y su Espíritu, para que lleguemos a ser árboles de justicia: su justicia.

Cristo mismo es nuestra justicia (1 Corintios 1:30), y Él es el Verbo (Juan 1:1 y 14) siendo edificado en nosotros para que lleguemos a ser su plantío y para que Él pueda ser glorificado (2 Tes.1:12). Jesús dijo que nos había dado su gloria (Juan 17:22), y que todo lo que el Padre no hubiera plantado, sería desarraigado (Mateo 15:13). Él habita en nosotros y nos edifica, para que Él mismo sea glorificado en nosotros y seamos los portadores de su imagen en la tierra.

Filipenses 2:13: “… porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

Él mismo está obrando en nosotros para llevar a cabo la obra de redención y restauración. Él nos atrae a Cristo (Juan 6:44), descubre nuestros ojos y abre nuestros oídos para que podamos oír por fe y recibir a Cristo. Él surca el terreno de nuestros corazones para que podamos, con humildad, recibir la Palabra injertada. Luego continúa obrando el proceso de santificación en nosotros con la Palabra y a través de nuestras circunstancias, para que lleguemos a ser vasos santos, portadores y retratadores de su gloria.

Ezequiel 36:27: “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.

2 Tesalonicenes 2:13-14: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.

Cristo, el Verbo de Dios, nos conforma continuamente a su imagen (Gálatas 4:19; Romanos 8:29) mediante las obras de Dios. Él es el Autor y el Consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2); Él la comenzó y la completará (Filipenses 1:6). Por supuesto, nosotros desempeñamos un papel: tener fe, someternos a su Espíritu y responder con obediencia. Pero creo que es todo lo hace Él: el proceso que nos lleva a querer seguirlo. Seca nuestra satisfacción en las cosas menores.

Obra en las circunstancias para llevarnos al fin de nosotros mismos y lo que producimos por nuestros propios esfuerzos. Su bondad nos lleva al arrepentimiento (Romanos 2:4). El cambio de nuestra manera de pensar acerca de Él, de sus caminos y de los demás; para que estemos continuamente volviéndonos hacia Él, hasta que Él sea verdaderamente Señor de todo en nuestras vidas. Él sabe quiénes son suyos y Jesús dijo que la voluntad del Padre, es que no pierda nada de lo que el Padre le ha dado (Juan 6:39).

Agentes de la restauración

Estamos en el tiempo de la restauración de todas las cosas, y el resto de Isaías 61 nos muestra qué sucede después de que Él nos planta y nos edifica: ¡nos convertimos en sus agentes de restauración!

Isaías 61:4-8 y 11: “Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes. En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo. Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo… Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones”.

Dios está en el negocio de la redención y la restauración, ¡y es fiel a su pacto con nosotros! Cuando Dios restaura, no sólo devuelve las cosas a como estaban antes. ¡Él devuelve mucho más! Éxodo 22:1 establece que, si alguien robaba un buey o una oveja, tenía que devolver cinco bueyes o cuatro ovejas. Después de que Job perdiera todo, se le dio el doble (Job 42:10). Jesús dijo que sus seguidores que dejaran casas, hermanos, familia o tierras por su causa y por el Evangelio, recibirían 100 veces más en esta vida (Marcos 10:29-30). Hageo 2:9 nos dice que la gloria de la segunda casa será mayor que la primera. ¡Dios multiplica cuando restaura! Cree que Él es bueno y que siempre está obrando redención y restauración en tu vida; ¡alábalo en el proceso!

Sacerdotes y reyes

Isaías 61:6 declara que somos “sacerdotes del Señor, ministros de nuestro Dios”. Apocalipsis 1:6 declara que Él nos hizo “reyes y sacerdotes para Dios”. Un sacerdote tiene acceso a Dios, y su vida debe estar dedicada a Él. Los reyes gobiernan y reinan. Como sacerdotes y reyes, nombrados por el Rey de reyes, debemos buscar siempre a Dios y caminar en la autoridad que Él nos ha dado. Una manera en que hacemos esto, es desarraigando lo que no es de su Reino y plantando (o estableciendo) lo que es de su Reino. ¿Cómo lo hacemos? Lo hacemos declarando la verdad sobre la mentira, decretando lo que Él dice, recuperando lo que le pertenece a Dios, derribando altares y estructuras impías.

Jeremías 1:10: “Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”.

Job 22:28: “Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, y sobre tus caminos resplandecerá luz”.

¿Están tus palabras sembrando el cielo o el infierno? ¿Qué estás hablando? Tus palabras tienen el poder creativo para cambiar atmósferas, para bendecir o maldecir (Deuteronomio 30:19; Santiago 3:10). Pablo nos dice en Efesios 4:29 que hablemos sólo aquello que edifique a los demás. Estamos sembrando el Cielo o el infierno con las palabras que hablamos. Todos están destituidos de su gloria. Cuando reconocemos esto y sabemos que otros son creados a la imagen de Dios, y que el enemigo hizo estragos en sus vidas, podemos escoger bendecirlos y hablar con propósito redentor.

La misión del enemigo es matar, robar, destruir (Juan 10:10), subvertir y pervertir todo lo que Dios ha creado. ¿Qué es lo que hace? Dios hace lo contrario. Él da belleza en lugar de cenizas, alegría en lugar de luto, alabanza en lugar de tristeza, sanidad en lugar de quebrantamiento, libertad en lugar de cautiverio, liberación en lugar de ataduras. Percibe con nuevos lentes. ¡Pídele a Dios sabiduría y conocimiento para saber lo que Él puso en otros y está dormido para darle vida!

Uno de los versículos más poderosos de la Biblia al respecto, es Isaías 51:16. ¡Deja que te profetice! ¡Deja que te profetice!

“Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú”.

Es hora de entrar en todo lo que Él tiene para nosotros y hacer las obras que Él nos ordenó hacer. ¡Qué increíble privilegio y honor cooperar con Él para traer restauración a la tierra y marcar el comienzo de su Reino! Él te creó para su gloria (Isaías 43:7), para que muestres su alabanza (Isaías 43:21), para que la muestres y no sólo la proclames. Desecha todo pecado, incluyendo la incredulidad: todo lo que no proviene de la fe es pecado (Romanos 14:23).

Quítate todo peso y obstáculo de la vieja naturaleza (está muerta y sepultada con Cristo en el bautismo), ¡y camina en novedad de vida! Hay un suministro abundante del Espíritu para ayudarte. ¡Persevera dentro y a través de tu verdadera identidad! Toda la creación está esperando con anticipación la manifestación de los hijos e hijas de Dios.

Pude oír: “Mi pueblo no traerá más ofrendas profanas, fruto de sus sensaciones carnales y anímicas. Estoy edificando agentes de restauración para mostrar Mi gloria y establecer la operación del Reino en toda tribu, lengua, pueblo y nación”.

Romanos 8:18-19: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”.

Alane Haynes

(www.elijahlist.com)

 

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