martes, 19 de mayo de 2009

“Habiendo hecho todo, ¡Afírmate y sé lleno!”

 

Por JoAnn McFatter

clip_image001¡Gracia, Gracia!

Quiero decirle a todos los adoradores que tuvieron un sueño con la nube de la presencia de Dios llenando el templo: “¡Tengan coraje y tomen una posición correcta, porque su redención se ha acercado!”. Quizá esta sea una manera extraña de decirlo, pero eso fue lo que oí. ¡Dios está a punto de soltar “Gracia sobre Gracia”, sin medida sobre la tierra! Finalmente llegamos al punto donde estamos convencidos, sin sombra de duda, que nunca antes se dijeron palabras más verdaderas que las expresadas por el Señor en Zacarías:

“Ésta es la palabra del Señor para Zorobabel: No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu, dice el Señor Todopoderoso. ¿Quién te crees tú, gigantesca montaña? ¡Ante Zorobabel sólo eres una llanura! Y él sacará la piedra principal entre gritos de alabanza a su belleza” (Zacarías 4:6-7)

Después de haber tratado de funcionar una y otra vez con fidelidad y amor a Dios, aún no hemos experimentado el resultado deseado de lo que implica que Él habite en medio nuestro. Tratando de no despreciar “los días de los pequeños comienzos”, como se refiere en ese capítulo de Zacarías y habiendo hecho todo lo que sabemos… permanecemos. Permanecemos junto a Él, descansando y habitando en Él, ubicándonos a nosotros mismos para recibir de Él la llenura necesaria para sostener lo que está a punto de soltar desde el Cielo. Aún el mismo pensamiento de ello levanta la esperanza que lo veremos con nuestros propios ojos.

Todo el proceso apunta a matarnos, para que su propósito pueda cumplirse en medio nuestro. Aquellos que somos vasos vacíos que nos negamos a nosotros mismos y llegamos al final de nuestras fuerzas y nuestras propias ideas, sabemos que debemos tener la gracia de su Presencia no sólo en medio nuestro, sino dentro de nosotros. Somos el templo y su reedificación es mucho más personal de lo que nos imaginamos.

Cosas nunca vistas

En los últimos años, el libro de Zacarías atrajo mi atención en muchas ocasiones, con un énfasis en el capítulo 4: La fuente inagotable y los gritos de “gracia, gracia”. Los escritos de Zacarías parecen relatar la advertencia del Señor a Habacuc, mientras este tema de la esperanza opera de dos maneras distintas. Primero, al postergarse nuestra esperanza se enferman nuestros corazones, pero luego tenemos esperanza como resultado de la fe. Parece que debemos atravesar la pérdida de la primera para atrapar la sustancia de la segunda.

“Y el Señor me respondió: Escribe la visión y haz que resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de corrido. Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá. El insolente no tiene el alma recta, pero el justo vivirá por su fe” (Habacuc 2:2-4)

En medio de lo que parece ser el silencio del Cielo, algo que todos atravesamos en algún nivel, Dios alienta a Habacuc a seguir, continuar y no cansarse de hacer el bien. La frase renombrada: “El justo vivirá por la fe”, salió de sus labios y aún resuena en el corazón de cada creyente. Añadimos la referencia del Nuevo Testamento acerca de la fe:

“Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11:1)

Las palabras operativas aquí son las “cosas nunca vistas”. Ambos profetas hacen referencia a las cosas que Dios prometió que brotan de su misericordia y su amor hacia nosotros, así como lo hizo el profeta Isaías. Él no quiere darnos las cosas demasiado rápido para no destruirnos. Dios quiere que seamos el templo lleno de su Gloria, con la manifestación de los Siete Espíritus ardiendo con su presencia manifiesta dentro de nosotros, no sólo a nuestro alrededor. Me doy cuenta que la siguiente porción de la Escritura es larga, pero no hay una palabra que me atreva a dar que refleje tanto el lugar donde estamos como Cuerpo de Cristo.

“Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan! Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no llorarás más. ¡El Dios de piedad se apiadará de ti cuando clames pidiendo ayuda! Tan pronto como te oiga, te responderá. Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás. Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: Éste es el camino; síguelo. Entonces profanarás tus ídolos enchapados en plata y tus imágenes revestidas de oro; los arrojarás como cosa impura, y les dirás: ¡Fuera de aquí! El Señor te enviará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y el alimento que produzca la tierra será suculento y abundante. En aquel día tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los burros que trabajan la tierra comerán el mejor forraje, aventado con bieldo y horquilla. En el día de la gran masacre, cuando caigan las torres, habrá arroyos y corrientes de agua en toda montaña alta y en toda colina elevada. Cuando el Señor ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros” (Isaías 30:18-26)

“Al regresar y descansar serán salvos”

Esta porción de la Escritura describe lo que está en el horizonte mientras nos llena con su plenitud, los Siete Espíritus ardiendo, para que podamos cargar en nosotros la plenitud de Dios en la plenitud de los tiempos. Como adoradores y sacerdotes para nuestro Dios, necesitamos caminar en esto. En la Escritura, Dios sigue un patrón para enviar a los músicos y a los cantores delante del resto del grupo. Hay una preparación previa en nosotros que debe ocurrir para que podamos sostener esa posición con gracia: Aún su gracia sobre gracia. En el verso 15 de Isaías 30, justo antes de lo que leímos, Dios nos da una razón para esperar. Reservé esto para el final, mientras me siento incompleta cuando valoro su misericordia hacia nosotros en esta afirmación.

“Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel: En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza, ¡pero ustedes no lo quieren reconocer!” (Isaías 30:15)

Aquí descansa la belleza de sus caminos, mientras avanza para decir en el verso 18 que debido a que no podemos, en realidad no podríamos, hacer lo que nos advierte que hagamos, por nuestro propio bien: Él esperó para que pueda derramar su gracia sobre nosotros. Una vez más, vemos “gracia sobre gracia”. ¿Eso no explota dentro de nosotros? Nos rebelamos, entonces Él espera para derramar su plenitud. Sigue hablándonos en los versos 18 al 26 que no nos destruirá. Ahora llegamos al punto donde podemos volver a Él, enfrentarlo, acercarnos y descansar en Él.

Creo que Dios quiere llenarnos con sus Siete Espíritus de sabiduría y entendimiento, consejo y poder, conocimiento y temor del Señor en su Presencia. Quiere equiparnos para lo que está a punto de derramar desde el Cielo. Nunca hubo gente que caminó en esto… hasta ahora.

JoAnn McFatter

1 comentario:

GerardoA dijo...

Un gran abrazo, siempre la palabra profética que bajas es muy certera y de amplia cobertura para ministrar a muchos. creo firmemente que es el tiempo de aprovechar o atrapar al máximo la sustancia de la segunda fase. bendiciones en todo.