viernes, 30 de agosto de 2013

Pateando a los perros que están en la puerta de nuestro destino

Por Kathie Walters

clip_image001Pateando los perros que están en la puerta hacia nuestro destino

Leí esta cita en alguna parte en Internet años atrás. Tuve que pensar acerca de ello. Siempre estoy ayudando a la gente a cumplir sus destinos y sus llamados. Aunque me encontré con gente que pensaba que su llamado era sentarse en una congregación y apoyar la visión de alguien más.

Aunque pienso que es bueno hacer todo lo posible para alentar a alguien y apoyarlo, ¡todos tenemos nuestro propio llamado! Al final del camino Jesús nos preguntará: “¿Qué hiciste con la unción que deposité en tu vida?”. Echarle la culpa a la congregación a la cual asistimos por nuestro fracaso no será una excusa aceptable. ¿Sabe por qué? Porque usted puede oír a Dios como el resto de sus hijos, tiene un llamado y debe concretar su destino.

¿Qué le está diciendo Dios?

Todos tenemos el testimonio del Espíritu o la unción dentro de nosotros. Por esta razón el apóstol Juan dijo: Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él” (1 Juan 2:27). ¿Eso significa que ya no tenemos maestros en la Iglesia? No, en absoluto. Existen muchos maestros, pastores, profetas, apóstoles, evangelistas y más consagrados a equipar la Iglesia.

Pero necesitamos oír la unción o el testimonio del Espíritu Santo dentro de nosotros para discernir lo que Dios nos está diciendo personalmente. Por ejemplo, alguien puede venir a nuestra congregación y profetizar, predicar o enseñar. Sin embargo, debemos discernir lo que Dios nos está diciendo, aún si hubiera sólo un par de frases que tienen que ver con nosotros. Hay un pasaje hermoso de Filemón que me agrada mucho, donde Pablo oró lo siguiente: “… para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús” (Filemón 1:6). Cuando reconocemos el don y el llamado en alguien, provocaremos su activación y su manifestación. Por ejemplo, dígale a alguien: “Diste una gran palabra”. ¿Qué ocurre luego? Se sentirán animados y anhelarán volverlo a hacer, pero si los llegara a criticar se cerrarán.

Incluso en un mismo mensaje, el Espíritu Santo puede tener varias palabras para cada individuo presente y quizá le diga algo diferente a 20 personas distintas. ¿Comprende? Jesús dijo: Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). No todas las palabras que oímos o los versos de la Biblia que leemos son una palabra procedente para nosotros hoy. ¿Qué nos está diciendo Dios hoy? ¿Hoy? ¿Esta semana? La palabra procedente imparte vida y fe porque tiene el poder para movernos hacia la próxima dimensión que Dios tiene para nosotros. Una cosa es segura: debe moverse. Debe discernir continuamente qué le está diciendo Dios hoy. El maná para hoy.

¿Cuál será su respuesta hacia Dios?

A menudo hablo de Jeremías. Cuando Dios llamó a Jeremías era un profeta adolescente, no un anciano con barba que daba vueltas por la nación realizando seminarios proféticos. ¿Recuerda la respuesta que le dio a Dios? Bien, esto tiene que ver con su respuesta ante el llamado de Dios. Puede sentarse para siempre en su zona de comodidad o levantarse y decir: “Voy a ir por mi llamado. Seré todo lo que pueda ser en Dios”. Dios le preguntó a Jeremías: “¿Qué ves?”. Jeremías respondió en fe y dijo que veía una vara de almendro. A Dios le gustó lo que Jeremías estaba viendo y le dijo: “Haré lo que estás viendo, porque apresuro el cumplimiento de mi Palabra”.

Entonces, usted debe ver su destino. No podrá alcanzar lo que no puede ver. Debe ver su destino por fe. No creo que tenga que dar vueltas alrededor del monte, preguntando dónde se supone que debemos ir y hacer una especie de ensayo para tratar de cumplir la voluntad de Dios. Dios le mostrará lo que tiene para usted si comienza a ver por fe y cree que puede oírlo. Por la fe Él puede soltar una palabra sobre su vida si necesita confirmación, pero Él estableció sus deseos en su corazón, para que cuando cumpla su voluntad, le sean agradables porque Él está en su corazón. Lo debe ver, lo debe ver, lo debe ver, lo puede ver por la fe.

¿Qué hay en su corazón? ¿Hacia dónde quiere ir? ¿Qué es lo que realmente quiere hacer? Sólo tiene una vida para vivir en la tierra. ¿Qué clase de vida quiere vivir? ¿Quiere vivir una vida mundana, atada a su zona de comodidad y ocasionalmente agitada o vivir una vida al límite, excitante y donde siempre habrá cosas nuevas ocurriendo a su paso? Entonces lo estoy desafiando a tomar una decisión. No creo que sólo sea yo haciéndole este desafío, creo que es su Padre celestial quien lo está agitando. Él realizó un depósito asombroso dentro de su espíritu. Jesús depositó su vida en usted. Él está buscando un retorno por su depósito. Su depósito dará a luz su destino si permite que siga su curso.

Observe los perros que están echados en la puerta de su destino

Quiero decirle que hay perros echados en la puerta de su destino. Permítame volver a decirlo: Hay perros echados a la puerta de su destino. ¿No le parece extraño que perro (dog) se escriba al revés que Dios (God)? Bien, en las Escrituras los perros usualmente representan a los gentiles, todo lo que es impuro. Son aquellos que no forman parte de la familia de Dios y andan en sus caminos. Estos son espíritus religiosos. ¿Sabía que existen perros en la Iglesia? Son los espíritus religiosos que tienen una especie de conocimiento de Dios, pero no tienen nada que ver con Dios. Tienen una forma, pero no tienen poder y les impiden a las personas acceder a esa realidad. Los perros están en la puerta.

¿Recuerda lo que dijo Jesús sobre los fariseos? Le impedían al pueblo entrar en el Reino. Podemos encontrarnos en la posición de impedirle a la gente entrar en el Reino, demandándoles repetidamente obediencia a todas nuestras leyes y mandamientos humanos. Jesús estaba enojado con esa gente, con los perros. Tenían un conocimiento de Dios, pero negaban su poder. Existen perros, espíritus religiosos y negativos, que obligan a la gente de Dios a esforzarse por “calificar” para que los pueda usar. Pero se olvidan que Jesús ya nos calificó para operar al 100%. Los perros también pueden ser espíritus de celo en la gente que no permiten que otros avancen más allá que ellos. Un buen maestro o instructor se siente orgulloso cuando un alumno comienza a concretar algo.

¿Sabe algo? Jesús nos hizo perfectos a los ojos de nuestro Padre. Su justicia nos cubre, no la nuestra. Jesús se intercambió con nosotros. Tomó nuestra justicia, que es como trapos de inmundicia y las llevó a la cruz. Luego nos vistió con sus vestiduras de justicia. ¡Qué gran negocio! ¡Nuestros trapos sucios a cambio de la belleza, la maravilla y la justicia del poderoso Hijo de Dios! Como declaró el autor del himno: “Jesús es mi hermosa vestidura de justicia, mi vestido de gloria”. ¿Cuán asombroso es esto? Ser revestidos por la santidad y la belleza de Jesús, el perfecto Hijo. No debe temerle a los perros (espíritus religiosos), Jesús nos entregó el poder sobre ellos. Los perros sólo pueden ministrarnos con mentiras, escojamos no creerles esas mentiras.

En este tiempo debemos ser todo aquello que podamos ser en Dios, no necesitamos calificar, sólo debemos aprender cómo rendirnos ante la unción. Dios tiene una gran visión para usted. Él no está limitado. No está limitado por nuestra inhabilidad. Él se suelta cuando creemos en su habilidad. ¿Sabe qué? Si no hubiera comida, los perros se irían. Si no hubiera nada con qué alimentarlos nos abandonarían. No los alimente, no los escuche, no les otorgue ninguna ventaja.

Si le mienten con sus ladridos y le dicen que usted no es nadie porque no sabe nada y no puede hacer nada, ríase de ellos y respóndales: “Gracias por recordarme quién soy, gracias por recordarme quienes son ustedes, gracias por recordarme que soy ‘alguien’ porque soy parte del Cuerpo, soy la realeza de la Realeza”. Dios tiene un destino y un llamado maravilloso sobre su vida. Debe determinarse a cumplir ese llamado.

Entréguese a los propósitos de Dios

El plan de Dios para usted no es aburrido o lerdo, es excitante y lleno de aventuras. Puede estirar su fe aquí y allá, pero tiene la fe de Dios dentro de su espíritu. Romanos 12:3 dice: Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. Créalo y vaya por ello. Tenga un espíritu de entrega absoluta hacia los propósitos de Dios. Él ama esa habilidad de ser niño. Alégrelo porque aunque es el Todopoderoso, también es el Abba (papito). “Acérquese y no pelee, acurrúquese y deje de luchar”. Aliento a la gente a declarar estas cosas durante nuestras reuniones.

En el Siglo V en Irlanda hubo unos monjes que se embarcaron mar adentro en un bote pequeño que no tenía timón ni remos. Confiaban que Dios enviaría los vientos para llevarlos donde se suponía debían arribar. Los llamaron “Peregrinos”. Sostenían que este era el espíritu de entrega total hacia el propósito de Dios. Él quiere enviar los vientos del Espíritu Santo para llevarnos donde se supone que debemos ir: Su plan y su propósito para nuestra vida.

Las personas que asisten a mis reuniones dicen: “Jesús, lo que sea”. Es bueno decir eso cada día. Es otra forma de decir: “Jesús, estoy abierto a todo lo que digas”. No permita que los perros le impidan cruzar la puerta hacia su destino, porque son mentirosos y ladrones. Los perros pueden ladrar, gritar y aullar todo lo que quieran, pero no nos podrán tocar si sabemos quiénes somos y cuál es nuestro llamado y destino en esta vida.

Kathie Walters

(www.elijahlist.com)

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